Muy buenos días a todas y todos.
Es siempre un honor estar aquí en esta que, tal vez abusivamente, siempre he considerado mí casa. Es verdaderamente un placer estar aquí.
Agradezco y saludo con mucha deferencia a la Magistrada Presidenta, la Magistrada Janine Otálora, y por supuesto, a mi reconocido y buen amigo, el Magistrado Felipe Fuentes.
A todas y todos ustedes muy buenos días.
La invitación a participar en la inauguración de esta Feria Internacional del Libro Jurídico me provocó una reflexión que quiero compartir con ustedes.
La institucionalidad electoral con la que México, y en general, los países que a finales del siglo XX trascendimos -digamos- llegamos, arribamos a un contexto democrático, fueron concebidas para un mundo que se informaba de una manera muy distinta a la que hoy ocurre: en papel, en libro, en periódicos, revistas, y por supuesto, todavía de manera embrionaria en medios electrónicos. Hoy esta es también la principal fuente de información.
Esas prácticas se tradujeron no sólo en un importante aumento de la literatura sobre la teoría de la democracia y los enfoques comparados, sino que reflejó, se reflejó en nuestros procedimientos para la organización de las elecciones, en las disposiciones para fiscalizar el dinero invertido en la política, en los mecanismos y procedimientos para resolver jurídicamente las controversias y ya no solamente desde la perspectiva política como había venido ocurriendo, y en general, en los métodos y herramientas que utilizamos para inyectarle certeza al sufragio y darle equidad a las contiendas.
De ahí la importancia de imprimir las boletas y las listas nominales en papel seguridad, de entregar a cada representante de partido una copia de acta de escrutinio y cómputo de la casilla, así como el uso de los cuadernos de operaciones para verificar lo que se va asentando en las actas, además de un largo etcétera, digámoslo así, de lo que, hoy digamos, se consolida como el sistema electoral mexicano.
Dicho de otra manera, el andamiaje que se diseñó en el siglo XX para la disputa por el poder político en las urnas se concibió en un mundo o para un mundo distinto al que hoy tenemos.
Un mundo sin redes sociales, en el que incluso había cierto fetiche que algunos mantenemos, por cierto, respecto de los libros y en el que el acceso al internet no era considerado en muchos casos, como hoy ocurre, como un derecho humano, sino que tenía un uso restringido, además de particularmente complejo.
Algunos de nosotros tal vez recuerden, muchos de ustedes no, tal vez, pero el acceso a través de módems a los, a la conectividad a través de internet.
Google nació apenas en 2008, aunque hoy es una herramienta, digamos, de uso masivo.
Esa importancia de los textos impresos contribuyó a que ferias, como las que hoy inauguramos, me parece, adquieran mayor relevancia y no solamente para los nostálgicos del papel, como uno.
Cabe señalar que el uso del papel todavía es muy relevante en muchas de las actividades de la administración electoral, al menos hasta que no nos cambien la ley, y tal vez va a ser tiempo de que haya una buena discusión sobre hacia dónde queremos encaminar nuestro sistema electoral.
Y ojalá esa discusión nos involucre a las autoridades electorales, porque tenemos mucho que decir en este sentido, aunque debo decir que luego del éxito de las elecciones que hemos organizado las autoridades electorales, no hay prisa para ello.
Cabe señalar, decía, que el uso del papel es relevante en distintas actividades de la administración electoral, aunque ello no significa que nuestro andamiaje institucional para la recreación de las elecciones y menos aún, que las autoridades electorales estemos ancladas a prácticas del pasado.
No me imagino algún secretario de estudio y cuenta del Tribunal Electoral, trabajando hoy en día sin poderosas herramientas como son los repositorios de información o la intranet a la que generosamente hoy, también, el propio Instituto Nacional en esta lógica de colaboración y de apertura de las propias redes internas de ambas instituciones electorales, también tenemos acceso.
Por el contrario, es comprobable que, en cada proceso electoral, invariablemente, tanto las autoridades administrativas como las jurisdiccionales, incorporemos una serie muy importante de innovaciones y de tecnología de los procedimientos.
En el INE revisamos, actualizamos, robustecemos nuestros sistemas informáticos previos a cada elección, aumentamos las medidas de seguridad para blindar la transmisión de datos del PREP del SIJE, de los conteos rápidos, de las conexiones punta a punta con el propio Tribunal Electoral, diseñamos nuevos sistemas para agilizar la verificación de procedimientos, e incluso, generamos innovaciones en la comunicación institucional para contribuir a la inclusión de nuevas generaciones en las elecciones.
De hecho, el conjunto de medidas que están detrás de la actualización, depuración de la base de datos del parón, solamente por poner un ejemplo, o del Sistema Integral de Fiscalización o el de administración de los tiempos del Estado son ejemplos del grado de sofisticación que ha alcanzado la democracia mexicana en los últimos años.
Y más aún, cada uno de estos sistemas se respalda y se documenta, tanto en papel como en medios electrónicos para que puedan ser revisados e incluso auditados.
Cada vez imprimimos menos documentos, cada vez usamos menos documentos. Entre la austeridad y un sentido más responsable con el medio ambiente disminuimos paulatinamente el uso del papel.
Pero qué bueno que más allá de la incorporación de las tecnologías y del hecho de que hoy contemos en línea con unos acervos bibliográficos más grandes y debo decirlo, envidiables, por obra y gracia de una venturosa decisión que en este órgano jurisdiccional se ha planteado, y ojo, mencioné al INE no por otra cosa, debo confesarlo aquí ante ustedes, sino por la profunda envidia y punto de referencia que desde la autoridad electoral tenemos hacia ese acervo bibliográfico en papel y digital que tiene el Tribunal Electoral.
Se ha invertido, si se me permite y aquí lo digo no sin un cierto grado de malicia, porque de alguna manera en algún momento de la vida, he tenido el privilegio de formar parte del Comité Académico del Centro de Capacitación del Tribunal y, por lo tanto, estar involucrados a través de ese Comité también en la producción editorial en algún momento de la vida de esta institución jurisdiccional.
Pero ha quedado atrás el momento en el que los años 90, la gran editorial en materia electoral era el INE, el IFE entonces y hoy finalmente estamos tratando de alcanzar la capacidad y la producción que el Tribunal Electoral venturosamente ha realizado.
De ahí la importancia de eventos como éste y creo que estos son momentos en los que hay que resaltar que más allá de la función que cumplimos como autoridades electorales, en nuestros distintos ámbitos de responsabilidades, más allá de la función del Tribunal Electoral como el órgano de solución pacífica de las controversias político-electorales y de garantía, como lo decía Luigi Ferrajoli, refiriéndose a la institucionalidad electoral en múltiples ocasiones, de ser instituciones de protección y de garantía secundaria de los derechos políticos fundamentales, el Tribunal Electoral no haya cejado, no solamente en esa vocación de publicación de textos que hoy resultan fundamentales para todos quienes en distintas trincheras -las del servicio público, las de la academia, las de la reflexión y formación de la opinión pública, ha venido generando con un acervo que cada día crece de manera exponencial y que hoy por hoy, constituye, repito, la base bibliográfica más importante y probablemente la más diversa.
Cosa que se agradece para los estudiosos, quienes estamos involucrados en alguna función electoral.
Es decir que la producción editorial del Tribunal no solamente se haya centrado en cuestiones estrictamente jurisdiccionales, sino no haya dejado de lado también la dimensión conceptual y política que involucra a las propias elecciones.
El parecer por los libros está cambiando, es cierto, y la desconfianza en las autoridades se refleja en las olas de desinformación que cursan por las redes sociales, como están cambiando las formas de comunicación.
Sin embargo, creo que estos asideros que alguien podría considerar como tradicionalistas, resultan particularmente importantes precisamente en los tiempos que corren.
Déjenme decirlo de esta manera, el proceso de transición a la democracia, el proceso de construcción de un sistema electoral que es reconocido a nivel internacional, la Magistrada Presidenta del Tribunal me estaba contando, acababa de presentar y como suele ocurrir cada vez que participamos en foros internacionales, no sin dejar boquiabierto a muchos colegas del mundo respecto de las fortalezas de nuestro sistema electoral, nuestro sistema electoral, decía, no nació de la noche a la mañana.
Y a pesar de esa sensación que muchas veces ocurre después de los procesos electorales, la democracia en México no llegó el primero de julio.
El primero de julio tuvimos la recreación de nuestra democracia a través de los cauces legales e institucionales que nos hemos dado, pero ese es el resultado de un largo y trabajoso proceso de construcción institucional y democrático que abarca mucho tiempo.
Déjenme decirlo así, si el primero de julio las y los ciudadanos pudieron expresarse con libertad en las urnas, es porque las condiciones estaban dadas: condiciones del voto libre, condiciones de garantía de los derechos políticos, condiciones de equidad en la competencia para que ello ocurriera.
Pero para poder entender eso, es inevitable tener memoria histórica y la bibliografía en materia electoral, repito de la cual el Tribunal Electoral es venturosamente uno de los principales aportantes, es una buena manera de entender el complejo proceso que nos trajo a dónde estamos.
Es decir, a una sociedad no lamentablemente dejada de achaques o no aquejada por grandes problemas que son los grandes desafíos de la sociedad democrática en México como son la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la inseguridad.
Pero sí un contexto en el que el voto es ejercido de manera autónoma y libre y cada vez más consiente y responsable por los propios ciudadanos.
Entender ese proceso es imposible sin una mirada, digámoslo así, en ese proceso acumulativo al que hago referencia y que se ha venido gestando no sin tropiezos, no sin eventuales retrocesos a lo largo de 30 años.
La Feria de Libro que hoy inauguramos es un espacio privilegiado que agradezco como funcionario electoral, que agradezco como amigo del Tribunal y que agradezco como ciudadano, porque es una oportunidad invaluable para que podamos acercarnos desde la lógica de los libros impresos o digitales, a esa acumulación de historias, de discusiones, de problematizaciones de una sociedad que a lo largo de 30 años ha emprendido una ruta ojalá irreversible hacia su democratización.
Entender dónde estamos hoy y poder proyectarnos e imaginar hacia a dónde vamos, es algo que puede ocurrir solamente si hacemos en una lógica retrospectiva un análisis de lo complejo que ha sido llegar a este momento.
La bibliografía electoral, repito, las aportaciones en primer término bibliográficas que desde el sello editorial del Tribunal Electoral se han planteado y que hoy le brindan a la sociedad y a los estudiosos, a los interesados en los temas electorales un espacio privilegiado para concentrar y acercarse a esa producción bibliográfica es una manera de contribuir a la mejor comprensión y, por ello, al robustecimiento en un sistema democrático.
Vuelvo a insistir, no sin envidia, y no sin ver al Tribunal como un punto de referencia hacia donde las otras editoriales electorales tenemos que caminar, celebro muchísimo esta nueva edición del Tribunal, perdón, de la Feria del Libro Jurídico, encabezada por el Tribunal y, por supuesto, la posibilidad de participar en esta inauguración que agradezco de nueva cuenta.
Muchísimas gracias.
Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en la inauguración de la 6ª Feria Internacional del Libro del TEPJF 2018: La Justicia Electoral en la Consolidación Democrática Mexicana, Realizada en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
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