Los días 24 y 25 de noviembre del presente año se llevó a cabo el Foro Global de la Democracia con el tema “El Papel de los Organismos Electorales en la Gobernabilidad Democrática”, organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE), la Organización de Estados Americanos, el Consejo de Europa, entre otras instituciones de liderazgo global.
Dada la trayectoria de las y los panelistas y las temáticas en lo particular abordadas, el Foro revistió una valiosa oportunidad para reflexionar sobre el estado que guarda la calidad de la democracia en el mundo así como sobre sus amanazas y oportunidades. Por ejemplo, se abordaron los temas de los retos de las autoridades electorales en el contexto de la pandemia, el debilitamiento del Estado de derecho, el futuro de la democracia, la crisis del sistema de partidos políticos y de la representación política ante la amenaza autoritaria y el acoso a la autonomía de las instituciones electorales, entre otros.
Tuve la oportunidad de moderar la última sesión relativa a la legitimidad de origen y la legitimidad en el ejercicio del poder, en la cual participaron José Thompson, Director Ejecutivo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos; George Katrougalos, Catedrático de la Universidad Demócrito de Tracia, Grecia; Philip Dimitrov, Vicepresidente de la Comisión de Venecia; y Arturo Núñez, ex Director General del Instituto Federal Electoral y ex Gobernador de Tabasco.
Las aportaciones de los panelistas de esta última sesión fueron sumamente sugerentes. José Thompson destacó algunas condiciones necesarias para ambos tipos de legitimidad, por ejemplo, que la de origen no sólo es tener elecciones sino genuina contrastación de propuestas y un proceso electoral auténtico, que es falso que puede haber democracia sin legitimidad de origen argumentando que ésta se puede ganar después, y que sin división de poderes, libertad de expresión, respeto a las minorías no puede haber ni una ni otra legitimidad. George Katrougalos señaló evidencia sobre la insatisfacción en la democracia a partir de diversos estudios o encuestas internacionales que reflejan la falta de legitimidad, tanto de origen como en el ejercicio del poder. La respuesta, sostuvo, debe ser más y mejor democracia participativa, lo que llevará a una transformación política. Por su parte, Philip Dimitrov, a partir de la distinción entre quién y cómo se decide, ofreció un panorama de las actividades que ha venido realizando la Comisión de Venecia. Finalmente, en una primera ronda, Arturo Núñez, también a partir de una distinción, a saber, entre legalidad y legitimidad, sostuvo que ambos tipos de legitimidad son complementarias y deben evaluarse como un todo en cuanto ámbitos de legitimación.
Particular interés despertó la participación de José Thompson quien desde su primera intervención alertó sobre las olas autoritarias que vive la región. En su segunda ronda, sus palabras fueron todavía más claras y contundentes. Hay actualmente señales de desvíos antidemocráticos sobre los cuales llamó fuertemente la atención y a tener especial cuidado: 1. Cuando se llega al poder con un discurso antipolítica. 2. Cuando no hay respeto a las instituciones de control. 3. Cuando se tiene un mensaje o narrativa refundacionista. 4. Cuando la justicia penal pasa a ser instrumento de persecución política.
Como moderador del panel no pude sostener que debemos tener mucho cuidado también en no generar más problemas intentando solucionar otros cuando se trate de la legitimidad de origen y en el ejercicio del poder. En México, por poner un ejemplo, he escuchado hablar de la supuesta necesidad de legislar e instaurar la segunda vuelta en la elección presidencial para dotar de mayor legitimidad al titular del Ejecutivo Federal que se elija. Sostengo que insistir en ello y no reparar que una segunda vuelta significaría, operativa y económicamente, casi una segunda elección presidencial -con la consecuente instalación de casillas, impresión de boletas y, en suma, un despliegue de personal a lo largo y ancho del país en un muy breve tiempo nuevamente-, es generar más problemas donde no los hay. Considero que dadas las profundas reformas electorales que hemos tenido en nuestro país, el reto no está tanto en generar condiciones para la legitimidad de origen sino en esforzarnos para avanzar en la legitimidad en el ejercicio del poder.
Como lo sostiene la Carta Democrática Interamericana, la cual hay que recordar en su vigésimo aniversario, son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa, la subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al Estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad.
Como nos lo enseña la historia, que es una historia de lucha por el derecho y los derechos, queda exigir legitimidad en el proceso de quienes llegan al poder y permanente exigencia en su ejercicio. No hay atajos en ese camino ni poderes intrínsecamente buenos sobre los cuales debamos ahorrarnos su vigilancia.
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