Versión estenográfica de la presentación del Informe País 2020: El curso de la democracia en México

Escrito por: INE
Tema: Discursos

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA PRESENTACIÓN DEL “INFORME PAÍS 2020: EL CURSO DE LA DEMOCRACIA EN MÉXICO”, REALIZADO EN EL AUDITORIO DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE)

Presentadora: El Instituto Nacional Electoral da la más cordial bienvenida a la presentación del Informe País 2020. El curso de la democracia en México.

Presiden este acto el Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral, doctor Lorenzo Córdova Vianello.

La representante residente adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en México, señora Sandra Sosa.

La Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e Indicadores de Gobierno del Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía, doctora Alejandra Ríos Cásares, en representación de la doctora Graciela Márquez Colín, Presidenta del INEGI.

La coautora del Informe País 2020 y profesora e investigadora de El Colegio de México, doctora María Fernanda Somuano Ventura.

Y el titular de la Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica del Instituto Nacional Electoral, maestro Roberto Heycher Cardiel Soto.

Agradecemos la presencia en este evento de la Consejera Claudia Zavala Pérez, así como del Consejero Martín Faz Mora.

Gracias también a representantes de los Organismos Púbicos Locales, Vocales Ejecutivas y Ejecutivos de las Juntas Locales Ejecutivas del INE, representantes de partidos políticos, integrantes de la Junta General Ejecutiva, Vocales de Capacitación Electoral y Educación Cívica de la Ciudad de México y Estado de México, a la doctora Carola García Calderón, Directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Gracias también a funcionarias y funcionarios del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, a los coautores y coautoras del Informe País 2020, integrantes del Comité Técnico de la ENCCIVICA y académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Gracias también a quienes siguen esta transmisión a través de las redes sociales y página Web del Instituto Nacional Electoral.

Para dar inicio, damos la palabra al maestro Roberto Heycher Cardiel Soto.

Director Ejecutivo de Capacitación Electoral y Educación Cívica del INE, Roberto Heycher Cardiel Soto: Muchísimas gracias, muy buenos días tengan todas y todos, sean bienvenidas y bienvenidos al Instituto Nacional Electoral, a su INE.

Me da muchísimo gusto ver a tantas personalidades distinguidas de la investigación, como de la institucionalidad electoral y de los propios partidos políticos. Desde luego, muchísimas gracias por estar presentes en este evento.

Para mí es un honor compartir con todos ustedes este espacio, presidido por el doctor Lorenzo Córdova Vianello, Consejero Presidente de este Instituto, así como acompañar a la representante residente adjunta del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Sandra Sosa.

También saludo con muchísimo gusto a la doctora Alejandra Ríos Cásares, del INEGI y, además, Coordinadora de los trabajos de la ENCUCI y del Informe País, muchísimas gracias, doctora.

A la doctora Fernanda Somuano, coautora del Informe País 2020.

También agradezco, desde luego, la presencia de las y los asistentes en este auditorio y a quienes nos siguen a través de las redes sociales.

Quizá no sea casualidad que la era de debilitamiento de las democracias a nivel global coincida con la expansión de movimientos anticientíficos. Una de las batallas más importantes a lo largo de los tiempos, es aquella que ha librado, por un lado, el paradigma del conocimiento científico; y, por el otro, el paradigma que se basa en dogmas y filias.

La evidencia es el pilar en el que descansa el conocimiento científico, porque es el elemento que confirma o desmiente las hipótesis e intuiciones que los seres humanos tenemos sobre los fenómenos naturales y sociales que ocurren en nuestro entorno.

Algunas veces la información sobre un tema puede resultar inmensa, lo que deriva en la necesidad de sintetizar de manera parsimoniosa los datos con los que contamos.

Ésta es una problemática a la que nos enfrentamos desde el INE cuando diseñamos junto con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía el cuestionario de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica, en la ENCUCI 2020.

Reflejar un concepto amplio como es la cultura política de la población mexicana de 15 años y más en un cuestionario de extensión limitada cuyo reto, creo yo, cumplimos y salimos bien librados gracias al trabajo conjunto con el INEGI y, desde luego, al apego a las mejores prácticas internacionales en la materia.

Algo similar ocurrió cuando nos enfrentamos al desafío de seleccionar, ordenar e interpretar la información, producto de la ENCUCI 2020, para ello fue crucial contar con el acompañamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el talento de las y los investigadores que redactaron el Informe País, a quienes agradezco su compromiso en los trabajos y, desde luego, su presencia esta mañana.

La información de la ENCUCI 2020 ahora forma parte del Catálogo Nacional de Indicadores, administrado por el INEGI, es un conjunto de información estadística que tiene como objetivo ofrecer al Estado Mexicano y a la sociedad en general información que resulta necesaria para el diseño, seguimiento y evaluación de políticas públicas de alcance nacional.

Brindar información pública de calidad es uno de los aspectos clave para la resiliencia democrática, como alguna vez manifestó la filósofa alemana Hannah Arendt, “aquello que hace posible que un régimen totalitario o cualquiera otra dictadura gobierne, es que las personas no estén informadas”.

La divulgación de la información socialmente útil contribuye a la creación de un ambiente propicio para el uso de la inteligencia colectiva y la ampliación de los horizontes que se origen de la libre discusión de las ideas. En ocasiones estas libertades se dan por sentadas, pero no siempre han existido, un personaje clave en el mundo de la ciencia y la verdad fue el italiano renacentista Giordano Bruno que en el siglo XVI fue quemado en la hoguera por postular correctamente que el sol era una estrella, como muchas otras, en el universo infinito. Sin embargo, en su tiempo se atrevió a desafiar la soberbia dogmática de quienes ostentaban el poder y no aceptaban ser cuestionados.

Giordano Bruno murió en la hoguera, pero encendió el fuego de la ciencia y la educación, ambos fundamentos del Informe País y la ENCUCI 2020 que hoy presentamos como dos productos basados en evidencia rigurosa, los cuales nos invitan a discutir y cuestionar las ideas preconcebidas o carentes de evidencia sobre el estado de nuestra democracia.

Sean todas y todos bienvenidos.

Muchísimas gracias.

Presentadora: Muchas gracias, maestro Cardiel Soto.

A continuación escucharemos el mensaje de la señora Sandra Sosa.

Representante Residente Adjunta del PNUD en México, Sandra Sosa: Muy buenos días a todos y todas, antes de iniciar de igual manera al distinguido panel con el cual tengo el honor de compartir esta mañana, el doctor Lorenzo Córdova Vianello, un gusto conocerle y un saludo muy especial de Lorenzo Jiménez, representante, residente del PNUD.

A la doctora Alejandra Ríos, Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e Indicadores de Gobierno del INEGI.

También al maestro Roberto Heycher, Director Ejecutivo de Capacitación Electoral y Educación Cívica del INE.

Y a la doctora María Fernanda Somuano, coautora del Informe de País y profesora e investigadora de El Colegio de México.

Un saludo también afectuoso a quienes nos acompañan aquí de manera presencial y a quienes se han unido de manera virtual a través de las distintas plataformas que se han habilitado para esta transmisión.

Así que muy buenos días a todos y todas.

Me da mucha satisfacción y realmente, como decía al inicio, es un honor acompañar al INE en nombre del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo en México, en la presentación de este Informe País bajo el título de El curso de la democracia en México.

Es un gusto también poder compartir con los autores y autoras de este segundo volumen de Informe País.

Definitivamente, es un informe que les invito a leer, realmente es muy revelador y cuando lo hagan se van a dar cuenta del gran trabajo analítico y comparativo que presenta, partiendo, como ya decía el maestro Heycher, de la evidencia y resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica, ENCUCI 2020, para brindarnos un diagnóstico sobre los valores democráticos de la ciudadanía mexicana, una ciudadanía que se llama en transformación y del trabajo de México.

La democracia, por supuesto, entendida en un sentido más robusto y que va más allá de lo meramente electoral.

Si bien la citada encuesta que ya hemos mencionado, la ENCUCI, conducida por el INEGI con el acompañamiento del INE, es en sí misma realmente reveladora y un referente en temas de participación, representación, asuntos públicos, valores democráticos y de relación con el poder público, el documento que hoy tienen ustedes en sus manos, ya sea de manera impresa o virtual, le da una interpretación profunda a esta encuesta, un sentido y una narrativa a los datos de la misma, esto mediante la aportación de un marco teórico sólido.

La comparación que se hace con diversas encuestas nacionales e internacionales, muy representativas y, por supuesto, la comparación que se hace con el ejercicio anterior en el 2014.

Como les comentaba, realmente es un documento que les invitaría y que les motivo a que lean y aunque seguramente lo leerán, pues quisiera rescatar desde PNUD algunos datos que nos parecen relevantes de este estudio.

En primer lugar, el estudio o el informe concluye que la ciudadanía está ahora menos desencantada con la democracia, ello en comparación con el 2014. Esto lo vemos desde PNUD como un tema positivo, aunque por supuesto, hay temas todavía que tienen que abordarse como lo es la desconfianza que existe en la efectividad de los mecanismos de participación.

Por otro lado, se rescata que hay avances en la representación descriptiva y también hay cada vez más una mayor pluralidad.

Por supuesto, como decía, hay trabajo por hacer, con la satisfacción de la democracia ya que ésta es baja y la gente se siente poco escuchada y valorada en las decisiones públicas que se toman.

Un aspecto importante que me parece también importante resaltar de este informe, es que no solamente se centra como ya decíamos, en la participación electoral, también aborda otro tipo de participaciones, la participación cívica, la participación comunitaria, ciudadana y política, aspectos que nos parece también como PNUD, importantes porque son parte de los elementos que nos van a permitir a nosotros hacer un análisis profundo, ya que éstos también contribuyen notablemente, a mejorar nuestras sociedades, así como a canalizar las diversas exigencias sociales.

El informe también encontrarán, aborda temas, algunos temas complejos como son los trastornos de la democracia y en esto me refiero al tema de la corrupción, al tema del clientelismo y la discriminación, fenómenos que son difíciles de estudiar, pero que, desde nuestro punto de vista, lo vemos con buenos ojos que se hayan abordado en el informe, porque lo hacen que sea más completo y más confiable, más honesto si queremos decir.

O sea, son problemas existentes que no podían dejar de existir o de mencionarse en este informe.

Como PNUD, nuevamente consideramos que este es un diagnóstico que nos ayuda a comprender mejor nuestra realidad actual, convirtiéndose, entonces, en un aporte que sin duda es útil para la toma de decisiones, y acciones públicas que nos ayudan a mejorar en el futuro del país.

De ahí que valoramos no solo el espacio que nos ha brindado el INE de acompañar este proceso, de acompañar a las autoras y autores del mismo; de estar también presente en otros esfuerzos como la ENCUCI de 2020, como la realización o el diseño de un micrositio para que toda la ciudadanía tenga acceso a estos resultados de una manera virtual, de una manera más fácil de analizar; sino también, de ser parte activa de esta conversación en la cual se están abordando valores que son claves democráticos, como la igualdad y la libertad.

Ambos valores que son transversales a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que, como saben todos, es un acuerdo, un compromiso global del cual México es parte, y que se ha firmado con el propósito de impulsar y alcanzar el desarrollo sostenible mediante acciones que nos permitan eliminar la pobreza, proteger al planeta y mejorar la vida de las personas.

Es un trabajo nada fácil, que por supuesto requiere del involucramiento de todos, de todo sector, privado, gobierno, sociedad civil, para que podamos juntos promover una dinámica de participación y gobernanza democrática, con procesos y resultados que tengan reglas de juego claras, y que haya una sociedad bien representada en la que garanticemos los derechos humanos.

Creemos que con estos esfuerzos, si aunamos esfuerzos, todos podremos, más bien, evitar esa sensación de insatisfacción, ese desencanto en la ciudadanía, para que esto no incremente sino que más bien vaya hacia, disminuya, ya que la democracia es indispensable para lograr la paz, la seguridad internacional, el desarrollo sostenible y la garantía de derechos humanos de todas las personas.

Para finalizar, realmente resaltar que para nosotros, nuevamente como PNUD en México y el PNUD globalmente como la agencia de desarrollo de las Naciones Unidas, este Informe de País constituye una herramienta fundamental para comprender de manera amplia las problemáticas con las cuales estamos trabajando, para buscar esas alianzas con las cuales nosotros podamos trabajar y que nos permitan encontrar mecanismos que nos lleven a tomar medidas pertinentes, eficaces y que tenga realmente un impacto duradero.

A partir de este diagnóstico concluimos nosotros que solo se puede mejorar, no deberíamos volver atrás ni retroceder, sino que todo lo que venga debería ser positivo.

De manera que, gracias nuevamente al INE por esta alianza que se fortalece año con año, y por hacernos partícipes de esta iniciativa tan trascendente.

Muchísimas gracias a todos y todas.

Presentadora: Muchas gracias, señora Sandra Sosa.

Para continuar, damos la palabra a la doctora Alejandra Ríos Cázares.

Directora General Adjunta de Desarrollo, análisis e Indicadores de gobierno del INEGI, Alejandra Ríos Cázares: Muchas gracias.

Muy buenos días a todas, a todos.

Gracias por esta oportunidad de poder conversar sobre el Informe País, y también de alguna manera sobre la Encuesta Nacional de Cultura Cívica.

Me encuentro aquí en representación de la doctora Graciela Márquez, Presidenta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, muy contenta de poder compartir espacio en este panel con la señora Sandra Sosa, con la doctora Fernanda Somuano, con Roberto Cardiel y, por supuesto, con el doctor Lorenzo Córdova.

Muchísimas gracias por esta oportunidad, sobre todo, contentos por poder compartir con este pleno y con todos ustedes la satisfacción de presentar el Informe País 2020: El curso de la democracia en México que, sin duda, es ya un referente importante para entender la construcción de la ciudadanía plena. Ese es el punto que quiero destacar en estos 8 minutos que tengo de intervención.

La ENCUCI, la Encuesta Nacional de Cultura Cívica y el Informe País, trabajan o se desenvuelven alrededor de la reflexión, de la construcción justamente de esta ciudadanía plena. Es decir, cómo también cómo las mexicanas y los mexicanos entienden y ejercen esta ciudadanía y cómo estás percepciones y acciones se reflejan en la consolidación de la democracia en México.

Me gustaría también resaltar que el Informe País, es un nítido ejemplo de los buenos resultados que se puedan obtener de la colaboración. Y en esto enfatizo dos características de la colaboración:

La primera, es por supuesto, la colaboración interinstitucional entre dos organismos constitucionalmente autónomos, como es el Instituto Nacional Electoral y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía que, por supuesto, unieron esfuerzos y expertis para obtener un instrumento de recolección amplio, riguroso, que ha permitido generar inferencias importantes sobre la participación cívico-política de la ciudadanía mexicana.

Ha permitido generar información sobre las percepciones, los valores y las prácticas relativas al ejercicio y este es el punto crucial, no solamente es participación política, sino es sobre el ejercicio de los derechos ciudadanos en México y también sobre los factores que inciden en la construcción de una ciudadanía plena.

Y aquí abordo la segunda característica que me parece relevante poner sobre la mesa en esta mañana, ¿qué es esta rigurosidad del instrumento que nos permitió hacer la captura de esta información?

Fue posible y, gracias a la experiencia del INEGI en la recolección de información a través de encuestas, pero también, gracias a la colaboración y a la participación de la academia y las personas expertas para poder construir un instrumento metodológicamente sólido.

Y en esto hay que recordar que la Encuesta Nacional de Cultura Cívica que se levantó en el 2020, por cierto, un periodo bastante complicado para todos, se construyó con el apoyo y la amable colaboración de un grupo de tres especialistas de la academia: La Secretaría de Gobernación y el PNUD, quienes bajo la coordinación del INEGI pusieron conocimientos y expertis, y Fernanda no me dejará mentir, en amplias sesiones de trabajo que a veces duraban dos, tres, cuatro horas y que duraron más o menos 6 meses.

Entonces, el resultado de eso fue un instrumento que nos permite capturar información en 6 áreas de interés, esto es importante.

La ENCUCI se distingue de otras encuestas previas sobre cultura política, porque captura información sobre el interés y conocimiento de las y los mexicanos sobre los asuntos públicos y la democracia, sobre las creencias, valores y actitudes de las y los mexicanos, y sobre la dinámica de participación en los asuntos públicos, cómo nos relacionamos para justamente atender o incorporarnos a los asuntos públicos.

Las características de las relaciones con individuos, asociaciones y el propio poder público y, de manera adicional, como lo mencionaba la señora Sosa, podemos con la ENCUCI aproximar el atestiguamiento de delitos electorales y la opinión de los mexicanos sobre la calidad de la representación política.

Pero sobre todo, creo que la ENCUCI nos permite tener una línea base sobre el ejercicio de la ciudadanía plena, y el informe lo refleja con muchísima claridad a lo largo de los capítulos, en qué medida nos reconocemos como sujetos de derechos y en qué medidas reconocemos a los demás como sujetos de derechos. Y esto entendiéndolo como la base que permite la solidez de una consolidación democrática.

Con esta información el INEGI contribuye a la construcción de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica y permite a México atender compromisos internacionales, como el reporte de indicadores correspondientes al objetivo de Desarrollo Sostenible 16.7.8 sobre la proporción de la población que considera que la adopción de decisiones es inclusiva y participativa y también nos aproxima a la medición de confianza de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Pero sobre todo el Informe País y la Encuesta Nacional de Cultura Cívica son ejemplos de la relevancia de generar acciones que inciden en la construcción de la democracia, pero con evidencia sólida.

Este evento deja en claro la relevancia también de que las organizaciones nacionales de estadística puedan participar en la medición de la participación política de la apertura, de la confianza interpersonal e institucional de la eficacia política, etcétera.

El INEGI a través de la ENCUCI nos ofrece la fotografía y los datos de la situación de la ciudadanía y la democracia en México, pero el Informe País, como siempre, añade y valora esos datos, nos genera esos datos en información, les da contexto, les da interpretación y nos permite proyectar un diagnóstico que orienta a las acciones necesarias para fortalecer la democracia en México. Y con esto ambas instituciones, el INEGI y el INE cumplen con uno de los principales mandatos de su razón de ser, que es fortalecer al Estado democrático y al Estado Mexicano.

Y con eso terminaría mi participación.

Muchas gracias.

Presentadora: Muchas gracias, doctora Ríos Cázares.

A continuación, escucharemos las palabras de la doctora María Ventura.

Coautora del Informe País 2020, María Fernanda Somuano Ventura: Buenos días, muchas gracias.

Quiero agradecer primero a todos los que me acompañan aquí en el podio, especialmente al INE que por un lado me invitó a participar en este Informe País 2020, además que me invitó a esta presentación.

Este informe representa un segundo ejercicio de este tipo, el primer Informe en el cual también tuve la suerte de participar, se hizo en el 2014. Y en ese informe concluimos que la cultura política de las y los mexicanos estaba marcada por la desconfianza en la autoridad, el desencanto con la democracia y la desvinculación social.

En este nuevo informe elaborado a partir de los datos, como ya mencionó Alejandra de los datos de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica, ENCUCI 2020, partimos de una visión amplia de democracia para hacer un análisis de su estado actual. Y así reconocemos cómo han hecho diversos autores la gran distancia que existe entre los ideales democráticos y la democracia real.

Nuestra visión de democracia consiste en un sistema político que encarna los valores de la libertad y la igualdad política, y especifica estándares relevantes para esferas que no se incluyen en una definición mínima de democracia centrada en la dimensión o solamente en la dimensión electoral.

Es decir, nuestra definición de democracia se refiere a instituciones políticas que permitan a la mayoría de la ciudadanía, cambia el estatus quo mediante su participación y un contexto social en el que las y los ciudadanos se sientan representados, y que no convierta los principios de libertad de igualdad política en meras formalidades. 

Al igual que en el Informe País 2014, el insumo principal de este informe es una encuesta que se hizo exprofeso para el estudio.

La encuesta que se realizó para este informe, como ya dije, la ENCUCI 2020, tiene como antecedentes varias encuestas: una, la Encuesta Nacional de Política y Prácticas Ciudadanas; y, la Encuesta Nacional sobre Calidad en la Ciudadanía en México.

Es importante decir que en la ENCUCI intentamos mantener algunas de las preguntas de la encuesta sobre calidad de la ciudadanía, justamente para poder hacer comparaciones en el tiempo, cosa que es, creo yo, muy importante y que no se había hecho en estudios anteriores.

Pero además también incluimos nuevas preguntas que miden distintas dimensiones de la democracia.

El proceso de diseño de la encuesta nos tomó varios meses, como ya también mencionó Alejandra, en los que nos reunimos pues en muchas ocasiones y fue un proceso de amplia discusión y amplio debate.

La ENCUCI explora la percepción de las y los mexicanos, sobre valores, principios e instituciones democráticas, pero a diferencia de ejercicios anteriores sobre cultura política, la ENCUCI ahonda en cómo perciben las personas el concepto y el ejercicio de una ciudadanía plena.

¿Cuáles son sus principales mecanismos de información sobre lo público y cuáles son sus principales estrategias de participación social?

El proceso de construcción de la encuesta fue un proceso muy rico en el que participamos un grupo de especialistas designados por el INE y en el que participó el INEGI y gente de la Secretaría de Gobernación.

Este ejercicio, además, se complementó con una prueba piloto que el Instituto llevó a cabo a finales del 2018, a través de la Dirección General de Estadísticas de Gobierno, Seguridad Pública y Justicia.

Ahí con esa prueba piloto se obtuvo además información de cómo las y los mexicanos perciben la inclusión de su opinión en las decisiones públicas, su capacidad de participar y su nivel de conocimiento sobre asuntos públicos.

El periodo de levantamiento de la encuesta fue del 17 de agosto al 18 de septiembre del 2020 y digamos que una de las cosas más valiosas de esta encuesta es que tuvo una muestra de más de 25 mil casos.

Esto de nuevo, es algo, digamos, y prácticamente inédito en encuestas de este tipo.

La población objeto de estudio, además, incluyó a gente de 15 años, también algo inédito, normalmente las encuestas incluyen población a partir de 18 años y ésta incluye a gente a partir de 15 años.

La cobertura geográfica se hizo en tres niveles: nivel nacional, nivel urbano, nacional urbano y nacional rural. Y, en seis regiones distintas.

Partiendo de la ENCUCI como principal insumo en este informe, lo que quisimos fue dar cuenta del sistema de representación y de participación en México, el cual se desarrolla en un medio caracterizado por importantes desigualdades sociales, economías, políticas, culturales, regionales, étnicas y de género, que a su vez afectan la calidad democrática y determinan las expectativas ciudadanas.

Así, el objetivo principal del informe fue evaluar el estado de la democracia en México, especialmente en tres dimensiones: la de representación, de participación y la de los valores democráticos.

Asimismo, indagamos acerca de algunos de los principales obstáculos que la democracia enfrenta y que pueden considerarse como déficit o trastornos de la democracia como ya mencionaba la señora Sosa, nos centramos en clientelismo, corrupción, coacción del voto, intolerancia, discriminación y exclusión.

Básicamente, entonces, en este informe lo que hicimos fue tratar de responder preguntas sobre quiénes se sienten representados y representadas, quienes participan en distintos ámbitos y quiénes están satisfechos y satisfechas con la forma en la que funciona la democracia mexicana.

En pocas palabras buscamos visualizar cómo es la ciudadanía mexicana, qué piensa sobre la política, cómo participa en ésta y en su comunidad y cuáles son sus valores y actitudes respecto a la democracia.

Para finalizar, hay un panel completo que se va a centrar en mostrarles algunos de los hallazgos más importantes.

Yo simplemente me quiero o quiero destacar, digamos, dos puntos: existen, creo yo, resultados esperanzadores, algunos como la internacionalización de la importancia del voto para incidir en las decisiones públicas, la confianza que se mantiene en el Instituto Nacional Electoral como institución y la aceptación de la democracia como sistema política, digamos, como el mejor sistema político al que se puede acceder.

Ahora bien, existen también resultados, pues, poco halagüeños y a lo mejor preocupantes que, en cierto sentido, algunos se repiten, digamos, o se mantienen en el tiempo.

Uno, la baja satisfacción con el funcionamiento de la democracia, los niveles bajísimos de confianza en los partidos y en los diputados tanto federales como locales y un sentimiento de la población que no se siente representada por quienes debieran representarla.

Para terminar, simplemente diría que, este informe creo que tiene un valor muy importante para académicos, pero también para tomadores de decisiones que creo que, como también decía la señora Sosa, hay información que puede permitir tener insumos muy, muy importantes para diseñar políticas públicas.

Y, finalmente, pues, a la ciudadanía en general,  creo que también puede serle muy útil. Gracias.

Moderadora: Muchas gracias, doctora Somuano Aventura.

Finalmente, damos el uso de la voz al doctor Lorenzo Córdova Vianello.

Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello: Muchas gracias.

Muy buenos días tengan todas y todos.

Saludo con mucho gusto a todas y todos los presentes;

Doctora Carola García, no la saludé al entrar, una disculpa, un verdadero privilegio, querida Directora de la Faculta de Ciencias Políticas y Sociales de nuestra Universidad por acompañarnos;

A nuestro querido Director de la Cátedra Madero, el doctor Fernando Castañeda;

Distinguidas y distinguidos amigos académicos;

A los colegas consejeros, Consejera Claudia Zavala y Martín Faz que nos acompañan;

A la, prácticamente, a la movilización de todos los presidentes y presidentas de OPLES y de consejeras y consejeros de los órganos electorales que se han movido para acá, nuestros vocales ejecutivos, muchas gracias por acompañarnos;

Por supuesto, a las representaciones de los partidos políticos ante el Instituto que hoy nos acompañan;

Saludo con muchísimo afecto a quienes integran este panel de inauguración, a este evento de análisis de la segunda edición ya venturosamente del Informe País.

A Fernanda, nuestra querida Fernanda, bienvenida de nueva cuenta a casa. Siempre es un privilegio tenerte acá y, además, se agradece muchísimo la reincidencia en la elaboración de este Informe País. Y de una vez te lo digo, todavía como presidente del INE y de los que vendrán ahora de la mano del INEGI y siempre con el apoyo del PNUD, porque tu presencia, además de los demás miembros del Comité Técnico que elaboraron esta segunda edición del Informe País, pues le da un tono de continuidad que es justamente indispensable cuando uno presenta documentos de esta naturaleza que lo que buscan es hacer un balance de la cultura cívica en México.

Sandra, muchísimas gracias. Gracias por el acompañamiento del PNUD y saludos a mi tocayo, por favor.

Alejandra, gracias por, digamos el análisis que aquí has presenciado de algo que hay que reconocerle a esa Institución hermana, orgullosamente constitucional autónoma como es el INEGI y que es fundamental para poder comprendernos.

Y es que la realización de la ENCUCI que dio origen a este Informe País, se realizó justamente en los tiempos complicadísimos de la propia pandemia, con niveles y alcances que hoy permiten que esta edición del Informe País sea mucho más robusta.

Debo decir que aquí no es que estuviéramos cuchicheando, sino estábamos ya armando las condiciones que va a tener la siguiente ENCUCI y, por supuesto, más adelante, pero Fernanda será responsable de ello.

Y si nos invitas a algunos académicos también a colaborar en esos trabajos en el futuro de los siguientes Informes País y, por supuesto, Roberto gracias por el compromiso que desde la Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica se le han dado a los trabajos centrales de la cultura cívica, de la concepción de cultura cívica.

Para mí es un verdadero motivo de orgullo participar en este evento de divulgación, de presentación pública del Informe País 2020: El curso de la democracia en México.

Por su rigor conceptual y por la densidad de los datos que presenta, no tengo duda de que, tal como ocurrió en el Informe País que presentamos hace ya 8 años en 2015, este documento, este nuevo Informe será un texto de referencia para todos aquellos académicos, especialistas e incluso servidores públicos que pretendan entender y explicar los fundamentos de la desconfianza de la sociedad hacia sus autoridades, la desvinculación de las y los legisladores y sus partidos respecto de la sociedad, así como el amplio rechazo que en general manifiestan las y los ciudadanos respecto de la impartición de justicia, entre muchos otros aspectos preocupantes que forman parte todavía de la agenda pendiente de fortalecimiento y robustecimiento en nuestra democracia.

Celebro que, en el marco de la ENCCIVICA, justo antes de que termine el próximo año su primer ciclo de vida y que tendrá que ser, Claudia, Martín, fundamento de una nueva etapa y que, en su cierre, justamente, este Informe País pueda servirnos para hacer o contribuir al balance que tendrá que hacer el INE hacia el futuro, tengamos este segundo Informe País porque nos permite por primera vez, aunque con un desfase que estadísticamente, me lo dice Alejandra, no es el idealmente, y más con la colaboración del INEGI que en breve, y de hecho lo hago público, hasta para elevar el contexto de exigencia, mi querida Graciela, tendremos que establecer, todavía hay varios meses para firmar con esta administración lo que viene, las líneas de tiempo ideales en este tipo de balances, son de cinco años el tiempo que transcurrió entre la Encuesta Nacional de Educación Cívica, la ENEC todavía en 2013 y la ENCUCI de 2020, son siete años.

Así que habrá que ir ajustando, pero ya éste es un compromiso de avanzar en la construcción de esta línea de tiempo que nos permita entendernos como sociedad en nuestro desarrollo democrático, en nuestro desarrollo de cultura cívica en el tiempo.

Así que celebro muchísimo eso, porque nos permite construir esas líneas de tiempo, precisamente dar seguimiento, evaluar y eventualmente corregir las políticas de cultura cívica y sus efectos.

Y aquí de veras mi reconocimiento y agradecimiento a que podamos que esto sea el resultado de este trabajo conjunto de dos instituciones fundamentales del Estado Mexicano, como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía y el propio INE.

Y es que el grado de profundidad, los alcances que la ENCUCI que sustentó o sustenta este Informe País y el alcance subnacional significan un paso adelante respecto de la ENEC que sustentó hace ya algunos años el primer Informe País.

Y es que la ENCUCI, que sirve de base para este nuevo Informe País es indispensable para poder avanzar, no a ciegas, no con base en supercherías, tan de moda en nuestros tiempos, de terraplanismos y muchas otras estupideces que cunden en el mundo; solo un país que se conoce así mismo puede tener claridad respecto de su realidad y elementos para orientarse hacia su futuro.

Cuando eso además tiene que ver con la cultura cívica, que es el sustento de la recreación de la democracia, en tiempos de crisis y de acoso a la propia democracia resulta, me parece, fundamental y encomiable.

Así que bienvenido este Informe País 2020.

En efecto, este documento nos recuerda los riesgos que implica el desfase que existe entre el desarrollo de la cultura cívica y la evolución de los procedimientos electorales, este desfase es evidente en tanto la ciudadanía en nuestro país se considera que está en proceso de formación todavía, mientras que el modelo electoral mexicano ha logrado convertirse, le pese a quien le pese, en un referente internacional, porque su diseño garantiza igualdad en el ejercicio del sufragio.

No hay otro ámbito de la vida de nuestra sociedad tan desigual, tan carente de la cuestión social y del cumplimiento de la promesa de justicia social que alimentó, hoy todavía incumplida, que alimentó hace más de 100 años la Revolución Mexicana, y que es base, insisto, las elecciones, son el momento más igualador de una sociedad tan desigual. El día de las elecciones nunca, como entonces, las y los ciudadanos somos total y absolutamente iguales.

De hecho, la evolución experimentada por la democracia mexicana ha permitido que nuestro país contribuya a la comunidad internacional, con procedimientos e innovaciones en materia de registro de electores, impulso a la paridad y para la fiscalización del dinero que se invierte en la competencia electoral. Y también para las estrategias de cultura cívica.

Sin embargo, a pesar de todo, en materia de construcción de ciudadanía, como el Informe País nos lo revela, seguimos estando rezagados, no significa que no se haya hecho nada en el terreno de la educación para la democracia y la cultura cívica.

Por el contrario, la historia de los últimos 20 años muestra cómo diversas instituciones federales, organismos regionales y multilaterales, así como organizaciones de la sociedad, hemos impulsado diversos proyectos para la construcción de ciudadanía, pero la constante en estos proyectos es que sus objetivos, procedimientos, metas y plazas, son todavía concebidos muchos de ellos, de manera aislada, lo cual dificulta la generación de sinergias.

Por ello, el INE desde 2017 que inició la instrumentación de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica y culmina en su primera etapa el próximo año, ha realizado múltiples actividades y proyectos encaminados a modificar las actitudes de los ciudadanos, respecto de lo público y a través de estas nuevas actitudes, modular el ejercicio del poder político.

De hecho, en los último cinco años, el INE ha convocado a todas aquellas instituciones gubernamentales y organizaciones de la sociedad, con responsabilidades o proyectos en materia de educación y cultura cívica, a la construcción de esta gran política de estado que contribuya a generar esas sinergias que todavía son insuficientes, en materia de cultura cívica, que permitan sincronizar el desarrollo de la ciudadanía, con el perfeccionamiento que hemos logrado en nuestros procedimientos electorales.

Para dar una idea de esos esfuerzos, basta mencionar que hemos establecido encuentros institucionales con las dos cámaras del Congreso de la Unión, acercamientos con los titulares de las diversas secretarías de Educación federal y locales, con los gobiernos locales, con organismos empresariales, académicos y hasta sindicales.

La Cátedra Madero es uno de los ejemplos de esta sinergia con nuestra Universidad Nacional.

Además, debo decir que el INE en estos cinco años, ha suscrito decenas de convenios de colaboración para contribuir e impulsar diferentes facetas de la cultura cívica y ha desarrollado más de 76 proyectos que han impactado directamente a poco más de 16 millones de personas.

No obstante, pese a todos estos esfuerzos, los resultados del Informe País 2020 nos muestran una radiografía integral de todo lo que nos falta por hacer para modificar los aspectos cognoscitivos, valorativos y afectivos que determinan la forma en que la sociedad se vincula con la vida pública y la interpreta.

Para concluir, permítanme ilustrar algunos de los claro obscuros que de acuerdo con los datos de este informe país, experimenta la democracia mexicana, algunos datos ya los ha mencionado Sandra y Fernanda, y que deberían, me parece, de atenderse si queremos darle sustentabilidad a la convivencia en clave democrática, de nuestro país hacia el futuro.

Por una parte, de acuerdo con dicho informe, en México tenemos todavía una ciudadanía en formación que cíclicamente se ilusiona con las elecciones, pero se desilusiona con los gobernantes que elige.

Esta ciudadanía, dice el informe, se ha acostumbrado a ejercer su voto periódicamente y pese a los reiterados desencantos que una y otra vez experimentan con los gobiernos elegidos en las urnas, las elecciones constituyen un resorte que les revive la esperanza a las y los votantes, de que el país puede mejorar y que los nuevos representantes sí ejercerán los poderes públicos en beneficio de la sociedad.

Y había un dato que ahora me comentaba Alejandro respecto de la ENCUCI. El alto grado de aceptación de respuesta, 85 por ciento en una sociedad desencantada con instituciones.

Eso habla bien no solamente del INE, sino también del INEGI, instituciones autónomas, indispensables para la recreación de la democracia, vuelvo a insistir, le pese a quien le pese.

Esto explica que para el 63 por ciento de las personas, la democracia es preferible sobre cualquier otra forma de gobierno, pondría un preocupado –entre paréntesis- “todavía” que el 60 por ciento considere que el voto es la única forma que tiene la sociedad para opinar sobre lo que hace el gobierno y que para el 60 por ciento también el INE, de nueva cuenta, le pese a quien le pese, sea la institución civil con mayor confianza en nuestro país entre la ciudadanía, solamente después de Las Fuerzas Armadas.

Y, por cierto, estos datos levantados durante 2020 y procesados en enero del año pasado, pues si se hubieran levantado ahorita probablemente estarían un poquito más. Confío más en el INEGI que en las encuestadoras, pero a moda de las encuestadoras indican que, a pesar de los intentos, las obsesiones por descalificar esta Institución que es de todas y todos los mexicanos, pues oscila en una credibilidad y una confianza entre el 65 y el 70 por ciento, ya lo veremos en la próxima ENCUCI, pero nos lo dirá el INEGI más adelante.

En contraparte, el Informe País 2020, señala retomando datos del Latinobarómetro que, mientras en el Continente el 58 por ciento considere injusto el acceso a la educación, en México el 63 por ciento lo ve así.

Lo mismo sucede con el acceso a la salud. Mientras en el Continente el promedio es de 64, en el sentido de que el acceso es injusto, en México ese porcentaje sube al 71 por ciento.

En ese mismo sentido, las instituciones con menores niveles de confianza y esto es muy preocupante son las y los senadores y diputados federales con el 23 por ciento; los diputados locales con el 23 por ciento; y los partidos políticos con el 22 por ciento.

Y digo es preocupante, esto que albergaría tal vez a algunos, a los ejecutivos que lamentablemente están arriba, y digo lamentablemente porque estos son los pilares de todo sistema democrático. Sin partidos y sin parlamentos no puede subsistir la democracia. 

Para concluir propongo dos datos, pongo sobre la mesa dos datos más que, desde mi perspectiva, son los más preocupantes para el aprecio de la democracia.

El Informe País refiere de nueva cuenta, retomando al Latinobarómetro, que mientras en el Continente 77 por ciento de las personas consideran injusto el acceso a la justicia, ese porcentaje en México sube al 82 por ciento.

Y el último dato que quiero mencionar, es el sentimiento que la ciudadanía expresa de no sentirse representada por las y los legisladores y por los partidos políticos

Vuelvo a insistir, instituciones clave para procesar y permitir eso que define a las democracias modernas su carácter representativo.

Cito textualmente una de las conclusiones del Informe que estamos hoy conociendo: “Quizá la mayor debilidad de la democracia mexicana a los ojos de la ciudadanía, es la baja calidad de la representación, las personas no se sienten representadas, en especial, por las instituciones creadas para realizar esa función, las y los legisladores federales y locales”.

De esta forma, ha terminado la cita, si uno de los componentes de la ciudadanía es el ejercicio de derechos y el acceso a la justicia, es uno de ellos, perdón, si el ejercicio a la justicia es uno de ellos, una sociedad en la que 8 de cada 10 considera negativo el acceso a la justicia y que 8 de cada 10 no confíe en los partidos políticos, implica que la democracia como un régimen de libertades y derechos tiene un enorme desafío por delante.

Uno enorme desafío que si no se atiende puede implicar un peligroso caldo de cultivo de descontento en el que puedan germinar expresiones autoritarias y ese desafío tiene que ver tanto con las actitudes de las autoridades, legisladores y gobernantes como con la información, habilidades y mecanismos que tiene la ciudadanía para defender sus derechos y exigir a las autoridades que se apeguen a lo dispuesto en la ley.

Es decir, en las reglas que son base de la convivencia social y sí, la ley es la ley y sin la ley solamente queda la barbarie.

Es por lo anterior que estoy convencido de que la sustentabilidad de la democracia mexicana no depende de las reformas electorales que quiten o agreguen atribuciones a las autoridades electorales mismas y menos aún, de reformas regresivas que pretendan reconstruir o desmantelar un modelo electoral que funciona y ha dado resultados y que sin lugar a dudas es perfectible, pero que constituye la base de la estabilidad y gobernabilidad democrática inédita en la historia de nuestro país que ha gozado México en los últimos ocho años y medio.

Nunca antes habíamos tenido un ciclo electoral con la ausencia total de conflictos post electorales y, por cierto, de un índice de alternancia inédito que refleja el dinamismo del pluralismo político que hoy cruza el país.

Por el contrario, la sustentabilidad de la democracia corre por dos ejes:

Uno, en el que transcurre el fortalecimiento de la cultura cívica para que ésta complemente y se engarce con el modelo electoral vigente y otro, otro eje, que está fuera de la órbita electoral y que implica una nueva actitud de las autoridades en los tres niveles de gobierno que les permita elevar sus estándares de eficiencia, lo cual implica un significativo cambio de actitudes en el ejercicio de los poderes públicos.

Que las y los legisladores emitan leyes y que los gobernantes instrumenten políticas públicas que, efectivamente, resuelvan los grandes problema estructurales que me da la impresión son los que alimentan ese descontento, preocupante, que el Informe País revela, esos problemas que son las promesas incumplidas de nuestro proceso de democratización, la creciente pobreza, la dilagante e inaceptable desigualdad, la corrupción, la impunidad y la violencia.

Dicho de contra manera, la consolidación de la democracia mexicana está más vinculada a la construcción de una cultura cívica que a reformas electorales regresivas eventualmente que buscan debilitar el pluralismo, desmantelar el sistema nacional de elecciones o la autonomía e independencia de las autoridades electorales.

Seamos claros, aunque la construcción de la confianza en las instituciones de la democracia siempre tiene ámbitos de mejora y siempre debe mejorarse es una necesidad.

La sociedad confía en su sistema electoral como lo revela el Informe País mucho más que en otros ámbitos de la vida pública y mucho más que en otros actores políticos.

En tal sentido, el fortalecimiento de la democracia tendría que orientarse a modificar buena parte de las prácticas y las actitudes que hoy sustentan este divorcio que podemos deducir, este distanciamiento que es evidente si se lee el Informe País de la sociedad con sus órganos de gobierno.

Termino felicitando a nombre de las y los consejeros del Instituto Nacional, si se me permite, a todas las personas involucradas en las diferentes fases de este proyecto y, especialmente, a las y los integrantes del grupo de expertos de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica que fueron quienes encabezaron los trabajos. A las y los integrantes de dicho grupo, al PNUD, al INEGI, al Colegio de México, al CIDE, al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, a la UNAM, a Investigaciones Sociales Aplicadas, ISA, y a la Secretaría de Gobernación.

A todos ellos, estas instituciones que nos apoyaron y que están detrás de este esfuerzo colectivo, les reitero mi más sincero agradecimiento por las contribuciones que hicieron en la elaboración de este Informe País 2020 y por el impacto que seguramente tendrá para el futuro de la cultura cívica de nuestro país y, por ende, de nuestra democracia.

Muchísimas gracias.

Presentadora: Muchas gracias, Consejero Presidente.

Gracias a las y los integrantes del presídium.

De esta manera concluye la primera parte del evento, a quienes siguen la transmisión y a quienes nos acompañan les informamos que haremos una breve pausa para dar paso posteriormente al panel de discusión de la obra.

Muchas gracias.

(RECESO)

Presentadora: En este momento inicia el Panel de deliberación: Retos de la Cultura Cívica en México, principales hallazgos del Informe País 2020, por lo que damos la bienvenida y agradecemos la participación como moderadora, de la Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e Indicadores de Gobierno del INEGI, doctora Alejandra Ríos Cázares, a quien damos la palabra.

Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e indicadores de gobierno del INEGI, Alejandra Ríos Cázares: Muchísimas gracias y muy buenos días nuevamente, a todas, a todos, por acompañarnos en este panel.

Serán unos minutos de discusión, justamente, sobre los resultados del Informe País, los retos de la cultura cívica en México, y para eso tenemos un panel con cuatro excelentes académicos.

Para poder darle agilidad al panel, me voy a permitir presentarlos primero a todos, para después poder empezar a dar la ronda de la sesión de intervenciones.

Nos acompaña esta mañana el maestro José Martín Faz Mora, quien es licenciado en filosofía, maestro en derechos humanos y democracia por FLACSO y tiene una amplia y conocida trayectoria en la promoción y defensa de los derechos humanos, es fundador del Centro Potosino de Derechos Humanos y ocupó el cargo de Primer Secretario Técnico de la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y para Todos”.

Y el 22 de julio fue nombrado por la Cámara de Diputados, Consejero del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, donde preside la Comisión de Capacitación Electoral y Educación Cívica, y la Comisión Temporal de Seguimiento para los Procesos Electorales Locales 2023. 

Muy buenos días, muchas gracias.

También nos acompaña la doctora Karolina Monika Gilas. Ella es doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM, es maestra en Ciencia Política por la Universidad de Szczecin, no sé si lo dije bien.

Actualmente es profesora del Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y del Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la misma universidad.

Forma parte del equipo de investigación del observatorio de reformas políticas de América Latina y colaboró como coautora en el Informe País 2020, El curso de la democracia en México.

Yo solamente añado a este resumen, que Karolina es pionera en el análisis de la representación sustantiva de las legisladoras a nivel subnacional en México.

También nos acompaña, buenos días, Karolina.

Nos acompaña el doctor Nicolás Loza Otero. Él es doctor en ciencias sociales por el Colegio de México, es profesor e investigador de tiempo completo en FLACSO Ciudad de México.

Es autor de diversos libros sobre democracia, elecciones, justicia electoral e instituciones políticas, y su trabajo de investigación ha sido publicado, por supuesto, en diversas revistas especializadas.

Es titular del seminario de investigación “Poderes y Democracias Subnacionales en América Latina” y ha impartido cursos de posgrado en Ciencias Sociales. Tiene una participación semanal en el noticiario Antena Radio del IMER y Nicolás ha sido una autoridad por los últimos años, casi una década en el análisis de la política local y subnacional, por lo cual también nos da muchísimo gusto tenerlo en este panel.

Finalmente, a la doctora Rosa María Mirón Lince. Ella es licenciada en Sociología, maestra y doctora en Ciencia Política, es profesora del Centro de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Fue coordinadora del Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, y Consejera Electoral del Consejo General del Instituto Nacional del Distrito Federal entre el 99 y el 2006.

Y es Presidenta de la Asociación Mexicana de Estudios Parlamentarios. Miembro de la Asociación Mexicana de Consejeras Estatales Electorales y de la Red de Politólogas No Sin Mujeres.

Sin más, creo que lo idóneo es poder dedicar la mayor parte del tiempo a discutir los resultados que nos presenta el Informe País.

Ya en el panel anterior de presentación Fernanda Somuano, la doctora Somuano y el doctor Córdova, nos adelantaban algunos de los datos que han sido emblemáticos no solamente de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica, sino de la interpretación que se hizo posteriormente con el Informe País.

Entonces, a mí me gustaría dar la palabra por un tiempo de 9 minutos, empezando por el maestro José Martín Faz. Yo con este papelito en caso de que nos excedamos mucho, les informaría que es lo que está pasando.

Muchísimas gracias y le cedo el micrófono.

Consejero Electoral del INE, José Martín Fernando Faz Mora: Gracias.

Buen día a todos a todas, es un gusto estar aquí con ustedes.

Saludo, desde luego, a la doctora Alejandra Ríos que va a moderar, a la doctora Karolina Monika Gilas, coautora precisamente del Informe; al doctor Nicolás Loza Otero, un gusto saludarle; y a la doctora Rosa María Mirón Lince, además el gusto de vernos personalmente, ya no a través de las pantallitas, yo creo que nos ayuda a dimensionar más.

Y, desde luego, a todos y todas quienes están presentes y quienes nos siguen a través de las redes del Instituto.

Si bien el Informe País 2020 se encuentra disponible en línea ya desde hace un par de semanas, considero muy oportuno que nos demos cita el día de hoy para hacer su presentación oficial, pero principalmente para generar estos espacios de deliberación, diálogo y análisis sobre lo que, sin duda, es el estudio más completo en materia de calidad de la ciudadanía y la democracia en nuestro país.

No solo por lo que respecta al manuscrito, al texto que, sin duda, es una sistematización pues muy aguda y crítica de los resultados, sino en sí mismo por los insumos que componen este documento.

De tal manera que me congratulo con la generación de este tipo de espacios y de todos los que a partir de ahora habremos de impulsar, tanto en el ámbito nacional y, particularmente, a nivel local y regional para analizar los resultados conforme a cada una de las muy diversas realidades de nuestro país.

De entrada, debo señalar que será con base en este estudio y otras reflexiones que habrá de configurarse el segundo ciclo de la Estrategia Nacional de Cultura Cívica a partir del 2024, como ya lo decía Lorenzo un poco antes, una primera etapa de esta Estrategia Nacional de Cultura Cívica del 2017 al 2023 que está incluso en una fase de evaluación que, sin embargo, este Informe País, sin duda, será fundamental para poder establecer las metas, los objetivos y las estrategias que a partir del 2024 esta propuesta de política pública que ha venido impulsando el Instituto Nacional Electoral, con el objeto de intervenir en el espacio público para promover un cambio en la cultura política de la ciudadanía que vaya más allá de la mera participación en las elecciones, concibiendo dicho cambio cultura como un elemento esencial para consolidar el avance democrático y no verlo reducido a la asistencia en las urnas.

De tal manera que, sin duda, este Informe constituye un elemento fundamental y que nos dará muchos elementos para ello.

Este Informe constituye por sí mismo pues un bien público de primera importancia, pues, con un insumo de alta calidad, como es la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020, a la que ya se refería la doctora Alejandra en el panel de inauguración, así como el análisis especializado de quienes participaron en la elaboración de este informe es, sin duda alguna, el más robusto y actual estudio en materia de cultura cívica y comportamiento democrático en México.

Uno de los elementos que me parece que hay que resaltar en primera instancia es precisamente lo relativo al insumo principal de este estudio, la Encuesta Nacional de Cultura Cívica, la ENCUCI 2020, que fue diseñada, como ya se señaló, con el propósito de recabar información estadística sobre las creencias, valores, actitudes y prácticas que estructuran y modelan la relación de las personas de 15 años y más con el poder público, con diferentes formas de asociación y con otras personas, así como el sentido de pertenencia y el reconocimiento de los derechos y obligaciones como ciudadano o ciudadana mexicana.

Ya, como se señaló anteriormente, es una muestra muy robusta de más de 21 mil respuestas, que además contó con una tasa de respuestas, se ve muy alta, ya fue resaltado con 85.69 por ciento, lo cual le da una robustez y algo muy sólido, que fue uno de los elementos, como ya se señaló, para la elaboración del Informe País.

Además, hay un trabajo de sistematización que permite analizar los resultados por seis regiones geográficas subnacionales agrupadas a partir de su desarrollo político histórico.

Dicho esto, el diagnóstico sobre la ciudadanía y la democracia en nuestro país se construyó en este estudio a partir de cuatro apartados, que son los que forman este Informe País: Uno, el problema de un régimen de ciudadanía en formación.

Segundo, representación política y participación electoral.

Tercero, las dimensiones de la participación electoral.

Y, finalmente, un cuarto, los trastornos de la democracia mexicana, corrupción, clientelismo y discriminación.

Para entender esta sistematización y los principales resultados es fundamental tener claro que el análisis de los datos del Informe País 2020 se realizó en un contexto de gran complejidad política y social, como también ya ha sido señalado, por una parte, un marco casi generalizado de corrupción, violencia e impunidad, un ambiente de polarización que desde el 2018 no para, incluso, desde antes, pero lo hemos visto agudizarse. Y por si fuera poco los impactos económicos y sociales de la pandemia Covid-19.

Este contexto es el que marca el análisis de los resultados de la ENCUCI 2020 y la construcción del Informe País cuya finalidad es en buena medida estudiar las formas y comportamientos, pero también el estado de la ciudadanía en México.

En relación a los importantes retos que hoy tiene la cultura cívica en nuestro país me parece que este estudio aporta importantes reflexiones, de las que apunto solo algunas. Primera, cualquier evaluación sobre el estado de la democracia y la ciudadanía debe tomar en cuenta el contexto; en el caso de México este contexto está caracterizado por enormes desigualdades estructurales e históricas en materia social, económica, política, cultural y de género.

En dicho contexto existe una permanente tensión entre la insatisfacción con los resultados de la democracia como sistema con un convencimiento, a veces más, a veces menos, de que solo a través de la democracia podemos tender a una sociedad más justa e igualitaria.

Es un comportamiento oscilatorio que nos recuerda que los procesos sociales no son estáticos, están vivos y en materia democrática en última instancia inacabados.

Recogiendo ese hallazgo creo que debemos transitar hacia una concepción de la cultura cívica que permita articular el ejercicio de los derechos fundamentales con la vida cotidiana de las y los ciudadanos, más que pensarla como una forma de adquirir valores para relacionarnos con la vida democrática y como un mecanismo de fortalecimiento de la participación ciudadana.

Estas son consecuencias esperables y deseables de la educación cívica, pero que emergerán en la medida en que la ciudadanía pueda apropiarse y encontrar un sentido práctico al ejercicio y el desarrollo democrático en el sentido de demostrar que la política pueda cambiar cosas no sólo para algunos sino para las colectividades.

Segundo, la participación en las elecciones si bien es una normalidad asumida en la gran mayoría de los sectores de la sociedad, no todas las personas participan con la misma frecuencia, quizás debemos reflexionar más sobre cómo el voto puede convertirse en una herramienta efectiva de la ciudadanía para el cambio tanto para decidir sobre el rumbo de sus comunidades como para castigar a sus representantes cuando existe un mal ejercicio de gobierno.

Hemos avanzado, cierto, el voto es hoy una garantía para elegir a las y los gobernantes, sin embargo, en un contexto más amplio esto no necesariamente se traduce en la generación de mejores políticas públicas orientadas al bienestar de más amplios sectores de la población ni en los mejores mecanismos de representación o en una mayor calidad de los gobiernos.

Tercero.- Quizás la conclusión central al igual que en el informe del 2014, es la desconfianza de la ciudadanía en los otros y en las instituciones, sobre todo en las que debieran representarle, partidos políticos, diputados y diputadas federales y locales sigue siendo muy baja, sólo alrededor del 23 por ciento de la ciudadanía dice tener mucha y algo de confianza en ellos.

Una buena noticia es que la confianza en la autoridad electoral subió casi 20 puntos porcentuales entre el 2013 y el 2020, al moverse del 40 al 60 por ciento.

Esto me parece sigue siendo el tema central de nuestra calidad ciudadana y es que en el fondo seguimos teniendo un tejido social francamente roto y cuando incorporamos el aspecto institucional los elementos que dan cuerpo a nuestro espacio social son más débiles.

Hay que continuar impulsando una cultura cívica que tenga como eje articulador la exigencia a las autoridades, de forma tal que la respuesta efectiva a las demandas públicas sea el elemento que vaya construyendo la confianza.

Si bien en el centro del análisis de la fragilidad cívica como problema público está el de la desconfianza interpersonal e institucional y el malestar con la democracia, éste en realidad no refleja una debilidad ciudadana en sí misma, sino que enmascara una debilidad en el aparato de estado para construir pesos y contra pesos a través de un mecanismo de rendición de cuentas que permita la incorporación de las y los ciudadanos en la exigencia al trabajo de las autoridades.

La ciudadanía en México tiene una propensión a organizarse y a ser activa cuando así se necesita, sin embargo, tenemos un entramado institucional que tiene todos los incentivos negativos para que esto ocurra.

Debemos incidir en políticas públicas de impulso efectivo y auténtico a la participación ciudadana.

Cuarto, como lo señalaba previamente, existe consenso en que la mayor debilidad de la democracia mexicana es su baja calidad en representación, las personas no se sienten representadas, en especial por las instituciones creadas para realizar esta función, los legisladores federales y estatales y los partidos políticos son las instituciones que las personas indican con menor frecuencia como aquellas que las representan.

Quinto, finalmente, la corrupción y el clientelismo constituyen un reto para la participación y los vínculos de la representación entre los partidos políticos y la ciudadanía.

Como lo dice el propio estudio, existe una alta percepción de que la corrupción y las prácticas clientelares se encuentra extendidas en el país, siendo un foco rojo porque puede no generar desapego hacia el sistema político, sino también, desincentivar la participación política al generarse la percepción de que no es posible realizar algo para remediar la situación.

En suma, el Informe País 2020 constituye un estudio muy completo del que hay mucho que extraer.

Es imposible agotar en una mesa los hallazgos de este estudio porque además puede y debe ser leído de múltiples maneras.

En verdad, creo que cada acercamiento desde los lugares que cada uno tenemos como sujetos sociales, le otorga un valor y una mirada distinta a estos resultados, por lo cual hay que promover ampliamente su difusión en los diversos ámbitos de la discusión pública del país, entre los más bastos grupos y espacios.

Gracias.

Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e indicadores de gobierno del INEGI, Alejandra Ríos Cázares: Muchas gracias al maestro José Martín Faz Mora, por estas reflexiones iniciales.

Sin más, quisiera darle la palabra a Karolina Monika Gilas.

Karolina, por favor, por un tiempo de nueve minutos, por favor.

Coautora del Informe País 2020, Karolina Monika Gilas: Muchas gracias, muchas gracias, querida Alejandra.

Antes de decir cualquier cosa sobre el informe, yo lo que quiero decirles es que estoy profundamente agradecida, estoy profundamente agradecida por tener la oportunidad, hoy estar aquí con ustedes, en esa presentación de esa obra de ese Informe País al que le hemos dedicado bastante trabajo, esfuerzo y cariño.

Estoy muy agradecida con el Instituto Nacional Electoral, con el Consejero Faz quien también sé que estuvo muy al pendiente de estos trabajos, con Roberto Heycher, con Francisco de Javi Morales, con Horacio Duarte, todo el equipo del INE que nos estuvo acompañando; al PNUD, aquí representado por Mónica Edén quien también con su equipo han estado siempre en la primera línea de todos estos trabajos y han cuidado ese producto para que quedara tan bien.

A coautoras y coautores con quienes estuve en esa aventura, no todas, no todos han podido estar aquí con nosotros, pero Alberto Asís, Rodrigo Castro, Ernesto Inzunza, Ricardo de la Peña y, por supuesto, mi querida Fernanda Samoano, hemos pasado como les decía Fernanda hace rato, muchas, muchas, muchas horas en las que hemos estado discutiendo diferentes aristas y tratando de tomar decisiones sobre cómo aproximarnos a esa tarea monumental que era analizar los datos de la ENCUCI y además estar a la altura del producto del informe previo.

Y a nuestra querida Meztli Moncada, quien está aquí y son quien este informe no se vería tan bonito, no tendría todos esos análisis tan sofisticados, todas esas tablas y gráficas para que su apoyo fue realmente invaluable.

Entonces, estoy enormemente agradecida por haber tenido la oportunidad de estar en este proyecto, de contribuir en él y de poder hoy presentarlo ante ustedes, con algún resumen muy ejecutivo, mucho más ejecutivo que el que van a poder encontrar en las páginas, porque de los nueve minutos me han de quedar como siete.

¿Y qué les quiero decir?

Cuando estuvimos discutiendo durante la pandemia, los resultados de la ENCUCI y cómo podríamos aproximarnos al trabajo, al análisis, hemos pensado en tres ejes que tendrían que ser centrales para esta tarea que es: cómo es la representación política en nuestro país, cómo es la participación ampliamente entendida, no solo política, también cívica, ciudadana; y, cuáles son los trastornos, esas problemáticas que son muy importantes y que detienen, de alguna manera, el crecimiento de nuestra democracia.

En cuanto a la representación, lo que hemos encontrado es una imagen compleja y pues lamentablemente, una imagen con muchas deficiencias.

Es decir, a pesar de que, y la data lo muestra claramente, en los últimos años, en las últimas décadas en México hemos hecho muchísimos esfuerzos para mejorar la representación, para volverla más diversa, más plural, más paritaria, todavía no estamos donde tendríamos que estar en cuanto a los resultados y también la valoración que tiene la ciudadanía no refleja esas mejoras.

Lo que la ciudadanía identifica, lo que la ciudadanía observa de la representación política, es más bien que las instituciones que están ahí para representarlos, para actuar en su nombre de manera responsable hacia ellas y ellos, como diría la clásica Hanna Pitkin , son más bien instituciones que responden a los intereses particulares, a los intereses partidistas, incluso podríamos decir a los intereses de las cúpulas partidistas.

Entonces, no es una representación que la ciudadanía mexicana espera y que la ciudadanía mexicana merece.

En cuanto a la participación, hemos encontrado, me parece, cosas muy interesantes, un panorama también muy complejo de cómo y por qué las personas en nuestro país se involucran en diferentes o no se involucran, por supuesto, en diferentes actividades.

Lo que hemos visto es que, en principio, mientras más se involucran en alguna actividad sea esto voluntariado, sea esto actividades altruistas, sean estas actividades de cooperación, comunitarias, etcétera, eso hace más probable que se van a involucrar también en otras actividades que implica la participación política, electoral, institucional.

Explicamos que la participación como va de la mano si alguien se involucra en lo chico, en lo local, tarde o temprano empieza a involucrarse también en otras actividades.

También, como decía hace rato el Consejero Presidente Lorenzo Córdova, el voto es ya algo muy arraigado en la población mexicana, aunque también hay que reconocer que hay quienes votan y que siempre votan y que votan ya con una naturalidad democrática, pero también, hay quienes se abstienen, hay quienes deciden no votar.

Y también, en general lo que hemos encontrado, es que la participación cívica, comunitaria, esa cercana, esa que atiende necesidades de la comunidad en la que uno vive, en la que uno se desarrolla es bastante más frecuente, bastante más alta que la participación por los canales institucionales.

Es decir, las mexicanas, los mexicanos somos altruistas, somos colaborativos, somos cooperativos, pero le mandamos un mensaje muy claro a nuestras instituciones.

Y ese mensaje nos parece a quienes hemos estado detrás de este Informe, obedece, por un lado, a esa evaluación tan negativa de la representación política, cuando entonces las personas se preguntan: ¿Realmente vale la pena participar? ¿Vale la pena ir a votar? ¿Vale la pena estar en los partidos políticos? Cuando sentimos nosotros que quienes están allá, no están realmente trabajando en nuestro nombre de la manera, de una manera responsable hacia nosotras.

Y, por otro lado, lo que hemos encontrado también es que la ciudadanía mexicana se siente poco preparada para participar. El diagnóstico, esa autoevaluación que hacen quienes han contestado la encuesta sobre qué tanto saben sobre el sistema político, qué tanto saben sobre las instituciones, sobre las herramientas que tienen a su disposición en nuestro sistema político, la evaluación es bastante cruda y, lamentablemente, una gran parte de ellos no se siente preparada, no se siente con conocimientos, con habilidades necesarias para poder participar de una manera efectiva o informada.

En cuanto a los trastornos, lo sabemos todas y todos quienes estamos aquí, quienes nos están acompañando, creo que los vivimos de manera muy patente a diario, pero nuestros encuestados quienes reflejan la diversidad de México hablan fundamentalmente de la pobreza, del desempleo, de la corrupción. Esos son los trastornos o las debilidades que identifican con muchísima claridad que padecen en sus vidas cotidianas y que, por supuesto, afectan sus maneras de vivir la vida a nivel personal, pero también a nivel comunitario y a nivel nacional, a nivel político.

Ahí es donde observamos que los índices de discriminación son muy altos, ahí es donde observamos que las y los mexicanos identifican a la corrupción como uno de los problemas muy graves, participan en ella, ¡ojo!, el 55 por ciento dice que sí se ha estado involucrando en algunas actividades de corrupción, pero tiene una muy clara consciencia de que la corrupción es un fenómeno negativo que hay que combatir y que es algo que detiene nuestra democracia.

La discriminación más común en nuestro país tiene que ver con la clase social, con el color de piel, con la orientación y preferencias sexuales. Eso también creo que lo sabemos, lo hemos observado, y es lo que nos están reportando nuestros encuestados.

Todo ello, por supuesto, está también atravesado por las condiciones de género en todos los aspectos, les invito a que consulten esos detalles ya en el informe, el ser hombre, el ser mujer implica una experiencia distinta de la ciudadanía, de la política, del poder o de la desventaja que las personas podemos tener en nuestra sociedad.

El informe de 2014 identificaba, obtenía tres claves, tres ejes interpretativos, hablaba de la fuerte desconfianza en las autoridades de un gran descontento con la democracia y también de cierta desvinculación social.

Yo creo que el panorama que observamos en 2020 mejora en algunos aspectos, creo que, incluso, la propia pandemia parece ser, al menos lo indican los datos, nos hizo más preocupados por los otros, nos obligó o nos hizo cooperar de algunas maneras, aunque no maneras tradicionales, pero lo que se mantiene muy claro es el descontento con la democracia.

Pero ese descontento con la democracia que evidencia la ciudadanía mexicana no tiene que ver con poca valoración de la democracia. Es decir, las y los mexicanos no desprecian a la democracia en sí, por el contrario, la valoran mucho, solo que la asocian con ciertos valores concretos, en particular con la igualdad y con la justicia social.

Y las y los mexicanos son, somos muy claros en la valoración que estamos haciendo del sistema político en el que vivimos y la distancia que hay entre lo que estamos esperando de nuestra democracia y lo que democracia hasta este momento ha logrado construir.

Hemos logrado construir, coincidimos todos plenamente con lo que decía hace rato el doctor Córdova en cuanto a una fortaleza de las instituciones electorales, tenemos una democracia electoral muy fuerte, pero eso no es suficiente para la ciudadanía.

Y esa ciudadanía, como decía el Consejero Faz, no es para nada una ciudadanía débil, por el contrario, y quizás sorprendentemente para muchas y para muchos parece ser una ciudadanía muy fuerte, muy consciente y muy dura, muy cruda en las valoraciones que hace del sistema en el que viven, porque además las y los mexicanos se sienten poco escuchados, poco preparados para participar en la democracia y también poco valorados por el sistema político.

Entonces, estas son, me parece las claves de este Informe País 2020.

Reitero, mi agradecimiento y también termino saludo y agradeciendo a Rosa María y Nicolás, por haberse tomado el tiempo, pues, de leernos, son nuestros primeros lectores y estoy muy entusiasmada también por conocer sus opiniones.

Así que, muchísimas gracias.

Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e indicadores de gobierno del INEGI, Alejandra Ríos Cázares: Muchas gracias, Karolina, sobre todo por haber hecho este recorrido muy veloz, muy ágil sobre las pinceladas más amplias de los resultados que nos ofrece el Informe.

Yo le doy ahora el micrófono al doctor Loza Otero, para que nos pueda compartir, justamente, esas primera impresiones.

Académico y Experto en instituciones políticas y democracia mexicana del FLACSO México, Nicolás Loza Otero: Gracias. Buenos días todavía a todas, a todos.

Voy a leer porque quiero no dispersarme y no pasarme del tiempo.

Así es que empiezo por agradecerle al INE la invitación a esta presentación, así como a quienes nos escuchan de forma remota o presencialmente.

Mi participación va a consistir en una breve comparación del Informe País con un precedente casi prehistórico en el estudio de la cultura política y un repaso de los conceptos de confianza generalizada, su medición y democracia en este Informe País y en ese precedente prehistórico.

En 1959 Almond y Verba llevaron a cabo el trabajo de campo que posteriormente examinarían en su clásico The Civic Culture, publicado en 1962.

Para México se trató de una muestra a la que siempre le hemos dicho “nacional”, pero que, en realidad, fue tomada en 10 ciudades del país.

Durante los 60 años transcurridos desde entonces, México y el mundo se transformaron, la democracia ha florecido y las ciencias sociales progresado quizás como nunca.

Frente a los mil siete cuestionarios aplicados por Almond y Verba, el Informe País que ahora presentamos tuvo como principal fuente empírica una muestra nacional de poco más de 25 mil viviendas en que tan sólo seis mil 733 fueron rurales; es decir, en el caso del trabajo de Verba y de Almond ni un caso fue rural.

En los métodos de trabajo de campo, entrevista, captura y análisis, la comparación entre ambos estudios es de alto contraste y se simboliza en el uso, a finales de los cincuentas, el siglo pasado del que dan testimonio Almond y Verba, de tarjetas IBM perforadas, únicas y de limitada capacidad de copia, con requerimientos de cómputo para entonces excepcionales, frente a la posibilidad que actualmente tenemos con el Informe País, de acceder a los datos por internet, bajarlos copiarlos y analizarlos en máquinas personales como ésta, con alguna de las opciones de paquetería estadística, incluyendo, lenguajes relativamente amigables de uso gratuito.

El estudio de Almond y Verba daba por sentado, así lo dicen en el texto, que el sistema político mexicano era democrático, a finales de los cincuentas, y se proponía a explorar la naturaleza del conjunto, cito, de orientaciones psicológicas, cognitivas, afectivas y evaluativas, que tienen los individuos hacia el sistema político y sus partes, termino la cita, que era la manera en que definían “cultura política”…

60 años después, ningún politólogo calificaría al México de la segunda mitad del Siglo XX como democrático, y la diferencia entre nuestras instituciones políticas de entonces y las de ahora, de nuestro arreglo político, es quizá más contrastante que la existente entre la tarjeta IBM perforada y la base de datos en texto plano que podemos bajar de los datos de este Informe País.

Ahora, aunque el Informe País se hace en un contexto democrático, sabemos también que la democracia es en sí misma problemática y más fluida de lo que se pensaba hace unas décadas, pocos dudaríamos en considerar al arreglo político mexicano, como una democracia no plena, no robusta o imperfecta, en la que sin embargo el mecanismo electoral es una de sus joyas más valiosas.

Del trabajo de Almond y Verba y en general del enfoque de la cultura política, una proposición relativamente ingenua ha sobrevivido, en el mejor de los casos como telón de fondo o como creencia de sentido común, que algunas actitudes como la confianza generalizada, la identificación con el sistema político y la satisfacción con la democracia, manteniendo constantes otros factores, aumentarán con la madurez de nuestras sociedades e instituciones.

Me parece que, en alguna medida, y en algunas consideraciones de este Informe País, se suscribe aunque sea pálidamente o implícitamente, esta perspectiva a mi juicio relativamente ingenua y carente de sustento.

Esta idea de desarrollo o progreso democrático, asociado a las actitudes individuales, no pasa la prueba de su contrastación empírica y análisis sistemático.

Para empezar, en la realidad no solo es difícil mantener constantes otros factores, sino que es natural que haya cambios en estas sociedades, cuya naturaleza quizá reposa en el cambio mismo.

El sociólogo alemán Georg Simmel definía a los individuos de su época, el principio de la nuestra, como urbanistas, en tramas de múltiples contactos diarios, efímeros y sin intensidad emocional, que habían dejado atrás la experiencia de las personas de sociedades tradicionales, con muy pocas interacciones en su día a día, todas ellas de gran longevidad e intensidad emocional.

El resultado de esa diferencia capital se expresa en la improbabilidad de la confianza social generalizada, la posibilidad de conductas oportunistas, sin sanción social, y la necesidad de coordinación institucional que frente a la actividad de nuestras interacciones, ofrezca certeza en la aplicación de reglas, incentivos y costos en un contexto de valores civilizatorios compartidos.

El Informe País documenta cómo, por ejemplo, para 2020, la confianza social generalizada estaba muy por debajo de la que las personas expresan para sus conocidos y contactos más cercanos, y solo superaba a la confianza que le tenemos a los empleados y funcionarios públicos.

En 1959, la confianza social generalizada era más alta que la medida con un reactivo idéntico en 2009, también en México, y es muy probable que esta dimensión, en particular, no sea mayor, sino menor, y más fragmentada que en el México de mitad de principios del Siglo XXI.

La democracia, una buena democracia, no es un jardín de certezas, confianza generalizada creciente, creencias únicas e instituciones y autoridades unánime y fuertemente respaldadas, es más bien un espacio de matices, de umbrales, por ejemplo, es bueno confiar en una autoridad que lo hace bien, pero es, digamos, poco usual en democracia y poco recomendable confiar ciegamente, confiar incondicionalmente.

Y esa confianza también obedece a circunstancias muchas veces fugaces que se parecen más a la pluralidad del análisis de datos y lecturas que tendrá este Informe, de formas de acceder a su base de datos y de examinarlas que a la vieja tarjeta perforable de IBM.

Este mundo social, este jardín es el que esfuerzos como el Informe País nos permiten entender mejor, en el que la satisfacción con la democracia o la democracia en una institución no solo depende de nuestras limitadas experiencias cotidianas, sino de la fuerza de nuestras creencias previas, de la calidad de la información a la que accedemos y de la influencia que líderes de opinión como partidos y autoridades tienen sobre nosotros y sobre nuestros valores democráticos de una manera mucho más potente de la que muchas veces ellos mismos crean.

Gracias.

Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e indicadores de gobierno del INEGI, Alejandra Ríos Cázares: Muchas gracias, Nicolás por estas reflexiones.

Y le cedo el uso de la palabra a la doctora Rosa María Mirón Lince, por favor

Académica especialista en cultura política de la FCPyS de la UNAM, Rosa María Mirón Lince: Muchas gracias.

Muy buenos días a todos, muchas gracias por la invitación. Es un honor para mí compartir este pódium con queridos amigos, conocidos y, en particular, muy emocionada por la presentación de este libro que me parece, estoy convencida, es un documento verdaderamente valioso.

Voy a leer también para ajustarme a los 9 minutos que nos fueron asignados.

Antes que todo, quiero reconocer el esfuerzo institucional en la realización de este trabajo.

La conjunción de esfuerzos institucionales, se han evidenciado aquí, personales también y, en especial, de los autores y de los expertos que elaboraron el instrumento de captura de la información, en general, de todos aquellos quienes intervinieron en este proyecto, ha dado como resultado un Informe País con una riqueza de información y una calidad de interpretación en verdad muy valiosas.

A lo que se suman, debo decir, los anexos y hago particular referencia y énfasis en esto, los anexos que encontramos en este documento y las referencias bibliográficas que resultan de verdad una joya. Son un lujo lo que tenemos aquí porque permiten ir mucho más, avanzar mucho más allá en el análisis de los mismos y, sobre todo, bueno, para los que nos dedicamos al estudio de las ciencias sociales resulta de una utilidad extraordinarios.

El mérito de este equipo creo que es todavía mayor si consideramos que el levantamiento de la información se dio a principios del 2020, cuando vivimos amenazados y, sobre todo, asustados por una pandemia. Enhorabuena por este gran resultado.

El Informe País 2020: El curso de la democracia en México, presenta un análisis sólidamente documentado sobre la situación de la democracia en nuestro país a partir de un diagnóstico muy robusto de la calidad en la ciudadanía.

Me quiero referir enseguida a este tema en particular, porque sabemos que es a partir de la ciudadanía que puede avanzarse y consolidarse un proyecto democrático, la relevancia de los estudios realizados sobre este tema siempre resultan necesarios y muy oportunos.

Paso enseguida a hacer algunas reflexiones sobre cultura política, para después referirme brevemente a algunas de las conclusiones que se derivan del estudio y será, en verdad muy brevemente por dos razones, porque es enorme la cantidad de información presentada y las posibilidades de comentar o analizar ésta, y porque estoy segura además que todos los interesados se acercarán a este documento que, por lo demás, como ya se ha mencionado aquí, es muy accesible.

Bien, el estudio de la cultura política, como tópico de interés en las ciencias sociales, nace dentro del supuesto que en una sociedad es indispensable el consenso de valores y normas que den respaldo a las instituciones políticas para legitimar sus procesos.

Por su parte, la cultura cívica se configura como un tipo de cultura política leal de participación en el que la cultura política y la estructura política son congruentes entre sí; así la cultura cívica combina los roles de la ciudadanía pasiva y activa, es un sistema de valores y actitudes que lleva a los ciudadanos a decidir involucrarse de una forma activa en la construcción de una comunidad, esto es a creación cohesión social.

La cultura cívica es el conjunto de los principios y valores que sustentan los derechos y obligaciones derivados del consenso para convivir bajo un determinado régimen político, es la capacidad y la voluntad de los ciudadanos para cumplir con las normas y disfrutar de los derechos a los que son acreedores. Y se fomenta formando a los individuos para su eventual intervención en el sistema político y de esta manera crear el entorno político apropiado para que el ciudadano actúe y participe en los canales institucionales.

En la cultura política democrática es menester contar con una sociedad que cuente con amplios márgenes de autonomía frente al Estado y tenga una cultura secularizada, referida a que la sociedad pueda presentarle opciones al individuo para que éste sea quien haga su elección.

En este orden de ideas el sujeto distintivo de una democracia, quien es formador y destinatario de su propia cultura política es precisamente el ciudadano. Por ende, ser ciudadano no es un acto pasivo, sino eminentemente activo. De tal manera una ciudadanía integral es aquella donde las personas están capacitadas para tomar decisiones de forma analítica e informada.

A partir de ahí se puede enunciar que en la identidad ciudadana se construye, no solo de derechos y obligaciones, sino de prácticas sociopolíticas que se expresan en el contexto cotidiano.

Los procesos electorales se convierten entonces en uno de los espacios en los que se pueden analizar dichas prácticas. No obstante, es importante tener presente que existe una infinidad de espacios más allá de los electores en donde los individuos pueden ejercer su calidad de ciudadanos y vincularse, tanto con otros sujetos, como con el gobierno.

Así se puede comprender que la participación ciudadanía va más allá del voto en las elecciones, si bien en la actualidad resulta incuestionable la necesidad de las mismas, son múltiples los modos que puede adoptar la participación en un régimen democrático.

En consecuencia, la participación política forma parte de un fenómeno amplio de participación social caracterizada por ser producto de la relación entre el Estado y la sociedad y estar sustentada en una cultura política.

De tal manera desde los conceptos de cultura política se han podido explorar fenómenos sociales a partir de observación la actuación del individuo como un actor relevante dentro de la política.

Podemos decir que la cultura política es un término que señala cómo se encuentra una sociedad en un momento determinado. La cultura cívica por su parte concibe al individuo como un ciudadano a quien se debe formar para que participe en los asuntos públicos, en tanto que la cultura política democrática busca ciudadanos que estén en la disposición de participar si así lo deciden.

Considerando lo anterior es que adquieren una gran importancia los diagnósticos y las evaluaciones que se presentan en el Informe País 2020.

La estructura del libro contiene cinco apartados donde se abordan varias dimensiones: la representación, la participación tanto la electoral como la no electoral, los valores democráticos y también hay un capítulo sobre eso que los autores llaman “los trastornos de la democracia”, donde se refieren prioritariamente a la corrupción, el clientelismo y la discriminación.

Se desarrollan a profundidad estas dimensiones partiendo de una definición amplia de la democracia que incluyen las libertades civiles, los derechos humanos, la redición de cuentas, entre otros asuntos.

Y en cada capítulo encontramos valiosa información respaldada por un marco teórico muy robusto y complementado por análisis comparativos con otras encuestas.

Esto, considero que es una de las grandes virtudes de este trabajo, no se limitan a darnos la información que sale de la encuesta sino los autores de verdad le sacan mucho, mucho jugo y nos dan la posibilidad de analizarla mucho más profundamente.

Insisto, con el marco teórico muy robusto que ellos utilizan en cada capítulo, pero, además, con todas las referencias que ahí nos presentan y de la misma manera, los análisis comparativos que hacen ellos tienen un sustento documental que incluyen.

Los resultados así y ya se ha dicho aquí a lo largo de estos dos paneles, los resultados nos muestran metas con claros oscuros.

La ciudadanía percibe ya se ha señalado particularmente aquí este dato que es preocupante, percibe que la calidad de la representación es baja, esto es, no se siente representada por los legisladores, pues, considera que buscan satisfacer sus propios intereses; tampoco se sienten representados por los partidos políticos y eso, sin duda, da cuenta de la fragilidad de la democracia y también de sus valores.

Sin embargo, la ciudadanía valora a la democracia como un sistema de organización política, aunque tiene una percepción crítica en su funcionamiento y éste también es un punto muy relevante al que hay poner atención.

Algunas personas consideran viable la existencia de un liderazgo fuerte y a esto, se agrega una buena percepción respecto del presidente a quien sí considera que los representa, éste también en un dato muy relevante.

La posibilidad del respaldo a un liderazgo fuerte creo que es un punto muy relevante al que hay que poner atención y que podría inspirar aquí una gran cantidad de estudios posteriores y, bueno, dado que se le va a dar seguimiento a estos estudios como ya nos dijo antes el doctor Córdova, creo que es un punto que hay que tener presente.

La participación electoral se evalúa vinculada a la satisfacción con la democracia y el aprecio por las instituciones representativas.

La participación no electoral considera actividades altruistas, ciudadanas, comunitarias, entre otros, y hay una gran cantidad de información al respecto.

Los trastornos de la democracia como decía que le llaman los autores, a los que se refiere el informe son, en realidad, problemas añejos y muy arraigados, que como bien dicho Karolina, vivimos constantemente todos los que estamos aquí y ellos obstaculizan el buen funcionamiento de la democracia, pues, desincentivan necesariamente la participación ciudadana y dañan los vínculos entre la ciudadanía y sus representantes y, también los vínculos con los partidos políticos.

En este rubro, me parece, también que habría que considerar, no lo hace el Informe, pero creo que es algo que está rondando y que está presente, sobre todo, en estos días en el ambiente, vinculado a un análisis de la democracia, habría que considerar los altos niveles de violencia que existen actualmente en nuestro país, así como la presencia activa del crimen organizado en los procesos electorales.

Para cerrar con optimismo, sin embargo, quiero decir que la confianza de la ciudadanía con respecto a la autoridad electoral, es elevada y va para arriba, además, lo cual significa que existe una posibilidad real de transformar algunos de los problemas detectados en retos, hay que transformar los problemas detectados en retos para esta institución, a fin de lograr el fortalecimiento de una ciudadanía plena y la consolidación de una cultura cívica democrática.

Muchas gracias.

Directora General Adjunta de Desarrollo, Análisis e indicadores de gobierno del INEGI, Alejandra Ríos Cázares: Pues muchísimas gracias a los cuatro, a las cuatro, por estas reflexiones.

Por el formato del panel que es un poco injusto y tengo que declararlo aquí públicamente, no tenemos las posibilidades de interacción, porque yo honestamente tengo muchísimas preguntas, más que un cúmulo de comentarios de cierre que fue lo que se me solicitó.

Pero agradecer, creo que lo que ha hecho este panel es poner sobre la mesa la multiplicidad de miradas o la multiplicidad de interpretaciones que se pueden hacer al mismo texto, desde las preocupaciones que mostraba el Consejero Faz, sobre cómo vamos a construir o cómo podemos incidir en la construcción de mecanismos que nos permitan mejorar la calidad de la representación, que ha sido un tema constante en las intervenciones, tanto del panel anterior como de este panel, sobre cómo hemos a lo largo de los últimos 60 años, trabajado de manera firme en la construcción de procesos electorales, digamos, sorteando los problemas de desconfianzas, sorteando qué tanto han afectado el desarrollo democrático del país, al menos hasta el cierre del siglo pasado.

Pero cómo podemos sortear eso, pasar eso y empezar a mejorar lo que es la calidad de la democracia y la calidad de la representación, y esto nos lleva a todos los debates teóricos en ciencia política, sobre el proceso de transición, nos movemos al proceso de consolidación y de ahí nos movemos al proceso de calidad, porque si no, lo que podemos conseguir o lo que podemos llegar es a una serie de retrocesos.

Retomo, además, esa reflexión, lo que me pareció un tino de Karolina, el puntualizar estos pequeños detalles que trascienden, además que dejan muy en claro, que el Informe País trasciende lo que es la participación político electoral estrictamente.

Y el tema, por ejemplo, de que el Informe País y la interpretación que se hace de los datos de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica, detectan que hay una mayor participación cívica o comunitaria respecto de la participación por los canales institucionales, yo solamente dejo sobre la mesa que eso no solamente habla de cultura política y de cultura cívica, sino también, nos permite entender alternativas de solución y alternativas de intervención en otros ámbitos de política pública.

Por ejemplo, en los ámbitos de colaboración, cuando hay sociedades o hay comunidades que enfrentan situaciones graves de violencia, cuando uno hace análisis, por ejemplo, de violencia contra la mujer, la participación comunitaria y la participación cívica, estas asociaciones que se crean justamente para proveer ciertos mecanismos de atención, han sido fundamentales.

Entonces, ésa es una buena noticia, sin lugar a dudas, que tenemos una amplia participación cívico-comunitaria y, digamos, alienta o tiene una reminiscencia sobre las bases de estas teorías de capital social y su necesidad para poder fortalecer los procesos justamente de representación y no solamente de los procesos de participación política.

Y recupero también esta reflexión que dejaba Nicolás sobre la mesa, sobre cómo el Informe País, sus resultados, el contraste respecto de otros análisis que se han llevado a cabo, nos tienen que llevar a repensar, digamos, conceptos usuales ¿no?, ser un poco más escépticos sobre cómo hemos conceptualizado ciertos referentes que nos han guiado a lo largo de todos estos años en el análisis de la cultura política y la cultura cívica, como es la confianza, la confianza interpersonal y la confianza en las instituciones.

El Informe País, sin lugar a dudas, da cuenta de los distintos niveles de confianza. Y a nivel internacional, de hecho, hay una preocupación muy importante sobre cómo medimos esa confianza interpersonal, ¿qué quiere decir esa confianza interpersonal para el correcto funcionamiento de las instituciones, pero también cómo nos aproximamos a la confianza institucional.

O sea, la construcción de múltiples instituciones en un contexto de una sociedad que no se acerque a estas instituciones, es un desperdicio de múltiples recursos.

Entonces, ¿cómo se fomenta esa confianza? ¿Cómo la medimos? ¿Cómo la contrastamos?

Pues nada más dejar sobre la mesa que esta es una preocupación a nivel internacional sobre cuáles son las mejores escalas, cuáles son las mejores preguntas, cómo sabemos que los mexicanos tenemos más confianza o menos confianza que los argentinos, que los suecos, que los españoles.

Entonces, es un tema importante a nivel internacional. La encuesta buscó una aproximación a esas mediciones, pero, sin lugar a dudas, la interpretación que se hizo posteriormente nos permite tener reflexiones mayores.

Yo cierro el panel con un agradecimiento, primero, y luego una reflexión muy breve.

El agradecimiento, sin lugar a dudas, es al grupo de expertos que participó en la elaboración de la encuesta y que después participó la mayoría de ellos en la redacción del Informe.

Sí decir que fueron y hacer este trabajo tras bambalinas que es importante a veces, que fueron a veces debates intensos en la coordinación de la encuesta, en cómo se fraseaba cada una de las preguntas, en cuáles eran las implicaciones de mover o quitar algún tema.

Y, por supuesto, del lado del INEGI siempre abiertos a las recomendaciones y a las observaciones que pudieran salir incluso del análisis que se hizo del Informe País.

Y cierro con una pequeña reflexión en el minuto que me queda, sobre la pregunta más relevante, me parece, de la encuesta y que estructura el Informe y que creo que nos tiene que impulsar no solamente a más mediciones, sino más análisis, es la primera sobre cómo se entiende la ciudadanía y lo que hace la encuesta y lo que analiza el Informe, es que el 29.4 por ciento de las y los mexicanos mayores de 15 años entiende la ciudadanía como tener derechos.

La aspiración es que, en 5 años, ese porcentaje se incremente al doble y que, en 10 años, todos los mexicanos y las mexicanas, podamos entender la ciudadanía como eso, como el ejercicio de los derechos, reconocernos como sujetos de derechos y reconocer a cada una de las demás personas también como sujeto de derechos.

Entonces, cierro diciendo que, por supuesto, para cambiar, para mejorar pues eso pasa por conocernos y, por supuesto, por entendernos.

El INEGI contribuyó en que nos conociéramos mejor a través de esa encuesta, pero, sin duda alguna, el trabajo de los redactores del Informe, el trabajo de coordinación del INE y estas reflexiones como en este panel nos permiten entendernos mejor.

Entonces, muchísimas gracias a todos a los que nos escuchan por las redes también, muchísimas gracias a los panelistas por las participaciones, que ojalá podamos tener otros paneles con debate.

Muchísimas gracias, buenas tardes.

Presentadora: Es así como concluye esta transmisión, el Instituto Nacional Electoral agradece a todas las personas participantes en la presentación del Informe País 2020, y a quienes nos han seguido a través de las redes sociales y página web del INE.

Que tengan muy buenas tardes.

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