Con el Proyecto de Acuerdo que se está sometiendo a la consideración de este Consejo en este punto y en el que seguirá para la Cámara de Diputados y para la Cámara de Senadores, respectivamente, estamos concretando en los hechos, no sólo uno de los principios constitucionales, sino también uno de los planteamientos fundamentales de la teoría de representación política democrática.
Es decir, la instrumentación de un sistema electoral, en este caso, el caso mexicano, desde hace 40 años, venturosamente mixto. Es decir, un sistema que, por un lado, integra parte de los órganos de representación política a través del sistema de mayoría relativa, y otra componente de los mismos a través del sistema de representación proporcional.
No quiero abonar en lo que a lo largo de décadas, la teoría política y constitucional ha venido subrayando, pero creo que éste es un momento oportuno para señalar la apuesta venturosa que desde hace 40 años encauzó el desarrollo político y la transformación política y constitucional de nuestro país: la adopción de un sistema mixto que permite, por un lado, adoptar las ventajas que han sido identificadas en primera instancia la identidad entre los electores y los elegidos de los sistemas de mayoría relativa, por un lado, con la virtud correctiva en términos de representación democrática, que tiene el componente proporcional en la integración de nuestros órganos legislativos.
Es gracias a la componente proporcional, que la distorsión natural e inevitable que traen consigo los sistemas de mayoría relativa, puede compensarse.
En un sistema de mayoría relativa rige, para decirlo en breve, la fórmula de “gana todo” o “pierde todo”, quien obtiene más votos que los demás se lleva la curul en disputa, los votos que no son emitidos por la fórmula ganadora son votos que no son contados para efectos de representación.
La gran virtud que tiene la apuesta de una fórmula mixta, de un modelo mixto como el que impera en México, repito, desde 1977, es que permite que todas las fuerzas políticas que han recibido un mínimo de votos representativo, puedan tener acceso a los órganos de representación política del Estado Mexicano.
De hecho, como está siendo aplicado a partir de los resultados de la fórmula constitucional y de los resultados, hay fórmulas, hay opciones políticas, hay partidos que, para evitar una sobrerrepresentación aceptada por la propia Constitución, están dejando de recibir diputados de representación proporcional para evitar ese fenómeno distorsionador de los sistemas democráticos o de la representación democrática.
Es decir, que un partido tenga una desproporcionada presencia en los órganos representativos, respecto de su fuerza electoral.
A lo largo de 30 años, de 40 años, la opción del sistema proporcional en parte de la integración de los dos órganos representativos del Poder Legislativo, ha permitido compensar las naturales distorsiones que tiene intrínsecas el sistema de mayoría relativa.
Sé que hablar a favor de la representación proporcional significa ir a contracorriente de una difundida, amplia, pero creo en muchos sentidos, digamos anti-histórica, posicionamientos que han descalificado la pertinencia de la representación proporcional.
Y cuando anti-histórica es porque el país de hoy no puede explicarse, sino gracias a la venturosa, digo yo, apuesta de la reforma política de 1977, de incorporar el sistema mixto, reforzado con el incremento de la cuota proporcional en la reforma de 1986. Y en los 90, con la incorporación de la cuota proporcional en el Senado de la República.
Sé que eso no ha abierto una serie de dilemas conceptuales en el caso del Senado, a propósito de, digamos, el carácter de este órgano como representativo del pacto federal, pero la apuesta por la inclusión de la cuota proporcional, evidentemente ha colocado al país en una lógica de consecuencia, de respeto y de inclusión, características ineludibles de todo sistema democrático, a los órganos de decisión del espectro político plural que tiene nuestra sociedad.
Creo que la defensa del sistema proporcional es una defensa consecuente, repito, no sólo con la historia, sino con la democraticidad de la representación política.
Un sistema democrático representativo es por definición, un sistema incluyente, es un sistema que permite que eso que a juicio de algunos es un problema para la democracia, pero que desde mi perspectiva es parte fundamental de su riqueza, de la riqueza de una sociedad democrática que es el pluralismo, su respeto, su reconocimiento y su incorporación, es decir, su reflejo en los órganos de decisión política, requiere revalorar a 40 años de distancia la importantísima apuesta histórica que incluyó la cuota proporcional en nuestro sistema de representación política.
Es gracias a ese sistema, gracias a esa cuota proporcional, que el pluralismo político que caracteriza a la sociedad mexica hoy está mejor representado en el Congreso de la Unión.
Creo, insisto, que el pluralismo político debe verse como una virtud y la interacción entre las distintas expresiones de dicho pluralismo, como uno sin duda de los desafíos de la democracia, pero también como uno de los pilares más importantes que concretan que nuestro sistema político sea lo que, en abstracto, en la teoría, la democracia supone, la interacción de las distintas partes, permítanme parafrasear a don Jesús Reyes Heroles en el célebre discurso de Chilpancingo, que eventualmente, distanciándose mucho en términos de posicionamientos políticos e ideológicos, forman parte todas, del complicado mosaico ideológico nacional.
Lo que hoy estamos por votar, me parece que es una, la consecuencia de una venturosa decisión que ha formado parte de nuestro pacto político a lo largo de las últimas cuatro décadas y que paulatinamente se ha venido reforzando, es una puesta para reconocer que México se integra por todos, no por una parte de ese todo y que si a pesar de que la voluntad ciudadana ha expresado, como lo ha hecho libremente el primero de julio pasado, una clara definición respecto a una necesidad de cambio de rumbo en las políticas públicas, también es cierto que en la misma votación se ha refrendado ese pluralismo que constituye la riqueza fundamental de nuestra democracia.
Con la decisión que estamos por tomar hoy, estamos siendo consecuentes, no solamente con ese arreglo político, con ese pacto constitucionalizado, sino también con esa vocación democrática del Sistema Electoral Mexicano que implica y permite que todos los que conforman ese complicado mosaico ideológico nacional, tengan la oportunidad, no sólo de discutir, sino eventualmente de incidir en la solución de los complejos, problemas, que aquejan a nuestra sociedad, son problemas que no podemos resolver sino sumando esfuerzos todos.
Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en el punto 4 de la Sesión Ordinaria del 23 de agosto de 2018, en el que se declara la validez de la elección de senadores por el Principio de representación proporcional y se asignan a los Partidos Políticos Nacionales Acción Nacional, Revolucionario Institucional, de la Revolución Democrática, del Trabajo, Verde Ecologista de México, Movimiento Ciudadano y Morena, Las Senadurías que les corresponden para el periodo 2018-2024
-o0o-