VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA INAUGURACIÓN DEL “ENCUENTRO NACIONAL DE CONTRALORES DE INSTITUTOS ELECTORALES DEL PAÍS”, REALIZADO EN LA CASA DE LA CULTURA JURÍDICA
Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.
Don José Manuel Sanz, Jefe de la Oficina del señor Gobernador. Le ruego le transmita al Gobernador un afectuoso saludo y un agradecimiento por la anfitrionía en estas tierras.
A la Presidenta del IMPEPAC, Ana Isabel León Trueba.
Al Magistrado Carlos Alberto Puig, Presidente del Tribunal Electoral del estado.
Y, por supuesto, a Blanca Estela Aldana, Contralora del IMPEPAC y Secretaria General de la Asociación de Contralores de Institutos Electorales del país.
Mi agradecimiento por la gentil invitación y un honor estar con ustedes en este evento inaugural de un seminario que, sin duda, será fructífero.
Me va a tocar hablar al rato, así que no quiero extenderme en esta sesión inaugural, sino, simple y sencillamente hacer un par de reflexiones con ustedes iniciales, que me parece que son relevantes como recordatorios de quienes estamos desempeñando desde distintas trincheras, desde distintos ámbitos, desde distintas responsabilidades la función electoral, porque, si bien los órganos internos de control, ustedes, son responsables de la vigilancia del buen uso de los recursos que las autoridades electorales ejercemos y del apego de quienes nos dedicamos en la parte técnica, en la propia función electoral, en el proceso de toma de decisiones e instrumentación de los procesos electorales, propiamente dichos, son también parte ustedes de los órganos electorales.
Y quisiera, en estas primeras palabras, además del agradecimiento de que en un evento que tiene la finalidad de compartir experiencias como los que ya han venido realizando y a los que afortunadamente, y cosa que agradezco mucho, me han invitado con una recurrencia que espero se mantenga.
Creo que es importante, insisto, decía en este momento inicial, recordar la importantísima función que ustedes desempeñan, porque es una función doble y una función de la que depende el buen estado de salud de nuestros sistemas electorales, o si se quiere, nuestro sistema nacional de elecciones, por un lado. Y, en consecuencia, el estado de salud de nuestra democracia, porque, así como es impensable un sistema democrático sin un sistema de partidos, como la teoría política lo ha venido señalando desde hace muchísimo tiempo, así como el estado de salud del sistema de partidos es el determinante del estado de salud de nuestra democracia, el estado en el que se encuentra el sistema electoral es determinante del estado en el que se encuentra también la democracia. Y si bien la democracia trasciende la dimensión electoral, es impensable una democracia sin cuestiones electorales.
Ya lo decía Ortega y Gasset, “la democracia es algo muy complejo, pero depende de un mísero detalle técnico, que son las elecciones”. Si las elecciones no funcionan bien, si las autoridades responsables de la función electoral no funcionamos bien, la democracia, simple y sencillamente no funciona bien, por no decir que eventualmente se agota.
Y la función que ustedes cumplen, como titulares de los órganos internos de control dentro del aparato electoral, dentro de la institucionalidad electoral es de una enorme relevancia, como decía, por dos razones fundamentales, una que es evidente y hasta obvia: los órganos internos de control, ustedes como titulares de los mismos son responsables del buen manejo de los recursos que administramos las autoridades electorales, ustedes son responsables del apego de los funcionarios electorales a las reglas que rigen nuestra función, ustedes también, y este es el punto que quiero subrayar, y a veces ni es tan claro, ni es tan evidente, pero es igual, y en una de esas, hasta más importante que la primera función, o por lo menos igual de importante. Ustedes son también garantes de que los principios rectores de la función electoral se concreten, ustedes son garantes de la autonomía de las autoridades electorales.
Los principios rectores de la función electoral son principios que no solamente nos obligan a quienes tenemos la responsabilidad de conducir o de tomar las decisiones en el ámbito de los órganos electorales del país, los principios de la función electoral obligan a todos los que trabajamos en esas instituciones, incluyendo a los órganos internos de control.
Y los principios de imparcialidad y de independencia, de objetividad, de legalidad, de máxima publicidad y de certeza, así como obligan a los que integramos los órganos directivos de los órganos electorales, así como obligan al funcionariado que opera las funciones electorales de los procesos electorales, obligan también a los titulares de los órganos internos de control, y es por eso que su función es trascendental en esa doble vía que mencionaba.
Porque de un órgano de control robusto que cumpla su tarea puntualmente en el control de los recursos que los institutos electorales administramos, es condición de transparencia, de certeza y, por ende, de credibilidad de la función de los órganos electorales.
Si un órgano electoral no es transparente en el manejo de los recursos, si el principio básico de rendición de cuentas no se aplica puntualmente en la administración electoral, es imposible que los órganos electorales contemos con la confianza ciudadana de la que depende nuestra función. Al final confianza responde también al principio de máxima publicidad y la aplicación del principio de rendición de cuentas en nuestra función electoral.
Pero también ustedes, que probablemente son menos visibles de los consejeros electorales, particularmente cuando hay elecciones, en esos momentos todos los reflectores están viendo a ver qué hacemos, a ver qué decidimos, a ver qué resultados damos, y no necesariamente quién es el titular del Órgano Interno de Control, pero los titulares de los órganos internos de control son tan relevantes, tan fundamentales en la defensa y actuación de esos principios, como quienes ocupamos un cargo en los consejos generales respectivos de nuestras instituciones.
Ustedes son una trinchera fundamental en la defensa de la autonomía de la función electoral frente a los intentos de intromisión de los poderes públicos, de los poderes privados, o eventualmente de grupos de interés.
Si un contralor, o contralora, se convierte en una correa de transmisión de un partido político, de una fuerza política, de una mayoría parlamentaria, de algún legislador, o de un grupo de interés, se acabó la autonomía de la autoridad electoral que audita.
Y en los tiempos que corren, que son tiempos de cambio, ojalá para bien, porque los grandes problemas nacionales así lo demandan, la defensa de las autonomías es fundamental.
Y creo que recordar esto ante ustedes titulares de los órganos de control, que son y deben ser una trinchera de la defensa de esa autonomía, sin ninguna concesión para quienes somos auditados, como debe de ser por ley, por parte de ustedes.
Pero con plena convicción de que su función es vital, no solamente para actuar en principio de rendición de cuentas, como menciona, sino para es otro principio que es la defensa de las autonomías, es fundamental.
Un órgano interno de control que sea impecable en el proceso de auditoría y, en consecuencia, de la actuación del principio de rendición de cuentas, que se ponga al servicio de un órgano del poder, es un órgano de control que entró en una dimensión, si quieren política, de la corrupción que tanto ha aquejado a nuestro país.
Un órgano interno de control que se preste a ser la punta de lanza a través de la cual se vulnera la autonomía de un órgano constitucional autónomo, como somos los electorales, es un órgano que está contribuyendo a socavar el principio democrático que se centra en la vigencia del principio de imparcialidad y de la independencia que deben tener los órganos electorales respecto de los actores políticos.
Así que gracias de nueva cuenta por invitarme, porque ésta es una ocasión adicional para poder reiterarles una cosa, si bien nuestras funciones al interior de los órganos electorales a los que pertenecemos son distintas, pertenecemos al mismo órgano electoral.
Si bien es indispensable en la no condescendencia del trabajo de ustedes en la supervisión del trabajo que hacemos quienes integramos las estructuras administrativas y de decisión de los órganos electorales, porque si no se acabaría la lógica de su función, también es cierto que ustedes son tan responsables como quienes estamos en los consejos generales, en las juntas ejecutivas, en fin; en la trinchera del hacer elecciones para defender la autonomía y la independencia de nuestros órganos.
Somos parte de lo mismo, y no hay modo que le vaya bien a un órgano interno de control si le va mal al órgano que audita, del que forma parte. Y al revés, no hay modo que le vaya bien a un órgano electoral si a su órgano interno de control flaquea en la defensa de sus principios constitucionales que nos rigen a todos.
Es pues, éste un espacio privilegiado de nueva cuenta para, a diferencia de lo que algunos piensan, reiterar que los órganos electorales están integrados también por sus órganos de control, y que los órganos de control son parte integrante y, consecuentemente, responsables de la vigencia de sus principios de los que depende el orden democrático en la defensa de la autonomía de los órganos constitucionales autónomos.
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