El domingo 18 de octubre se pudieron realizar las dos elecciones locales programadas para este año: Coahuila para renovar su Congreso e Hidalgo para elegir ayuntamientos. Los comicios, previstos para celebrarse el primer domingo de junio, se pospusieron en abril por la irrupción de la emergencia del covid-19.
La pandemia afecta la vida cotidiana en todas las sociedades de nuestro tiempo y ha dado lugar a la cancelación o posposición de decenas de elecciones en el orbe. En nuestro caso, si bien la Constitución de Hidalgo tiene previsiones para que el Congreso nombre concejos municipales en caso de no haber autoridades electas, en Coahuila el escenario era más complejo porque se corría el riesgo de no tener constituido uno de los tres poderes locales, el Legislativo. Por ello era necesario que, en cuanto hubiera oportunidad desde el punto de vista sanitario, se reactivaran los procesos electorales locales.
El INE y las autoridades electorales de ambos estados retomaron en agosto la preparación de los comicios. Se consultó a especialistas y, en coordinación con las autoridades de salud, se acordaron protocolos para proteger a funcionarios electorales, militantes de partidos y ciudadanos.
En Coahuila e Hidalgo, respectivamente, fueron convocados a las urnas 2.2 millones de ciudadanos. Se previó instalar 7 mil 702 casillas, para lo cual se requirieron más de 30 mil ciudadanos que de manera voluntaria dedicaran la jornada a instalar casillas, recibir e identificar a sus vecinos, contar sufragios y llenar actas.
Se logró instalar 100% de las casillas programadas, lo que muestra que la ciudadanía se apropió de la elección, y los partidos designaron a 41.5 mil representantes para vigilar la votación, por lo cual atestiguaron que sufragaran ciudadanos debidamente identificados, inscritos en la lista nominal de la casilla que les correspondía y que se cumplieran las reglas del voto libre y secreto. Gracias a su presencia en las casillas, los partidos tienen las actas que dan cuenta de todo lo ocurrido y pueden, si así lo quieren, interponer medios de impugnación. Se dieron todas las condiciones de seguridad de respeto al voto y es posible reconstruir, eslabón por eslabón, la cadena de confianza en el procedimiento electoral que garantiza la autenticidad del sufragio.
Durante la jornada electoral solo se identificó un incidente grave, la quema de una casilla en el municipio de Pacula, Hidalgo.
Una novedad de estas elecciones fue la urna electrónica. Se instalaron 40 urnas electrónicas en Hidalgo y 54 en Coahuila donde a las 18:05 del domingo, es decir, cinco minutos después de terminada la elección, ya se había publicado en el PREP el acta de una casilla electrónica. Si bien se trató de un número reducido de urnas electrónicas, la experiencia servirá de referente para ampliar el uso de esta eficiente tecnología en elecciones ulteriores.
Los datos preliminares dados a conocer por las autoridades electorales locales indican una participación que rondó 40% en Coahuila y 49% en Hidalgo, porcentajes próximos a los de elecciones equivalentes previas. Ergo, la pandemia no generó mayor abstención.
En lo que hace a las medidas de prevención en salud, se aplicó la sana distancia, se desinfectaron instalaciones y materiales y todo el mundo empleó mascarillas. La nota fue la civilidad responsable.
En un país cruzado por la doble crisis sanitaria y económica, que se hayan desarrollado las elecciones previstas para 2020 y se renovaran así pacífica y democráticamente los poderes públicos locales, es una buena noticia.
La democracia no fue una víctima más del covid-19.
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