Por: Dagoberto Santos Trigo, Vocal Ejecutivo de la Junta Local Ejecutiva en el estado de Guerrero
San Agustín dijo: “¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien no sabría cómo hacerlo”.
Se va del Instituto Nacional Electoral un hombre ejemplar; un prototipo de las lides electorales y, sobre todo, de las que tienen que ver con la auténtica amistad.
Pocos saben qué es eso. Algunos tienen la osadía de desplazar al ser humano como si fuera una hoja seca que cae de un árbol.
El prof. Miguel Ángel, mi amigo, no es así. Ni lo será. Su espíritu sensitivo se prolongó en toda su carrera dentro del servicio público.
Guardando las proporciones, su hombro se asemeja a un contrafuerte: todos nos apoyamos en él. Un sostén inacabable.
Ahí estuvo siempre, con su brazo extendido y la palma de su mano abierta a la resolución de conflictos. Siempre intacto, sereno, como un ocaso a mar abierto.
Muchos deberíamos aprender de la humildad que él puso de manifiesto. ¡Cuántos carecemos de eso!
Al Mtro. Solís se le adjudican importantes avances en la logística electoral, siempre esforzándose y anteponiendo el temperamento ante las presiones políticas. De ahí que su figura haya sido inamovible; incluso, en la transición institucional.
Sólo mencionaré algunos puntos de su destacado trabajo.
- Se alcanzaron las más elevadas cifras de instalación de casillas en las elecciones federales.
- La Institución se hizo cargo por primera y segunda ocasiones del voto de los mexicanos residentes en el extranjero.
- En coordinación con la Dirección de Capacitación Electoral y Educación Cívica, a partir de las elecciones del 2009 se rediseñaron las actas de casilla con enfoque didáctico, al igual que los cuadernillos de operaciones, con la finalidad de apoyar el mejor llenado de las actas de casilla, con resultados de mejoría constatables.
Hoy, como seguramente lo haremos cualquiera de nosotros, se retira el servidor público humano, quien a cada instante veló por el trabajo meticuloso y calculador.
Como pedagogo, fue reiterativo. Escucharlo exponer un tema era un deleite. Impartía una clase en todas sus formas y perspectivas. Un cúmulo de virtudes, al fin y al cabo.
Además, quiero tocar otra faceta de él: su espíritu narrativo. Por medio de eso conocí sus lazos consanguíneos, donde imperó la cultura del esfuerzo.
Voluntad y aliento combinados en una dinastía que no se extinguirá.
El Mtro. Solís es como el viento o la lluvia en la noche: incesante e intempestivo. ¿Qué más puedo expresar?
El ambiente se llena de melancolía, pero con un aliento de júbilo que no se puede describir, ni contando con el glosario más vasto o la idea más nítida.
El profesor Solís, es de una estirpe que surge cuando el tiempo conspira por encima del flujo de la naturaleza. Como si de pronto el río se volviera un alto surtidor y los árboles dieran una sombra perpetua.
¡Venga, estimado profesor! Aquí tiene mi mano también. Estréchela una vez más, para que su soplo se quede en mi corazón y su sabiduría en mi pensamiento. ¡Hasta siempre!