Por Dagoberto Santos Trigo, Vocal Ejecutivo del INE en Guerrero
Oaxaca ha dado un paso significativo con la suscripción del Convenio de Apoyo y Colaboración signado entre el Instituto Nacional Electoral y el Gobierno del Estado Libre y Soberano de esa entidad federativa. Gracias a esta alianza, las dos instancias –un órgano constitucional autónomo y el gobierno de esta entidad- se comprometen a trabajar unidas en torno a la potenciación de las capacidades de liderazgo de las comunidades y poblaciones originarias.
En especial destaca la importancia de propiciar acercamientos para lograr el empoderamiento de ciertos sectores que se encuentran abandonados, dentro de ese grupo de población. Existe la preocupación por llevar capacitaciones y cursos-talleres para construir una ciudadanía indígena activa, que permita un mejor conocimiento y aplicación de los derechos político-electorales de las personas y comunidades indígenas.
En especial, resulta edificante la idea de empoderar a las mujeres indígenas en el conocimiento, uso y ejercicio de sus derechos humanos y político-electorales. Ellas han sufrido maltrato, olvido, discriminación y han estado sojuzgadas a los imperativos y directrices del estándar patriarcal.
En las ocho regiones de Oaxaca y en las siete de Guerrero, existen pobladores originarios. En algunas zonas predominan por su número y su eterno abandono. Oaxaca y Guerrero no sólo comparten linderos territoriales sino también, más allá de artificios políticos, la riqueza de un mundo antiguo común, en particular con grupos demográficos que descienden de poblaciones mixtecas, zapotecas y tlapanecas.
De ahí que haya sido un gran acierto el que el Instituto Nacional Electoral, a través de la Junta Local Ejecutiva de Oaxaca, con el respaldo y apoyo de la DECEyEC y del Consejero Presidente, haya hecho un aporte valioso a la gobernabilidad democrática en materia de pueblos indígenas al hacer realidad el acuerdo mutuo de colaboración institucional.
A mi homólogo de Oaxaca, Edgar Arias, lo felicito ampliamente por esta iniciativa que servirá para profundizar en la sensibilización hacia el tema indígena, a tono con lo que dispone la Constitución mexicana de que ninguna persona puede ser discriminada por causa de origen ético, aspecto físico o identidad. Sobre todo, en una entidad federativa como lo es Oaxaca, en donde la riqueza étnica es amplia, dinámica y compleja con sus 517 municipios que eligen a sus autoridades a través de sistemas normativos internos.
En Guerrero, también contamos con una población amplia de comunidades y pueblos originarios que merecen un trato parecido al de Oaxaca.
Aquí, apenas contamos con un municipio que se rige por los llamados “usos y costumbres”, que se encuentra, por cierto, al borde del abismo ante los ataques de quienes desean volver al viejo sistema injusto y desigual.
Guerrero tiene 30 municipios con población de fuerte presencia indígena y distritos locales y federales, con abundantes sectores demográficos originarios. Bien pudiera transitarse por lo ya conseguido en el sistema electoral indígena del estado vecino.
En fin, la lucha por generar condiciones sociales de igualdad efectiva apenas comienza. Y ese debe ser un reto para nuestro generoso Instituto Nacional Electoral.