Tres comentarios muy puntuales, el primero inspirado por esta reflexión que ya Edmundo señalaba respecto de la intervención de Soledad y que es fundamental.
Con un agregado adicional, que esta cuestión de discutamos el régimen político porque a lo mejor hay algo que sólo si se queda en la dimensión electoral nos estamos perdiendo en el horizonte, y tiene que ver con un agregado, diría yo, sobre el que vale la pena reflexionar.
Todas las tendencias de las reformas institucionales en gran parte de las democracias consolidadas en los últimos 20 años, ella citaba a Linz y a Manweryn, pues vale la pena recordar a Sartori con la “Ingeniería Constitucional”, o vale la pena recordar a; en fin, a un montón de autores que discutieron en los 90 justamente este tema, pero prácticamente todos, en todos los países esa discusión conceptual se tradujo en una especie de presidencialización de los sistemas políticos.
Prácticamente todos los regímenes parlamentarios planteaban como un síntoma de modernización o de modernidad, avanzar hacia la presidencialización de los sistemas políticos, sin darse cuenta, efectivamente, del componente personalista que en un contexto de erosión y de crisis de la política y de los partidos políticos, acaba generando digamos esa preocupación, que creo que vale la pena muchísimo rescatar. Y que conste que no estoy pensando en México, estoy pensando en Italia.
El caso italiano no es un caso que vale la pena seguir estudiando, mucho de lo que hoy estamos quejándonos en el mundo los italianos lo experimentaron y lo pusieron en práctica en la década de los 90, y lo que hoy es Italia debería llamarnos profundamente la atención, porque estamos viviendo un regreso, literalmente, ya no de una concentración populista del poder, etcétera, o un ejercicio de populismo, estamos viviendo un regreso de posiciones neofascistas en la península itálica.
Entonces, yo creo que vale la pena al componente, digamos, de la discusión sobre la forma de gobierno, en este contexto, agregar esta lógica de la presidencialización, digámoslo así, como parte de un proceso que nos ha llevado a la erosión de las democracias entendidas como se habían venido entendiendo desde el federalista en adelante.
Es decir, como la existencia de contrapesos al ejercicio del poder, de cualquier poder, y de la reivindicación de los derechos fundamentales.
Segundo comentario. La reforma electoral. Yo coincido en esto. Yo creo que una reforma electoral debería ser pertinente. Es más, hay países que las han institucionalizado, IDEA ha participado, por ejemplo, periódicamente en Panamá en donde el Tribunal Electoral cada vez que hay una elección tiene que hacer foros sobre una eventual reforma electoral y presentar una iniciativa de reforma electoral.
El problema es, ojalá y las reformas electorales, digo, la actualización, el afinamiento de las reglas y más siempre es pertinente. El problema es la centralidad que le hemos dado a las reformas electorales.
Porque ajustar las reglas, nosotros tenemos en el INE ya identificado lo que valdría la pena ajustar para hacer mucho más eficiente, mucho más eficaz, en fin, el sistema.
El problema es la centralidad que tienen las reformas y el esfuerzo político que éstas representan, digámoslo así, cuando además la reforma electoral tendría que ser la última de las respuestas o la última de las preocupaciones a la pregunta fundamental que planteaba Soledad en su intervención.
Y dicho eso yo creo que la reforma electoral per se no significa nada, las reglas electorales, el sistema electoral en cualquiera de las dos excepciones que mencionaba Leonardo al final del día es una cuestión eminentemente técnica.
La reforma electoral tendría que estar antecedida de algo que normalmente, que en las últimas reformas, que en la última reforma por lo menos, no se planteó y que hoy no se está planteando en las muchas iniciativas.
¿Reforma electoral para qué? ¿Qué es lo que se quiere? Porque de esa respuesta, más allá de las dos que mencionaba Edmundo a propósito de Jean-Pierre Kingsley, de esa repuesta depende pues la lógica misma que pueda tener una reforma electoral y la discusión de la pertinencia o no.
No quiero entrar en un debate, pero, por ejemplo, se ha hablado mucho de segunda vuelta. Yo no estoy en contra de la segunda vuelta, nada más que para qué queremos la segunda vuelta.
Porque responder el para qué se quiere la reforma, pues eso nos lleva, detona una serie de reflexiones adicionales.
Y mi preocupación es que pase, de nuevo cito a Italia, que pase lo que nos pasó a los italianos, que las Reformas electorales, porque esa esa tendencia que siempre está presente.
Edmundo citaba lo de la representación proporcional; eliminaron la representación proporcional porque vendía bien, porque servía.
La Reforma electoral hay que tener cuidado que no se convierta en un mecanismo, desde el poder, de afianzamiento en el poder, que no sea visto como una manera de eternizar un régimen, una fuerza política en el poder.
Eso que les ha pasado a los italianos y al final del día, en las democracias, quienes deciden son los ciudadanos y muchas veces, por eso hacer reglas electorales bajo el velo de, una especie de velo de ignorancia sin estar pensando en qué me beneficia a mi como partido político, en concreto, en este contexto político especifico, creo que es una buena cosa.
Y la última cosa, me voy a balconear, perdóname Leonardo, pues sí, fui uno de los 33 entrevistados, no sé quiénes fueron los demás, me lo imagino, pero no lo sé.
Yo si digo una cosa que les planteaba entonces y creo que sí es, ojalá una reforma electoral, si la hay, además de consultar a la autoridad electoral en términos de su viabilidad y de valorar, a priori, los costos, porque, por cierto, eso ya debería estar implícito en cualquier reforma, electoral o no, ¿cuál es el impacto presupuestal que tiene?
Nunca se hacen, nunca se hizo cuál era el impacto presupuestario de la Reforma 2014.
Que sea una reforma ojalá y que simplifique las cosas, porque si hay alguien que creo que después de tres décadas, casi, de reformas electorales hemos podido ver es que el incremento, la sofisticación, la híper regulación no simplifica las cosas, no vuelve más sencilla la organización de las elecciones, no inyecta más confianza, al contrario, incrementa la litigiosidad y a lo mejor volver a lo básico y no pretender a través de lo electoral, resolver todos los problemas del país, es una buena manera de enfocar la reforma que venga.
Versión estenográfica del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, al participar en el Coloquio Internacional el Futuro de la Democracia, Realizado en el Colegio de México
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