Muchísimas gracias, muy buenos días tengan todas y todos ustedes.
Con la entrega de constancias de representación proporcional de diputados y senadores, que se realizó la semana pasada por parte del Instituto Nacional Electoral, concluyó formalmente al menos para el INE, el proceso electoral más grande de la historia democrática de nuestro país.
La complejidad de esas elecciones y los resultados que arrojaron, me parece que rompieron diversos paradigmas y colocan a la elección mexicana como un punto de referencia, en muchos sentidos, a nivel internacional.
Y como señalaba el señor rector del TEC aquí en Querétaro, la principal fuerza de estas elecciones, constituyó ese involucramiento y apropiación de las mismas, que las y los ciudadanos tuvieron y como decía el señor rector, esto no se acaba, la democracia no se agota con las elecciones.
Temas como la paridad de género, temas como el combate a las fake news, temas como la fiscalización y la organización de una elección con un grado de concurrencia inédita, hacen ya de la elección pasada, objeto de estudio a nivel nacional y comparado.
Es por ello, que es necesario que las autoridades electorales, académicos, especialistas, así como actores políticos y de la sociedad, realicemos una serie de numerosos ejercicios de reflexión serenos y con perspectiva histórica sobre los logros alcanzados en los últimos 25 años.
Lo que ocurrió el primero de julio, no ocurrió como una mera coyuntura, sino como el resultado de una transformación de casi tres décadas que poco a poco ha venido sedimentando, no sin complejidades, no sin muchos pendientes, a la democracia en nuestro país.
Desde mi perspectiva, los mayores desafíos de nuestra democracia hoy, ya no están en el ámbito electoral, sino en el contexto en el que las elecciones y la vida social se recrean en esta forma de gobierno.
Los grandes problemas nacionales ya no son necesariamente político-electorales, sino más bien, apuntan a esos grandes pendientes ominosos de nuestra democracia como la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la inseguridad.
Con ello no quiero decir que no debamos reflexionar seriamente sobre el funcionamiento, por ejemplo, de esta figura que vino radicalmente a transformar la operación electoral, y en muchos sentidos a ponerla, no sé si en riesgo, pero sí en tensión, como el funcionamiento de las casillas únicas, las características del financiamiento de la política, el perfeccionamiento del modelo de comunicación política, la redistribución desde la función del arbitraje, el complejo sistema nacional de elecciones que la reforma de 2014 nos dejó.
Por supuesto, que sí, pero antes de ir a los detalles, de detenernos a examinar cada árbol del aparato electoral me parece que resulta indispensable elevar la vista para visualizar con objetividad el gran bosque de estado, digámoslo así, de salud de nuestra democracia.
Reconocer lo que hemos avanzado y poder identificar, sin andar buscando, digámoslo así, atajos, los atajos hay que encontrarlos para venir a Querétaro cuando se bloquea la autopista, pero dejémoslo hasta ahí, no, para resolver los grandes problemas que aquejan, insisto, a nuestra sociedad.
La complejidad del proceso comicial que recién concluyó nos llevó en el INE a insistir que el del 2018 no sólo debía ser el proceso más grande de nuestra historia, sino también el más explicado de la misma.
Hoy ante los indudables logros y transformaciones políticas experimentados con base en el sufragio, especialmente ante los resultados obtenidos en el marco del sistema nacional de elecciones, el objetivo de nuestras intervenciones públicas debe ser también a proceso terminado, seguir explicando las aportaciones del andamiaje electoral más robusto de nuestro continente, y con ello no pretendo autocomplacencias.
No sólo para organizar elecciones sino para contribuir a los objetivos, a otros objetivos de la convivencia democrática, y para el sostenimiento del Estado de derecho.
En tal sentido y a manera de provocación para el debate que tendremos en las mesas de orden, déjenme plantear lo siguiente: la transición democrática en México que, digamos, alcanzó en 2018 o ratificó en 2018 la independencia de las autoridades electorales se han venido construyendo a lo largo de 25 años, garantizan que el voto sea libre y que se respeten todos los ámbitos de la competencia, y que el poder político sea distribuido en las urnas y no por otras vías, sin importar de qué lado de la geometría política seguimos.
Para decirlo en pocas palabras, México no sólo vivió ser democrático el 1º de julio, es porque teníamos condiciones que permitían que el voto fuera respetado y ejercido de manera libre, que el primero de julio la ciudadanía se volcó de manera indubitable, ejerciendo ese derecho que nos hace iguales a todos en una sociedad tan desigual, piénsenlo ustedes y verán que no hay ningún momento de la vida de nuestra sociedad en la que todos, absolutamente somos igualmente libres, libres para poder decidir quién nos gobierna, qué programas políticos deben instrumentarse y eso es lo que ocurrió el primero de julio, pero no fue algo que ocurrió de la noche a la mañana.
No es que el primero de julio hayamos desembarcado en la democracia, sino que las condiciones que permitían, insisto, el ejercicio del voto libre, indudablemente se
habían venido construyendo en tiempos atrás.
Estados con una alternancia tan intensa como es Querétaro, son la mejor prueba, insisto, de que las y los ciudadanos desde hace tiempo son ya, quienes deciden los destinos políticos de sus comunidades
Nuestro andamiaje electoral es garantizar la renovación política de los poderes públicos, en tres alternancias de la Presidencia de la República y a nivel local en 21 de 33 elecciones que se han realizado en los últimos cuatro años.
Esto representa que esos cuatro años sean, por cierto, el periodo de mayor alternancia política de la historia y en donde el voto que no es libre, la alternancia simple y sencillamente no ocurre.
Hasta aquí dejo la provocación y permítanme cumplir con la formalidad que me han pedido los organizadores, pidiéndoles, no me gusta esto, pero bueno, ni modo, ponerse de pie para poder hacer la declaratoria oficial del foro.
Siendo las nueve con cincuenta y seis minutos de la mañana del veintisiete de agosto del dos mil dieciocho, en las instalaciones del Tec de Monterrey Campus Querétaro, declaró formalmente inaugurado el “Foro internacional: democracia y elecciones”.
Estoy seguro que el intercambio que tendremos aquí contribuirá a que comprendamos mejor el funcionamiento y el entramado electoral de nuestro país, así como los desafíos de nuestra vida democrática para el corto y mediano plazo.
Muchas gracias y buen día
Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, durante la Inauguración del Foro Internacional Democracia y Elecciones, realizado en el Tec de Monterrey, Campus Querétaro
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