VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA INAUGURACIÓN CONMEMORACIÓN 30 ANIVERSARIO IFE-INE
Muchas gracias.
Muy buenos días tengan todas y todos ustedes, bienvenidos a esta mesa inaugural de una semana en la que reflexionaremos sobre distintos temas que han, y su evolución que integran el sistema electoral mexicano.
En esta ocasión nos reunimos para celebrar 30 años del nacimiento del Instituto Federal Electoral que ocurrió, como ustedes saben, producto de la reforma electoral de 1989-1990 y que el 11 de octubre de este último año, de 1990 inició sus actividades de manera ininterrumpida hasta el año 2014, cuando fue sustituido por el Instituto Nacional Electoral.
Estamos hablando de una larga evolución de 30 años de nuestros sistema electoral, que se ha articulado a lo largo de distinto objetivos, el primero de ellos, el ingenio, el fundacional, el conseguir elecciones ciertas, transparentes, con resultados creíbles que rompieran, digámoslo así, esa espiral de desconfianza que se había venido gestando a lo largo de los procesos electorales durante el Siglo XX, durante el régimen post revolucionario y que va encontrando su momento disruptivo más grave en las elecciones de 1988.
En un segundo momento, el Instituto Federal Electoral fue responsable de conducir los trabajos para generar equidad en las condiciones de la competencia, primero a partir de la administración y supervisión de un financiamiento público predominante para la financiación de la política y después la administración de un complejo sistema de tiempos del Estado que, a partir de la prohibición de la compra de publicidad en radio y televisión, implicó que el Instituto Nacional Electoral no solamente garantizara el acceso de los partidos políticos de manera equitativa a estos espacios de comunicación, sino también, vigilara el cumplimiento de ese nuevo modelo de comunicación política.
Y, finalmente, con el nacimiento del INE, esta evolución se ha centrado en la construcción de un sistema nacional electoral que tuvo y tiene el propósito de que las condiciones, la calidad técnica con la que se habían logrado organizar las elecciones federales, permeara en el ámbito local para generar un sistema electoral de carácter nacional homogéneo y estandarizado.
Son tres de las grandes estaciones que al IFE y al INE le han tocado conducir dentro del proceso más complejo y amplio, largo, de transición a la democracia en nuestro país, un proceso que ha abarcado décadas, al menos cuatro, dependiendo de los puntos de vista de las distintas interpretaciones y que nos ha permitido transitar de un régimen autoritario a un régimen en el cual el voto y las elecciones como mecanismo detonador de los procesos democráticos, fueran efectivamente libres y justos.
Hay mucho por hacer, sin lugar a dudas, este seminario también es de alguna manera un corte de caja para pensarnos hacia el futuro, pero, sobre todo, pretende ser un homenaje de las luchas que a lo largo, insisto, de décadas distintos actores políticos, distintos actores sociales desde la propia academia, los medios de comunicación empujaron para que se concretara el proceso de transición a la democracia, un proceso en vías, sin lugar a dudas, de consolidación y de perfeccionamiento, pero que ha provocado profundos cambios en los últimos 30 años.
Pasamos de un país monocolor a un país en donde la pluralidad política cruza el espectro ideológico y político nacional, y se recrea elección tras elección.
Es un proceso que sobra de generación de mexicanas, de varias generaciones de mexicanas y mexicanos, que no puede atribuirse ni a un solo hombre ni a un solo partido, ni a una sola ideología, es un producto, una construcción colectiva que sin lugar a dudas, refrenda desde mi punto de vista, que la transición a la democracia debe, para poder comprenderse, analizarse desde una perspectiva evolutiva y no desde una perspectiva creacionista; es decir, como si hubiera nacido de la noche a la mañana por un solo proceso.
Para reflexionar sobre este proceso de cambio tenemos a seis distinguidísimas personalidades, amigos todos, respetados y reputados estudiosos de la vida política nacional y también, hay que decirlo, protagonistas de ese cambio que desde distintas trincheras empujaron y operaron para lograr avanzar, insisto, en esta transición a la democracia.
Los presentaré brevemente, se trata de personalidades todas ellas que no requieren una presentación, pero para cumplir la mínima formalidad conforme les dé la palabra, para que por 15 minutos nos hagan una presentación y presenten sus reflexiones sobre estos 30 años de evolución democrática que celebramos, insisto, en este 2020, en este difícil y terrible 2020, iré haciendo, iré presentando.
En primer lugar, quiero darle a la bienvenida y agradecer mucho su participación al doctor Enrique Krauze, un distinguido historiador a pesar de su formación como ingeniero original o a lo mejor por eso es buen historiador, ya lo dirá el propio Enrique.
Ha participado activamente, digámoslo así, en el ámbito, en el mundo de las letras no solamente dirigiendo programas culturales, como “Clío”, sino también a partir de la participación y fundación de distintas revistas como son: “Vuelta primero” y “Letras Libres”, después.
Enrique Krauze, además, de una gran cantidad de títulos de su autoría, es y lo menciono en esta ocasión y, por el contexto particular, autor también desde, en 1984, me corriges Enrique, “Por una democracia sin adjetivos”.
Es miembro también del Colegio Nacional y hasta aquí me paro, porque si no, si sigo con las presentaciones en extenso nos comemos fácilmente las dos horas y media que tenemos previstas para esta mesa.
Enrique, muchísimas gracias, te cedo el uso de la palabra.
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