La participación electoral se refiere a la asistencia de las y los ciudadanos a las jornadas electorales para emitir su voto. Expresan así su confianza en el sistema electoral, le piden cuentas al sistema político y en su caso revisan o rediseñan el sistema de partidos, sancionando o premiando partidos y candidaturas con su voto.
Naturalmente, es central para el funcionamiento de las democracias, pues el voto es la herramienta fundamental con la que cuenta la ciudadanía para expresar sus preferencias e intereses y para ejercer el control sobre el funcionamiento del gobierno y el poder legislativo.
Es indispensable para el andar de las democracias, pues el sufragio es el principal instrumento con el que cuenta la ciudadanía para expresar sus preferencias e intereses y para exigir que el gobierno rinda cuentas.
Para hablar de este tema es fundamental acudir al Informe País 2020: el curso de la democracia en México, que publicó recientemente el Instituto Nacional Electoral (INE) y que es parte de nuestra Estrategia Nacional de Cultura Cívica.
Con este informe el INE ofrece a la sociedad un análisis completo sobre el estado que guarda la democracia en México, atendiendo a tres dimensiones de la vida democrática: la representación, la participación y los valores democráticos.
Como lo reporta el Informe, en las elecciones federales en las que se elige a la Presidencia de la República y a ambas Cámaras del Congreso de la Unión, los niveles de participación oscilan alrededor de 63%. En cambio, en las elecciones intermedias, en las que solo se elige a las y los integrantes de la Cámara de Diputadas y Diputados, la participación no ha alcanzado 50%, salvo en las elecciones de 1997 y 2021, que fue de 57% y 53%, respectivamente.
Para tener un parámetro comparativo, hay que señalar que en América Latina, según IDEA Internacional, el promedio de participación en las más recientes elecciones presidenciales es del 66%, con casos de altísima participación, como República Dominicana (90%) y Argentina (88%) que cuentan con voto obligatorio; y casos verdaderamente preocupantes, como Uruguay (46%) y Brasil (47%).
Ahora bien, según la más reciente encuesta mundial de valores (2017-2020) en términos de los valores asociados a la participación electoral, en promedio, el 64% declara votar siempre y el 18% hacerlo con frecuencia en países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Alemania, Estados Unidos y México.
Encontramos casos relevantes como Alemania, donde 74% de los y las entrevistadas declararon que participan siempre, y Brasil, donde la cifra es de solo el 44%. En México, 63% de las y los encuestados señalaron que votan siempre y el 22% que lo hace usualmente.
Para comprender mejor estos fenómenos, el Informe País 2020 reporta también que varios factores inciden en la participación electoral. En primer lugar, los socioeconómicos (nivel de desarrollo económico de la unidad geográfica). En segundo lugar, los institucionales (obligatoriedad del voto, facilidad del registro, tipo del sistema electoral, el número e importancia de cargos por elegir, la percepción sobre la relevancia de la elección, etc.). Finalmente, los partidistas (el número de partidos políticos, la claridad y diferencia entre las opciones políticas que compiten y el nivel de competitividad de un proceso dado).
Sin embargo, las características individuales de las y los votantes también tienen un impacto en la decisión de votar. Así, la edad y el nivel educativo se asocian a la participación electoral: las personas de mayor edad y de mayor nivel educativo tienden a participar más que las personas jóvenes y de menor nivel de preparación.
La situación particular también cuenta. La disponibilidad de los recursos, como dinero, tiempo y conocimientos sobre la política e instituciones, fomenta la probabilidad de votar.
¿Cómo y en qué medida estos factores explican el comportamiento electoral de las y los mexicanos? En primer lugar, destaca que no necesariamente asocian el ejercicio de la ciudadanía con la participación política ni electoral. Para la mayoría, la ciudadanía significa fundamentalmente tener responsabilidades (36%) y derechos (29%). Votar obtuvo apenas el 10% y contar con una educación política, el 9%.
En segundo término, hay que señalar que, según la Encuesta Nacional de Cultura Cívica del INEGI, las y los mexicanos expresamos una clara preferencia por la democracia como forma de gobierno. El 89% está muy de acuerdo y algo de acuerdo con el régimen democrático; y a la vez, el 58% está muy en desacuerdo y algo en desacuerdo con un régimen dictatorial.
En tercer lugar, a pesar de expresar el aprecio por la democracia como forma de gobierno, buena parte de la ciudadanía mexicana parece cuestionar su preparación para participar políticamente.
Cuando el INEGI preguntó si estaban de acuerdo con la frase “considero que tengo los conocimientos y habilidades” para participar en la vida política del país (votar, manifestarse y protestar, militar y postularse para un cargo de elección popular), el 69% mencionó estar “muy y algo de acuerdo”, mientras que el 29% dijo estar “algo o muy en desacuerdo”.
Ahora bien, sobre la confianza en el proceso democrático, en promedio, el 79% de las personas cree que en las elecciones se compran los votos y el 72% considera que el poder económico tiene una influencia desmedida en el desarrollo y resultado de los comicios. Además, el 76% considera que el gobierno usa recursos públicos para favorecer a sus partidos y el 38.5% señaló que se amenaza a las y los votantes en las casillas.
Asimismo, es necesario subrayar que, en promedio, el 52% de las personas confía en que los votos se cuentan limpiamente y el 47% considera que las autoridades electorales son justas. Dicho de otra manera: los niveles de confianza social en el INE son mayores que la confianza en la limpieza de las elecciones.
Al mismo tiempo, el INE es una institución con gran reconocimiento ciudadano, con 60% de confianza social. Esto lo coloca solo por debajo de las Universidades Públicas (70%), del Ejército y la Marina (64%) y la Guardia Nacional (61%), pero por encima de los medios de comunicación (49%), sindicatos (31%), policías (28%), legisladores y legisladoras federales y locales (23%) y partidos (22%).
Estos datos demuestran que la participación ciudadana es fundamental para un sistema electoral como el nuestro por lo que la tarea del INE en coadyuvancia con los partidos políticos es buscar los canales y las formas para incentivarla y con ello, darle mayor legitimidad al ejercicio del poder público.