La Asamblea General de las Naciones Unidas en 2011, señaló que «las mujeres siguen estando marginadas en gran medida de la esfera política en todo el mundo, a menudo como resultado de leyes, prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorios, bajos niveles de educación, falta de acceso a servicios de atención sanitaria, y debido a que la pobreza las afecta de manera desproporcionada».
En nuestro país, la migración ha sido un fenómeno recurrente de la población que busca oportunidades de sobrevivencia destacando las razones económicas (generalmente la falta de empleo), sociales o de inseguridad, lo que lleva a la población a dejar su vivienda, comunidad, ciudad o incluso país en la búsqueda de encontrar una mejor oportunidad de vida.
Con datos de la Organización de Naciones Unidas de 2019, existen más de 11.8 millones de personas mexicanas viven en el extranjero, de donde alrededor del 97% residen en Estados Unidos.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica de 2018, publicada en 2019 de INEGI, la migración internacional es un fenómeno mayormente masculino, guardando así, una proporción de 70 de cada 100 migrantes son hombres cuya característica principal es la búsqueda de trabajo. Para el caso de las mujeres, de igual forma, su principal motivo por el que dejan su país de origen es la búsqueda de trabajo.
Bajo estas condiciones, resulta importante conocer la forma en que los migrantes participan social y políticamente en los aspectos que atañen a México. Pero más interesante es conocer la participación política de las mujeres en razón de tratarse de un grupo en franco estado de vulnerabilidad por las condiciones con las que generalmente emigran y con las que se enfrentan en otros países tales como sistemas desiguales, la raza, ciudadanía o, inclusive, el género.
Algunos estudios indican que la participación de las mujeres sobre aspectos políticos se da principalmente a través de sociedades en las que se discuten los asuntos públicos de nuestro país y que, en razón de ello, buscan implementar diversas acciones para mejorar las condiciones de sus connacionales, sobre todo cuando logran alguna estabilidad social y económica en el país al que emigraron.
Por ello, y aunque no es suficiente, las acciones llevadas a cabo por el Instituto Nacional Electoral (INE) para promover la participación de mexicanas y mexicanos residentes en el exterior es fundamental, ya que desde el proceso electoral de 2006 pueden votar desde el extranjero por distintos cargos de elección popular lo que constituye un paso importante para garantizarles el ejercicio de sus derechos de conformidad con nuestra Constitución.
Sin embargo, faltan muchos esfuerzos para alcanzar una participación plena de las mujeres en el exterior, sobre todo, para aquellas que por diversas necesidades tuvieron que dejar su hogar en la búsqueda de una mejor oportunidad de vida. México está en deuda con ellas.
Por ello, sería oportuno que una vez que termine la elección en puerta, autoridades electorales y el Poder Legislativo unan esfuerzos para analizar la viabilidad de continuar extendiendo diversos derechos para que nuestras connacionales se manifiesten y participen en la vida política de nuestro país.
Algunos aspectos que resulta importante destacar, son los siguientes:
- Pleno reconocimiento del proceso de feminización de la migración;
- Vinculación permanente con las sociedades de migrantes para conocer sus expectativas de participación política;
- Analizar la viabilidad de contar, como ya sucede, por ejemplo, en la Ciudad de México, con una diputación migrante que vele por sus derechos.
El INE, está haciendo su parte, le tocará al Poder Legislativo en su oportunidad hacer la suya y al Estado generar mejores políticas públicas que le brinden a la población mejores condiciones de bienestar.
Consulta el artículo en La Silla Rota.