Por: Ignacio Ruelas Olvera, Vocal Ejecutivo del INE en Aguascalientes.
Permítanme referirme a una utopía, todo lo que se ha construido sobre donde no había nada. En esa construcción utópica colectiva, la vida profesional de Miguel Ángel Solís Rivas se acoge a la institución electoral que hoy, parece no ve faro a su puerto, pero solo hay exceso de nubes, la prudencia será la brújula adecuada, pondrá las cosas en su sitio, nadie puede o podrá arremeter contra lo bien realizado y al amparo de la Constitución, las leyes, los principios que rigen nuestras conductas y hacen la institucionalidad.
El mundo objetivo simplemente es, no transcurre, el tiempo no pasa, somos nosotros los pasantes. Transcurre por la avenida de nuestras conciencias. Nuestro ahorita corre hacia el futuro de la mano de nuestra imaginación, la zona donde nace la utopía. El presente no se encuentra en las ecuaciones de las leyes de la física, no tienen la propiedad de ser presente. Tenemos cosas, -noúmenos dice Kant- que una vez que pasan, nunca regresan: el tiempo, las palabras, las oportunidades.
En su reseña sobre el libro Ética de la razón cordial: educar en la ciudadanía en el siglo XXI, de Adela Cortina, el pedagogo Pablo Montero Souto nos recuerda que la ética cívica cordial apela al reconocimiento mutuo que se propician los seres humanos cuando se atreven a confrontarse con las voluntades de su razón y su corazón, aplicando la sabiduría necesaria para llevar una vida prudente y decente.
En esa apelación significo la relación profesional y personal que he tenido a lo largo de más de veinte años con Miguel Ángel Solís Rivas, con quien he tenido coincidencias y divergencias dialécticas que siempre se han dirimido en la arena del diálogo y el respeto, fundados en el reconocimiento recíproco de nuestra ineludible condición de humanidad en cruzadas de virtudes y debilidades, de anhelos y convicciones.
Sin duda, las virtudes y convicciones que distinguen a Miguel Ángel como persona y como profesional a toda prueba, le han permitido vencer las múltiples adversidades y retos que alguien en su posición inevitablemente ha tenido que enfrentar en esta institución, cuya divisa es el desafío permanente para la configuración constante de métodos que hagan posible su vocación primigenia de construcción de ciudadanía, a través de garantizar el ejercicio pleno de los derechos político electorales.
En esa brega democratizadora protagonizada por el INE, antes IFE, que hoy más que nunca debemos reivindicar, la contribución de Miguel Ángel ha sido crucial, pues su conducción durante catorce años de la DEOE, ha garantizado una sólida plataforma organizativa para embonar con precisión y eficacia cada eslabón del procedimiento electoral.
En los mares procelosos que hemos debido cruzar, la voluntad de razón cordial de Miguel Ángel, ha constituido siempre un faro al mismo tiempo puente y cimiento. Ante la duda fundada, siempre arguyó una explicación razonada en la que el fin institucional nunca instrumentalizó a las personas que conformamos a la familia electoral. Ante la opinión contraria, siempre esgrimió la palabra conciliadora, fundada en su talante diplomático.
En el centro de esas prácticas cotidianas, en su actitud ante el trabajo y la vida, se encuentra la naturaleza del gran pedagogo que es, y siempre será, nuestro apreciado Profesor Solís. Maestro de formación, vocación y convicción, permanentemente demostradas ante quienes nos hemos beneficiados de sus enseñanzas.
¡Miren Ustedes!…
Miguel Ángel. Por esos talentos humanos, por esa prudencia y decencia que siempre te han distinguido, te saludo y manifiesto mi alta consideración. Encuentro en tu desempeño una pedagogía similar a la de Richard Wagner; por encima del texto, de la puesta en escena, e incluso de la música, Wagner puso el drama, tú pones la odisea de la democracia y sus procedimientos.
Tus presupuestos creativos, como los de él, coinciden en la firmeza del amor, tú por el de México, por esos límites de 158,000 casillas. Para Wagner, los dioses igual que las personas, los nibelungos o los gigantes del mundo imaginario, los personajes históricos y la utopía cobran una dimensión universal; para ti, el mundo de la vida y sus serpientes amenazantes adquieren dimensión política para garantizar el mandato democrático: a un ciudadano un voto.
El cruce de las tragedias y las elecciones los hacen coincidir, tantos mundos, tanto tiempo, tanto espacio: el amor lo redime todo, tu aportas una pedagogía del amor, el amor inextinguible por la Patria, sin la que nadie puede vivir, ni el bueno, ni el malo, ahí está y desde ahí nos habla, Suave Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía como aguinaldo de juguetería…Patria: te amo no cual mito, sino por tu verdad de pan bendito…
Miguel Ángel, te extrañaremos, sin duda, te prometemos cuidar la herencia que nos dejas en tu calidad de amigo, como persona, en el desempeño profesional, en la ética electoral, en la moral de buen hombre que eres.