Intervención de Lorenzo Córdova, durante la firma de convenio entre el INE-U de G en materia de derechos humanos, participación igualitaria y promoción de la cultura democrática

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

 

VERSIÓN ESTENOGRÁFICA DE LA INTERVENCIÓN DEL CONSEJERO PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL, LORENZO CÓRDOVA VIANELLO, DURANTE LA FIRMA DE CONVENIO ENTRE EL INE Y LA UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO, EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS, PARTICIPACIÓN IGUALITARIA Y PROMOCIÓN DE LA CULTURA DEMOCRÁTICA

 

Muchas gracias, muy buenas tardes tengan todas y todos ustedes.

Distinguido y apreciado señor Director, muchas gracias por su anfitrionía en esta casa de estudios, una de las universidades de mayor prestigio, de mayor relevancia del sistema de universidades públicas del país.

Señor Secretario General, señor Abogado General.

Estimadas y estimados colegas universitarios.

Colegas del Instituto Nacional Electoral.

Distinguidas autoridades de diversos órganos del estado.

Señor presidente del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato.

Estimadas y estimados amigos, querida Arminda, qué gusto encontrarte acá, en unos años más nos veremos de nueva cuenta en el ámbito universitario.

Estimados amigos con una enorme pena, como buen forastero, es una pérdida de aquél tamaño y tan de llegar a esta máxima casa de estudios de la entidad y agradeciendo mucho la gentileza, el espacio que se nos ha brindado, me parece que alguna reflexión en torno a este convenio, no puedo obviar el hecho del momento en el que nos encontramos en términos de la consolidación democrática de nuestro país.

Ha transcurrido a penas poco más de un año de la elección más grande y compleja de nuestra historia, y me parece que esto implica aprender el pasado en una lógica de seguir mirando y construyendo hacia adelante.

Creo que debemos orientar nuestros esfuerzos para pensar cada vez más en la consolidación de la democracia aprovechando los esfuerzos de generaciones que nos han permitido llegar hasta donde hoy estamos.

Hay quien piensa que el 1° de julio del año pasado comenzó la vida democrática del país, ojalá y comience una etapa que nos permita resolver los grandes problemas que aquejan a la sociedad mexicana, pero creo que lo que ocurrió el 1° de julio es la prueba de que México ha transitado hacia la democracia.

La práctica de la democracia mexicana en más de dos décadas ha sido un caso de éxito a nivel mundial, y no es casual que la elección del 2018 sea vista a nivel internacional como un punto de referencia en múltiples planos, como un ejemplo de combate a la desinformación sin entrar en la lógica de censura, restricciones y provisionismo; como una elección en donde la paridad de género se constituye como un caso de éxito, más allá de las normas constitucionales, sino por la instrumentación de acciones afirmativas; en materia de fiscalización, en materia de la capacidad que la hace los mexicanos hemos desarrollado para realizar elecciones en contextos de complejidad e incluso de violencia, colocan a la elección mexicana como una, decía, elección que constituye un caso de estudio.

En este acto temporal, en las dos décadas que antecede, México no sólo logró una transición pacífica desde su sistema de partido hegemónico, sino que se ha logrado que en cinco lustros fenómenos típicos de sistemas democráticos adquieran carta de naturalización en nuestro país.

La alternancia, la competitividad, gobiernos divididos, la participación de las minorías en las decisiones legislativas, son fenómenos que forman parte del paisaje ordinario de la democracia mexicana.

En un cuarto de siglo el perfeccionamiento en nuestros procedimientos electorales le han inyectado certeza, legalidad y equidad a las contiendas, y han demostrado que cuando los comicios son libres y son organizados por una autoridad independiente y autónoma todas las fuerzas políticas pueden ganar o pueden perder en las urnas.

Los últimos cinco años son, por cierto, los años en los que se ha registrado, como nunca antes en nuestra historia, el fenómeno de la alternancia. El promedio de alternancia en las elecciones municipales, locales, federales en el país, alcanza el 60 por ciento.

Más aún, en el marco del sistema nacional de elecciones algunas de las innovaciones y de los resultados obtenidos se están tomando, como mencionaba, como referentes de escala internacional.

Y aunque la recreación de las elecciones ha servido para transformar la convivencia política y la pluralidad de manera cotidiana, todavía tenemos un gran déficit en materia de ciudadanía.

Los datos, que esperamos el próximo volver a levantar de la mano del INEGI, del Informe País sobre la calidad de la ciudadanía en México son contundentes e, incluso, perturbadores: 66 por ciento de los mexicanos considera que las leyes se respetan poco o nada. 72 por ciento de las personas sostiene que no puede confiar en la mayoría de los individuos fuera del círculo familiar.

61 por ciento de las y los mexicanos que fueron víctimas de algún delito no hicieron algo para denunciarlo por desconfianza en las autoridades. Partidos políticos y legisladores, que son dos figuras indispensables de todo sistema democrático, cuentan con los niveles de confianza más bajos de las instituciones del país.

Y así podríamos seguir citando cifras de casi cualquier estudio de opinión pública, en los que una y otra vez se vería reflejado que la sociedad mexicana desconfía, que no cree en las leyes, que no cree en las instituciones públicas, lo que revela, por cierto, un tejido social profundamente lastimado y erosionado.

Este contraste entre una democracia que cuenta de múltiples que le dan certeza y legalidad a la disputa por los poderes públicos en las urnas, que coexiste y se recrea en una sociedad que participa cíclicamente en las elecciones, y es que es cada vez más distante en la política, sólo se puede explicar, desde mi perspectiva, por el desfase entre el desarrollo de nuestra ciudadanía y los procedimientos electorales.

Y paradójicamente, ese desfase, en términos de la paridad democrática de la ciudadanía, no significa una ciudadanía ausente o alejada de las preocupaciones y los problemas cotidianos.

Me parece que necesitamos una política de Estado en materia de cultura cívica que, desde la laicidad, tan importante en los días que corren, impulse, y, por cierto, que alimenta permanentemente la labor y el qué hacer universitario, por definición; impulse los valores de la tolerancia, el debate, el disenso y la construcción de acuerdos. Ese es desde mi perspectiva, el déficit pendiente de nuestra transición.

Empoderar a la ciudadanía, no sólo a través de las urnas, sino que se asuma como titular de derechos y de responsabilidades, y que cuente con las herramientas para exigir las condiciones para ejercerlos como uno de los desafíos que debemos enfrentar en los próximos meses y años.

Por eso, estoy realmente muy complacido, y aquí lo digo honestamente, en mi doble calidad de funcionario público electoral y de universitario, no he dejado de dar clases y no lo voy a dejar de hacer, porque de todos modos me voy a volver (inaudible) electoral, creo que el estar en el INE me vuelve, así quiero lo quiero ver, universitario, y al venir de la universidad me hace un funcionario electoral. Por eso decía, estoy muy complacido en esas doble calidad que, en un mismo día, dos instancias del estado de Guanajuato, por un lado el gobierno de la entidad, esta mañana, y ahora , esta noble universidad, hayan tenido la disposición de establecer las bases de colaboración institucional, que nos ayuden a impulsar un nuevo paradigma, conjuntamente, de cultura cívica, que engarce el desarrollo de nuestros procedimientos democrático, con la calidad y desarrollo de la ciudadanía y el ejercicio de sus derechos.

En ese sentido, agradezco profundamente, al señor rector de esta universidad, al doctor Guerrero Agripino, el interés para suscribir este convenio en colaboración con el INE.

Estoy seguro que el desarrollo de materiales que fomenten y expliquen adecuadamente los derechos fundamentales de todas las personas en una democracia, así como sus responsabilidades, que la realización de talleres, seminarios y conferencias que impulsen nuevas prácticas y modelos de ciudadanía, que promuevan la participación igualitaria de mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida personal y profesional; así como la producción de materiales y documentos que difundan temas relacionados con la calidad de la democracia que, al final del día se traducen en el ejercicio, garantía y respeto de los derechos, serán factores que contribuirán a disminuir los déficits de ciudadanía que todavía hoy tenemos.

Por todo ello, celebro de corazón el convenio que estamos suscribiendo con la Universidad de Guanajuato y confío en que será un punto de partida para una nueva etapa de colaboración entre el INE y la comunidad académica de esta entidad.

Soy un egresado de la escuela pública y soy un egresado de la universidad pública, así que no puedo sino celebrar esto, porque las universidades son socios estratégicos no sólo de la construcción de la democracia, sino de la función de los organismos electorales.

Concluyo regresando al principio de esta intervención.

Si la democracia mexicana ha contribuido tanto al desarrollo del pluralismo, a la inclusión, a la participación de minorías, al impulso de la paridad de género y a la rendición de cuentas, me parece que, si queremos pensar en el futuro de nuestra convivencia democrática, debemos también seguir avanzando en el cuidado de la democracia que hoy tenemos, no sólo de la electoral, sino también de las otras dimensiones de la misma, la que se práctica cotidianamente y fortalecerle con nuevas prácticas desde la sociedad y esto involucra una tarea que no es responsabilidad sólo de los órganos electorales, es responsabilidad también de las universidades como motores de la recreación del conocimiento, pero también de la convivencia pacífica en la apropiación, asunción y práctica cotidiana de los valores y principios de la democracia, dentro de las aulas, fuera de las aulas, en las elecciones, fuera de las elecciones.

Enhorabuena, señor Rector por ese convenio, cuente con toda la disposición para que éste sea un punto de partida de muchas otras esferas de colaboración entre el Instituto Nacional Electoral y la Universidad Autónoma del Estado de Guanajuato que es, vuelvo a insistir, una aliada estratégica nuestra en la construcción de la democracia cotidianamente.

Muchísimas gracias.

 

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