El INE asignó los 200 diputados de representación proporcional que integrarán la LXV Legislatura. La distribución quedó así: 41 al PAN, 40 al PRI, 8 al PRD, 7 al PT, 12 al PVEM, 16 a MC y 76 a Morena. Si se suman los diputados del partido en el gobierno y sus dos aliados, son 95 de 200. A los partidos opositores se les asignan más, 105. ¿A qué se debe eso? A una razón diáfana: los tres partidos de la coalición gobernante obtuvieron el 47.8% de la votación nacional emitida, y las oposiciones el 52.2 por ciento. En concordancia, a los tres partidos que respaldan al gobierno les corresponde 47.5% de los plurinominales y a las oposiciones el 52.5 por ciento. Es obvio que los plurinominales surgen del voto popular y lo reflejan con nitidez.
Ahora bien, en la composición total de la nueva Cámara de Diputados va a haber, si se mantienen unidos, una mayoría de 278 legisladores de la coalición gobernante (198 de Morena, 43 del PVEM y 37 del PT), es decir, 55.6% de la Cámara, aun siendo minoría en el sufragio popular, pues entre los tres recibieron el 47.8% de la votación nacional emitida. En cambio, los distintos partidos opositores recibieron más de la mitad de los sufragios populares, el 52.2%, y tendrán una suma de 222 diputados (114 del PAN, 70 del PRI, 15 del PRD y 23 de MC), el 44.4% de la Cámara. Una vez más, como ocurrió en 2018, la mayoría de votos ciudadanos se vuelve minoría legislativa y, al revés, la minoría de votos logra tener la mayoría parlamentaria.
Eso se explica por dos razones. La primera es que, si bien los diputados por representación proporcional permiten reflejar mejor las preferencias ciudadanas en la integración de la Cámara, no se usan del todo para corregir la alteración de la representación que es inherente a la mayoría relativa, ya que quien gana un distrito, así sea por un escaso margen, obtiene el total de esa representación.
La segunda se debe a que las coaliciones electorales siguen permitiendo una clara distorsión entre votos y escaños. Movimiento Ciudadano es la cuarta fuerza en preferencia del electorado (7.8% de los votos), pero será la sexta bancada y, a pesar de tener más votos en las urnas, obtendrá 20 diputados menos que el Verde (con 6% de votos) y 14 menos que el PT (con 3.6% de votos). Incluso el PRD, que fue sexta fuerza (4% de la votación), tendrá la menor bancada. ¿Cómo es posible que un partido más débil en las urnas resulte más fuerte en el Congreso? Porque el Verde y el PT obtuvieron diputados de mayoría relativa con votos que, en realidad, fueron cruzados en la boleta en favor de Morena, pero por el convenio de coalición, seis decenas de esos triunfos se cuentan a los socios minoritarios y no al partido realmente más votado por la gente. En México se cuentan bien los votos en las urnas, pero esos votos no se traducen fielmente en la composición del Congreso porque hay trasvase de triunfos de mayoría relativa entre partidos coaligados.
El INE evitó la sobrerrepresentación por encima del límite constitucional del 8 por ciento. Ahora, el corregir la distorsión entre voto popular y presencia parlamentaria está en las manos del Congreso. Es un viejo reclamo democrático que quizá convenga rescatar: que cada partido tenga el porcentaje de diputados que corresponda con su porcentaje de voto popular.
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