Coordinador de la Cátedra Francisco I. Madero, Fernando Castañeda Sabido: A nombre de la Cátedra Francisco I. Madero, que es la Cátedra ENCCÍVICA Francisco I. Madero, que es un proyecto de la Facultad de Ciencias Políticas y el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM con el Instituto Nacional Electoral.
Tenemos el gusto de iniciar los eventos de este semanario que consideramos que es muy importante.
Yo quisiera empezar por citar unas frases, unas frases de Reyes Heroles, del 1° de abril de 1977. Estas frases las pronunció Reyes Heroles en el primer informe, en el segundo informe de gobierno de Rubén Figueroa en Guerrero, estas palabras fueron el inicio del proceso que dio lugar a la reforma política de 1977 a finales de año.
En este evento Reyes Heroles día: “la unidad democrática supone que la mayoría prescinda de medios encaminados a constreñir a las minorías que puedan convertirse en mayorías”, y más adelante decía “mayorías y minorías constituyen el todo nacional y el respeto entre ellas va a ser (inaudible) del desarrollo del imperio de las libertades y de las posibilidades de progreso”.
A partir de entonces, y hasta el día de hoy, muchas cosas han ocurrido.
Realmente vivimos un proceso de grandes transformaciones en los últimos 45 años, vivimos en una democracia con alternancia en la que ha habido varios partidos que han ejercido el poder presidencial y varios partidos y varias organizaciones que tienen representantes populares en diferentes órganos colegiados de todo nuestro país.
El día de hoy queremos iniciar este seminario, precisamente, para discutir lo que son los retos de nuestra la democracia a 45 años de la reforma de 1977.
Creemos que es un buen momento para discutir, para reflexionar en la democracia en todo el mundo, que está viviendo momentos difíciles, digamos, momentos de cuestionamientos, de gran debate, y creemos que es muy importante, precisamente, discutir eso en el caso mexicano, discutir los retos, los desafíos de la democracia.
Le voy a dar la palabra al doctor Miguel Armando López Leyva, por favor, para que nos dirija unas palabras.
Director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Miguel Armando López Leyva: Muchas gracias, muy buenos días.
Doctor Leonardo Lomelí, Secretario General de esta universidad; don Fernando Castañeda, coordinador de esta carrera; doctor Lorenzo Córdova, Presidente del Consejo General del Instituto Nacional Electoral y, desde luego, destacado universitario y miembro de nuestra universidad.
Doctora Carola García, Directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, que por afinidad es muy cercana a los trabajos que realiza el Instituto de Investigaciones Sociales, apreciables personas que están en este evento, un saludo muy cordial a quienes nos están viendo por medios a distancia y van a empezar a seguir este Seminario.
Desde hace ya varios años, hemos estado trabajando en la Cátedra Madero, que es un ejercicio de colaboración con el Instituto Nacional Electoral, con la Estrategia ENCCÍVICA y la Universidad Nacional Autónoma de México, con el objetivo de disentir, analizar, y desde luego, promover, no solamente los valores y la cultura democrática, sino para entender los distintos procesos con los cuales se puede comprender la democracia en México y, desde luego, la democracia en el mundo.
No se puede entender una democracia en un país determinado si no se comprende cómo ha evolucionado la democracia en el mundo, en general, y en la historia.
Me parece que ésta es una excelente oportunidad para que recordemos, a partir de un momento de la historia política mexicana, la reforma política de 1977, que no era, desde luego, la primera reforma que se planteaba en el régimen político mexicano, de eso seguramente se va a platicar ahora; pero es un buen momento para recordar este proceso de cambio que por momentos en la discusión pública parece que se ha olvidado, o que se ha perdido que nuestra democracia es producto de un conjunto de factores, de elementos y de factores de distinto orden.
Y también para recordar que en nuestra democracia, y aquí, quizás, parafraseo un libro de Lorenzo, “no se construyó en un día, sino que fue parte de una construcción”, quizá los historiadores me van a regañar si digo histórica, son 45 años, pero sí fue un proceso de construcción en muchos años, y un proceso, también esto puede sonar un poco demodé, pero de un proceso de transición democrática que nos trajo al momento en que estamos, con sus virtudes, con sus defectos, con sus debilidades.
Una democracia que no ha sido perfecta, que no es perfecto y, como toda democracia, quizás salvo algunas en Europa y en América Latina, no terminan por ser completa y definitivamente y definitivamente perfecta.
Entonces, creo que este seminario nos va a ayudar a recordar el proceso a proponer cómo las cosas hoy se pueden entender a partir de ese proceso de estos 45 años.
Y también, creo yo, traer a nuestra memoria que este proceso y esta democracia han sido producto de la convergencia de un conjunto de actores, actores, desde luego, de la oposición, de la cual me permitiré hablar más adelante. Es decir, actores políticos, reconocidos, institucionalizados; también producto de una serie de acciones desde parlamentarias o desde la calle, como se podría decir y de eso, en los años sesenta, desde luego, hubo una gran efervescencia social y un conjunto de actores, digamos, guerrilleros, que, finalmente, también impulsaron de algún modo este proceso.
Y también, desde luego, fue producto de una iniciativa presidencial, de un personaje muy singular dentro del contexto del gobierno, que fue Jesús Reyes Heroles, y que eso también ayudó.
Y lo importante es entender, en mi opinión, que no solamente fue, si se le quiere ver así, una concesión, una graciosa concesión de un gobierno, sino que fue una derivación, también, de un conjunto de presiones sociales de la época y que, como todo proceso, pretendía ser dirigido, pero terminó en algo, probablemente, muy diferente a lo que se había planeado.
Entonces, este Seminario nos permite tratar de entender eso, comprender la democracia que tenemos hoy y, como ha dicho el doctor Castañeda, pensar en los retos y los desafíos que este régimen, aún democrático, nos propone para el futuro en los próximos años.
Esperemos que sea de su interés y que nos permita reactivar el debate democrático, que me parece nos sigue haciendo falta.
Muchas gracias.
Coordinador de la Cátedra Francisco I. Madero, Fernando Castañeda Sabido: (inaudible)
Dirección de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Carola Isabel Evangelina García: Muchas gracias, muy buenos días, saludo al doctor Leonardo Lomelí Vanegas, Secretario General de nuestra Universidad Nacional.
Al doctor Lorenzo Córdova Vianello, Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral; a Miguel Armando López Leyva, que está al frente del Instituto de Investigaciones Sociales, entidad hermana de nuestra Facultad de Ciencias Políticas. Al doctor Fernando Castañeda Sabido, que es el coordinador de la Cátedra Madero.
Y bueno, por supuesto, saludo a todos los aquí presentes y a quienes nos siguen a través de medios digitales, de la transmisión a través de las redes digitales.
El día de hoy también, que como parte de la tarea del esfuerzo constante de la Cátedra extraordinaria, ENCCÍVICA Francisco I. Madero, que tiene su sede en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, quien es la que se haya abierto este espacio de reflexión con motivo de la conmemoración de un acontecimiento clave en la historia democrática del país, como fue la Reforma política de 1977.
La Cátedra Madero se realiza en colaboración con el Instituto Nacional Electoral y el principal objetivo de la cátedra es llevar a cabo actividades, conferencias, cursos, seminarios, proyectos de investigación, extensión académica y publicaciones, que tienen por principal objetivo debatir el momento político, social y económico, mediático que nos toca vivir, y poner en el centro de la discusión a la democracia.
La Cátedra ha constituido un espacio de reflexión respecto a tópicos que se asocian con el fortalecimiento de la democracia, la cultura cívica y la ciudadanía, y los derechos de los ciudadanos.
Para entrar en materia en el tema del Seminario que hoy nos reúne, que hoy inicia, habría que abordar un antecedente previo a reformas políticas. Los regímenes revolucionarios de México, edificados durante los años 20 y consolidados a partir de la década de los 30, estuvieron cimentados en una serie de instrumentos autoritarios, que paralizaban a ciertos sectores políticos y sociales, que se concebían como opositores y que se venían como un riesgo la misma oposición.
Algunos de estos mecanismos fueron el control corporativo de los sectores obreros, campesino y popular.
En este contexto, como parte del cambio político en México, fueron fundamentales las reformas electorales de 1977, 1990 y 1996.
La primera de ellas pues es el tema que nos reúne en este seminario, y se dio en un contexto muy particular. Un año antes, en 1976, se llevó a cabo una elección presidencial donde solo se postuló un candidato a la Presidencia, José López Portillo, respaldado por el PRI.
La fase de oposición reflejó la carencia de legitimidad del sistema político mexicano, ya que mucho antes de la Jornada Electoral, se sabía que sólo había un ganador.
Durante años, los ciudadanos y diversos movimientos sociales habían estado luchando por espacios de expresión y por una participación de la vida pública. Ya lo decía aquí Miguel Armando, “no es una concesión gratuita por parte del gobierno, sino también el resultado de una lucha social de muchos ciudadanos, y también, incluso, de quienes perdieron la vida por buscar una sociedad más democrática”.
El gobierno decidió en ese contexto integrar una reforma que abriera mayores espacios, generara condiciones para la participación de otros partidos con el objetivo de lograr una mayor legitimidad.
Esta reforma reconoció a los partidos políticos como entidades de interés público, facilitó su creación y registro, así como les otorgo tiempos propagandísticos en radio y televisión.
Con esto, se buscaba contribuir a la democratización paulatina del sistema político, considerando las condiciones reales de oposición, y promoviendo la noción de democracia como un proceso evolutivo.
Bajo esta perspectiva, incluso todavía en ese momento, se consideraba que la sociedad todavía no estaba preparada para vivir una democracia más competitiva, razón por la cual el Estado tenía la obligación de ir guiando los valores cívicos.
Es así, como ya lo mencionaba aquí Fernando Castañeda, que Jesús Reyes Heroles creía que las minorías mantenían el derecho de convertirse en mayorías mediante la persuasión y el conocimiento, por lo que consideraba que un gobierno representativo es aquel que dispone a compartir la responsabilidad gubernamental con quienes representan a las minorías.
Han pasado ya 45 años, justamente de esas declaraciones y de esa apertura de a partir del discurso de Reyes Heroles, y bueno, durante ese tiempo ha vivado el debate, ha habido todo un proceso de cambios, hasta un sistema político que ha sido y sigue siendo largo y empedrado, el camino sigue siendo largo y empedrado.
Y se han centrado en lograr encaminar la transformación para que las instituciones sean capaces de organizar elecciones libres y justas y donde los resultados tengan un reconocimiento por la sociedad y por los actores políticos.
Sin duda, las reformas electorales fueron creando las condiciones para la competencia política, y el desarrollo de un sistema plural de partidos a manera de proceso histórico.
Como parte de este proceso de transición a lo largo de varias generaciones de políticos y de ciudadanos, se ha dado la creación de órganos autónomos capaces de desarrollar ciertas funciones fundamentales.
Sin duda realizar una revisión con motivo de la conmemoración de la reforma política de 1977, es cuanto de procurar el valor democrático, así como la prevalencia de los derechos humanos en nuestra sociedad. Lo que permite crear un ambiente de cercanía entre la ciudadanía y la democracia.
Enhorabuena nos congratulamos por este seminario y agradecemos a la Cátedra de Madero propiciar estos espacios de diálogo y de reflexión.
Muchas gracias.
Coordinador de la Cátedra Francisco I. Madero, Fernando Castañeda Sabido: Muchísimas gracias.
Vamos a escuchar un mensaje de nuestro señor Rector, por favor.
Rector de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers: Doctor Leonardo Lomelí, Secretario General de la UNAM; doctor Lorenzo Córdova, Consejero Presidente del INE; doctora Carola García; doctor miguel Armando López Leyva, directores de entidades académicas de nuestra Universidad.
Doctor Fernando Castañeda, Presidente del Comité Académico y de la Cátedra Madero. Muy distinguido el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, y las demás personalidades que nos acompañen, así como todos aquellos que siguen y seguirán el desarrollo de este Seminario.
Celebro que a 45 años de la primera gran reforma política en materia de democracia, la Cátedra madero nos permita hacer una reflexión sobre los principales desafíos que enfrenta la democracia en nuestra nación.
La democracia en cualquier sistema político debe garantizar la libre expresión de condiciones ideológicas y preferencias electorales de todas y todos los ciudadanos de la nación. Esa es y debe ser la esencia de la democracia.
Lo es porque dentro de la pluralidad de intereses que se manifiestan en una sociedad, todas las voluntades deber ser tomadas en cuenta para conformar el gobierno que mejor convenga a los intereses de la mayoría.
Los mecanismos para que esos intereses se expresen en forma razonable, y representen el cambiante de una sociedad, se plasman en las distintas reformas políticas y normativas, de las cuales hace un recuento puntual el programa de convida esta Cátedra.
Hemos construido a lo largo de los años un andamiaje electoral que sustenta la participación activa de una sociedad cada vez más informada y responsable por sus deberes ciudadanos.
Indudablemente, la forma en la que entendemos la democracia debe continuar reforzándose, y eventualmente reformar aquello que podamos hacer, y hacerlo de una manera en donde las mayorías gobiernen y en donde las minorías siempre tenga posibilidad de ser escuchadas y respetadas. Y, bueno, eventualmente transformarse en ellos mismos, porque esa es la quinta esencia de la (inaudible) de la democracia.
Esta universidad (inaudible), convivimos y ejercemos la democracia en prácticamente todas las acciones que entendemos, y una de estas acciones la formación de nuevas ciudadanías críticas, reflexivas, libres y autónomas y de ahí que dan la definida a los objetivos que se plantean en este seminario que organiza la Cátedra.
El programa propuesto abre un análisis pormenorizado sobre donde están actualmente nuestras instituciones y lo logrado en esas épocas, efectos de las transformaciones que han tenido, los retos que enfrentan y los que tendrá que ir afrontando.
Yo estoy seguro de que las presentaciones que serán desarrolladas nos permitirán abonar a la insaciable necesidad de conocimientos y experiencias que participan a la comunidad universitaria.
“Por mi raza hablará el espíritu”.
Secretario General de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas: Doctor, Lorenzo Córdova, nos permite unas palabras, por favor.
Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello: Muchísimas gracias, muy buenos días tengan todas y todos ustedes.
Señor Secretario General, doctor Leonardo Lomelí.
Estimada y estimados, director, de las entidades académicas que, y perdón, las cuales orbitan la Universidad, la Cátedra Madero.
Doctora Carola García; doctor Miguel Armando López Leyva.
Mi estimado Director de la Cátedra, doctor Fernando Castañeda.
Gracias por la posibilidad de articular este espacio como lo decía el señor Rector, de reflexiono, pero también de conmemoración de una evento que, en muchos sentidos, si bien no fue el primero (inaudible), si constituyó un parteaguas y abre un derrotero sobre el que la vida del países es (inaudible).
El pasado 1º de abril se cumplieron 45 años del célebre discurso que Don Jesús Reyes Heroles pronunció en Chilpancingo, Guerrero, en el que anunció y explicó la reforma político-electoral que habría de convertirse en un parteaguas de nuestra historia política y en punto de partida de nuestra transición a la democracia.
Recordemos, primero el contexto, ya se ha dicho, se ha reflexionado sobre el mismo, pero que hoy vemos el contexto de este discurso: México venía de una elección presidencial en las que el candidato del PRI fue el único que apareció en la boleta electoral, postulado también por dos fuerzas, además de la gobernante, el PARM y el PPS, por cierto, son los que dieron origen a la idea de partidos satélites, la denominación de partidos satélites, mientras que la cuarta fuerza política reconocida, el PAN, por una serie de problemas internos no logró postular una candidatura presidencial.
Esas elecciones del 76 ponían fin al régimen de Luis Echeverría y ocurrían en un ambiente de desolación y profunda desconfianza social, tras acontecimientos lamentables que marcaron nuestra historia, como la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en 1968; o el Halconazo, en 1971, y la llamada “Guerra Sucia”, en la que el gobierno recurrió a métodos ilegales y represivos para sofocar cualquier intento de rebeldía o cuestionamiento al régimen de partido único.
Frente a ese régimen autoritario, algunos jóvenes, estudiantes, académicos, campesinos y amplios sectores populares concluyeron que la única forma de enfrentar al régimen autoritario y violento era mediante métodos igualmente violentos e ilegales. Al cancelarse, a juicio de algunos, las vías de la política, con el descontento social y la cerrazón del régimen, indicaron el surgieron de grupos que desafiaron el poder del Estado.
Tal era el contexto en el que, en 1976, José López Portillo fue electo por una abrumadora mayoría, y que cuaja en una célebre frase con la que se dice arrancó su campaña electoral: “Basta que mi mamá vote por mí para que yo sea el próximo Presidente de México”, lo cual dramáticamente era cierto, aunque no sólo su mamá puede, sin ninguna otra competencia más que la de la campaña electoral testimonial exlíder ferrocarrilero Valentín Campa, quien fue candidato presidencial por fuera de las normas, ¿no?, testimonial, insisto, del Partido Comunista que, al carecer de registro legal, compitió sin que sus votos tuvieran un reconocimiento oficial.
Menos de un año después de esos comicios, el 1º de abril de 1977, Reyes Heroles acudió en su calidad de Secretario de Gobernación al segundo informe de Rubén Figueroa, su simbolismo no es menor, como Gobernador de Guerrero, y apenas un par de años después de sus secuestro por la guerrilla de Genero Vázquez. Y, en su discurso, llamó a dejar atrás, como se ha dicho, un pasado de régimen autoritario y aventurismo de grupos subversivos para reconocer la pluralidad y crear condiciones para la necesaria convivencia entre mayorías y minorías.
Frente a la pretensión de algunos de endurecer el régimen, Reyes Heroles planteó la ruta de ensanchar, cito “las posibilidades de la representación política, de tal manera que pudiera captar en los órganos de representación el complicado mosaico ideológico nacional”.
“Mayorías y minorías”, decía Reyes Heroles, cito “constituyen el todo nacional. Y el respeto entre ellas, su convivencia pacífica dentro de la ley es base firme del desarrollo, del imperio de las libertades y de las posibilidades de progreso social”. Fin de la cita.
La reforma de 1977 creó la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, la célebre LOPPE, que otorgaba registro legal a muchos partidos que hasta entonces actuaban en la clandestinidad, como el propio Partido Comunista, y ponía, y abría la posibilidad efectiva de su presencia en los espacios de representación política.
Dicha reforma amplió la Cámara de Diputados a 400 curules: 300 distritos de Mayoría Relativa, y 100 a partir de espacios de Representación Proporcional y sus efectos se vieron de inmediato. Los sistemas de cuadros de partidos políticos, en la siguiente cita electoral, del 79, el espectro del sistema de partidos aumento a siete, incluyendo partidos que durante décadas habían sido excluidos de la escena legal.
La reforma cumplió el objetivo planteado por Reyes Heroles: creó las condiciones para que las minorías, hasta entonces excluidas pudieran aspirar a desarrollarse políticamente, competir en mejores condiciones en la arena electoral y aspirar a convertirse, como se ha insistido aquí, siguiendo la lógica de Reyes Heroles, “algún día en mayoría”
Ése es uno de los fundamentos de nuestro actual sistema político-electoral, sin algunos de los pasos que se dieron en 1977 con la reforma que hoy recordamos, el sistema electoral mexicano, la democracia en México no habría podido asentarse. Sin la Representación Proporcional y la introducción de las reglas de Representación Proporcional México no sería el país de libertades y de posibilidades democráticas que hoy conocemos.
Es por ello que a mí me gusta definir, por eso (inaudible) armando, a nuestro proceso de cambio político, como el fruto de un proceso evolutivo que mina todas las visiones creacionistas. Una obra colectiva pues de muchas generaciones de mexicanas y mexicanos que aportaron ideas, luchas democráticas y muchos sacrificios para ir perfeccionando las reglas de la competencia política y crear las condiciones de equidad y certeza que hoy caracterizan a nuestro sistema electoral.
No quiero en este espacio hacer un recuento de dicha evolución, tengo el privilegio de poder hablar un poco más y de manera más extensa en unos minutos. No spoileo, digámoslo así, o no me quieran (inaudible) la intervención que tendré en algunos minutos.
Termino, hace más de 45 años, antes de la reforma política del 77, el régimen era excluyente de las minorías; las reglas de acceso al poder y a la representación popular eran absolutamente inciertas y la única certeza, hasta entonces, era que siempre ganaba el candidato oficial. Había incertidumbre en las reglas (inaudible) de los resultados, exactamente la antítesis de la opinión pública. Cuando hay certeza, cuando tenemos certeza en las reglas y en los procedimientos y una natural y democrática incertidumbre en quien resultará ganador hasta que la autoridad electoral da los resultados a partir del momento de los votos computados.
Hoy gracias al procesos de reforma iniciado con las del 77, ocurre, como decía, exactamente lo contrario, hay certeza y consenso político en las reglas y la autoridad electoral goza de plena autonomía y confianza ciudadana y la única incertidumbre es la que debe primar en toda democracia, como señalaba, la sana (inaudible), de quien ganará los próximos comicios.
Hemos construido un sistema político incluyente que refleja nuestra rica pluralidad, para que nunca más una minoría se sienta excluida. Y, al mismo tiempo, para que ninguna mayoría pueda asegurar que lo seguirá siendo indefinidamente.
Por ello, celebro que se nos convoque a este Seminario en el contexto de la ya bien aceitada y vigorosa Cátedra Madero, sobre los desafíos de la democracia a 45 años de la reforma política del 77.
Pues este foro, como lo ha dicho el señor Rector, como lo han dicho quienes me han antecedido en la palabra, nos permite revalorar lo construido en más de cuatro décadas y aprender de nuestra propia historia: La tolerancia, el diálogo, el acuerdo, la construcción de consensos, en consecuencia, la pluralidad -las lecciones de aquella gran reforma- deberían ser siempre presentes, estar siempre presente como la hoja de ruta de eventuales cambios hacia el futuro.
Cierro citando a Don Jesús Reyes Heroles nuevamente, quien sabiamente nos advirtió, hace 45 años, cito: “Cuando no se tolera se incita a no ser tolerado y se abona el campo a la fratricida intolerancia de todos contra todos. Y la intolerancia, ya lo dice, es el camino seguro para volver al México bronco y violento”.
Muchísimas gracias.
Coordinador de la Cátedra Francisco I. Madero, Fernando Castañeda Sabido: El micrófono, por favor.
Secretario General de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas: Muchas gracias.
Doctor Lorenzo Córdova Vianello, Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral, bienvenido a su Universidad.
Doctora Carola García Calderón, Directora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; doctor Miguel Armando López Leyva, Director del Instituto de Investigaciones Sociales de nuestra Universidad; doctor Fernando Castañeda Sabido, Presidente del Comité de la Cátedra Francisco I. Madero, exdirector de la Facultad de Ciencias Políticas, Director General de Asuntos del Personal Académico en nuestra Universidad.
Estimadas y estimados ponentes y asistentes de este evento, y a todos aquellos que nos siguen a través de las redes sociales.
Sin duda, es siempre un privilegio poder llevar a cabo una actividad académica en donde se reflexiona sobre los temas más relevantes para nuestro país.
Lo es aún más cuando se inscribe dentro de un esfuerzo de una iniciativa compartida con otra gran institución del Estado mexicano como lo es el Instituto Nacional Electoral.
La Cátedra Francisco I. Madero, como ya lo acaba de señalar el Consejero Presidente, es una Cátedra que se ha consolidado, es un esfuerzo común entre la UNAM y el INE, forma parte de muchas otras iniciativas que hemos llevado de manera conjunta en los últimos años ambas instituciones, y estoy seguro que seguirá siendo un espacio de reflexión muy importante que nos permita poder ubicar aquellos problemas, aquellos desafíos que enfrenta la democracia en nuestro país.
Y es en este marco en el cual me parece por demás acertado, reflexionar sobre los desafíos de la democracia a 45 años de la reforma política de 1977.
Como ya se ha dicho, la reforma no fue una graciosa concesión, fue el resultado de un contexto histórico muy particular, veníamos de una crisis de legitimidad del Estado Mexicano, desde los acontecimientos en 1968, la forma en que se reprimió el movimiento estudiantil, a la que el Presidente Echeverría, trató de dar respuesta a través de diversos mecanismos que en ningún caso contemplaron una reforma política.
Fue a los límites de la política del gasto que emprendió el Presidente Echeverría, con visiones económicas de la década de los 70 y la radicalización de los movimientos sociales después del 68; la crisis de participación política de la oposición en las Elecciones del 66, como bien se ha referido, lo que, incluso, los movimientos de democratización que comenzaron a surgir al interior de las organizaciones de masas que formaban parte del propio y entramado corporativo del Estado Mexicano, las que persuadieron al Presidente López Portillo de la necesidad de llevar a cabo la reforma política. Pero, incluso, él o ellas, como una opción para despresurizar el ambiente político.
No lo veía, como sí lo pudo ver su Secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, como una reforma trascendente y de gran calado al sistema político mexicano, y eso es precisamente lo que recordamos, el inicio de una transmisión, que más allá de las limitaciones de la LOPPE fue posible gracias, precisamente, a que como lo señalaba el doctor Córdova, se le dio el registro a diversas organizaciones de izquierda, bueno, la más emblemática el Partido Comunista llevaba casi cinco décadas sin registros, sin posibilidad de participar en las elecciones a pesar de que fue el único que presentó candidato por fuera de la, en ese caso, de la legislación electoral vigente en las elecciones del 66.
Creó la Representación Proporcional, que fue fundamental para detonar muchas otras transformaciones posteriores en nuestro país.
Claro, se extrañó algo que vendría después del reclamo democrático, que surgió a partir de las muy polémicas y disputadas elecciones de 1988, y que fue, precisamente, garantizar la imparcialidad del árbitro, que fue sin duda la gran contribución del Instituto Federal Electoral, y de la autonomía que se le dio al Instituto Federal Electoral que pasó por la ciudadanización de su Consejo General.
Pero bueno, sin duda hay un punto de partida en 77.
Y es importante recordar que los universitarios a lo largo de estos procesos hemos estado de muy diversas maneras contribuyendo siempre a la democratización del país.
El propio movimiento estudiantil del 68 generó una serie de reclamos, de demandas, un contexto de exigencia que va a llevar, que va a ser posible la reforma, el sindicalismo universitario también en muchos sentidos contribuye a que el gobierno de la República reconozca la necesidad de darle el registro a las organizaciones de izquierda y por permitir de esta manera que participen en la competencia político electoral.
Buena parte de las reformas que se han llevado a cabo en el país a partir de entonces, las reformas electorales han sido elaboradas por universitarios, o incluso los proyectos se han llevado a cabo en entidades académicas de nuestra Universidad y muy distinguidos universitarios han participado en la construcción del Instituto Federal Electoral o el Instituto Nacional Electoral.
La Universidad ha estado presente en todos estos esfuerzos y ha contribuido de esta manera, a resolver uno de los grandes problemas del país, de los más acuciantes que es, precisamente, la democratización del mismo.
Hace apenas unos meses conmemoramos 200 años de la independencia del país, estamos a semanas de que se cumplan 200 años de la proclamación de Agustín de Iturbide como Emperador, que experimento monárquico que afortunadamente sólo duró 10 meses, de tal suerte que, desde marzo de 1823, empezamos la construcción de nuestra democracia, proceso por demás sinuoso, por demás complicado, y no exento de procesos y causas, pero desde los últimos 45 años, sin duda se generó y nos pudo llevar a una transición profunda que generó las instituciones que hoy tenemos que por ello mismo es necesario de preservar.
Siempre por supuesto son perfectibles las instituciones pero hay que tener claro que gracias hoy somos un país en el cual los votos se cuentan, y se cuentan bien.
De ahí la importancia de evaluar lo que hemos avanzado en estos 45 años y los desafíos que enfrenta la democracia en nuestro país.
Y si más, pues es para mí un honor, en representación del Rector de nuestra Universidad, el doctor Enrique Graue Wiechers, declarar formalmente inaugurado este Seminario: Los Desafíos de la Democracia, a 45 años de la Reforma Política de 1977, haciendo votos porque sea un espacio plural, muy éxitos de discusión y de análisis de la problemática presente y de los desafíos del futuro de la democracia en nuestro país.
“Por mi raza hablará el espíritu”.
(Receso)