VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LAS JORNADAS DE ANÁLISIS, «DEBATE ACTUAL SOBRE EL MARCO POLÍTICO ELECTORAL», REALIZADO EN FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO (UNAM)
Muchas gracias.
Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.
4es un verdadero privilegio estar por segunda ocasión en este día en mi Facultad, en nuestra Facultad, y para poder participar en este importante evento, en estas Jornadas de Análisis “Debate actual sobre el marco político electoral”, que tiene una oportunidad muy particular de, precisamente, en este periodo legislativo se ha estado planteando la discusión y el análisis de eventuales modificaciones a nuestro sistema electoral de cara a la que se anticipa será la cita electoral más importante, más grande y, probablemente, más compleja de nuestra historia; es decir, las elecciones de 2024.
Para mí es un verdadero privilegio poder estar acá, quiero agradecer particularmente a los directores de los Seminarios de Derecho Constitucional, al doctor Rodrigo Brito, y al Director del Seminario de Derecho Electoral, el doctor José Luis López Chavarría, la gentil invitación para poder estar esta mañana con ustedes en un aula que, le decía ahora a nuestro Director, al doctor Raúl Contreras, pues no solamente constituye el espacio privilegiado de reflexiones en esta Facultad junto con el Ius Semper Loquitur, sino, además, es este el espacio en donde hace 27 años tuve el privilegio de poder titularme como licenciado en Derecho por nuestra alma mater por nuestra Facultad.
Así que, volver aquí en un espacio en el que uno ve a tantos jóvenes, algunos de ellos alumnos a quienes les agradezco su presencia, pues es verdaderamente un privilegio.
Y le decía al doctor Contreras que dijera una cosa, esta es una Facultad no solamente porque, de la que salieron en su momento presidentes o personajes importantísimos de la historia nacional. Esta es una Facultad que constituye un espacio de formación que les va a permitir a cualquiera de ustedes que realmente se lo proponga ocupar cualquier responsabilidad en el Estado mexicano.
No soy el único, al contrario soy uno de muchos que ha tenido el privilegio de formarse en las aulas de esta Facultad y poder desde aquí, sin dejar nunca de dar clases, poder brindar servicio a la sociedad ocupando cargos públicos.
Yo quisiera articular esta reflexión y poder dejar un espacio después para preguntas, respuestas y comentarios de parte de ustedes en tres grandes partes. Desde mi punto de vista abordar o avocar un proceso de reforma electoral innegablemente, inevitablemente requiere hacer una pausa en el camino para hacer un breve ejercicio de retrospección, es un ejercicio de retroactivo, de análisis para poder saber de dónde venimos, un balance de dónde estamos y, eventualmente, tener ahí sí las bases para poder saber hacia dónde vamos.
Un viejo profesor de la Facultad, que ya se nos adelantó, de varias Facultades, pero también de esta, y que fue para privilegios de algunos nuestro profesor Arnaldo Córdova decía que “la historia es maestra de la política” y saber de nuestra historia nos permite ubicarnos en el tiempo y, sobre todo, poder prefigurar hacia dónde vamos.
Y si no vemos de dónde venimos, si no analizamos de dónde venimos, corremos el riesgo de no saber dónde estamos parados y, consecuentemente, de avocar rutas que no necesariamente nos lleven al fortalecimiento de nuestro orden constitucional y de nuestros sistema democrático.
Y creo que en el ámbito electoral esto es particularmente vigente, sobre todo, porque nuestra transición a la democracia es una transición suigéneris, esta es la primera reflexión. Si me ayudan con la lámina.
Por supuesto hay muchas láminas que pasaré, por el tiempo, muy rápido, pero pues está a disposición e los organizadores para que pueda, no sé, sobre todo cuando haya cifras a disposición de todas y todos ustedes.
Lo primero que valdría la pena señalar, es que nuestra transición es una transición muy particular.
A diferencia de las transiciones que han sido modelos de estudio como la transición española, que probablemente es la de referencia, una transición que se concretó en muy breve tiempo y que parte con la muerte del Dictador Franco en 75; en un proceso de negociación y de conformación de consensos para darse un nuevo orden político que duró un par de años; la expedición de los pactos o la firma de los Pactos de la Moncloa que definen el nuevo arreglo, tanto en lo económico, como en lo político del Estado español; la expedición de una nueva Constitución, una Constitución que refunda el orden democrático constitucional en España, la de 1978, la ida a una primera cita electoral que gana el centro derecha con Suárez; una segunda ronda electoral que vuelve a ganar Suárez; la crisis económica que hace que el gobierno de Suárez zozobre; el intento de Golpe de Estado del Coronel Tejero; nueva cita electoral; y ya para 1982 gana el PSOE.
Es decir, en a penas un arco de a penas 5 años, en un lustro en España, transitaron de un régimen autoritario a un régimen en el cual, a través de las elecciones, todas las fuerzas del espectro político habían llegado al poder.
La nuestra transición es un poco distinta.
Nuestra transición no implicó una ruptura del orden constitucional, hoy seguimos con una Constitución, sin lugar a dudas mucho más robusta en términos de sus dimensiones, ya lo mencionaba el señor Director solamente haciendo referencia al artículo 41, pero no hubo una ruptura en el orden constitucional, sino una profunda transformación constitucional, pero tampoco hubo un momento que marcara un espacio, digámoslo así, fundacional.
La reforma de 1977 fue una reforma que desencadenó un proceso y puede constituir, desde ese punto de vista un antes y un después, pero la reforma de 1977 no significó que de la noche a la mañana el país se democratizara.
El proceso de transición en México es un proceso muy particular, un proceso lento, gradual, paulatino, que se ha articulado a lo largo de nueve reformas electorales, grandes reformas electorales que se han establecido y que se han promulgado, que se han dado a lo largo de prácticamente cuatro décadas y media.
Este año se celebró, por cierto, el 45 aniversario de la primera reforma que comenzó nuestro proceso democratizador y de aquél célebre discurso al que haré referencia en un par de minutos de Don Jesús Reyes Heroles en Chilpancingo explicando el sentido de la reforma.
Palabras que vienen de atrás pero que vale tener presente en los tiempos que hoy corren.
Así que nuestra transición no implicó una ruptura, no implicó una refundación y fue gradual y paulatina. Lo que no significa que no haya sido profunda en cuanto a sus alcances.
Si ustedes hacen un intento de retrospectiva y ven cómo era le México de hace a penas 32 años, no tiene nada que ver con el México de nuestros días, y esa transformación ocurrió evidentemente a través de lo electoral.
Hace 32 años el mapa de la República era un mapa prácticamente monocolor, no había un solo senador antes de 88 de oposición, todos eran del partido gobernante, no había un solo gobernador que no fuera del partido gobernante, las mayorías estaban blindadas en las cámaras que permitían una reforma constitucional de una sola fuerza política sin consultar con las demás y, además, existía una lógica en donde decían nuestros abuelos “pues pa´ qué votamos si sabemos quién va a ganar”, en la que prácticamente no había certeza en torno a las reglas electorales, pero sí había certeza respecto a quien iba a ganar las elecciones.
Hoy ocurre exactamente lo contrario.
La pluralidad política cruza el país a lo largo y ancho, la alternancia se ha consolidado como un fenómeno absolutamente natural entre nosotros, hay una claridad respecto de las reglas, y hay una incertidumbre en el ámbito electoral que es la única incertidumbre aceptable en democracia y es no saber quién va a ganar las elecciones, hasta que la noche de las elecciones las autoridades dan los resultados preliminares.
Es decir, esto habla de la profundidad del cambio político en nuestro país, aunque es un cambio político muy particular.
No pretendo hacer aquí una historia de la transición, pero vuelvo a insistir, es importante saber de dónde venimos y cómo se fue articulando esa transformación política para poder saber qué es lo que necesitamos a partir de nuestras problemáticas actuales.
Vamos a la siguiente.
Creo que el punto de partida, sin embargo sí merece una reflexión adicional, ya lo comentaba el doctor Contreras.
La elección de 1976 es una elección que si uno la veía desde afuera haría suponer que este era un país monolítico, un país con un pensamiento único, un país con un único candidato a la Presidencia que contendía en las urnas.
Sin embargo, la realidad era bien distinta, esa fue, digamos la gota que derramó el vaso y que evidenció cómo un sistema político que era el que se había gestado a lo largo del siglo XX, a partir de la Revolución Mexicana, era un sistema refractario al pluralismo político, hermético, vertical y autoritario.
Un dato para tomar en cuenta, si vamos a la anterior, perdonen.
Estos partidos políticos a los que hacía referencia el doctor contreras prácticamente fueron los únicos que durante un cuarto de siglo existieron, desde 1953, hasta 1978 solamente había cuatro partidos políticos con registro: el partido gobernante, el PRI, e PPS y el PARM, como se les conocía, partidos satélite. Pues de hecho durante este periodo siempre postularon a los mismos candidatos a la Presidencia y casi siempre a los mismos candidatos a las gubernaturas que el partido oficial, el PRI, y un único partido de oposición que representaba solamente un ámbito del espectro político, el centro derecho, el PAN.
No había ningún partido de izquierda que fuera oposición, que no fuera satélite del PRI, que tuviera registro legal. Y, sin embargo, este inmovilismo de un cuarto de siglo, contrastaba con el periodo de mayor turbulencia política de nuestra historia: huelgas de maestros, huelgas de ferrocarrileros, huelgas de electricistas, levantamientos armados clandestinos, guerrillas urbanas y rurales, el movimiento del 68 y luego el movimiento del 71, que expresaban una efervescencia y una pluralidad política que ya no cabía en los moldes institucionales que teníamos vigentes y que, recibieron la respuesta de un régimen autoritario de la única manera en que los regímenes autoritarios responden, con la violencia y con la represión.
La transición era inminente, y me parece que evocar el arranque de esta historia y aquí me he detenido un poco más de lo necesario, si se quiere, pero porque me parece importante saber de dónde venimos para evitar volver a un pasado que afortunadamente dejamos atrás, quitando a Don Jesús Reyes Heroles. La próxima.
Don Jesús Reyes Heroles en el célebre discurso del 1° de abril de 1977 en Chilpancingo señaló y, permítanme citarlo, ojo, esto ocurrió hace 45 años, esto lo dijo hace 45 años por un profesor de la Facultad y son palabras que tienen un enorme vigencia todavía: “Mayorías y minorías constituyen el todo nacional”, la importancia de subrayarlo el todo nacional no es único, como en días recientes de manera peligrosa se ha venido señalando.
“la unidad nacional implica mayorías y minorías, y el respeto entre ellas, su convivencia pacífica dentro de la ley es base firme del desarrollo del imperio de las libertades y de las posibilidades del progreso social”. Y decía de manera monitoria Don Jesús, “cuando no se tolera se incita a no ser tolerado y que abona al cambio de la fratricida intolerancia de todos contra todos. La intolerancia sería el camino seguro para volver al México bronco y violento”. Ahí arrancó esta historia.
Permítanme hacer una especie de análisis, sintético, hay muchos textos-la siguiente, por favor-, que a lo largo de las últimas décadas han venido analizando el fenómeno de la transición. Ahí está la Mecánica del Cambi0 Político de José Woldenberg, Ricardo Becerra y Pedro Salazar, entre muchos otros textos.
No pretendo aquí hacer una reconstrucción de cada una de estas reformas, sino, más bien, permítanme hacer una especie de sugerencia de lectura esquemática y a vuelo de pájaro que nos permita identificar, entender qué es lo que ha cambiado y cuáles fueron las problemáticas que buscaron resolverse y atenderse a lo largo de estas cuatro décadas y media de cambio político-electoral.
La sugerencia de lectura que quiero hacer con ustedes es tratar de englobar a las distintas reformas electorales a partir de cuál fue el propósito primordial de cada una de ellas.
Dicho de otra manera, cuál era la necesidad que tenía que resolverse en el camino de la democratización de nuestro país. Obviamente son reformas todas ellas, todas son reformas constitucionales no se abocaron solamente atender alguna problemática y las reformas con el paso del tiempo, no solamente fueron acumulativas, es decir, fueron resolviendo problemas que algunas antes habían tratado de avanzar. Y, desde este punto de vista son reformas progresivas.
Pero permítanme plantear cuáles fueron los principales problemas, el principal problema en cada momento para tratar de poder entender el tránsito democratizador, así como decía, a vuelo de pájaro.
La primera preocupación, la primera necesidad a tener, visto de dónde veníamos, era abrir el sistema político, permitir que en el sistema de partidos, nuevas fuerzas sí se quiere germinales y todavía minoritarias, pudieran tener acceso y vivir en el ámbito institucional.
Es decir, no estar en la clandestinidad, sino incorporarlas en el ámbito de las instituciones y de la política legalmente establecida y, por supuesto, permitir que esta pluralidad, que poco a poco iría fortaleciéndose, tuviera también la posibilidad de verse reflejada en los espacios de representación política.
Es decir, ahí donde se toman las decisiones y en primera instancia en la Cámara de Diputados.
La tan vilipendiada figura de la representación proporcional, que entonces se introdujo en nuestro país fue la puerta mediante la cual se permitió que mayorías y minorías estuvieran presentes, donde se toman las decisiones y, por lo tanto, fueron decisiones que tuvieran un grado de representatividad y, por ende, de democracia, que no tenían aquellas en donde una mayoría actuaba como si fuera un todo homogéneo y se imponía a los demás.
Hoy, esa figura es la que podemos decir en retrospectiva, nos permitió transitar hacia la democracia a pesar de que voces del descrédito público en muchas ocasiones, irresponsablemente ha proferido.
Esa fue la primera necesidad. Y bien pronto, las elecciones empezaron a ser un reflejo de muchos membretes, muy diversos que competían algunos de ellos obteniendo incluso triunfos en algunos municipios, en algunos escaños de representación en la Cámara de Diputados y Diputadas, en los Congresos Locales.
Para 1988, una nueva necesidad se planteaba en el horizonte. Las elecciones de 88 fueron elecciones que carecieron de la legitimidad y de la confianza necesaria para poder ser considerados democráticas.
O sea, hubo un gran fraude electoral y hubo muchos elementos que manifestaron que ese sistema es un sistema agotado.
Un sistema, por cierto, que tenía a la Secretaría de Gobernación, a la responsable de organizar las elecciones a través de la Comisión Federal Electoral, a la CFE presidida por Manuel Bartlett.
No es la Comisión Federal de Electricidad que dirige Manuel Bartlett. Es el mismo Manuel Bartlett, las siglas son las mismas, pero era otro órgano, dependiente de la Secretaría de Gobernación.
Un órgano, la Comisión Federal Electoral, que tenía la mayoría de los integrantes de un partido político.
La CFE de 1988 quien organizó las elecciones de 88 tenía 31 integrantes, porque la ley establecía que los partidos políticos tendrían presencia en ese órgano de manera proporcional al peso electoral que habían obtenido en la última elección de diputaciones.
Esto que quería decir, que de 31 integrantes, el PRI tenía 16 miembros con derecho a voto, además estaba el Secretario de Gobernación que era priísta, luego se le quitó, pero bueno, era priísta entonces, había un senador que era elegido por los senadores y no podía no ser priísta porque no había senadores de oposición y un diputado que también era priísta, porque la mayoría en esa Cámara era del PRI.
Pero incluso, si estos tres funcionarios hubieran votado en contra del partido gobernante, el PRI tenía los suficientes votos para poder tomar decisiones.
Es decir, el PRI, partido en el gobierno, era juez y parte de los procesos electorales. Eso tenía que cambiar si queríamos democratizarnos.
Por eso, la segunda gran necesidad fue construir un sistema electoral y, por sistema electoral hablo de un conjunto de instituciones, de reglas y de procedimientos que fueran ciertos, conocidos y que inyectaran credibilidad en los resultados electorales y por ende legitimidad política.
Se trataba, de construir un nuevo entramado de normas, reglas e instituciones que permitieran como se decía a principios de los años, 90 que los votos se contaran bien y efectivamente contaran.
Para 1994, la necesidad estaba colocándose en otra problemática. Para 1994 ya no tuvimos elecciones contestadas como seis años atrás, el problema sin embargo, es
que el primer ejercicio de fiscalización, muy embrionario, nada que ver con lo que hoy ocurre, que estuvo a cargo del entonces Instituto Federal Electoral, en ese año convulso, en donde tuvimos el levantamiento zapatista y además el asesinato del candidato del partido gobernante, se evidenció algo que era la nueva problemática por resolver como decían.
Ese ejercicio de fiscalización que no tenía una real auditoria detrás, que simple y sencillamente reflejaba loque los partidos le reportaban e informaban al Instituto Federal Electoral evidenció que el partido en el gobierno había gastado ocho de cada 10 pesos.
El 80 por ciento del gasto lo había realizado el partido en el gobierno evidenciando que había que cambiar radicalmente condiciones de la competencia en una clave equitativa.
A eso se abocaron las reformas de ese tercer momento de nuestra transición, a construir una base de equidad, equidad no quiere decir igualdad, sino un piso mínimo para que las distintas fuerzas políticas pudieran competir eficazmente en las urnas.
Y esto se logró a partir de dos grandes instrumentos. Un financiamiento público generoso que vale la pena repensar en sus montos, pero no olvidar que ésta es una condición fundamental para conseguir la equidad en la competencia.
Y no es casual que las primeras elecciones realizadas después de que se generó este piso más equitativo para competir, en donde todos los partidos tuvieron recursos para poder presentar su oferta electoral ante la ciudadanía, en la Ciudad de México, 1997, por primera vez al abrirse la elección a Jefatura de Gobierno, la ganó la oposición.
Y en ese mismo año, en la Cámara de Diputados, el partido gobernante perdió la mayoría absoluta que tenía a priori. Y en el año 2000, la siguiente elección presidencial, ocurrió la primera alternancia a la Presidencia de la República.
Y también la mayoría a la pluralidad alcanzó al Senado y ninguna fuerza tuvo mayorías predefinidas.
Esto logró gracias a ese piso de equidad que se instrumentó a partir de la reforma de 1996 por la vía del financiamiento y más adelante, el otro gran eje, el conseguir la equidad, al establecer que no fuera el dinero lo que permitía el acceso a la radio y la televisión, que aún hoy con las redes sociales siguen siendo el principal medio a través del cual se informan las y los mexicanos.
¿Cómo se logró esto? Prohibiendo la compra de publicidad y estableciendo un modelo que usaba los tiempos del Estado para ponerlos a disposición de manera equilibrada entre las distintas fuerzas políticas para que pudieran presentar su oferta ante la ciudadanía.
Para 2014 una nueva problemática se presentó en el horizonte y es que la calidad con que las elecciones se realizaban en el plano federal contrastaba muchas veces con la que ocurrían las elecciones locales.
La reforma de 2014, la última reforma, tuvo pues el propósito de resolver esta problemática tratando de estandarizar y homogenizar las condiciones con las que se realizaban las elecciones en el país.
No solamente entre las federales y las locales, sino también las locales entre sí y eso es justamente lo que dio origen al Instituto Nacional Electoral.
Y hasta aquí esta reconstrucción histórica de dónde venimos, pero para mí era muy importante dejar claro cuáles fueron las problemáticas que se fueron resolviendo con los distintos cambios legales y constitucionales que se articularon a lo largo de más de cuatro décadas.
Vamos a las siguiente, dos más por favor. ¿Y dónde estamos hoy? Cuál es el balance que podemos hacer del Sistema Electoral que hoy tenemos para poder saber que hay que mejorarle y hacia dónde tendrán que nuestros cambios.
Bueno, permítame aquí compartir algunas cifras, algunos datos. No me gusta a mi hablar a partir de subjetividades o de puntos de vista personales, sino más bien centrémonos en los datos.
Datos objetivos que son compartibles que pueden no gustar, pero que ahí están.
Primer gran dato, a lo largo de estos ocho años y medio, del 2014 a la fecha, el Instituto Nacional Electoral ha organizado 330 elecciones.
Dato comparativo, el IFE entre 1990 y 2013, 2014, cuando fue sustituido, organizó en esos 23 años, 18 elecciones federales. El INE ha estado involucrado en la organización directamente, o sea, de manera exclusiva, o bien junto con los Organismos Públicos Locales Electorales, en la organización de 330 elecciones.
Estoy sumando aquí las elecciones federales y las elecciones locales, las elecciones ordinarias y las elecciones extraordinarias; las elecciones de dos partidos políticos para renovarla, para establecer o definir sus dirigencias, el PRD en1994, la encuesta que tenemos que hacer en el año 2020 para definir la actual dirigencia de Morena.
Estoy hablando de la elección de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, de los dos inéditos ejercicios de democracia directa, la Consulta Popular y la Revocación de Mandato que han tenido que organizarse y ninguno de estos procesos electorales ha tenido como consecuencia un conflicto poselectoral.
Es decir, las elecciones están sirviendo para recrear la democracia y conseguir el propósito que estas deben tener un sistema democrático, es decir, permitir el acceso al poder a través de la vía pacífica y a partir de la voluntad de las y los ciudadanos.
Siguiente cifra, siguiente lámina.
Pero no ha habido solamente 330 elecciones exitosamente organizadas. También en este periodo de ocho años y medio, hemos tenido el índice de alternancia más alto de nuestra historia, alcanzando a nivel nacional casi un 63 por ciento.
Esto qué quiere decir? Que en México, en el México de hoy, de los últimos ocho años, la probabilidad que tiene un partido que gana una elección de ganar la siguiente ronda electoral, es solamente de una de cada tres posibilidades.
Y todos los partidos han sido beneficiados de esta alternancia. Todos, unos más, unos menos. Morena en primera instancia, sin lugar a duda, pero también Morena ha ganado y perdido elecciones.
Todos los partidos han ganado y perdido elecciones como ocurre en democracia, evidenciando que quien gana, no gana de una vez y para siempre y quién pierde, no pierde tampoco de una vez y para siempre, que quien gana no gana todo y que quien pierde tampoco lo pierde todo como ocurre en las democracias.
Evidencia además otra cosa que me parece importante subrayar, que en México el voto ya no es solamente un derecho que ejercemos los ciudadanos para definir quiénes son nuestros representantes y nuestros gobernantes, también es un mecanismo mediante el cual premiamos o castigamos buenas o malas acciones de gobierno, como ocurre en todas las democracias.
Siguiente lámina. Pero además de hacer elecciones, el INE como ustedes saben tiene otros propósitos de las funciones, algunas de ellas, por ejemplo, la expedición de la credencial para votar y el mantenimiento, el resguardo de la base de datos más importante, datos personales más importante que existe en el Estado mexicano, el Padrón Electoral, que por cierto, representa uno de cada 3 pesos de gasto operativo que el INE ejerce.
Que todos tengamos una credencial gratuita, que tengamos nuestros datos personales, que están siendo incluso utilizados por el INE para identificar, colaborar a combatir el flagelo de los de los cadáveres, de personas desconocidas o de las personas desaparecidas, tiene un costo.
Y ese es un costo que bien vale la pena pagarse para seguir ofreciendo un servicio que es fundamental.
¿Cuántas credenciales hemos emitido en estos ocho años y medio? Casi 122 millones de credenciales gratuitas, con un promedio de atención en nuestros casi 900 módulos dispersos por todo el país, de cerca de 44 mil trámites diarios, como promedio, aunque ha habido momentos en que hemos logrado, como en enero de este año, la atención de 335 mil trámites en un solo día.
¿Para qué sirve esto? Bueno decía siguiente lámina, pues no solamente para tener elecciones libres y ciertas, decía el Presidente de la República el 5 de febrero pasado, en el acto de conmemoración de nuestra Constitución, que había necesidad de una reforma electoral para que ya no hubiera fraudes y para que los muertos ya no votarán.
Bueno, como me gusta decir en México desde hace mucho tiempo no hay fraudes, gracias a la institucionalidad electoral que tenemos y la prueba es que en esas 330 elecciones no ha habido conflictos poselectorales y en México desde que tenemos el Padrón Electoral que tenemos.
Es decir, construido, que se empezó a construir hace 31 años, los muertos ya no votan. Si los muertos a veces aparecen firmando solicitudes de ejercicios de democracia directa, pero eso no es, no necesita una reforma, hay conductas fraudulentas, de gente tramposa a la que hay que aplicarle la ley y gracias a que tenemos este Padrón Electoral es que se pudo saber que había quienes estaban haciendo trampa o pretendían hacer trampa.
Bueno el INE ha firmado una gran cantidad de convenios con distintas instituciones, como decía, para combatir el flagelo de las desapariciones.
La siguiente.
Y además, la base de datos biométrica del padrón está siendo utilizada para poder resolver o por lo menos darle identidad a muchos de los cuerpos que se encuentran, lamentablemente vista la crisis de seguridad que sigue viviendo nuestro país.
Un dato solamente para ilustrar el punto. Hemos recibido 61 mil solicitudes de huellas dactilares, de cuerpos que se han encontrado en fosas, en fin, que no se les puede dar una identidad; de esas 61 mil huellas que se le han turnado al INE en virtud de los convenios que hemos firmado con SEMEFOS, con fiscalías, con tribunales de justicia, etcétera, hemos logrado ya la identificación, en primera instancia, de más de 17 mil de esas huellas.
Las otras pueden ser huellas de extranjeros, no las tenemos, huellas mal tomadas que no se pueden compulsar, huellas de menores de edad que tampoco tenemos; el problema es que la incapacidad de los servicios forenses para poder determinar la coincidencia legal, porque lo que el INE hace es una coincidencia técnica, me dan una imagen, la compulso con las imágenes que tenemos y hay una primera coincidencia que, en primera instancia, ya nos arrojaría un nivel de credibilidad o confiabilidad del 95 por ciento.
Pero dado que nosotros no podemos entregar esos datos porque no son nuestros, son de ustedes, nosotros los resguardamos, sino mediante una orden judicial o un documento legal que certifique la defunción de alguna persona, pues necesitamos que haya un dictamen pericial a cargo de los SEMEFOS, necesitamos un dictamen que nos diga que estas dos huellas, jurídicamente son las mismas y lamentablemente esto sólo ha ocurrido en cuatro mil 800 casos.
Es decir, tenemos más de 11 mil casos, perdón, más de 13 mil casos a los que podríamos ya nosotros darle identidad, permitir el duelo de los familiares, pero lamentablemente no se ha invertido lo que se tendría que invertir en estas lógicas forenses.
Dos láminas más.
Un par de cosas adicionales, el INE también administra el modelo de radio y televisión; monitoreamos todas las señales de radio y televisión que se transmiten en el país y lo que se ha arrojado en los últimos ocho años, es un índice de cumplimiento altísimo.
En las últimas elecciones tenemos índices de cumplimiento que rebasan el 99.6 por ciento de los spots que el INE pauta y que son transmitidos puntualmente.
Esto, ¿qué quiere decir?, pues es el resultado de un modelo que funciona y que se deriva del compromiso democrático de los concesionarios de la radio y la televisión, pero también del hecho de que son observados y el INE es el único órgano electoral, perdón, el único órgano en México y el único órgano electoral en el mundo que realiza un monitoreo de todas las señales de radio y televisión.
Luego se dice, ay, es que es el órgano más caro, primero, eso es falso, no es cierto; hay sistemas electorales mucho más caros y lo vimos este año, las tres elecciones de Colombia, de este año, costaron en su conjunto más que las elecciones federales del año pasado en México, mucho más, y Colombia tiene un Padrón Electoral mucho más chico que el nuestro.
Pero, bueno, esto es una función exclusiva, no hay ningún otro órgano electoral en el mundo que realice esta función como lo hace el INE, pero insisto, es un modelo que funciona.
Vamos a la siguiente.
Y, ¿esto en qué se ha traducido?, pues se ha traducido en el hecho que, guste o no, el INE es la institución civil que mayor confianza tiene entre la ciudadanía; aquí hay varios ejemplos de encuestas, de levantamientos de opinión realizados en el último año, la Encuesta de Cultura Cívica que hizo el INEGI, a principios de 2021, ya colocaba al INE como la institución civil con mayor credibilidad pública, sólo después de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Nacional.
O bien aquella de Parametría que, en un tracking nos revela cómo la credibilidad del INE es posible entre el 60 y el 70 por ciento, o bien la siguiente reforma poco después de la Revocación de Mandato, a pesar de la campaña de desprestigio que, por cierto, la autoridad electoral revelaba que el INE tenía un 64 por ciento de confianza ciudadana. O el tracking que hace GEA-ISA y que es el más actualizado de todos los que se han realizado, porque se presentaron resultados la semana pasada.
Luego de llegar a un tope a finales del año pasado de 73 por ciento de credibilidad y de confianza, nunca había ocurrido en la historia de la autoridad electoral un índice tan alto, y después de la intensa campaña de desprestigio al que fue sometido el Instituto Nacional Electoral, se redujo la credibilidad y la confianza en el primer trimestre de este año a un 60 por ciento.
En el siguiente semestre volvimos a subir a 70 por ciento y en la última medición traemos un 66 por ciento, es decir, el INE es una institución que tiene entre 65 y el 70 por ciento de credibilidad.
Ustedes van a decir y eso ¿qué?, si no es concurso de popularidad la historia, yo estoy de acuerdo, le dejo las encuestas y la obsesión por las encuestas a otros, pero por qué es importante la confianza ciudadana, por lo siguiente, porque el INE no hace elecciones solo, el INE solamente organiza las elecciones, quien las hace son las y los ciudadanos, que deciden, déjenme la expresión coloquial, jalar con el
INE, colaborar con el INE y ser los responsables de recibir y contar los votos el día de la elección.
En México la ciudadanización de las elecciones es que son nuestras vecinas y vecinos, ciudadanos aleatoriamente seleccionados y capacitados para tal efecto, para cada elección, quienes reciben y cuentan los votos, ésas son la principal ancla para evitar manipulación de los resultados electorales, que son las y los ciudadanos los que cuentan los votos de las y los ciudadanos.
Y para esto es la confianza, para que esto pueda ocurrir, algo que muchos dicen es como un milagro, yo no creo en los milagros, pero después de ocho años, casi nueve, Macarita, en principio tuve el privilegio la mesa del Consejo General contigo, pues sí ya me creo en los milagros, porque que haya elecciones en un país como este y que salgan bien, algo de milagroso tiene.
Son milagros civiles, son milagros laicos, son milagros de las y los ciudadanos.
Los datos, para la elección del año pasado, las elecciones concurrentes y federales del año pasado, necesitábamos a un millón 460 mil personas que pudieran operar las más de 160 mil casillas, después de una primera etapa en donde los sorteamos, fuimos a visitarlos a sus domicilios, en lo que es el trabajo de campo más grande que hace el Estado mexicano, sólo después del censo, y logramos convencerlos, teníamos a casi tres millones de ciudadanas y ciudadanos que dijeron, sí, le entro. Que eran aptos, que habían decidido participar y que habían recibido una primera capacitación, el doble de lo que necesitábamos.
En la Revocación de Mandato, un polémico ejercicio, había quien gustaba, que no gustaba y demás, necesitábamos casi a 188 mil personas y después de la primera etapa de capacitación teníamos a 660 mil personas que habían aceptado, es decir, el 230 por ciento.
Y en las elecciones de junio pasado, las seis elecciones locales, necesitábamos a 148 mil personas y 340 mil habían aceptado, el 230 por ciento, para eso es la confianza, no para andarla presumiendo, es para que las elecciones ocurran y ésa es gente que incluso nos llegaba a decir, yo no creo en la Revocación de Mandato.
Bueno, fue un ejercicio muy polémico, pero me está convocando el INE y ahí voy a estar, para eso es la confianza.
Dicho lo anterior, ¿a dónde vamos?, ¿reforma electoral sí o no?, así estamos, bueno quiero ser muy prudente, ya a partir del 4 de abril cuando me dedique de tiempo completo a mis actividades que nunca he dejado de cumplir, gracias a la insistencia, quiero reconocer, del señor Director.
En las primeras elecciones le dije: Raúl discúlpame, no voy a poder cumplir con los alumnos por la responsabilidad, me dijo da clases en línea, desde entonces no he dejado de dar clases un solo semestre y dirigir tesis y demás, pero bueno, en fin.
Ya después me deschongaré, ya no tendré la responsabilidad, hoy hay una responsabilidad que me impide pronunciarme respecto, lo digo con mucho respeto, respecto de las iniciativas que se han presentado, creo que es muy pertinente que el Presidente haya puesto sobre la mesa su iniciativa, se puede estar o no de acuerdo con ella, porque ya se especula, ya se sabe qué es lo que está planteando el Presidente y sobre la base de eso se puede dar, como se está dando, la discusión en el Congreso.
Dicho lo anterior, la siguiente, déjenme plantearlo así, ¿necesitamos una reforma electoral?, ¿si no hay una reforma electoral está en riesgo la democracia, están en riesgo las elecciones del Estado de México y de Coahuila en 2023 o las de 2024?, que van a ser, como decía, las elecciones más grandes por el número de potenciales electores, estimamos que va a haber 97 millones de posibles votantes, ocho millones más que en las últimas elecciones presidenciales, de las 2018.
Y, además el número de cargos en disputa en las urnas va a ser el más grande en nuestra historia en virtud de la concurrencia, nunca tantos cargos se habrían, se habrán de disputar como en el 2024 en las urnas, en todos los niveles, federal, local, municipal.
¿Qué pasa si no hay elecciones, están en riesgo esos procesos electorales?, la respuesta es clara y contundente, no, no.
El año pasado, en 2021, con estas reglas, con este sistema electoral el INE realizó la mejor elección que se haya realizado en nuestro país desde el punto de vista técnico, de la respuesta ciudadana, del flujo y rapidez de los resultados, etcétera, etcétera, el funcionamiento de los sistemas.
Y estoy seguro y miren que no es porque yo esté ahí ahora que digo esto, en abril del próximo año termina mi mandato, y le tocará conducir esta elección a otros funcionarios, a buena parte de los que están, pero en el Servicio Profesional Electoral que afortunadamente hoy conforma al INE.
Y estoy seguro, que, en el 2024 una vez más el INE, si las reglas son las mismas, volverá a organizar la mejor elección que hayamos tenido en este país. Ésa es la historia del éxito en nuestra institucionalidad electoral.
Ahora, así que si no hay reforma no va a pasar nada, claro, ¿es pertinente una reforma?, siempre va a ser pertinente una reforma si se cumplen al menos tres condiciones -siguiente lámina- y es que, si no, una reforma se puede volver un problema.
¿Cuáles son estas condiciones?, primera, que la reforma, una reforma electoral, es decir la definición de las reglas del juego a las que se van a someter todos los actores políticos, sea el resultado del más amplio consenso posible y si es posible, incluso de la unanimidad, porque eso implicaría una aceptación de todas y todos, a priori, de someterse a esas reglas del juego y cumplirlas.
Si una reforma es impuesta por una mayoría, aunque sea una amplia mayoría, nuestra historia ya nos lo enseña, ya sabemos qué pasa cuando las reglas las define solamente una parte y se la impone a la otra, aunque sea la parte mayoritaria la que decide, o cuando así se decide quiénes son los árbitros electorales; ya lo vivimos, las reglas, la reforma van a ser fuente de problemas y hoy no lo son, ahí están los datos pues para señalarlo.
Dicho lo anterior y, por cierto, no sé si el contexto actual de polarización y descalificación que vivimos sea el mejor para construir esos consensos, cuando a la mitad del Congreso se le ha denunciado penalmente por traición a la patria, yo no sé si lo que siga sea: oigan olvidemos todos y vamos a darnos la mano y vamos a construir nuevas reglas, dónde están los estímulos, insisto, no lo sé, pero creo que es importantísimo no perder de vista esto, porque si no mañana la reforma va a ser fuente del problema.
Quien sea excluido el día de mañana, tenemos jugadores con muy poco compromiso democrático en México, quien pierda va a decir perdí por culpa de las reglas y si, además es el excluido.
Segunda condición, que sea para mejorar lo que tenemos. Hace un año, un personaje que ya, que ocupó un alto cargo en la Cámara de Diputados hasta hace unos días, dijo, dio una declaración, está ahí documentada, que como ya habían cambiado las cosas era tiempo de que las elecciones las volviera a organizar la Secretaría de Gobernación, ¿de veras, echamos 30 años de cambio político-electoral a la basura, volvemos a de dónde venimos?
Híjole, bueno, lo digo solamente como un ejemplo para decir, si nuestro sistema electoral, que es mejorable, nada más faltaba. Soy el primero en señalarlo, lo cambiamos para retroceder, pues no tiene sentido una reforma, mejor no la hagamos.
Y, tercera condición. pues que, si se hace una reforma que sea producto de la información, de los datos, que sea producto, déjeme decirlo así, de la cabeza y no del estómago, o del hígado.
Porque si una reforma se va a hacer para cobrar cuentas pendientes, a partir de rencores personales, o de filias o fobias va a salir mal, y creo que es importante hacer una reflexión subjetiva y seria, e ilustrada, informada.
Y aquí repito, en este espacio académico, lo que fui a decirle a la Cámara de Diputados, a las y los legisladores, cuenten con el INE para tener toda la información real de cómo está el sistema electoral, para tratar de cambiar lo que haya que cambiar, sobre base e información cierta.
Porque si se va a hacer una reforma nada más diciendo que el INE es el órgano más caro del mundo, cosa que ya decía, no es cierta, y sin tener elementos de saber dónde está el costo de ese sistema electoral, y que lo digo de una vez, están en la desconfianza.
Acabo de recibir, no sé por qué me siguen llegando, mi madre era italiana, profesora de esta universidad, y me siguen llegando las boletas electorales. Va a haber elecciones en Italia, elecciones generales, siguen llegando a casa de mis padres las boletas.
Tal vez no se enteró, yo hice el reporte de que había fallecido mi madre, que había sido italiana y, bueno, siguen llegando, pero le decía a mis alumnos esta mañana, se las voy a traer para que vean cómo son las boletas electorales en Italia, en papel bond del más barato que se puede.
¿Estamos listos para abaratar las elecciones haciendo nuestras boletas en papel bond y no en papel seguridad como ocurre? yo no sé, pero tendría que haber un consenso de todos de que el día de mañana no van a decir: ay, falsificaron boletas, porque entonces no tiene sentido el ahorro.
El costo va a ser mucho peor, o mucho mayor, en términos económicos y hasta políticos.
Decía que no voy a pronunciarme respecto de ninguna de las iniciativas, pero sí pongo sobre la mesa algunas características que son curiosas, o sea, son novedades respecto de la iniciativa que ha presentado el Presidente de la República, en cuyos méritos, vuelvo a insistir, no entro.
Primera, cuatro características, no sé por qué se puso uno, uno, debía ser uno, dos, tres y cuatro; pero, bueno, aquí sí está uno, dos, tres y cuatro, en fin, no, no es que no sepamos contar, hombre, contamos votos.
Así no se cuentan los votos en el INE, dicho lo anterior, así que de entrada, ya que vi esto lo advertí de inmediato.
A ver, primera característica, la que presentó el Presidente López Obrador, es la primera iniciativa presentada desde el gobierno, todas las reformas electorales de los últimos 40 años habían sido demandas de la oposición.
Era la oposición la que quería cambios al sistema electoral para mejorar las condiciones de la competencia, para resolver, como decía, la equidad; para resolver que los votos, que el sistema electoral fuera confiable; para mejorar un sistema de comunicación política, etcétera.
Ésta es la primera vez que se presenta una iniciativa desde el poder, ¿que esto la vuelva ilícita? pues claro que no, hombre, colegas, soy profesor de Derecho Constitucional, el Presidente de la República es uno de los órganos que tienen la facultad de iniciativa, y que bueno que la ejerza.
Llamo nada más la atención al hecho de que hasta ahora siempre había sido demandas de la oposición y no un planteamiento del poder la reforma electoral.
Segunda característica, es la primera iniciativa que no ha sido precedida una amplia discusión. Todas las reformas, desde la del 77 hasta la de 2014, siempre había habido foros, espacios de negociación preliminar, buenos o malos, no los juzgo.
Por ejemplo, la de 2014 resultó del llamado Pacto por México, en esta ocasión la discusión está dándose después, qué bueno que se esté dando, pero llama la atención que no haya habido un ejercicio de construcción de consensos previos.
Tercera característica, es la primera vez, ésta, si hay una reforma, sería la primera vez en los últimos 25 años que la reforma se pondría a prueba en una elección presidencial.
Las últimas tres reformas electorales se hicieron en un momento, en el primer periodo del sexenio, de modo tal que se pusieron a prueba en elecciones intermedias, y en un país presidencialista como este, en donde tenemos no solamente un presidencialismo constitucional, también un presidencialismo político, y como dice Ricardo Becerra, hasta un presidencialismo mental, ¿no?, porque creemos que el Presidente va a resolver todos los problemas de todo, y hasta nuestros niños en tierna edad, cuando en lugar de decir: yo quiero ser astronauta, dicen yo quiero ser Presidente.
Bueno, dicho eso, ¿de veras vamos a poner a prueba esta reforma en una elección presidencial? porque la reforma de 1996 se puso a prueba en la elección intermedia del 97; la de 2007 se puso a prueba en la elección intermedia 2009; la de 2014 se puso a prueba la elección intermedia de 2015; perdón, de 2014 en 2015, sí. Nada más lo dejo allí.
Está mucho juego en 2024, y vayámonos quitando las piedras que son sólidas, porque si nos resbalamos vamos a pagarla muy feo.
Y, cuarto, es la primera reforma en los últimos 30 años que se plantea no como una consecución de las anteriores, es decir, para mejorar lo que teníamos, sino una reforma refundacional.
En efecto, está planteándose no solamente la desaparición del sistema electoral como lo conocemos, desaparecer a los OPLES, cambiar al INE al INEC; la Constitución dejaría de decir que el INEC tiene un servicio profesional electoral; dejaría de decir que tiene el Padrón Electoral, solamente va a ser la lista nominal, supongo el padrón electoral se lo van a llevar a algún otro lado; dejaría de tener, cambiaría el modelo de comunicación política; el modelo de financiamiento; el INE dejaría de tener estructuras desconcentradas.
Esto quiere decir que el INE tendría que crecer cada vez que haya elecciones creando órganos en cada estado y en cada distrito, o sea, que ya no va a haber profesionales dedicados en tiempo completo a organizar elecciones, sino serán personal temporal.
Bueno, no lo sé, eso puede ser bueno o malo, pero hay que discutirlo, lo que sí es que es una reforma que reinventa el sistema.
No voy a, ya abusé del tiempo, y así que les dejo más bien, porque van a decir, es que no quiere que cambie nada, es un conservador.
No, yo creo que nuestro sistema, no, no, no lo soy, yo creo que nuestro sistema electoral funciona bien aunque hay muchas cosas que mejorarle, solamente las voy a enunciar y si quieren en preguntas y respuestas abundamos en el punto, porque, hombre, tampoco es mi propósito decir ahora, vamos a legislar aquí en la Facultad de Derecho, lo que sí digo es que desde la experiencia del Instituto Nacional Electoral hay ámbitos de mejora que valdría la pena en algún momento cambiar a nuestro sistema electoral.
Vamos a la siguiente y terminó con, ese sistema, eh, mi numeraria sí va en orden ascendente, pero, bueno, algo me pasó, alguien, no voy a hablar de algoritmos porque eso traería malas memorias a la cabeza.
A ver, primera gran característica, hoy tenemos, yo creo que hay que mejorar nuestro sistema representativo, hoy tenemos un arreglo establecido en la Constitución, que es el resultado de un acuerdo político de hace 25 años, cuando el PRI para poder aprobar la reforma de 1996 le dijo a la oposición, no, espérate, el partido mayoritario puede tener una sobrerrepresentación del ocho por ciento en la Cámara de Diputados.
Y, en efecto, ese un arreglo vigente, hoy el partido mayoritario puede tener un ocho por ciento más de proporción de diputados respecto de los votos que tuvo.
Yo creo, y así funcionan las democracias en el mundo, que entre menos sobre representación y subrepresentación haya es más democrática la representación. Pensemos en mejorarlo.
Segundo, creo que hay que racionalizar el financiamiento a los partidos políticos, es mucho dinero, pero siempre y cuando la reducción garantice una cosa, equidad en las condiciones de la competencia.
Porque de ahí venimos, para eso hicimos una apuesta justo hace 25 años, a lo mejor hay que cambiar porcentaje de distribución, que es yo, pero cuidado, lo que digo es, bajemos el dinero, si quiere, pero no perdamos la equidad que hoy tenemos garantizada entre los contendientes.
Tercero, hay que abaratar nuestro sistema electoral, hay cosas que son muy costosas, podría pensarse en el uso de tecnologías, aunque hace poco expertos internacionales, como los brasileños, que desde hace 25 años usan urnas electrónicas, nos dijeron, cuidado, eh, creen que es más barato, tampoco es cierto, eh, porque las urnas hay que darles mantenimiento, a los sistemas hay que perfeccionarlos, hay que estar blindando en términos de ciberseguridad las urnas, etcétera, etcétera.
Tampoco es la panacea, yo creo que habrá que avanzar hacia el voto electrónico, si me preguntan, pero hay que encontrar otros mecanismos que abaraten el sistema, y que pasa porque los partidos estén de acuerdo en quitarle muchos de los candados para evitar la desconfianza que hoy tenemos.
No les voy a contar, pero si alguien me pregunta lo cuento, así que dejó la provocación, ¿cómo se hacen las elecciones en Inglaterra? Si hiciéramos las elecciones como en Inglaterra esto sería un desastre, alguien argumentaría que hay fraude.
Porque aquel es un sistema fundado en la confianza y es mucho más barato que el nuestro, pero ya les dije, ahí, si alguien me quiere preguntar pregunten, sino no.
Tercer, siguiente lámina y acabó.
Yo eliminaría el secreto ministerial para el INE, ya la Suprema Corte de Justicia le dio la razón al Tribunal Electoral, y hoy seguimos teniendo como un valladar, para poder avanzar en nuestras investigaciones, que las fiscalías no nos están dando la información de sus investigaciones, aduciendo el secreto ministerial.
Y lo que el INE dice es: oigan, trascender ese secreto no significa que el INE va a ser público lo que está ahí en esas investigaciones, sino se trata, simple y sencillamente, señor fiscal, de una colaboración entre autoridades del Estado Mexicano para conseguir mejor sus propósitos.
Cinco, simplificaría el sistema electoral, tenemos un chorro de prohibiciones, ya se nos está acusando de sensores, de que, si perseguimos periodistas, de que si no dejamos a los pobres políticos hacer política.
A ver, estas prohibiciones no las puso el INE, es increíble, hay prohibiciones que están en las leyes que son absurdas, pongo un ejemplo, en la revocación de mandato el Presidente de la República no puede pronunciarse.
Oigan, si se está pidiendo su remoción del cargo cómo no va a poder defenderse, ah, pero eso lo pusieron en la ley las mayorías actuales, las que se quejan de que el INE está censurando a los funcionarios públicos.
Ellos lo pusieron en la ley, y luego se quejan de que somos sensores, si ustedes me preguntan creo que hay muchas de estas prohibiciones que valdría la pena quitar, otras no, sobre todo todas las que tienen que ver, o que garantizan, que no haya quien se aproveche del cargo público y, sobre todo, de los recursos públicos para tratar de incidir indebidamente en la política.
Y, finalmente, creo que valdría la pena que los legisladores decidieran si las acciones afirmativas que hemos venido tomando son correctas o no, son correctas y, por ello, vale la pena que se lleven a la ley, o han sido excesivas y, por lo tanto, desde la ley hay que corregirlas. Eso es parte del diálogo entre instituciones.
Porque déjenme decirles esto, hoy tenemos una democracia paritaria, estoy muy orgulloso de haber sido además yo el que propuso que hubiera cuotas para que los partidos postularan a candidaturas indígenas, y que hoy tengamos a cerca de 35 diputaciones indígenas, esta propuesta la hice yo, y la avaló el Consejo.
Hoy tenemos cuotas para que haya candidaturas de personas migrantes, por cierto, a los migrantes les damos el derecho de ser votados a diputados, pero no les damos el derecho de votar, hoy tenemos diputados migrantes que votamos los mexicanos que estamos acá, allá hay una paradoja a resolver.
Tenemos candidaturas de personas de las comunidades de la diversidad sexual, tenemos candidaturas de personas de las comunidades afromexicanas, tenemos candidaturas de personas con discapacidad, algún tipo de discapacidad, y todas tienen, todas se tradujeron efectivamente no sólo en candidaturas, sino en espacios de representación ocupados por estas personas, de estos distintos grupos que han sido marginados y discriminados históricamente.
Y yo estoy muy orgulloso de ello, pero no se nos ha pasado la mano, o lo mejor no, y si no se nos ha pasado la mano, compañeras y compañeros, en abril puede haber una nueva, bueno, no puede, va a haber una nueva composición del Consejo del INE y, eventualmente, nuevas integraciones podrán considerar que esas acciones afirmativas no son pertinentes, esas depende de acuerdos del INE, dependen de sentencias del Tribunal, si vale la pena preservarlas hay que llevarlas a la ley.
Y si nos hemos pasado, se nos ha ido, y en tiempos, los hemos tomado antes tiempo, eh, porque muchas de estas decisiones las hemos tomado cuando ya los partidos
arrancaron sus procesos internos y los hemos metido en problemas que no deberíamos, que deberíamos haber contemplado.
Dicho lo anterior, se vale equivocarse, y si nos hemos equivocado le toca al legislador decir en qué ha ocurrido.
En suma, mejoras el sistema electoral yo aquí mencionaba solo seis, puede haber muchas más, pero lo importante es que tengamos una discusión informada y que no hagamos de la reforma electoral un pretexto para retroceder en algo que, perdón que lo diga así, es probablemente lo que mejor hemos hecho en el país en los últimos 30 años.
Problemas hemos tenido y seguimos teniendo, no hemos resuelto la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la impunidad, la violencia, pero hace 30 años uno de los principales problemas, profesores, ustedes no me dejaran mentir, era justamente que no se confiaba en las elecciones.
Hoy eso ya no es un problema, ojalá haya una reforma, cuando tenga que haber, que mejore lo que hoy tenemos, y que nos sirva para consolidar nuestro régimen democrático, no para echar agua por la borda lo que tanto esfuerzo nos ha costado conquistar.
Muchísimas gracias.
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