Mi voto en contra obedece a una serie de razonamientos que he expuesto de manera reiterada desde hace varios años y, al menos uno y medio como consejera electoral en el INE, la principal: el lento avance y la resistencia que el INE ha tenido en torno a este proyecto en que los Organismos Públicos Locales Electorales nos llevan casi dos décadas de ventaja con resultados satisfactorios.
La estrategia instrumentada por el INE para las elecciones locales de este año consiste en colocar apenas 100 urnas electrónicas; 50 en Aguascalientes y 50 en Tamaulipas; mismo número empleado en las elecciones más grandes de nuestra historia (2021) y sólo 6 más respecto al proceso electoral local del año 2020.
Este número de urnas electrónicas representa apenas el 2.9% para Aguascalientes y el 1.04% en Tamaulipas, de acuerdo con el estimado de casillas a instalar en cada entidad federativa. Esta ruta que se ha repetido ya en dos elecciones pasadas y con está serán tres, han sido valiosas oportunidades en que el INE ha desaprovechado para avanzar en la modernización del ejercicio del voto de las y los ciudadanos de nuestra nación. ¿Cómo puede avanzarse instalando cada vez el mismo número de urnas electrónicas y seguir llamándolas «prueba piloto? ¿Cuántas «pruebas piloto» necesita el INE, unas 150 elecciones? ¿Cómo conseguir economías a escala si en el 2021 se instalaron más de 161 mil casillas en todo el país y solamente en 100 se usaron urnas electrónicas?
En su oportunidad propuse la instalación, de al menos, 150 urnas electrónicas en tres entidades federativas, inclusive explorando la posibilidad de instrumentar este proyecto en algún estado del sur del país en donde no existe una fuerte familiarización con este modelo de votación.
Colocar solo 100 urnas electrónicas incumple con el presupuesto para 2022 con que cuenta el INE para este proyecto institucional que son poco más de 12 millones de pesos, y va expresamente contra la disposición institucional que refiere y citó: «la fabricación de 90 urnas electrónicas de diseño 6.0 del INE que determina 150 urnas a utilizarse en la jornada electoral de 2022» en tres entidades federativas. Consecuentemente, el acuerdo aprobado por el INE incumple el proyecto especificado en las Bases Generales del Presupuesto 2022 del INE, argumentando falsamente la falta de presupuesto, lo que pudiera derivar incluso, en algún tipo de responsabilidad.
Debo hacer énfasis en que no sólo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) en varias sentencias ha aprobado el uso de urnas electrónicas señalando que garantizan los principios constitucionales para la emisión del voto universal, libre, secreto y directo. Adicionalmente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha avalado las urnas electrónicas y ha emitido jurisprudencia el respecto. Ambas instancias jurisdiccionales incluso, han avanzado en la modernización de sus procedimientos judiciales a través de la implementación del juicio en línea, haciendo la justicia más accesible y expedita.
Países como Argentina, Brasil en donde se vota en urnas electrónicas en todo el país hace más de 25 años, Canadá, Estados Unidos, India, Filipinas, Alemania, entre otras naciones, son algunos países que han implementado este mecanismo de votación desde hace ya varios años. En México más de 20 OPLES las han utilizado de manera exitosa inclusive en ejercicios vinculantes, es decir, en ejercicio en los que las y los ciudadanos asisten a emitir su voto en una elección constitucional.
Varios mitos resultan necesarios combatir respecto a las urnas electrónicas. El primer lugar, no hay un solo prototipo de urna electrónica, hay muchos. En segundo lugar, el INE cuenta con más de 1,300 urnas y a nivel del país tenemos más de 2,400 aproximadamente contando las de varias entidades federativas de las que sólo se utilizan 100. En tercer lugar, es falso que puedan hackearse porque NO están conectadas a internet. En cuarto lugar, también es falso que la ciudadanía no pueda corroborar el sentido de su voto o que los partidos no cuenten con elementos para corroborar el número de votos y mucho menos que las autoridades electorales no puedan auditar la votación en estas urnas.
Por último, es falso que sea más caro su uso que las tradicionales, claro que para el INE sí lo es porque solo usa 100 y por tanto tiene que imprimir la totalidad de las boletas electorales, actas, carteles, material electoral como urnas de plástico, canceles, crayones y un largo etcétera. Adicionalmente, es evidente lo caro y costoso en relación con el medio ambiente el uso de 677 toneladas de papel seguridad, más todo el papel y material restante usado para la documentación y material electoral.
El INE no puede seguir elección tras elección con el mismo número de urnas, toda vez que, en términos presupuestales, sale más caro para el país la utilización de pocas urnas electrónicas. En cambio, su utilización en cantidades mayores permite ver ahorros presupuestales y diversas ventajas, entre las que apunto las siguientes:
· Ahorro de papel, pues no tendrían que imprimirse las boletas electorales en papel seguridad, así como diversa documentación electoral como hojas de operaciones para el cómputo de casilla; el acta de escrutinio y cómputo de casilla, entre otros;
· Ahorro en el número de personas funcionarias de casilla, ya que, por ejemplo, no serían necesario los escrutadores;
· Ahorro en que con urnas electrónicas no sería necesario ningún Programa de Resultados Preliminares, prácticamente al cierre de las casillas se tendrían los resultados; entre muchos aspectos más.
Tuve la oportunidad de ser consejera electoral en el OPLE de la Ciudad de México, en donde en 2009 se instalaron 40 urnas electrónicas para recibir la votación de la población de forma vinculante, incluso en alguna de ellas se presentó un medio de impugnación en el que el Tribunal Electoral local avaló el cómputo respectivo. Dicho proceso fue un éxito.
La utilización de urnas electrónicas es un mecanismo probado, auditado y transparente que, además, podría facilitar otras condiciones que no otorga el mecanismo tradicional como lo es: colocar la fotografía digital de las y los candidatos; la opción de preguntarle al elector, al igual que lo hacen los cajeros automáticos de los bancos, si se está de acuerdo con el voto registrado, si dice que sí se registra el mismo, si no, nos regresa al menú anterior; el flujo de la votación es mucho más rápido; la urna electrónica evita errores aritméticos que en el método tradicional es un aspecto que, por el cansancio de las y los funcionarios de casilla, llega a prevalecer.
Insistiré, honrando mi palabra en que el INE debe innovar y modernizarse en una época en que la austeridad y el ahorro presupuestal son punta de lanza de una nación que busca su desarrollo.
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