VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL (INE), LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, EN LA INAUGURACIÓN DE LA 7ª. EDICIÓN DE LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DEL TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN
Muchísimas gracias. Muy buenos días tengas todas y todos.
Agradezco muchísimo la distinción que me brinda el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, en particular del Magistrado Presidente, el Magistrado Felipe Fuentes.
Y el responsable, el autor intelectual, desde sus inicios, de este magnífico ejercicio que es la Feria Internacional del Libro Jurídico que lleva su séptima edición, el Magistrado Felipe de la Mata.
Saludo también con muchísimo gusto y estima a nuestros colegas, digamos, desde la trinchera de los órganos autónomos, responsables de la transparencia; nuestros vigilantes frente a los que somos sujetos obligados. El Comisionado Acuña y la Comisionada Blanca Lilia Ibarra.
Saludo también a María del Carmen, la integrante de esa extensión, (inaudible) la extensión de la reforma de 2014, una Sala que venturosamente financia el Tribunal, pero que orgánicamente se parece más al INE, así que, Carmen muchas gracias.
Y, por supuesto, Berenice, la Secretaria General de Acuerdos. Agradezco muchísimo la oportunidad.
Inaugurar un evento destinado a la difusión del conocimiento científico en materia electoral, mediante la atinada labor editorial que ha desplegado este Tribunal y, como lo he dicho en otras ocasiones, en otras ediciones de esta feria, esa envidiable política editorial del Tribual que es punto de referencia para quienes tenemos algún tipo de publicaciones, pero que dista mucho de llegar a la profusión y a la intensidad del programa editorial de este Tribunal.
Es una oportunidad, me parece, inmejorable para reflexionar sobre el surgimiento de una serie de nuevas interpretaciones, curiosas interpretaciones de la democracia mexicana que, si me permiten la expresión, más allá de curiosas, rayan en el dogmatismo y en el oportunismo político.
Esta visión dogmática de la transición, de la creación de la democracia mexicana, va en contra no sólo de la evolución constitucional del México moderno, sino que pretende negar el largo proceso de construcción de un sistema electoral que ha sido reconocido a nivel internacional y que representa uno de los casos de éxito más emblemáticos de transiciones pactadas que han sido duraderos y estables a lo largo del tiempo.
Me explico, seguramente, todos en el ámbito de esta Feria del Libro, estamos convencidos de que el andamiaje institucional de nuestra democracia ha sido el resultado de las aportaciones de muchas generaciones de políticos, legisladores, académicos, especialistas, juristas y demás y, de la sociedad, sin duda, durante los últimos 40 años.
Este Tribunal es un ejemplo de dicha evolución desde ese punto de vista institucional; este Tribunal dista radicalmente del Tricoel establecido con la reforma de 1986, pero encuentra sus raíces profundas en aquella primera expresión embrionaria, germinal, de justicia electoral.
Y así podíamos irnos haciendo referencias, encontrando los anclajes históricos, los orígenes, en esta evolución, de todas las instituciones y de prácticamente todos los procedimientos, los criterios y los, me atrevo a decir, las agendas que se han venido concretando como, por ejemplo, el tema de la paridad o de la participación de comunidades indígenas, o de personas con distinto tipo de capacidad en el ejercicio de sus derechos políticos y de las cuales este Tribunal ha sido un protagonista fundamental.
En este arco temporal, han transcurrido múltiples reformas electorales que han articulado ese cambio. Decenas de decisiones administrativas y jurisdiccionales que han configurado un sistema de partidos plural y cada vez más equitativo, que han consolidado un circuito de autoridades electorales autónomas e independientes, crecientemente especializadas, que han posibilitado alternancias de todo tipo y en todos los ámbitos electorales, desde el federal hasta los municipios más pequeños y apartados, que ha garantizado el derecho de las minorías a participar en la competencia democrática y más aún, que su voz esté presente y pueda ser escuchada en los órganos de representación del Estado.
Es la misma evolución política y jurídica que nos ha permitido concretar la paridad, como mencionaba, no sólo en la competencia por los cargos de elección popular, sino en la integración misma de los congresos locales y Federal.
A propósito de la transformación de la paridad en las candidaturas establecida en la Constitución, en los hechos a una paridad en la representación.
Esta evolución de la democracia mexicana está plasmada en cientos de libros y artículos desde distintas perspectivas y con distintos planteamientos, reflejando también en el ámbito académico y editorial, esa pluralidad que ha caracterizado y caracteriza a la sociedad mexicana.
Esos libros y esos artículos en donde se retoma decía, esa evolución, están aquí muchos de ellos, en esta feria y se pueden consultar electrónicamente desde cualquier parte del mundo.
Algunos textos están incluidos en las reformas electorales de distintas instancias como la Cámara de Diputados o en distintos sitios web como el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y muchos otros pueden ser consultados con facilidad en los acervos de las bibliotecas de casi cualquier universidad o institución de educación superior.
No obstante, los miles de evidencias empíricas de la transición, para algunos nuevos intérpretes de la democracia en nuestro país, esas evidencias evolutivas son invisibles o inexistentes o menospreciadas.
En efecto, actualmente, algunos aspirantes a intelectuales orgánicos sugieren que nuestro país arribó a la democracia el primero de julio de 2018.
Tal postura desconoce que la democracia mexicana es una construcción colectiva que se fue articulando a lo largo de décadas como mencionaba y de paulatinas aproximaciones sucesivas, plasmadas en las ocho grandes reformas electorales que hemos tenido.
La transición cuajó como una serie de capas que se fueron sedimentando con el tiempo, una tras otra y que en conjunto provocaron un profundo cambio político.
El México de hoy, rico, plural y diverso como es, no tiene absolutamente nada que ver con el país que hace apenas 30 años y un par de meses antes de la primera alternancia en una gubernatura en Baja California, implicaba o reflejaba un país absolutamente monocolor.
El México de hoy es un país en donde claramente existen fuerzas políticas con presencia emanadas de los votos libremente emitidos en las urnas, pero que se acompañan, presencias mayoritarias, que se acompañan de una pluralidad y una diversidad política-ideológica que es parte de la riqueza de nuestro país.
En las elecciones del 2 de junio pasado en seis estados de la República el partido más votado obtuvo un millón 900 mil votos, el partido que le siguió en votación obtuvo 1 millón 700 mil votos, ese es el México que vivimos, ese es el México de la transición.
Y si bien el primero de julio del año pasado, ojalá empezó una nueva historia del país, una nueva etapa en la historia del país, que ojalá resuelva los grandes problemas que venimos arrastrando y que aquejan a la sociedad mexicana: desigualdad, pobreza, corrupción, impunidad e inseguridad, ojalá el primero de julio desde el punto de vista democrático es una consecuencia del trabajo y de la apuesta que, a lo largo de cuatro décadas, al menos, muchos millones de mexicanas y mexicanos construimos conjuntamente.
Estas nuevas visiones, estas nuevas interpretaciones de la democracia me recuerdan esas visiones que, en el ámbito científico, hoy estamos inaugurando un espacio en donde el conocimiento científico publicado en materia electoral está a disposición de todo el que quiere aproximarse a esta compleja historia.
En el ámbito científico es justamente la disputa que, entre las posturas dogmáticas, cerradas, y anticientíficas cuajan en el así llamado creacionismo. Son posturas que apuestan por un creacionismo democrático. En México no había democracia y de la noche a la mañana la democracia arribó a nuestras costas.
Frente a esa corriente del pensamiento que es el resultado del progreso civilizatorio de la modernidad que en el ámbito científico se refleja justamente las teorías evolucionistas.
Todos los que trabajamos en los órganos electorales, los que nos hemos ocupado de las cuestiones electorales desde hace tiempo. Todos lo que, desde distintas trincheras, la academia, la política, el ámbito legislativo y, sobre todo, la sociedad civil en las últimas cuatro décadas ha hecho una apuesta histórica que nos tiene donde estamos hoy.
Todos somos testigos de cómo la construcción de la democracia mexicana, cómo la transición que implicó un profundo cambio político es el resultado de un conjunto de luchas, que no son luchas de un sólo partido, que no son luchas de una sola actuación o resultado de la actuación de una sola fuerza política, y mucho menos de un solo hombre sino de generaciones de mexicanas y mexicanos que apostamos por el cambio democrático. Somos testigos de esa génesis, de esa evolución.
Una interpretación creacionista de nuestra democracia es, en ese sentido, nugatoria de la historia y de la conformación del Estado constitucional de derecho que hoy tenemos en México y que funciona con base en leyes e instituciones que, como decía, muchos de los aquí presentes han contribuido a diseñar y a instrumentar.
En un país diverso como el nuestro y con una historia tan robusta y tan rica en experiencias que han modelado las decisiones públicas, separando esas visiones dogmáticas de las decisiones públicas para ofrecer una visión que borra la historia, que niega la importancia del gradualismo, de ese evolucionismo en el desarrollo de la democracia, no nos ayuda a explicar nuestra convivencia democrática al término de la segunda década del siglo XXI.
El creacionismo niega la historia, niega la evolución, apuesta por una especie de generación espontánea que todos los que estamos aquí somos testigos de que es una interpretación meramente dogmática.
Quienes quieran plantear que el México democrático que hoy tenemos surgió pues de un día para otro, no sólo está proponiendo un sin sentido, sino que, están refiriendo una absoluta, a esa absoluta dicotomía entre creacionismo político y evolucionismo institucional.
Esta Feria es una gran oportunidad, Magistrado Presidente, que se agradece para quienes defendemos esa lógica de construcción histórica, gradual y paulatina de la democracia, porque aquí se compila, justamente, los testimonios que desde distintas perspectivas, políticas e ideológicas; desde distintas perspectivas de aproximación científica, dan cuenta justamente de una historia que hoy nos tiene en donde estamos y que, ojalá, sea la base para construir un México mejor.
No hacerlo, no entenderlo, no denunciar esas visiones creacionistas que hacen nugatoria una historia que es creación de la, es así, obra de la sociedad mexicana en su devenir histórico del último medio siglo, es simple y sencillamente, una apuesta por la fe política y no por el conocimiento científico en materia electoral.
En ese sentido, permítame terminar, externando públicamente en este espacio, no solamente mi reconocimiento y admiración, sino también, mi solidaridad y el mayor de mis respetos, como académico, como profesor universitario, pero también, como mexicano orgulloso de los progresos y del conocimiento científico que desde las aulas universitarias se genera y que, en muchas ocasiones nos coloca como punteros a nivel internacional, al doctor Antonio Lazcano Araujo, por cierto, el mayor experto en México del evolucionismo, el alumno de Oparin, el autor de “El Origen de la Vida” y, que, desde ese punto de vista, en otro ámbito, constituyen en el ámbito de la ciencia, constituye uno de los científicos más importantes en México.
Un científico que reconoció a nivel mundial por sus estudios sobre la biología evolutiva y específicamente, como decía, sobre el origen de la vida.
Gracias, también, porque con su obra hoy me permite justamente adoptar en el ámbito electoral esa reivindicación, que bajo una lógica evolucionista implica esa construcción de la que todos los que estamos aquí, como decía, somos autores.
Justamente, el proceso de transición a la democracia mexicana, que hoy, con la elaboración de esta Feria del Libro, hoy tiene un momento estelar en esa lógica de difundir, recrear lo que hemos sido, lo que somos y cómo nos planteamos hacia el futuro.
Muchísimas gracias.
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