VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, JAIME RIVERA VELÁZQUEZ, EN LA INAUGURACIÓN DEL ENCUENTRO NACIONAL PARA UNA REFORMA POLÍTICO-ELECTORAL DEL ESTADO MEXICANO, REALIZADO EN EL AUDITORIO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES, DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO
Buenos días.
Es para mí un gran honor poder participar en este Encuentro Nacional para una Reforma Político-Electoral del Estado Mexicano.
Agradezco mucho la invitación de la Universidad Autónoma de Querétaro, de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales y, además, me siento honrado de contar, de estar acompañado en el presídium con, de verdad, con las personalidades, sí, unas damas que son muy destacadas en la academia y que habla de cómo ha ido evolucionando nuestra sociedad para bien, de tal manera que no es casual y es muy significativo el que haya una presencia femenina cada vez más destacada y que, refleja algo que ha costado mucho tiempo, ha sido producto de una evolución social larga, pero ha sido también el fruto de las luchas, los reclamos y las propuestas de muchas mujeres organizadas, en muchos casos también acompañadas para bien por hombres, porque todos, aunque sea lentamente, hemos ido comprendiendo que una sociedad que integra a todos y a todas por igual y, en cuanto a derechos y que va igualando las oportunidades, es una sociedad más justa, y particularmente, una democracia no puede ser tal si excluye o resta oportunidades a la mitad de la población.
De tal manera que, esta presencia, de verdad es significativa, lo aprecio mucho y me honra estar, tener esa compañía tan destacada.
Me siento también complacido de participar en un acto académico de la Universidad Autónoma de Querétaro, con la cual me unen lazos afectivos antiguos. Puedo decir que, pues en un tiempo que fui joven participé en algunas actividades académicas en esta Universidad, allá como 30 años participé en algunas mesas, mesas redondas, alguna conferencia, y tuve oportunidad de participar en dos talleres de investigación de opinión pública y preferencias electorales, y la verdad es que fue una gran experiencia, lo hice como invitado por esta Facultad y con alumnos destacados de Sociología que hicieron muy buen trabajo y me permitieron empezar a acumular experiencia en ese campo.
De tal manera que, yo estoy agradecido con la Universidad Autónoma de Querétaro y, además, he observado con mucha satisfacción el fortalecimiento y desarrollo académico que ha tenido esta institución, cuyos frutos se notan cada vez más en el plano nacional y también en el plano internacional, en particular de las ciencias sociales.
El tema este, el tema genérico que se ha propuesto este encuentro es de actualidad, obliga a una reflexión muy seria porque su desenvolvimiento podría determinar mucho del porvenir de la democracia mexicana.
Se habla de las alternativas de cambio en nuestro sistema electoral, que en nuestro sistema de gobierno y, las oportunidades de participación ciudadana que pueden y deberían fortalecer a la democracia mexicana.
Es una discusión que debe tener en el centro, por un lado, el reconocimiento de la construcción institucional que se ha desarrollado en México, ya por lo menos tres décadas y, que ha permitido que México se pueda instalar ya entre las naciones democráticas del mundo.
Probablemente, para los más jóvenes, muchos de los estudiantes que van empezando en esta carrera y llegaron a una edad de razón y de conocimiento social, cuando en México las rutinas democráticas ya se habían instalado en México, probablemente esas nuevas generaciones no alcancen a apreciar, del todo, el valor de esa construcción institucional que, no empezó ayer, no empezó hace un año, no empezó hace cinco años.
Ha sido una construcción que podríamos ubicar, que tuvo sus primeros pasos a partir de la reforma política de 1977, que recibió un impulso muy importante, a partir de una nueva reforma en 1989, 90 y después con unas sucesivas reformas, casi todas en un sentido de ampliación de derechos y de garantía de elecciones libres, equitativas y auténticas, México pudo transitar a un régimen que podemos llamar democrático, con imperfecciones, con asignaturas pendientes, con debilidades, pero al mismo tiempo con los pilares y las virtudes esenciales que debe tener una democracia; en un marco de libertades públicas, elecciones libres para que se pueda cambiar el gobierno conforme a la voluntad de la mayoría de la ciudadanía, con respeto y representación para las minorías, con gobiernos sometidos al equilibrio de poderes y contrapesos, por organismos constitucionales autónomos y también por muchas expresiones de una sociedad civil organizada, vibrante y exigente.
Esas condiciones las tenemos en México, ha sido –insisto- producto de una construcción larga, de varias décadas y debemos apreciarla. Los que ya somos mayorcitos, podemos tener constancia de cuánto costó eso y los más jóvenes, aparte de que pueden echar una ojeada a la historia reciente, creo que no deben menospreciar, soslayar para nada, el valor de estas conquistas.
Los temas que se propone abordar este encuentro son muy pertinentes, empezando por el régimen electoral y el régimen político que puede verse desde varias aristas, uno de ellos es nuestro sistema de gobierno, hasta dónde hoy es funcional el sistema de gobierno Presidencial, con un Poder Legislativo que, en los últimos 20 años alcanzó un gran peso en nuestro país; y un Poder Judicial que también fue ganando independencia y fuerza para cumplir el papel que en toda democracia deben tener los poderes.
El equilibrio, el contrapeso, el freno a los abusos, y al mismo tiempo la colaboración para hacer más sólida la democracia, y dar oportunidades de hacer más eficaces las acciones de gobierno.
Por otro lado, se reconoce que la democracia representativa, es decir, la elección libre y transparente, y en condiciones de equidad de representantes que participan en los distintos poderes u órganos de gobierno, como representantes de los ciudadanos y las ciudadanas, pero la democracia no se agota, ni en el ejercicio del voto, ni en el sólo ejercicio del poder por los representantes elegidos.
La democracia necesita también otros mecanismos de participación ciudadana, que algunos llaman democracia representativa; yo pienso que toda democracia es participativa, sino no es democracia.
Pero hay otros mecanismos de participación directa o semi directa que son un buen complemento para los pilares de la democracia, que son elecciones libres y gobierno sometido a la ley y a los frenos por otros órganos de gobierno.
Se tratará también aquí, entonces, formas de participación ciudadana. Veo con simpatía que se contempla en el programa un análisis, y alguna discusión sobre las oportunidades que hay para empezar a usar en México alguna forma de voto electrónico.
Es decir, incorporar la tecnología como aliada para fortalecer y garantizar elecciones libres, que ya tenemos; elecciones auténticas, que ya tenemos; elecciones de competencia equitativa, que ya tenemos en gran medida.
Pero que el uso de la tecnología de manera responsable, prudente, y con amplio consenso de las fuerzas políticas podría fortalecer, básicamente para obtener resultados más ciertos, sin errores, que casi nunca han alterado el sentido de la voluntad ciudadana, pero que pueden dejar duda sobre la autenticidad del voto. Y, además, contar con resultados más expeditos que infundan y que refuercen la confianza.
También, se abordará entonces, los aspectos pendientes que podemos tener para fortalecer y garantizar mejor el ejercicio del voto libre, y, por supuesto, la autenticidad de los resultados.
Y uno de los temas que en México en nuestra joven democracia tenemos todavía pendientes: la aceptabilidad de la derrota. Porque no basta con que haya elecciones libres, no basta con que los partidos puedan competir en libertad y en razonable equidad de condiciones.
Es necesario también un compromiso claro con la aceptación de los resultados. Obviamente no sólo cuando se gana, que es lo más fácil. La aceptabilidad de la derrota supone, de un lado, el compromiso de los partidos competidores, sus candidatos, de aceptar el veredicto de las urnas; cualquiera que sea éste.
Pero también requiere que las condiciones de competencia y las garantías institucionales permitan que los eventuales derrotados no sientan que fue un resultado injusto.
Es decir, la aceptabilidad de la derrota depende, por un lado, en un diseño institucional; pero depende al fin de cuentas de la vocación y el compromiso auténticamente democrático, y creo que ese es un punto, que en México sigue pareciendo débil.
En términos generales una pregunta que está en el aire y que anima a este encuentro es: ¿qué clase de reforma electoral o qué clase de reforma en el sistema de gobierno o en nuestro régimen político en general necesitamos?
Creo que son pertinentes y serán muy bienvenidas y pueden ser muy fructíferas las propuestas que haya para reformar nuestro régimen político. Pero toda discusión al respecto, todo análisis y todas las propuestas que queden en ámbito académico o que puedan prosperar en el ámbito legislativo, deben partir de algunas premisas.
Primero, que México ha transitado a la democracia, por medio de la construcción de instituciones, no de la sola voluntad de algunos actores políticos, ni de un solo líder. Ha sido una construcción institucional que ha pasado por amplios consensos, algunas veces difíciles de construir pero que, a fin de cuentas, pudieron contar estas reformas con el respaldo de los principales actores políticos, con las fuerzas políticas más representativas; las mayorías del momento y las minorías, que algunas de las después se convirtieron en mayorías, y así es el juego democrático.
Reconocer esa construcción institucional, reconocer en democracia, nadie gana todo, ni de una vez y para siempre, sino mayorías, minorías son temporales, circunstanciales y en una contienda democrática, así como nadie gana todo, nadie pierde todo, o por lo menos ninguna fuerza política debe quedar totalmente excluida, que la haga sentirse fuera de la representación nacional y que pueda debilitar los consensos básicos que toda democracia necesita.
Y hablando de las instituciones construidas que han permitido el tránsito de la democracia, y el ejercicio -ya voy a abreviar, agradezco la señal- y el ejercicio de la democracia aun con dificultades de gobernabilidad o de eficacia gubernamental que sí hemos tenido, hay que decir, uno de los pilares de nuestra democracia ha sido la formación y funcionamiento de instituciones electorales autónomas.
De autoridades electorales cuya imparcialidad pasa por su autonomía y por el respaldo de un amplio consenso de todos los competidores, y esto es alguno de los elementos que no deberían ponerse en duda y mucho menos deberían sufrir un debilitamiento que se tradujera en una regresión autoritaria.
Seguramente esto, con los especialistas que participarán en este encuentro, se podrán abordar estos temas con la profundidad, con la seriedad y la responsabilidad que merece.
Por esa razón no tengo dudas de que bajo el abrigo de esta querida Universidad y con la participación de la SOMEE y algunos organismos electorales, este Encuentro será un éxito.
Por lo tanto, siendo las 11:00 de la mañana con seis minutos de hoy 28 de noviembre de 2019, tengo el honor de declarar inaugurado este Encuentro Nacional para una Reforma Político-Electoral del Estado Mexicano.
Mucho éxito.
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