VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA CONFERENCIA MAGISTRAL DICTADA POR EL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, POSTERIOR A LA FIRMA DEL CONVENIO EN MATERIA DE CAPACITACIÓN ENTRE EL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, EL TRIBUNAL ELECTORAL DEL ESTADO DE QUERÉTARO Y EL INSTITUTO ELECTORAL DEL ESTADO DE QUERÉTARO
Muchas gracias.
Admirable es la paciencia de ustedes frente a un currículum que ya desde ahora estoy tomando nota y que hay que recortar, no.
Yo les agradezco muchísimo la oportunidad de poder pues tener esta charla con ustedes en el marco de este convenio de colaboración.
Ya lo decía el Presidente, un convenio inédito en el país, pero que me parece que tiene un simbolismo muy particular, formaliza algo que suele ocurrir en el trabajo cotidiano de las autoridades electorales, así que permítanme esta primera reflexión más como una manera de agradecimiento y de justificación de mi presencia hoy aquí como, que me distingue como testigo de honor en la firma de este convenio y esta charla, que formaliza lo que siempre ocurre: las autoridades electorales sabemos ya desde hace mucho tiempo que organizar un proceso electoral no significa o significa todo menos improvisar y la planeación, la construcción de los canales de coordinación y la previsión son justamente la clave del éxito de una elección.
Decía Norberto Bobbio que, cuando uno piensa en democracia, la primera imagen que le viene a la mente a uno son largas filas de electores esperando en las urnas o en las casillas, digamos su turnos, para pasar a las urnas a ejercer su derecho al voto, y es cierto, ese es el momento estelar de una elección.
Pero, para que esa imagen pueda concretarse se requiere de muchísimo trabajo, se requiere muchísima planeación y más en países tan complejos y diversos como el nuestro, no digo que en suiza no sea difícil hacer elecciones, pero seguramente es menos complicado que en países como en México, como México, sobre todo por un sistema electoral que, y eso es uno de los puntos que adelanto ya de mi intervención, de mi charla, es particularmente complejo, pero que ha demostrado ser eficaz, y esa eficacia depende justamente del anticipar tiempos, del planear con mucha previsión y con mucha puntualidad, y el de generar las sinergias de un sistema, insisto, que es particularmente complejo, en donde la colaboración de las autoridades resulta fundamental.
La complejidad de nuestro sistema electoral hace que cada uno de los órganos que integran el sistema, hoy nacional de elecciones, sea una especie de engrane y que tiene que tener, que tiene funciones muy particulares, pero que tienen que haber una coordinación y una sincronización con los otros engranes para que la maquinaria electoral funcione.
Y, aunque el proceso electoral en Querétaro en 2023-2024 iniciará formalmente justo dentro de un año, y aunque el proceso electoral federal que se realizará de manera concurrente en junio del 24 arrancará en 11 meses, en septiembre del 23, la verdad los trabajos, más allá de esos formalismos que establece en la ley, o comienzan mucho antes, o esa impronta, esa imagen a la que hace referencia Norberto Bobbio, pues simple y sencillamente no puede concretarse.
Así que, producto de la experiencia de mucho tiempo, pues para el INE y para el Instituto Electoral del Estado de Querétaro y, consecuentemente, para el Tribunal Electoral que revisa o que resuelve todas las impugnaciones que sobre la autoridad local se han generado, o empiezan antes o esa impronta o esa imagen ala Bobbio pues no puede concretarse, y sabemos esto desde hace mucho tiempo.
Hoy, lo que ha ocurrido es u acto inédito, como decía el Presidente, producto, pues digamos de un simbolismo que se le ha querido dar y que yo celebro mucho a algo que, aún sin el convenio habría que estar ocurriendo ya, pues este es un acto de, también de rendición de cuentas y de explicación a la ciudadanía que las autoridades electorales, con independencia de los que se discute en la mesa de la política, con la independencia de que lo que se discute en los congresos, ya estamos trabajando porque sabemos que, más allá de si hay reformas o no hay reformas, y sobre eso hablaré en unos minutos, lo que si sabemos es que en 2023 habrá dos elecciones y en 2024 el país estará inmerso en el proceso electoral que, en su momento será el más grande y tal vez el más complejo demuestra historia.
Y para enfrentar eso, que esta es la única certeza democrática, lo de las reglas del juego, digamos, eso se lo dejamos a los políticos, y los discursos sobre las elecciones a la politiquería, más allá de eso, alguien tiene que actuar responsablemente y las autoridades electorales seguiremos haciendo lo que hemos venido haciendo desde hace mucho tiempo, actuar responsablemente, porque de otra manera no existirán las condiciones para generar, esa que es la condición básica de todo sistema democrático: la recreación del poder político a través de las urnas, a partir de la voluntad ciudadana expresada con los votos en las mismas y, con un sistema que tiene que ser garante de que esa voluntad sea respetada. Así ha ocurrido y así va a seguir ocurriendo, y la mejor prueba publica de que ello.
En el estado de Querétaro avanza y avanza bien, con la antelación necesaria, es justamente la suscripción del convenio que da marco y pretexto a esta charla.
Así que, muchas gracias por la invitación, agradezco muchísimo a la Presidenta y al Presidente de los Órganos Locales, a Grisel como Presidenta del Instituto Electoral del Estado; a Martín, magistrado Presidente del Tribunal Electoral del Estado; y a nuestro Vocal Ana Lilia Pérez, por supuesto, nuestra delegada del Instituto Nacional Electoral. Y, a través de ellos, a quienes forman parte de los dos colegiados o de los varios colegiados que ellos encabezan.
Yo quiero, he querido y que me parece que es pertinente, sobre todo en tiempos en los que se habla mucho de la necesidad o no de tener una reforma electoral y en el que, como, en tiempos en los que, como sabemos, fue anunciado aquí a unas cuadras, por el Presidente el 5 de febrero pasado, bajo la premisa de que, para que ya no hubiera fraudes y para que ya no votaran los muertos, había necesidad de una reforma electoral.
Bueno, hoy más allá de que los fraudes en México desde hace mucho tiempo están desterrados y en México los muertos no votan desde que se construyó el Padrón Electoral que hoy sustentan nuestras elecciones, aunque haya algunos muertos a los que todavía resucitan algunos desleales jugadores para hacerlos votar o suscribir mecanismos de participación ciudadana, pero eso no es un problema de las leyes electorales, sino de tramposos a los que hay que aplicarles la ley, así de sencillo ¿no?
Pues hoy sabemos que hay una serie de reformas que se están discutiendo y parecería inminente en este periodo ordinario de sesiones en el Congreso de la Unión su procesamiento.
En ese contexto, a mí me parece que la mejor manera que tengo yo, al menos, para poder abrir una discusión en torno a la reforma electoral es partir de una premisa básica y aquí cito a alguien que para mí, para muchos otros, pero para mí es un clásico, un viejo profesor, maestro de algunos, que se llamaba Arnaldo Córdova y que en un texto “Historia, ¿para qué?” en un libro, escribía que, “la historia es maestra de la política, y que conocer la historia es una condición fundamental para poder ubicarse en el tiempo y poder, sobre todo, saber hacia dónde una sociedad quiere encaminarse”.
Y, desde este punto de vista, me parece que discutir una reforma electoral debe partir ineludiblemente de un balance retrospectivo, es decir, de una mirada retrospectiva. Hay que saber de dónde venimos para poder hacer un análisis de lo que tenemos, de dónde estamos y es indispensable para saber a dónde vamos.
Porque la primera pregunta que toda reforma y prácticamente una reforma electoral tiene que hacerse es ¿qué es lo que se quiere cambiar y qué es lo que se quiere mejorar de lo que hoy ocurre? Y para saber qué es lo que hoy tenemos pues inevitablemente tenemos que asumir que la democracia no se construyen un día y consecuentemente, que nuestra construcción democrática, nuestro constructo democrático es el resultado de una larga lucha que se fue articulando lo largo de décadas y que se plasmó, se tradujo en una serie de reformas electorales que construyeron el sistema electoral que hoy tenemos.
Así que, mirar hacia atrás es la primera condición para poder saber hacia dónde nos encaminamos.
En esta charla yo pretendo hacer tres reflexiones: una primera reflexión, justamente hacer un análisis a vuelo de pájaro, entendámonos, de la compleja y larga evolución que nos permitió construir o transitar hacia un régimen democrático; es segundo lugar, un breve balance de lo que nuestro sistema electoral, a partir no de especulaciones, suposiciones, ni mucho menos subjetividades, sino a partir de datos que cualquiera puede verificar ¿no?, y esos datos son verificables, no son otros datos ¿no?, para poder justamente hacer una reflexión de hacia dónde nos encaminamos.
Y quiero anticipar una cosa, como Presidente del Instituto Nacional Electoral, creo que sería irresponsable de mi parte hacer un balance o un juicio sobre las iniciativas que se han presentado, esa es materia de la discusión parlamentaria, pero creo que sí hay una serie de reflexiones que, para alimentar esa discusión es pertinente hacer, insisto, en esta mirada hacia futuro.
Así que, sin más permítanme avanzar en estos tres grandes temas.
No pretendo, como decía, hacer una reconstrucción de nuestra transición detallada, para eso hay muchos textos que han, ahí está “La mecánica del cambio político” de Woldenberg, Salazar y Becerra que, entre otros muchos autores han venido haciendo un análisis pormenorizado de los contenidos de cada unas de las reformas electorales que desde 1977 se han dado hasta la fecha y que, y sobre todo, su contextualización política.
Yo lo que pretendo hacer aquí es una breve reflexión y una sugerencia de una clave de interpretación, de una lectura de este proceso de cambio, a partir, digamos, de cuáles fueron las necesidades que en los últimos 45 años hemos tenido que enfrentar.
Para hablar de una historia hay que marcar un inicio y todo inicio puede ser o depende de una, digamos, de juicios que pueden resultar, incluso, arbitrarios.
¿Cuándo arrancó nuestra transición? Pues es algo sobre lo que hay muchas posturas y distintos planteamientos, hay quien dice que arrancó en 68; hay quien dice que arrancó antes. En fin.
Peor creo que hay un punto de partida, por lo menos porque a partir de ese momento, desde ese momento, las reformas electorales tuvieron una lógica secuencial, es decir, si hay alguna reforma que constituye una especie de parte aguas o un detonador del proceso de cambio político, esta reforma ineludiblemente es la reforma de 1977, es decir, una reforma ocurrida hace 45 años y que, con independencia de que el sistema electoral tuvo algunos cambios y algunas modificaciones, la introducción de algunas instituciones como los diputados de partido, previamente, y que, por supuesto, el ambiente social de los años cincuenta, pero, sobre todo, sesenta y primer setenta, pues provocaron, digamos, que fuera ineludible postergar el inicio de ese proceso de cambio político, creo que la reforma de 77 puede ser bien considerada como el momento de arranque de nuestra transición.
Pero lo que hay que decir en este sentido, es que nuestra transición es una transición muy distinta, muy propia a los que hay sido históricamente los típicos modelos de transición a la democracia. Es decir, nuestra transición no tiene absolutamente nada que ver con el modelo de la transición a la democracia, que es el caso español o el caso griego, o le caso portugués.
Pero el caso español es un caso, además de cercano a nosotros un caso pues muy claro de lo que significa un proceso a la transición a la democracia.
En 75 muere Franco, en medio de esa turbulencia política ocurre un proceso de interacción de las distintas fuerzas políticas que se concreta en los arreglos, en el gran pacto político y económico que significaron los Acuerdos de la Moncloa en 77 que trajeron como consecuencia la expedición de una nueva Constitución, una Constitución renovada de cabo a rabo, que establece una forma de gobierno democrática; se promulga la Constitución, van a elecciones y, al cabo de un par de ciclos electorales, es decir, en un plazo de a penas pocos años, pues prácticamente todas las fuerzas del espectro político, por la vía de las urnas llegaron al poder. ¡Tan, tan, se acabó la transición española!
Nosotros somos un poco más complejos y enredados, nos tardamos un poco más. No hay un momento, insisto., fundacional y de ruptura, de refundación del orden político en clave democrática como es la Constitución española de 78, nosotros seguimos bajo la égida, bajo el régimen de la Constitución de 1917, si bien profundamente modificada y transformada, en buena medida también por el proceso de cambio democratizador.
Pero, digamos, la nuestra es una transición gradual, paulatina, secuencial, que no se articula en un momento fundacional, sino que se fue plasmando a lo largo del tiempo en distintos arreglos que fueron resolviendo una serie de problemas que era indispensable enfrentar y solucionar para propiciar el cambio democrático.
Y sí la del 77, sin lugar a dudas, fue un punto de partida, sobre todo porque creo que en ningún momento de la historia, como entonces, lo que podríamos llamar el país legal, la Constitución dice que somos un régimen democrático, un país democrático desde 1917.
El artículo 40, dice lo que dice, luego asumimos la laicidad hace relativamente poco, le agregamos la laicidad hace relativamente poco, como una de las características del Estado mexicano, aunque a algunos se les se les olvida muy rápido, pero bueno, no importa eso, somos democráticos desde 1917, al menos formalmente.
Pero la elección de 1976 evidenció la distancia tan radical entre el país legal y el país real. En ese entonces, el único candidato a la Presidencia de la República fue José López Portillo y, como se solía decir, o él decía, basta que mi madre vote por mí para que yo sea el próximo Presidente de México.
No votó sólo su madre, pero lo grave es que tenía razón. Y esto, insisto, reflejaba un divorcio entre el marco en plan institucional y lo que ocurre en la realidad.
De hecho, en los últimos 25 años anteriores, entre 1953 y 1978, el sistema de partidos no se movió.
Los cuatro partidos políticos que tenían registros fueron los mismos alrededor de un cuarto de siglo: El PRI que gobernaba, el PPS y el PARM que eran partidos como se le llamaba entonces satélites y el PAN, que era la única opción política de oposición real.
Las otras fuerzas vivían en la clandestinidad y no se les permitía, digámoslo así, incorporarse a ese a ese esquema y creo que hay una frase, por cierto, la cito incluso en términos provocadores, no solamente porque ilustra, digamos, son de las frases más emblemáticas de aquel discurso que probablemente es la expresión plástica del propósito de la reforma de 77, sino además, porque se trata de una voz que desde el pasado resuena con una actualidad preocupante.
Decía don Jesús Reyes Heroles, el Secretario de Gobernación que ideó y promovió la llamada reforma política del 77, en aquel célebre discurso pronunciado el primero de abril de 1977 en Chilpancingo, Guerrero, que mayorías y minorías constituyen el todo nacional y el respeto entre ellas, su convivencia pacífica dentro de la ley, es la base firme del desarrollo del imperio de las libertades y de las posibilidades de progreso social.
Y de manera admonitoria nos señalaba en tiempos, por cierto, en los que la intolerancia parece volver por sus fueros.
Cuando no se tolera, se incita a no ser tolerado y se abona el campo de la fratricida intolerancia de todos contra todos.
La intolerancia, decía Reyes Heroles, sería el camino seguro para volver al México bronco y violento. Aguas con ello.
Dicho eso, la reforma en 1977 abre un proceso, un largo periodo de transformaciones en el país.
No pretendo, como decía, hacer un recuento de todas las reformas, sino sugerir una clave adicional a las que ya distintos autores han puesto sobre la mesa para poder entender, o al menos sintetizar, la lógica que tuvo el proceso de cambio político en nuestro país.
Vuelvo a insistir, creo que hacer esto, nos permite identificar cuáles fueron los problemas que en su momento fueron planteados como problemas a resolver para poder democratizar México.
Y creo que una manera de hacerlo es precisamente atender a las grandes necesidades que tenían que resolverse, para poder avanzar en clave democrática.
Viniendo de donde veníamos, era natural que la primera gran, en esta lógica, por cierto -perdón-, de una evolución gradual y paulatina, no una sola reforma que buscara salir de un régimen autocrático y pasara a de régimen democrático de la noche a la mañana, sino que el gradualismo y la secuencialidad, han sido la lógica mediante la cual se articuló en México, la transición a la democracia.
Eso no significa que la nuestra, haya ha sido una transición lenta, gradual y pausada, progresiva, que la reforma o que el cambio político no haya sido profundo.
Si uno piensa solamente lo que piensa nada más y hace una comparación con lo que era el México de hace 30 años apenas, si lo compara con el México de hoy, estamos hablando de dos realidades políticas radicalmente distintas.
Hace 35 años, antes de 88 no había un solo senador, no había habido un solo senador en la historia moderna del país de oposición.
El partido en el gobierno tenía el control absoluto de las mayorías calificadas y por ende, las mayorías calificadas en ambas Cámaras del Congreso de la Unión.
No había un solo gobernador de oposición, no había habido una sola alternancia en los municipios más relevantes del país y la presencia de la oposición en las Cámaras del Congreso, en la Cámara de Diputados había sido una presencia realmente marginal o testimonial
Hoy, la pluralidad cruza l país. El mapa político de México a nivel federal y a nivel local es un mapa variopinto y en una constante transformación.
La alternancia, fenómeno inédito hace algunas décadas en México, es parte de la normalidad democrática.
Y déjeme decirlo así: hemos pasado, producto de nuestra transición a la democracia, de un contexto en el que no había certezas respecto de las reglas con las que se hacían las elecciones, pero sí había una única certeza a priori, se sabía quién iba a ganar las elecciones.
Hoy ocurre exactamente lo contrario. Tenemos un marco normativo cierto, conocido, perfectible, sin lugar a dudas, pero que inyecta certeza y transparencia a la organización de los procesos electorales y la única incertidumbre es quién va a ganar las elecciones, hasta que las autoridades electorales damos a conocer de manera preliminar los resultados y a partir de ese momento, se acaba la incertidumbre.
Eso nos habla justamente de la profundidad de este cambio político. Ahora bien, cuáles fueron las grandes etapas de este cambio
Yo creo que hay cuatro grandes momentos. El primero engloba aquellas reformas que, aunque no tuvieron como único propósito, resolver estas necesidades que voy a mencionar, sí las hicieron, la columna vertebral, es decir, ese era el principal problema a resolver.
En todas nuestras reformas electorales, las nueve reformas electorales que hemos tenido desde la de 1977 hasta las de 2014, la de 77, la de 86, la de 89-90, la de 93, la de 94, la de 96, la de 2007 y la de 2014, han sido grandes ejes que han permitido, digamos enfrentar estos estos grandes problemas.
Son reformas complejas, son reformas que han tocado múltiples aspectos, pero que en términos generales, insisto, por una cuestión de síntesis, podríamos englobar en cuatro grandes momentos.
En un primer momento, viendo de dónde veníamos, la primera necesidad era abrir el sistema político, por eso, la primera necesidad que enfrentamos fue, digamos una reforma que permitiera la inclusión de fuerzas que hasta entonces habían sido excluidas en la arena institucional y permitir que éstas estuvieran presentes en los espacios de representación. Son reformas pues para la inclusión y el acceso y la apertura del sistema político.
En un segundo momento, después de la crítica elección de 1988, la nueva necesidad que se puso sobre la mesa, fue construir un sistema que inyectará reglas básicas de confianza y transparencia en el proceso, en la organización de los procesos electorales o que permitiera, como se decía allá, a principios de los años 90, reformas que permitían que los votos fueran contados bien y que efectivamente, esos votos contaran.
Se trata pues, de reformas a las que debemos los ejes fundamentales del sistema electoral que hoy tenemos.
Son las reformas como la de 1990 que creó en su momento el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Federal Electoral y la construcción de un nuevo padrón que inyectarán certidumbre en el listado de quienes tenían derecho a votar y garantías de que quién votará lo hiciera solo una vez, como debe ocurrir en democracia.
Estas reformas rápidamente dieron resultado. Si uno piensa lo contestado y la crisis política que se derivó de la elección de 1988 y lo contrasta con la siguiente elección presidencial en 1994, la contestación disminuyó radicalmente y la propia oposición reconoció en 1994, que las reglas electorales, al menos las reglas básicas, esas que permiten contar los votos bien, se habían conseguido.
Pero para 94 una nueva necesidad se colocó sobre la mesa. Es decir, la necesidad de la equidad.
Para 1994, el primer ejercicio de fiscalización conducido por el entonces IFE arrojó un ejercicio que no tiene nada que ver con lo que hoy hace el INE.
Un ejercicio germinal, en donde lo único que hacía la autoridad electoral era revisar los informes que los partidos políticos le presentarán y ver si de ello se desprendía alguna violación a las normas, pero no existía una auténtica capacidad de auditoría, de compulsas, de informes específicos, de revisar información, de requerir información a terceros, como hoy ocurre.
Sin embargo, a pesar de los embrionario, de lo elemental, si se quiere, de aquel ejercicio de fiscalización, sí tuvimos con ello una enorme ventaja, por primera vez en nuestra historia hubo cifras oficiales, no sé si ciertas, pero por lo menos oficiales respecto de los ingresos y los gastos erogados por los partidos políticos durante las campañas.
Y lo que ese informe, primer informe de fiscalización, primer dictamen de fiscalización del IFE arrojó, fue que el partido en el gobierno había erogado ocho de cada 10 pesos gastados durante las campañas electorales de 94; es decir, el 80 por ciento del gasto, estaba concentrado en un único jugador.
Evidentemente, la nueva necesidad era construir condiciones de equidad y a ello se abocó esta tercera generación de reformas, esencialmente la de 1996 y la de 2007, que, sobre la base de dos grandes ejes, construyó condiciones de equidad en la competencia.
El propósito, no era que todos los partidos tuvieran las mismas condiciones, pero sí que tuvieran un piso mínimo que les permitiera efectivamente competir con un cierto grado de éxito, con un mínimo grado de posibilidades de éxito en las elecciones.
El primer eje fue el del financiamiento público, en el que, o respecto del que probablemente, al cabo del tiempo podamos decir, se nos ha pasado la mano y valga la pena revisarlo, pero toda revisión que se haga el financiamiento público tiene que partir de una premisa fundamental, que es la que le dio origen: garantizar las condiciones de la competencia.
No es casual que el primer gran ciclo de alternancia en nuestro país, el cambio bueno, el primer gran triunfo de la oposición en la Ciudad de México, con la jefatura del Gobierno la primera vez que ocurrió en 97, la primera vez que las oposiciones le arrebatan la mayoría al partido en el gobierno en la Cámara de Diputados, en la primera elección presidencial bajo las nuevas reglas, ocurre la primera alternancia en la Presidencia de la República, en el año 2000.
En el año 2000, en el Senado también desaparecieron mayorías predefinidas en la Cámara de Diputados.
Es decir, todos estos fenómenos propios de la normalidad democrática, ocurrieran justamente cuando los partidos empezaron a tener condiciones distintas para competir electoralmente.
Y el otro gran eje, es el del modelo de comunicación política reformado o renovado en 2007 y que tuvo el propósito fundamental de que el dinero no fuera la condición para que los partidos pudieran acceder a los medios de comunicación, sino que existieran también condiciones de equidad en los medios electrónicos de comunicación, en ese, que sigue siendo todavía hoy, a pesar de la profusión del Internet, el mecanismo mediante el cual se enteran primordialmente los mexicanos: la radio y la televisión.
En un tercer momento y aquí acaba nuestra historia, una nueva necesidad se puso sobre la mesa y es que, se procuró o se buscó que esas diferencias que se encontraban en términos, digámoslo así, de la consistencia técnica, de la certidumbre e incluso del diseño institucional que habían caracterizado a las elecciones federales, se reprodujera por lo menos en sus condiciones básicas, en el ámbito local.
Y no es que en el ámbito local no hubiera habido avances. Hay institutos y hay historias desde lo local que hablan, que son importantísimas y que desde el ámbito estatal, empujaron el proceso de transición a nivel nacional.
Los casos de San Luis, de Querétaro, en fin, entre muchos otros, son casos de éxito en el plano local, pero también es cierto que había estados en los que no había garantías básicas, ni de una institucionalidad mínima, ni de condiciones y procedimientos que pudieran ser homologados entre sí.
En suma, lo que la reforma 2014 que es la que se engloba en esta cuarta etapa pretendía, era que los sistemas, que el sistema electoral en nuestro país garantizaba condiciones institucionales, procedimentales, reglas y criterios lo más homogéneos posibles entre los estados, entre sí, en el plano local y entre éste y el plano federal.
Por eso la reforma de 2014 apuesta a la creación de un sistema nacional de elecciones, en donde el INE actúa como órgano rector y garante de que las condiciones institucionales, normativas y criteriales sean esencialmente las mismas en las elecciones locales.
En suma, hasta aquí el proceso de transición. Estos fueron los problemas que en su momento se resolvieron y que hoy nos permiten decir que existen condiciones de integridad electoral dignas de ser llamadas democráticas.
Ahora bien, ¿y cómo estamos? Paso al balance. Bueno, miren, después de ocho años y medio de que la última reforma electoral se concretó me parece que el balance es innegablemente positivo. Hay mucho que mejorarle al sistema, eso es innegable, siempre va a ser así.
Los alemanes dicen que la reforma electoral es una reforma interminable, la dinámica, la vertiginosa lógica de la dinámica política siempre plantea nuevos desafíos, nuevas problemáticas que los sistemas electorales deben enfrentar y la mejor manera es que tengan esos sistemas electorales las mejores bases normativas para enfrentarlos.
Es más, déjenme decirlo en retrospectiva, quién demonios se iba a imaginar que un desafío de todos los sistemas electorales, no de México, sino del mundo iba a ser el cómo hacer que la democracia no fuera una víctima más de la pandemia, cuando, por cierto, hacer elecciones significa hacer exactamente todo lo contrario que las recomendaciones sanitarias planteaban. Bueno y aquí seguimos, ¿no?
Yo creo que la reforma de 2014 es una reforma sin duda compleja, pero que hoy, en retrospectiva, a ocho años y medio insisto, podemos decir que es absolutamente practicable y que quienes, algunos sedicentes expertos electorales, en 2014 vaticinaron que ese “mazacote” no iba a poder funcionar, pues hoy funciona y funciona bastante bien.
¿Cuáles son las razones para poder hacer esta afirmación? ¿Una mera convicción o una valoración subjetiva de quien hoy preside el INE? Pues claro que no, pues ahí están los datos.
¿Por qué digo que el sistema funciona? Bueno, el primer gran dato que hay que tomar en cuenta es porque el INE, luego de haber organizado 330 elecciones, puede decir que ninguna de estas elecciones ha habido un conflicto post electoral grave. 330 elecciones solamente para un dato comparativo, ¿saben cuántas organizó el IFE en 23 años? 18 elecciones federales.
Hoy el INE en esos ocho años y medio ha organizado, de la mano de los OPL, en el ámbito local, 330 elecciones. Aquí incluyo elecciones federales y locales, ordinarias y extraordinarias, los procesos de participación ciudadana, la Consulta y la Revocación de Mandato, que tuvimos que organizar en el último año; la elección de la Asamblea Constituyente, por cierto, que el legislador, en la que el legislador se lavó las manos y en un transitorio constitucional dijo: “Y el INE va a emitir todas la reglamentación necesaria”. Luego se quejan de que el INE se mete en el ámbito legislativo, pero cuando el Legislativo no hace su chamba, pues qué podemos hacer los órganos electorales, en fin.
Y hasta sumo aquí dos procesos electorales de renovación interna de dirigencias que resultaron exitosos, la elección de 2014 del PRD y la renovación, luego a veces se les olvida, pero de la actual dirigencia de Morena que fue realizada por el INE.
330 procesos electorales, ninguno de éstos ha tenido un conflicto postelectoral, es decir, las elecciones están sirviendo para lo que son planeadas, digamos, son previstas en un sistema electoral, para que la renovación pacífica del poder público ocurra sin sobresaltos.
¿Ha habido litigio? Por supuesto, presidente, magistrados, qué les digo a ustedes. Los partidos son, somos una sociedad bastante litigiosa, pero nunca se ha alterado el cauce institucional previsto en las reglas para que las diferencias derivadas de las elecciones se resuelvan en el marco del Estado constitucional de derecho.
Segundo gran dato, ya lo mencionaba. Tenemos un índice de alternancia inédito, nunca ha habido tantos cambios de ganador de una elección a otra, como ha ocurrido en los últimos ocho años y medio.
Si tuviéramos que construir un índice de alternancia, el grado, digamos de a nivel nacional, a nivel, sumado digamos, eso agregado, sería casi el 63 por ciento y en algunos caso, aquí lo pueden ver a partir de los distintos tipos de elecciones como el de las gubernaturas, la alternancia ha alcanzado prácticamente el 70 por ciento.
¿Esto qué quiere decir dicho de otra manera? Que las probabilidades que tiene un partido político que ha ganado una elección de ganar la siguiente ronda electoral, es de apenas de una de cada tres posibilidades. Esto, desde mi punto de vista, evidencia dos cosas.
Pues que el sistema electoral funciona. Me darían ganas de preguntar, pero no me quiero confrontar con nadie, ¿cuál fraude? Hasta donde tengo entendido los fraudes, históricamente en México, significaban la intromisión indebida de los poderes públicos para incidir y alterar los resultados.
Si esto fuera así, que alguien me explique cómo es posible que en dos de cada tres elecciones quien gana es el partido que no está en el gobierno o, en todo caso, que no está en el cargo público en disputa.
Y segunda gran reflexión, creo que tenemos una ciudadanía cada vez más madura y que asume que el voto, como debe ocurrir en una democracia, no solamente es un instrumento, un derecho que permite la renovación o la definición de quién nos va a gobernar y quién nos va a representar, sino también es un poderoso mecanismo de rendición de cuentas que nos permite premiar o castigar buenas o malas acciones de gobierno.
Eso que hace tiempo se hablaba, en el 2000, el voto de castigo, pues el voto de castigo está presente todo el tiempo y ahí de aquel gobernante que no cumpla con las expectativas de la ciudadanía porque lo que va a ocurrir es que lo van a sacar los electores al próximo turno electoral y esto es algo muy positivo, insisto, es algo normal en un sistema democrático.
Y esta alternancia, por cierto, no ha beneficiado de manera exclusiva a un actor político en particular. Todos los partidos se han beneficiado de este fenómeno, todos han ganado y todos han perdido elecciones y lo más importante, como debe ser en democracia, quien gana nunca gana todo y quien pierde nunca pierde todo.
Y este índice lo que nos revela es que eso no ocurre de una vez y para siempre.
Tercer gran dato, bueno en el INE no solamente, el INE no solamente organiza elecciones junto con los OPLES, tenemos otra función fundamental que por cierto consume uno de cada tres pesos del presupuesto que se le otorga al INE, paréntesis, es una mentira monumental eso de que el INE es el órgano electoral más caro del mundo y que en México las elecciones son las más caras del mundo.
Una falsedad monumental, ayer aterricé de Brasil a donde acudí como observador electoral y claro, Brasil tiene urna electrónica, tampoco es cierto que el voto electrónico sea más barato, porque no solamente se requiere una inversión muy importante en las urnas, inversión muy importante en ciber seguridad, sino además en el mantenimiento; y creo que el caso brasileño es un caso exitoso de introducción del voto electrónico, pero un buen caso que nos ilustra un sistema electoral que tiene su costo y en donde los brasileños invierten en ese costo porque saben que de ello depende la recreación de la democracia y no andan con mezquindades.
En estas elecciones, que se realizaron el domingo pasado, Brasil utilizó 577 mil urnas electrónicas, es un país muy grande, 50 por ciento más electores de los que tenemos acá, la segunda democracia más grande de América Latina es la mexicana, bueno, en Brasil se renovaron para esta elección, la tercera parte de esas 577 mil urnas.
Cada urna electrónica, las de nueva generación, cuesta 2 mil 500 dólares, es decir, el costo de los brasileños solamente en cambiar la tercera parte de las, renovar la tercera parte de sus urnas para estas elecciones generales del domingo pasado, fue de 10 mil millones de pesos, ya en la conversión a pesos.
El INE va a gastar en 2024 menos de 10 mil millones de pesos para toda la elección federal. Así que, aguas con andar mintiéndole a la ciudadanía diciendo que en México el sistema electoral es el más caro del mundo.
¿Es caro? Sí, claro, producto de la desconfianza, producto de todos los procedimientos que tuvimos que instrumentar vista la desconfianza de las oposiciones en su momento que llevaron, creo que para bien, a tener una gran cantidad de procedimientos y de controles que tienen el propósito de inyectar confianza ciudadana en los procesos electorales.
Por cierto, porque me van a decir que la comparación con Brasil es una comparación ventajosa, ¿saben cuánto costó el sistema electrónico de cómputo de votos preliminar, cómputo de votos, el equivalente a nuestro PREP, que utilizaron los colombianos en las elecciones que realizaron este año? 300 millones de dólares, sólo el sistema, sólo el sistema cuesta casi tres cuartas partes de lo que costó hacer las elecciones en México, las federales en México, por parte del costo del INE en 2021.
Alguien puede decir: “sí, pero Colombia fueron a tres elecciones, los tres turnos”. Respuesta: sí, pero Colombia tiene la tercera parte de electores de los que tiene México. Y si agregamos todo el costo, pues las elecciones colombianas cuestan más que en México. Así que cuidado con esas falacias.
Bueno, para quien se le olvide, el INE, además, todos los años, expide una enorme cantidad de credenciales de manera gratuita. Si uno asume, hace la suma de lo que ha costado, de cuántas credenciales se han expedido en los últimos ocho años y medio, ahí está la cifra. 123 millones de credenciales entregadas en este periodo, a una media de entre 15 y 16 millones de credenciales en promedio, al año. Con un promedio de trámites en nuestros módulos de 45 mil trámites diarios, aunque en ocasiones, a principios de este año, cerramos, tuvimos picos de 330 mil trámites diarios.
Y por cierto, la expedición de la Credencial para Votar con Fotografía, aunque haya algunos casos lamentables y que se tienen que atender, en general es uno de los mejores servicios públicos que le ofrece el Estado mexicanas a las y los ciudadanos.
Y además, ese Padrón Electoral, por cierto, en tiempos de hackeos, no, no, le invertimos mucho en ciber seguridad, nosotros sabemos lo que significa la responsabilidad, es un costo de cientos de millones de pesos anuales los que hacemos para garantizar la seguridad de la principal base de datos que no son nuestros, sino que son de las y los ciudadanos que tiene el país.
Y además, usamos eso para darle beneficio social. La base de datos de los ciudadanos sin entregar las huellas, está siendo utilizado desde hace varios años para poder identificar o combatir este flagelo que son los cuerpos que se encuentran lamentablemente en fosas y demás, cuerpos desconocidos a los que hay que darle una identidad.
Un dato sobre el punto, al INE se le han hecho 61 mil solicitudes de identificación de huellas de cuerpos que han aparecido en fosas comunes, fosas en todo caso, cuerpos no identificados, en 17 mil casos ha habido ya un match con la base de datos del INE, los otros son o extranjeros o menores de edad o huellas mal tomadas, etcétera.
Y solamente, lamentablemente, por la saturación de los SEMEFOS se han podido darle, se le han podido entregar la información en menos de 5 mil casos. Es decir, tenemos todavía y el INE está en capacidad de darle identidad a más de 13 mil, o a casi 13 mil cuerpos adicionales, y eso por no hablar del combate también a ese otro fenómeno o enfrentar a ese otro fenómeno que son las personas desaparecidas.
Es decir, el INE además brinda servicios públicos.
Finalmente, pues el monitoreo de televisión y hay muchos elementos que podrían decirnos, llevarnos a decir que el sistema funciona. El INE como ustedes saben, monitorea la totalidad de las emisiones de radio y televisión del país. No sé por qué lo hace el INE, bueno, si sé por qué, porque los demás órganos del Estado no lo hacen y no han querido hacerlo, por eso el INE ha tenido que confrontarse también con los concesionarios de radio y televisión, pero es un sistema que funciona y ahí están los índices de cumplimiento.
En los últimos procesos electorales, en todos los últimos procesos electorales hemos tenido un índice de cumplimiento de arriba del 99.5 por ciento, 99.6 por ciento de hecho. Es decir, el sistema funciona y funciona bien, por cierto, luego dicen que el INE no quiere colaborar y que está en contra de no sé quién y contra no sé cuál gobierno.
Gracias al convenio de colaboración que firmamos con la Secretaría de Gobernación en la presente administración, la SEGOB ha dejado de erogar 500 millones de pesos bianuales que antes pagaba para que una empresa le hiciera un monitoreo, una empresa privada, un monitoreo muestral de las transmisiones de radio y televisión para atender a lo que son responsabilidades de RTC y de Cofepris.
Ahora el INE se los hace gratuitamente y eso cuesta , mantener un sistema de monitoreo a nivel nacional, cuesta.
Así que, digamos, la discusión sobre los pesos y los centavos hay que darla con datos y no con subjetividades y pretendiendo engañar a la ciudadanía, como que los funcionarios del INE tenemos remuneraciones mayores a las del Presidente de la República, eso es falso, porque lo que la Constitución dice son remuneraciones, no sueldos y ningún funcionario en México tiene una remuneración mayor al Presidente de la República, si algún día la Cámara de Diputados hace lo que la Corte le ordenó y no ha hecho, es decir, definir cuáles son las remuneraciones del Presidente de la República, en los términos del 127 constitucional.
Porque remuneraciones no son salarios, nada más, son también todos los otros pagos en especie o de manera material que recibe un funcionario y a ninguno de nosotros se nos paga, tenemos una remuneración mayor a la del Presidente, por cierto.
Bueno, y todo esto en qué se traduce en términos de confianza ciudadana, miren paso muy rápido estas encuestas, estos datos y está a disposición de ustedes, la Encuesta de Cultura Cívica, por un lado, o Paramearía, en fin, aquí reproduzco una serie de encuestas que se han venido realizando desde el último año, desde inicios del año pasado hasta el presente, en donde se revela que el INE, les guste o no a algunos, es el órgano civil con mayor credibilidad pública del Estado mexicano y estamos solamente, como lo demuestra la Encuesta de Cultura Cívica que realizó el INEGI a principios de 2021 –que está a la izquierda en esta gráfica-, pues sólo después de las Fuerzas Armadas, está el INE.
O, Paramearía que nos coloca en índices que oscilan entre el 60 y 64 por ciento y el 69 como picos en los últimos tiempos o el Reforma, apenas después de la Revocación de Mandado, algunos años, que dijo que el INE tenía una confianza ciudadana del 64 por ciento, o la de GEA-ISA que es rancking trimestral, que revela cómo después de un bajón, por cierto, producto de la peor campaña de desprestigio, desde el poder, que han enfrentado el INE y que nos bajó de un 73 a un 60 por ciento, pues ha vuelto a picos de 70, 66 por ciento, ningún otro órgano civil del Estado mexicano en tiempos de falta de confianza como los que nos aquejan, tiene la credibilidad del INE.
Y esto ¿es para el ego?, no, esto tiene una finalidad básica. El INE depende de la confianza pública para poder hacer elecciones, nosotros convocamos a los ciudadanos para que sean funcionarios de casilla, si no confiaran en el INE es imposible hacer elecciones, a nivel federal y a nivel local porque la responsabilidad, como saben, es exclusiva del INE con independencia del tipo, de nivel de elección de que se trate.
Aquí un par de datos, para la elección de 2021 necesitábamos a un millón 460 mil ciudadanos y ciudadanos para que administraran las 166 mil casillas, después de la primera etapa de capacitación, habían aceptado trabajar con el INE, con su INE, eran aptos y habían recibido una primera capacitación prácticamente tres millones, es decir el doble.
En la Revocación de Mandato que, como ustedes saben fue un ejercicio muy polémico, necesitábamos 287 mil ciudadanas y ciudadanos, 660 mil personas habían aceptado, el 230 por ciento de los requeridos, trabajar con el INE y lo mismo en las elecciones que se realizaron en junio pasado; es decir, hay una credibilidad ciudadana que es la que permite que se recree la democracia.
Si esto no es un sistema electoral que funcione bien, la verdad no sé cómo llamarlo, pues claro que funciona bien el sistema, ¿se puede mejorar, es pertinente una reforma electoral?, miren déjenme plantearlo de esta manera: creo que el sistema electoral mexicano funciona y funciona bien, no por algo es un punto de referencia a nivel global.
¿Por qué creen que el INE encabezó la Misión de Observación ahora en las elecciones de Brasil?, ¿por una mera casualidad, porque es un producto del azar? No, es un reconocimiento al trabajo del INE y se nos pidió que estuviéramos ahí precisamente por la resiliencia del INE a enfrentarse a los ataques y descalificaciones desde el poder, como los está sufriendo hoy el Tribunal Superior Electoral en una campaña de descrédito y descalificación desde la Presidencia de la República de su país.
En fin, creo que el sistema electoral mexicano y ahí están los datos, funciona y funciona bien. ¿Puede mejorarse?, sin duda, pero si la pregunta es ¿es indispensable una reforma electoral, porque si no está en riesgo la democracia mexicana en las elecciones que se llevarán a cabo, las locales del 23 y las grandes elecciones nacionales del 24?, la respuesta es no.
Si no hay reforma no va a pasar nada, el sistema electoral es suficientemente robusto como para volver a organizar una elección con mejores estándares de calidad de las anteriores, la mejor elección que se ha organizado hasta ahora ha sido la del 21, si atendemos a la rapidez y el funcionamiento de los sistemas informáticos, si atendemos a la respuesta ciudadana, si atendemos a la prontitud con la que fluyeron los resultados.
Y estoy seguro que el INE y los OPL, organizarán en el 24, si no hay una reforma electoral, todavía mejor, una elección todavía mejor que la que se hizo en el 21. Así que una reforma electoral y en esto quiero ser claro y tajante, no, no es indispensable, si la hay, que bueno si llega a mejorar lo que hoy tenemos, es decir, una reforma es pertinente, entonces, no es indispensable, pero si es pertinente, pues la respuesta es sí, siempre y cuando se cumplan una serie de condiciones.
Siempre va a ser pertinente una reforma electoral, si se cumplen estas condiciones básicas, tres esencialmente: primera, que sea el resultado de un consenso lo más amplio posible entre los actores políticos, porque si es una reforma que, aunque cumpla los requisitos numéricos establecidos en la Constitución o en las leyes para ser aprobada, si es una reforma en la que se aplica un mayoriteo, esa reforma va a ser fuente de problemas, no importan sus contenidos y eso ya lo vivimos.
Cuando hay alguien que es excluido de la definición de las reglas del juego, se abre la puerta para que el día de mañana sea alguien que descalifique los resultados electorales, por no haber estado, no haber sido incorporado, por no reconocer las reglas a las que se le obligó a verse sometido.
Las reformas electorales tienen que ser el resultado del más amplio consenso posible, porque de ello depende la legitimidad de las reglas con las que se va a dar el juego democrático y, por ende, la legitimidad de quien resulte electo.
Segunda condición, voy a decir una obviedad, que sea una reforma para mejorar el sistema, pues si es una reforma para dar marcha atrás, pues la verdad no vale la pena y aquí aplica la máxima anglosajona: si funciona no lo arregles porque lo puedes descomponer y yo creo que lo nuestro funciona.
¿Es mejorable?, de acuerdo, definamos cuáles son los puntos de mejora. ¿Es pertinente una reforma que desaparezca a los OPLES?, yo creo que no. ¿Es pertinente una reforma que desaparezca los órganos desconcentrados del INE que hoy son permanentes?, yo creo que no.
¿Es pertinente una reforma que le quite al INE o al órgano electoral el Padrón Electoral y se lo de no sé a quién?, yo creo que no. ¿Es pertinente una reforma que elimine el Servicio Profesional Electoral, que ha sido la columna vertebral de la profesionalización de las elecciones?, pues yo creo que no.
¿Es pertinente una reforma que permita una subordinación política, una captura política de órganos que deben ser autónomos e independientes?, pues yo creo que no.
Todo eso está sobre la mesa, pues adelante una reforma, pero que mejore lo que tenemos y, sobre todo, que ponga sobre la mesa cuál es el diagnóstico. Es que el diagnóstico y nuestro problema es que son muy caras las elecciones.
No, pues discutamos si eso es realmente un problema, porque sería mucho más caro tener elecciones que, por una cuestión de dineros abra problemas que hoy no se tiene.
Estamos listos, lo digo así como cuestionamiento, para que ya no se impriman las boletas en papel seguridad, para que se puedan imprimir, como ocurre en cualquier democracia consolidada, en el papel más barato, sin ningún mecanismo de garantía, ni en la fabricación del papel, ni en la impresión, porque eso seguro saldría más barato.
Estamos listos para que no haya una insaculación, lo más caro del proceso electoral es visitar a 13 millones de ciudadanas y ciudadanos, cosa que nos obliga la ley hoy, para poder seleccionar a los funcionarios de casilla.
En países como Inglaterra, incluso en Brasil, en Brasil los funcionarios, los mesarios como les llaman, son los mismos elección tras elección, pues ya están capacitados, ya saben qué hacer, ¿por qué no son los mismos?, sí saben porque no en México nunca son los mismos, pues para evitar que los partidos a priori sepan quiénes son y puedan ir y coaccionarlos, cooptarlos, por eso es la aleatoriedad la base en que se hacen las elecciones, la definición de los funcionarios de las casillas en México y por eso cuestan las elecciones como cuestan. En fin
Y, tercera gran característica, que sea producto de diagnósticos adecuados, es decir que sean reformas, para decirlo de alguna manera hechas con la cabeza, no con el hígado, que no sean reformas hechas a partir de filias y fobias y, peor, rencores personales, porque si estamos aquí haciendo una reforma para que ahora sí me la paguen, uff, pues creo que doble contra sencillo que esa reforma va a salir mal.
Voy a terminar solamente haciendo una consideración, que no es una crítica, son consideraciones lo más objetivas posibles respecto a la iniciativa que se ha presentado y que es sobre la que está orbitando toda la discusión, que es la del Presidente de la República y, vuelvo a insistir, que bueno que se ha presentado, porque así ya no se especula; sabemos claramente cuál es la posición, digámoslo así, prioritaria o aquella sobre la que han orbitado los Foros sobre la Reforma Electoral.
Llamo la atención a cuatro características, son eso, características. Ésta es la primera reforma que ha sido presentada desde el poder político, todas las otras reformas, en el pasado, habían sido demandas de la oposición para mejorar el sistema, para resolver problemas, para generar condiciones de equidad, para inyectar mayor transparencia.
Esta es la primera vez y eso no es que no se pueda, pues nomás faltaba, claro que el Presidente tiene facultad de iniciativa, pero llama la atención que sea la primera iniciativa presentada desde el poder y que atiende los intereses del partido en el gobierno.
Lo dejo como dato objetivo, punto. Eso no está bien, ni está mal, llama la atención es un algo curioso.
Segundo dato, es la primera reforma en la cual la iniciativa o la primera iniciativa que no estuvo presidida de una amplia discusión pública, la de 1977, derivó, resultó de una gran serie de una gran serie de foros que se hicieron a nivel nacional; la reforma de 2014, para bien o para mal, yo no hablo ni bien ni mal del Pacto por México, pues resultó de ese gran acuerdo político que fue justo el Pacto por México.
Aquí no, aquí los arreglos y los consensos se están buscando, la discusión se está dando después de presentar la iniciativa. Está bien o está mal, así es, no es ni bueno, ni malo.
Tercera característica, si prosperara una reforma, esta sería la primera vez en los que pondríamos a prueba una reforma en una elección como la del 24, es decir en una elección presidencial.
La del 24 va a ser la elección más grande de nuestra historia, por dos razones: primera, porque nunca antes se habrán disputado tantos cargos de elección popular a nivel federal, local y municipal, como en el 24.
Y, segunda, porque va a ser la elección más grande por el número de potenciales electores, hoy estimamos, en una proyección, que el número de potenciales votantes alcanzará cerca o rondará los 97 millones de electores. En 2018, en la última presidencial fueron 89 millones y medio.
¿Vamos a poner a prueba la reforma en una elección de esta naturaleza?, pues la del 96 se puso a prueba en la elección intermedia del 97, la del 2007 se puso a prueba en la elección intermedia de 2009, la del 2014 se puso a prueba en la elección intermedia de 2015, no digo que esté bien o esté mal, nada más llamo la atención al punto.
El margen de equivocación aquí es igual a cero, porque si no vamos a tener problemas y, cuarta característica, pues esta es la primera reforma refundacional, es decir, es la primera reforma que está planteando tierra todo lo que tenemos, bueno o malo reinventarlo; no es una reforma como las que antecedieron, que fueron progresivas y que fueron resolviendo problemas que se iban presentando en el camino, aquí es una reforma que dice: todo lo que tenemos OPLES, INE, Padrón, Servicio Profesional Electoral, mecanismo de selección de los consejeros está mal.
Está bien, se valen ese tipo de juicios, pero hagámonos cargo de lo que se está planteando, es reinventar el sistema electoral.
Entonces, yo y aquí me detengo, lo seguía, pero ya no por respeto a ustedes, mejor me lo guardo y mejor pregúntenmelo, porque lo que seguía era y ¿qué le cambiaría a la reforma electoral?, lo paso rápido para que, si quieren preguntarme, me lo pregunten.
Muchísimas gracias, porque estoy abusando del tiempo ya de ustedes, gracias.
Bueno, han llegado algunas preguntas, no sé cómo los organizadores, ¿las leo y las voy contestando?, sí.
Y no sé si alguien quiera hacer alguna pregunta y yo encantado. Bueno, a ver, ante un contexto de polarización, intolerancia –no sé quién la mandó-, pero ante un contexto de polarización e intolerancia y desinformación, es decir de ataques al sistema electoral, ¿cuál debe ser el papel del INE de cara a las próximas elecciones.
Bueno, yo lo diría de manera muy elemental, pues hacer su trabajo con el profesionalismo y con la imparcialidad con la que ha venido actuando, es decir, miren, no ha habido, vuelvo a insistir, no ha habido un solo partido que haya sido beneficiario exclusivo de las decisiones del INE y de los Organismos Públicos Locales Electorales, ni un perjudicado en particular, pues cuando se ha violado la ley la hemos aplicado.
Hace un año se detonó una campaña que incluso le planteaba, plantearon algunos, pues, hacerme una atenta visita de cortesía a mi casa, ¿no? Y en mi casa soy muy hospitalario, pero nada más que no me gusta que llegue gente si no la invito, ni menos si llegan con ataúdes y féretros, como los que querían ir.
Pues sí, había un candidato enojado, algunos candidatos enojados porque violaron las reglas de fiscalización, y porque se les aplicó por parte del INE lo que dice la ley cuando violas las reglas de fiscalización, cuando no entregas los informes, se le niega el registro.
Lo mismo habíamos hecho unos meses atrás con un partido político, un grupo de ciudadanos que habían querido constituir un partido político, que no entregaron sus informes financieros como debían entregarlos, y se les negó el registro.
¿Cuál doble vara? ¿cuál doble rasero? Yo entiendo que sea productivo vender la imagen de una autoridad electoral parcial, pues lo hizo Trump, alegando un fraude que no existió; lo hizo Bolsonaro, diciendo que iba a haber un fraude con las urnas electrónicas; lo hacen los jugadores desleales con la democracia.
Así que el INE lo que va a seguir haciendo es lo que ha venido haciendo, es decir, organizar que de la mano de los OPLES elecciones conforme a los principios rectores de la función electoral.
Eso sí, sin confrontaciones, porque el INE no se va a colocar en donde lo quieren colocar, es decir, no vamos a darle a nadie el gusto de que haya profecías autocumplidas.
Ya ven el INE está en contra de un gobierno, en contra de un partido, no, el INE no está en contra de nadie, de ningún gobierno, de ningún partido.
Claro, el INE no va a dejar, en un contexto en el que la desinformación está campeando, no va a dejar de aclarar los infundios.
El INE es el órgano más caro del mundo. No es cierto. El INE hace mal su trabajo. Díganos en dónde.
El INE está sesgado imparcial, digo, está sesgado y no es imparcial, pues entonces que alguien me explique cómo los que se quejan de ellos son los principales beneficiarios de la actuación del INE, no porque el INE haya decidido quién gane y
quién pierde, eso lo deciden las y los ciudadanos, pero las condiciones de equidad ahí están garantizadas, en fin.
Yo creo que lo que hay que hacer es, sin caer en esas provocaciones, sin convertir al INE en una contraparte, porque no lo es, de ningún partido y de ningún gobierno, sí aclarar todas las falacias que se estén diciendo, con mucho respeto y con mucha prudencia. La frontera es muy delicada, pero, en fin, creo que así sí intercedería.
¿Cómo hacer para que el sistema de partidos conserve su pluralidad ante la vuelta de las hegemonías? Pues, miren, yo creo que garantizando las condiciones de equidad en la competencia.
Si luego con esas garantías institucionales existen hegemonías partidistas, pues eso era resultado del voto de las y los ciudadanos, y eso es absolutamente válido en términos democráticos, lo que no es democrático es que se quieran construir hegemonías desnivelando la cancha, que tanto tiempo nos ha costado, y esfuerzo, nos ha costado emparejar.
Si durante mucho tiempo la clave para construir una cancha pareja fue vigilar e impedir que se utilicen los recursos del poder para poder intervenir en política, pues, entonces, lo que toca es, para garantizar el pluralismo político, pues es que existan esas, subsistan esas condiciones.
Y ya luego decidirán los ciudadanos lo que quieran decidir, y si uno mira hacia atrás los ciudadanos han decidido muchas veces empoderar a unos y luego des empoderarlos, si no hacen bien su trabajo.
En eso consiste el juego democrático, como decía, Karl Popper, pero es el único juego, es la gran creación civilizatoria que nos permite el recambio de nuestros gobernantes sin derramamiento de sangre.
Dicho eso, pues la otra cosa que hay que hacer para que la pluralidad se conserve, pues ojalá y no caigamos en un escenario como el aquel que dejamos atrás de dónde venimos.
Es decir, escenarios en los que se busque mermar la posibilidad de que la pluralidad política se exprese en los congresos. Hoy toda fuerza política relevante tiene garantías de presencia en los congresos, que es en donde se toman las decisiones, son los órganos democráticos por excelencia.
Lo que no hay que caer es en la tentación de artificialmente construir realidades que no responden a la realidad, que no corresponden, realidades políticas, quiero decir, que no corresponden a la realidad social.
Creo que habrá que avanzar, y una de las propuestas, ya me regreso, una de las propuestas es perfeccionar el sistema representativo, es decir, generar condiciones de equidad, de representación política.
Y pregunto, ¿Por qué demonios sigue siendo válido eso? bueno, porque está en la Constitución, y eso ya es justificación suficiente, pero también lo que está en la Constitución se discute.
¿Por qué seguimos manteniendo un arreglo que respondió una realidad política que ya dejamos atrás, que sería en 1996, en donde para poder aprobar esa reforma, la de 96, el partido entonces en el gobierno exigió que la fuerza mayoritaria tuviera una sobrerrepresentación del ocho por ciento?
Pues hasta donde yo me quedé, clases básicas de representación política, en donde hay sobrerrepresentación hay una distorsión, el ideal de la representación política es que el cuerpo representativo refleje, en la medida de lo más fiel posible, a la pluralidad del cuerpo representado, es decir, el cuerpo de electora.
¿Por qué no vamos discutiendo eso? porque lo que se está planteando, poniendo sobre la mesa es cómo se distorsiona. Hay una propuesta ahí que es que solamente haya representantes, diputaciones plurinominales, yo soy un defensor del sistema proporcional, yo soy un defensor sea proporcional, porque permite justamente una mejor representación.
Yo sí soy un defensor de los diputados plurinominales, que eso no los elige nadie. ¿Cómo no los elige? la autoridad electoral cuenta votos y a partir de eso asigna curules, ah, es que ahí está nada más las cúpulas, las dirigencias partidistas, en cambio en los de Mayoría Relativa no. ¿No?
Aquí habrá militantes de partidos, ya me dirán, luego los distritos que son seguros ganadores también hay designación por dedazo de las dirigencias, digo, ahora se está planteando que ya solamente representación plurinominal, sí, pero se está haciendo una trampa, se está fraccionando en 32 circunscripciones.
¿Y por qué no se hace eso para el Senado? Porque hay varios que hemos escrito desde hace mucho tiempo, recuperemos el carácter del Senado como Pacto Federal, Cámara en representación del pacto federal, que se elijan a los senadores cuatro o tres, los que quieran; cuatro por entidad, como ocurre, cuatro, daría el mismo número de los que hoy tenemos, pero cuatro por entidad, quitamos la lista de nacional que hoy no está claro a quién representan.
Le volvemos a dar esa idea de representación del pacto federal, sí, pero pura RP, 32 circunscripciones, cuatro en cada entidad, el que tenga 25 por ciento se lleva uno; el que tengo otro 25 se lleva otro; con restos mayores, así no le quitamos pluralidad al Senado y le volvemos a la idea de la representación del federalismo mexicano en esa Cámara.
Pero ¿por qué quieren quitar las representaciones de plurinominales y nada más de puros de mayoría? ¿y porque quieren poner sistema de mayoría en Cámara de Diputados, pero dispersando el voto en 32 circunscripciones?
Pues, porque en los estados pequeños, estados en los que se elige, Querétaro es un estado grande, en muchos sentidos, pequeño en términos de la representación frente a otros como el Estado de México, no, pues en Querétaro los partidos pequeños desaparecerían, no tendrían acceso a la representación en la Cámara de Diputados.
¿Por qué? Pues, porque se está fraccionando la representa, ¿por qué no hicieron una circunscripción nacional? O cinco como están hoy, bueno, porque eso se llama ingeniería electoral, hubo quien hizo corridas y dijo esto nos conviene, ¿para qué? para que haya una representación mucho más concentrada y que el pluralismo tenga una peor representación.
¿No es pronto para empezar los trabajos de las elecciones? que existe algún riesgo, ¿a qué se debe el momento? Miren, no es un trabajo de planeación, si ustedes ven los términos del convenio, qué es lo que van a empezar a hacer, miren, es lo ideal para una elección es que el trabajo esté perfectamente coordinado.
¿Qué es lo que van a empezar a hacer las tres instancias? el INE, el Instituto Electoral y el Tribunal; pues empezar a compartir y a discutir algunos temas que son fundamentales, para que no nos vuelva a pasar lo que nos pasó a nosotros en la elección del 21, estábamos discutiendo acciones afirmativas cuando los partidos ya estaban en sus procesos internos.
A mí me queda clarísimo que llegamos tarde, no me arrepiento de las acciones que hemos tomado, algunas me da la impresión de que se nos ha pasado la mano. Hoy hay migrantes en el Congreso, en la Cámara de Diputados, porque pusimos una acción afirmativa, nada más que se nos olvidó que los migrantes no votan para la Cámara de Diputados.
Entonces, ahí hay diputados migrantes que votamos los mexicanos que no hemos migrado, no, como que algo no está bien. Está bien, ya abrimos la puerta, ahora habrá que darle el voto a los migrantes, también en Cámara de Diputados, no, pero, bueno, eso se va arreglando.
Lo que quiero decir, es que para evitar eso es que hay que hacer planeación con tiempo, las estrategias de capacitación, la identificación de casos de contingencia, Querétaro es un estado en términos generales tranquilo, pero tiene zonas muy complicadas, identificar dónde están esas zonas, que van cambiando con el tiempo, es fundamental para que a la hora en que el INE tenga que salir al campo, que a la hora que tengamos haya ya trabajo avanzado. Y eso no se construye de la noche a la mañana.
Además, por cierto, todos estos convenios forman parte, no van a implicar gastar un solo peso, simple y sencillamente es ir, desde ahora, aceitando la coordinación que van a tener los órganos electorales.
Pero además, déjenme decírselos así, es que la experiencia nos enseña que siempre hay que hacer eso, hoy se formalizó y se está haciendo público, cosa que yo celebro mucho, porque eso es un buen ejemplo que había que poner en práctica en otras entidades, desde ya.
Pero la construcción de una elección, miren, yo sé que cuando uno ve cómo se hace el país, y ve que a pesar de los temas de seguridad no hay una sola casilla que deje de instalarse por temas de seguridad, otro tema es la irrupción del crimen y, eventualmente, su injerencia en la política, pero en términos electorales en 2021 no hubo una sola casilla que hubiera dejado de instalarse por cuestiones de seguridad, y miren que el INE tiene que operar en zonas controladas por la criminalidad organizada, en muchos casos el INE es la única institución del Estado Mexicano que entra a algunas zonas del territorio nacional, eso no se improvisa, y eso tiene que ir construyendo.
¿Qué es lo que está haciendo aquí? lo que la experiencia nos enseña, lo último que, lo único que no puede, lo único que está exorcizado en la organización de una elección es la improvisación, luego hay bomberazos, eh, y hay situaciones que, pues, rebasan hasta la imaginación y tienen que atenderse, pero que esos sean los casos aislados, que la normalidad sea la previsión y la planeación.
Y eso empieza a hacerse ahorita o más adelante es tarde, insisto, si uno no es creyente y se mete a la función electoral acaba, cuando se termina de ella, creyendo en los milagros, pero no son milagros.
Aquí no tiene que ver, va muy laico, no hay milagros electoral, hay trabajo, y el trabajo o empieza ahora o el día después vamos a depender de los milagros; y como los milagros a veces ocurren y a veces no, pues más vale no depender de voluntades trascendentales, sino del trabajo cotidiano, ¿no? en fin.
¿No sé si haya alguna otra pregunta o alguna intervención? de otro modo pues es un privilegio de nueva cuenta estar aquí con ustedes, y agradezco muchísimo su presencia y, sobre todo, su paciencia.
Muchísimas gracias.
Y terminaría solamente con un abusivo mensaje final.
La democracia no se construyó en un día, la democracia no es obra de una persona, de un partido, de una fuerza política, o de una ideología.
La democracia que hoy tenemos es el resultado de esfuerzos de muchas generaciones de personas que teniendo distintas posturas políticas tuvieron una gran coincidencia, que fueran los votos libremente emitidos de las y los ciudadanos quienes definieran la disputa por el poder de manera pacífica, y esa es una gran construcción, que es una construcción colectiva.
La ruta de la democracia no es una ruta unidireccional, no camina en un único sentido, lamentablemente ha habido en la historia muchos casos de democracias, incluso democracias consolidadas, que invocaron una ruta distinta, una ruta regresiva, así como la democracia es una construcción que nos involucró a todas y todos, la defensa de la democracia es también una responsabilidad colectiva, y no hay una trinchera menor desde la que se pueda y se deba, digo yo, defender la democracia, ésta es una de ellas.
Muchísimas gracias.
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