VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA SEGUNDA SESIÓN DEL SEMINARIO PERMANENTE «DEMOCRACIA Y ELECCIONES EN EL MUNDO»
Muchísimas Gracias mi querida Consejera Carla Humphrey.
Saludo con mucho afecto al director de la Facultad de Derecho, al doctor Raúl Contreras y, por supuesto, a nuestra y nuestros invitados el día de hoy que son, lo digo sin medias tintas, invitados de lujo para analizar un tema complejo en un espacio y en un momento que requiere una profunda reflexión como se ha señalado ya.
Es inédita la expectativa que despertó la pasada elección presidencial en Estados Unidos, al menos durante lo que va a del siglo XXI.
El interés que generó en especialistas, gobiernos, mercados, e incluso en ciudadanos comunes, no se había vivido ni con el Brexit, ni con la elección estadounidense hace cuatro años, ni con los comicios que buscaron instaurar el régimen democrático en los regímenes de la así llamada, o que cayeron con la llamada Primavera Árabe.
Más aún, lo que sucedió en los pasados comicios estadounidenses en términos de la abundante participación del electorado, de la responsabilidad democrática con la que se han desempeñado los medios y el escaso margen de victoria en los estados que se considera clave, por la cantidad de votos que aportan al Colegio Electoral, son algunos de los elementos que están incentivando mucha reflexiones en todo el mundo sobre el funcionamiento de los sistemas electorales, del estadounidense, por supuesto, pero en general, de los sistemas electorales a nivel global y de su funcionamiento en los contextos de pandemia y de sociedades polarizadas.
Naturalmente, no es mi intensión de mi intervención hacer una reflexión abundante sobe este tema, para eso tenemos esta mesa y para eso contamos con los distinguidos y la distinguida especialista que nos acompaña.
Lo que quiero hacer es dejar sobre la mesa solamente algunos elementos que podrían contribuir a la reflexión o tal vez ser provocadores para los ponentes que tenemos en esta Segunda Sesión del Semanario Permanente “Democracia y Elecciones en el Mundo en Contextos de Pandemia”. Que, con mucha, con gran puntualidad y oportunidad está organizado la Universidad Nacional a través de la Facultad de Derecho y el Instituto Nacional Electoral.
En este sentido, de manera telegráfica, permítanme poner sobre la mesa los siguientes puntos que saltan a la vista para cualquier estudioso de la democracia y que surgen de una de las democracias más antiguas y consolidadas del planeta.
Primero, en tiempos de pandemia es necesario que las autoridades electorales sean sensibles para tomar las medidas de prevención que permitan a la sociedad ejercer sus derechos políticos sin riesgos para la salud.
Esta sensibilidad puede implicar la posibilidad del voto anticipado, espacios abiertos para emitir la votación, más centros de votación y medidas sanitarias que ya se están convirtiendo en medidas de uso cotidiano como el uso del cubrebocas, guantes, la llamada sana distancia, entre otros.
Dos, la aplicación de normas locales para el recuento de una votación federal o nacional no parece contribuir a la certeza de la elección nacional, especialmente cuando el margen de victoria entre el primero y el segundo lugar es tan estrecho, esto me recuerda una virtud del andamiaje electoral que es que debe ser lo suficientemente robusto para dar certeza en los momentos de tensión.
Y los resultados electorales de las últimas elecciones muestran que esto puede repetirse frecuentemente en democracias competitivas.
Y, tres, el desarrollo del proceso de cómputo en Estados Unidos evidenció la importancia de la independencia de las autoridades electorales; hace unas semanas, el profesor Diamond publicó un texto que vale la pena leer, en The New York Times, justamente enfatizando este tema, así como de los medios de comunicación, como valores que abonan al buen funcionamiento de las democracias.
Si dicha independencia no se hubiera manifestado en estas elecciones, eventualmente la democracia norteamericana estaría pasando un trago mucho más difícil que el que hoy atraviesa.
Concluyo recordando que para quienes somos defensores de los sistemas democráticos y estamos comprometidos con su consolidación, es claro que no hay recetas para el diseño de los sistemas electorales únicas; que el contexto en la historia de cada nación invariablemente genera una diferencia y que hay que tomarlo en cuenta.
Y más aún, las experiencias de cooperación técnica internacional nos han enseñado que las democracias se enriquecen de procedimientos claros y transparentes, pero su fortalecimiento depende de la actitud de los actores políticos, del respeto y de su apego a las reglas del juego.
Ésta es la gran lección que me parece nos deja analizar el desarrollo de la democracia en el mundo en las últimas décadas. Las democracias se recrean con instituciones, pero también con demócratas.
De ahí que la mejor forma de enfrentar los problemas de la democracia, como suele decirse, sea con las herramientas de la misma democracia.
Por ello, sostengo que para salir de la pandemia nuestras naciones deben fortalecer la división de poderes, los mecanismos de control del poder, garantizar el ejercicio integral de los derechos fundamentales, y asegurar que se cumpla puntualmente el ciclo de los poderes obtenidos de manera democrática en las urnas.
Muchísimas gracias, y de nueva cuenta a Laura, a Larry, a Emilio, y a Jorge, gracias de veras por participar aquí. Carla, gracias por la posibilidad de intervenir al inicio de esta sesión.
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