Sin padrón electoral confiable no hay elección confiable. Tan es así que la primera tarea del Instituto Federal Electoral (IFE), cuando se creó después de la crisis política de 1988, fue construir desde cero un padrón electoral en el que no hubiera “rasurados” ni posibilidad de “muertos votantes”. Sin embargo, en la iniciativa de reforma electoral presentada por el Ejecutivo desaparece la atribución constitucional de la autoridad electoral nacional de confeccionar el padrón de votantes.
En la propuesta de reforma del gobierno, la autoridad electoral ya no tendrá a su cargo “el padrón y la lista de electores”, sino sólo “la integración de la lista nominal de electores”. Parecería una nimiedad, pero no lo es. La diferencia entre padrón y lista es la siguiente: el primero contiene a toda la ciudadanía mayor de 18 años y se actualiza día a día con altas (personas que llegan a la mayoría de edad), bajas (defunciones, pérdidas de vigencia de la credencial, suspensión de derechos políticos por orden judicial) y cambios de domicilio. La lista nominal se usa sólo para cada elección: es un corte de quienes están en el padrón y recogieron su credencial para votar. O sea, la lista es un derivado del padrón de uso único en cada votación.
Desde la creación del IFE, el padrón se construye día a día y hay 333 comisiones de vigilancia integradas por los partidos políticos: una nacional, 32 locales y 300 distritales. Así, los actores políticos supervisan en cada distrito, en cada entidad y a nivel nacional que las altas, bajas y cambios de domicilio del padrón sean reales, sin manipulaciones, sin simulaciones. Gracias a ello, México tiene uno de los padrones electorales de mayor cobertura del mundo y es desde hace décadas fuente de confiabilidad de los comicios, no de desconfianza.
Ahora mal, si el padrón ya no estará a cargo de la autoridad electoral, ¿quién lo conformará? ¿El gobierno a través de la Secretaría de Gobernación de la que depende el Registro Nacional de Población? ¿Los partidos ya no podrán ver a quién se incluye, se da de baja, se mueve de domicilio?
Si la autoridad electoral se limita a integrar la lista de electores, como quiere la iniciativa del gobierno, bastará con que se le dé un censo de votantes y ella haga la lista por entidad, distrito y sección electoral, sin saber a ciencia cierta cómo se integró cada nombre de ese listado. La autoridad electoral pasaría de ser la confeccionadora del padrón a la receptora del mismo; el gobierno, como ocurría hasta los años 80 del siglo pasado, pondría y quitaría ciudadanos del padrón electoral, no se sabe si con algún control externo ni con qué mecanismos de transparencia. Significaría un retroceso de más de tres décadas.
Otro problema crucial de la iniciativa del Ejecutivo es que desaparece la estructura profesional permanente del INE en todo el país, la que hoy actualiza a diario el padrón electoral y hace posible que se instalen casillas en cada rincón del territorio nacional así llueva, truene o relampaguee. El INE pone al día la cartografía electoral de pueblos y ciudades permanentemente a través de una estructura desconcentrada de 32 juntas ejecutivas locales —una por entidad— y 300 juntas ejecutiva distritales —una por cada distrito—. Cada junta está integrada por un vocal ejecutivo que la preside, por un vocal secretario, así como un vocal de capacitación electoral —para integrar mesas directivas de casilla—, un vocal del registro federal de electores —para confeccionar y actualizar el padrón en cada distrito— y un vocal de organización electoral —a cargo de los cómputos electorales—. Todos esos funcionarios forman parte del Servicio Profesional Electoral Nacional, llegan a sus cargos por concursos públicos, están sometidos a capacitación permanente y son evaluados año con año para continuar en sus cargos. Ellos y ellas saben que su permanencia en el empleo se debe a su desempeño, que su trabajo no depende del resultado electoral, y por eso el INE tiene una estructura de servidores profesionales imparciales e independientes.
La iniciativa del gobierno desaparece toda esa estructura desconcentrada permanente del INE que existe desde 1990 y la vuelve “temporal”, es decir, en vez de profesionales probados, habría cada ocasión trabajadores eventuales, sin la experiencia y la formación requeridas para desplegar las complejas tareas para la organización eficiente, legal y legítima de nuestros comicios.
Sin el cimiento de un padrón electoral confiable y sin los pilares de una estructura electoral profesional y especializada, el edificio del sistema electoral que garantiza comicios genuinos puede venirse abajo. Por supuesto, serán los legisladores del constituyente permanente quienes decidan, necesariamente en un acuerdo amplio, si habrá una reforma constitucional en materia electoral y sus alcances. Con este texto pongo a su atenta consideración reflexiones y preocupaciones iniciales.
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