Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.
Bienvenidas y bienvenidos al Instituto Nacional Electoral, la casa de la democracia, a 15 días como lo recordaba Marcelo, del inicio del mundial, a 31 días de la realización de la Jornada Electoral más grande de nuestra historia y a 28 días, cuatro semanas justas, a partir de hoy, de que concluyan las campañas electorales.
Agradezco a todas y a todos ustedes el interés y particularmente la disposición del medio de la demoscopia de los especialistas en temas político-electorales de la academia y de los medios de comunicación, su participación en este foro.
Como decía, a 31 días de la Jornada Electoral más grande de nuestra historia y en una contienda que cada vez más está llena de encuestas y sondeos de todo tipo, tal vez menos que en otras ocasiones como Marcelo recordaba, me parece que no podría ser más oportuno debatir el rol de las encuestas electorales, sobre todo ante los cuestionamientos que ha provocado en algunos casos la falta de precisión, que se ha acusado, adolece el gremio en los últimos años y, sobre todo, en los que se han considerado como esos ejercicios emblemáticos, que están en el centro de la discusión en torno a la relación, al papel que juegan las encuestas durante los procesos electorales.
Particularmente 2016, año complejo para el rol de las encuestas en democracia, año de grandes discusiones, el año del Brexit, el plebiscito de la paz en Colombia y de la elección presidencial de los Estados Unidos.
Para empezar, permítanme hacer un posicionamiento telegráfico, sin duda, en obviedad del tiempo. Es indudable que la demoscopia constituye el ejercicio del derecho a la información de las y los ciudadanos y que mientras más rigurosos sean sus estudios, más contribuyen al conocimiento de la sociedad y a la recreación de la vida democrática. Esto es una declaración de principio que me parece es importante como autoridad electoral plantear ante ustedes en el arranque de este foro.
En este sentido, desde mi perspectiva, lo que no puede estar a debate, me parece, es el tener o no tener encuestas como algunos eventualmente han incluso llegado a sugerir, en los procesos electorales.
En todo caso, creo que el cuestionamiento más afortunado es qué tipo de encuestas necesitamos y queremos y la respuesta o respuestas, en plural a dicha pregunta, me parece que podría ser una de las aportaciones precisamente de este foro a los estudios de opinión, a la interpretación, al juicio que sobre los mismos se tiene de cara a los procesos electorales que están en curso.
Y mucho me temo que esas respuestas en buena medida nos van a llevar a un terreno fangoso, complejo y mucho más complejo que es el de la cultura política que existe en nuestros sistemas democráticos.
Si hacemos un somero repaso de lo sucedido en las últimas dos décadas, en el gremio de la demoscopia veremos una paradoja muy similar a la que adolecemos o a la que enfrentamos las autoridades electorales.
Con los años, se han venido perfeccionando los métodos, pero cada vez más se enfrenta un escrutinio cada vez más exigente de parte de la ciudadanía.
Algo similar, decía, nos sucede a las autoridades electorales, pese al robustecimiento de nuestros procedimientos seguimos enfrentando cuestionamientos como si el conjunto de herramientas que ha venido modelando la construcción de nuestra todavía deficitaria, si se quiere, democracia, se hubiera paralizado en la década de los 90 y en buena medida eso ocurre gracias o en razón del déficit de cultura cívica que padecemos en muchos sentidos y de comprensión y asimilación de los fenómenos políticos que padecemos en el país y en el mundo.
En efecto, si comparamos los estudios de opinión serios y las interpretaciones de las encuestas que se están realizando en 2018, con las que realizaba el gremio en la década de los 90, con aquélla, a partir de aquélla, de aquel primer uso, célebre primer uso de las encuestas en materia electoral, cuando en 1988 el primer ejercicio documentado de demoscopia en materia electoral implicó o sustentó la declinación del entonces candidato Heberto Castillo en la contienda presidencial de aquel año.
Es evidente que la profesionalización de las casas encuestadoras, la sofisticación de sus diseños muestrales y la sistematización estadística, así como la precisión en el lenguaje utilizado para difundir sus resultados, ha venido incrementándose.
Para decirlo en una nuez, en los últimos 20 años el gremio demoscópico se ha fortalecido técnicamente y hoy es una industria sólida, sin embargo, es una industria criticada un día sí y otro también.
Si los resultados no son como lo esperan los clientes, por un lado, o los simpatizantes o los patrocinadores o quienes asumen que las encuestas no son como reiteradamente el gremio nos ha venido insistiendo y enseñando fotografías de un momento determinado, sino se interpretan como proyecciones o como predicciones indebidamente.
Algo similar le ocurre al sistema electoral. Nadie puede negar que los procedimientos y herramientas normativas que hoy tenemos son mucho más sólidas que hace 20 años. El Padrón Electoral que acabamos de aprobar en el INE es uno de los más confiables del mundo y, por mucho, el más confiable de nuestra historia.
La Credencial para Votar es un documento de identificación con estándares de calidad de nivel mundial y de seguridad de calidad mundial; la doble insaculación garantiza imparcialidad, brinda a los ciudadanos que integran las Mesas de Casilla un estatus de imparcialidad y de equidistancia respecto de los contendientes, difícilmente igualado en otros sistemas electorales; la tinta indeleble, la seguridad de las boletas electorales, el funcionamiento del PREP, la precisión con la que operan los Conteos Rápidos realizados por las autoridades electorales son hoy mucho más robustos que en los 90. Y, por cierto, la fiscalización de los ingresos y gastos es simple y sencillamente, la que se realiza en México, inédita a nivel mundial.
Todas esas características de nuestro sistema electoral son reconocidas a nivel internacional, menos en México, pero a nivel internacional seguimos siendo como autoridad electoral, como sistema electoral un referente e incluso por los competidores, más cuando no están en campaña. Cuando están en campaña otros principios y otras premisas son las que suelen prevalecer.
Durante el periodo electoral todo es cuestionable y todo cabe en el costal, parecería, de las estrategias electorales y, sin embargo, hoy estamos, vivimos con un sistema mucho más robusto desde el punto de vista técnico y cualitativo. Lo mismo, insisto, que esta paradoja que adolece el gremio.
Es por ello que pienso de la evolución del gremio demoscópico ha corrido la misma suerte, de alguna manera, que el perfeccionamiento en un sistema democrático. Hoy es más robusto, más profesionalizado, más transparente que antes, pero como esta evolución es paradójicamente asincrónica con la cultura política de nuestro país, lo que sigue predominando en muchos sentidos es la desconfianza.
Estamos frente a una serie de desafíos como sociedades democráticas y particularmente en el tema de las encuestas, que implican una medición cada vez más compleja.
Las conversaciones con los especialistas en materia de demoscopia, inmediatamente ponen, sobre la mesa el incremento, digamos, en la tasa de no respuesta, el incremento, pero eso es consustancial a las contiendas intensas y características de sistema plurales como el nuestro, la tasa de indecisos y todo esto complica evidentemente los resultados que una encuesta públicamente tiene que arrojar.
Vuelvo a insistir, lo que ocurrió en 2016 abrió una discusión muy intensa a nivel mundial respecto de qué es lo que estaba fallando en el retrato de la realidad que suponen las encuestas.
Por otro lado, me parece que es importante en ese contexto, ante este ambiente, todavía caracterizado por la difusión de la desconfianza, el que sigamos robusteciendo dos grandes planos: el primero, es el del análisis, la discusión como estos seminarios, estos foros que ya han cobrado carta de naturalización en el INE y que evidencian una alianza estratégica para tratar de comprender mejor nuestra realidad y los desafíos que enfrentamos entre la autoridad electoral, por un lado y el gremio de la demoscopia por el otro.
Y, por otro lado, en segundo nivel, el incrementar la importancia y los contextos de exigencia para que la seriedad cunda en la realización de las propias encuestas.
Como ustedes saben, en México hay una normatividad que establece que antes de cada proceso electoral, la autoridad electoral nacional, el INE tiene que emitir una serie de criterios metodológicos que son consensuados y retroalimentados con la industria de la demoscopia y que resultan vinculantes para todas aquellas encuestas que sean publicadas durante los procesos electorales, por un lado.
Y por el otro lado, la obligatoriedad a que toda encuesta publicada tenga que registrarse y tenga que informarse en términos no sólo de su metodología, sino también de la información que sustentó a los estudios ante la autoridad electoral.
En este proceso electoral, menos que en otras ocasiones, debo señalarlo, pero también en este proceso electoral, el Consejo General del INE ha impuesto ya sanciones a quien no se han apegado a los mandamientos de la legislación. Una legislación, por cierto, que no ha sido sencillo construir, pero que ha sido el resultado de una retroalimentación y de una construcción conjunta entre el gremio de la demoscopia, las autoridades electorales y los legisladores.
Atrás quedaron afortunadamente aquellas discusiones que fueron mi primer, por cierto, contacto como académico con el medio demoscópico, en donde legislaciones como las de Guerrero, implicaban una sanción de tipo penal para aquellas encuestas que no coincidieran con los resultados electorales, aun cuando el periodo de veda entonces era de más de una semana.
Hoy tenemos un periodo de veda, luego de una demanda que venturosamente fue acogida por la legislación proveniente del gremio, de que la veda para la publicación de las encuestas fuera similar o igual a la veda para la realización de las campañas.
Hoy eso ocurre, me parece que eso es particularmente importante resaltarlo, porque es una manera también de premiar a los ejercicios metodológicamente bien hechos o, si se quiere, a los ejercicios serios de los que no lo son.
Hasta aquí dejo mi reflexión para no abusar del tiempo. Concluyo deseándoles éxito en los trabajos y agradeciendo el interés de los participantes al gremio de la demoscopia en especial.
Le agradezco la incansable búsqueda de herramientas técnicas que contribuyan a explicar mejor nuestra realidad, ya que las y los mexicanos podamos ejercer con ello nuestro derecho a la información.
Al final del día, un voto libre implica un voto informado y aunque las fuentes de información de cara a la emisión de un voto tan complejo, pero tan importante como el que ocurrirá, el que nos involucrará a millones y millones de mexicanas y mexicanos, dentro de 31 días, el contar con encuestas con ejercicios demoscópicos, serios, bien hechos y, sobre todo, apegados a la ley constituye también una herramienta adicional para ejercer nuestro voto en libertad.
Muchas gracias.
Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, durante la Inauguración del foro “El papel de las encuestas en el proceso electoral”, realizada en el auditorio de la institución
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