Permítanme aprovechar que estamos a 75 días de que se lleve a cabo la Jornada Electoral para hacer algunas reflexiones que nos sirvan de balance de dónde nos encontramos; pero, sobre todo, para recordar la ruta que enfrentaremos como sociedad en los próximos dos meses y medio.
Resulta obvio que la elección más grande de la historia mexicana supone una enorme intensidad y una inevitable polémica en torno a los diversos asuntos y vicisitudes del proceso electoral. Difícilmente podría ser de otro modo; nunca antes habíamos experimentado como sociedad una disputa por el poder político en las urnas tan extendida como ahora, visto el inédito número de cargos públicos federales y locales en juego.
Además, ello ocurre con el desafío adicional de organizar esta elección y dirimir las controversias que se generan con reglas nuevas, complejas, en ocasiones excesivamente abigarradas, en otras silenciosas o poco claras, y todo ello frente a una actividad política intensa, también compleja, en ocasiones jugada al límite, en otras poco leal con los valores democráticos o incluso con las reglas pactadas que nos hemos dado.
En estos días esa polémica ha llevado a cuestionar incluso el empaque, consistencia y capacidad de la institucionalidad electoral.
Eso habla de una sociedad atenta a las decisiones de las autoridades electorales y preocupada por su destino político y por el futuro de nuestra democracia; una sociedad que acompaña, discute y crea contextos de exigencia que no pueden ser sino bienvenidos de nuestra parte.
No podía ser de otra manera, nos ha costado mucho llegar a donde hemos llegado. Mucho esfuerzo, recursos, compromisos políticos y también muchas exigencias constantes e incansables desde la sociedad, una sociedad venturosamente crítica, pero también responsable y comprometida con la democracia y la lucha por la reivindicación de sus derechos y libertades. Así ha venido ocurriendo desde hace ya mucho tiempo, de hecho, al menos desde 1968, es decir, desde hace ya 50 años.
Se trata de esa sociedad compleja, diversa y plural a la que nos debemos.
Más allá del sano debate público que no sólo es inevitable, sino que es indispensable como contexto de exigencia a las instituciones electorales y que desde el INE nunca hemos desestimado y siempre hemos ponderado en nuestro actuar y en nuestras decisiones, el Proceso Electoral en curso avanza, y avanza bien.
Todas las etapas previstas del proceso, toda la secuencia de actividades programadas proceden tal y como estaba planeado.
Sin duda se han presentado imponderables, pero todo ellos han sido resueltos oportuna y eficazmente por parte del INE.
- A once días de que termine la primera etapa de capacitación el INE ha visitado en sus domicilios a casi 11 de los más de 11.6 millones de ciudadanas y ciudadanos que fueron insaculados para escoger a las y los funcionarios de casilla(se trata de 93.45%).
Al día de hoy ya contamos con 2,171,738 ciudadanos notificados, que son aptos y que ya recibieron su primera capacitación para fungir como responsables de recibir y contar los votos el próximo 1 de julio. Se trata de un 53% más del millón 400 mil que requeriremos para instalar y operar las casillas.
- En los próximos días iniciaremos el proceso de impresión de la documentación electoral más grande de la historia: 270 millones de boletas y casi medio millón de actas de escrutinio y cómputo. Hoy estamos a la espera de que las salas del TEPJF resuelvan en definitiva los nombres de los candidatos, a la luz de las impugnaciones recibidas, para proceder a dicha impresión. El INE, por su parte está listo para ello.
- Aunque el Padrón Electoral y el Listado Nominal definitivos se aprobarán por este Consejo el próximo mes, ya podemos anticipar desde ahora que para esta elección contamos con el mejor instrumento registral de nuestra historia. Lo es en términos de cobertura (99.2% que lo coloca como uno de los padrones con mayor cobertura del mundo), actualización, vigilancia y, por ello, de confiabilidad. Baste señalar que para esta elección nuestro Listado ha recibido el número más bajo de observaciones por parte de los partidos políticos de cara a un proceso electoral en la historia (384,235).
Vale la pena decir que hoy el padrón constituye, por mucho, la base de datos personales y biométricos más grande y confiable del país sobre la que se funda la identidad de las y los mexicanos, el combate al robo de identidad, así como la identificación, incluso, de cadáveres desconocidos. Se trata de un gran patrimonio nacional que hoy es una base sólida para garantizar que todo quien tiene derecho a votar podrá hacerlo y nadie más.
Por cierto, por primera vez quien pierda su credencial para votar podrá tramitar su reimpresión hasta el 20 de junio próximo.
- Estamos ante el proceso electoral más ciudadanizado de la historia:
- 1992 consejeros locales y distritales, personalidades reconocidas en sus respectivas comunidades, profesionistas, académicos, empresarios, activistas sociales, etcétera, son quienes toman las decisiones relativas a la operación del proceso en los Consejos Locales y Distritales del INE.
- 45 mil Capacitadores y Supervisores electorales, ninguno de ellos afiliado a un partido político son nuestros canales de comunicación con las y los funcionarios de casilla. Hoy cada uno de ellos está dotado de un teléfono inteligente lo que nos permitirá contar con la red más grande de asistencia, y también de vigilancia, durante la Jornada Electoral de la historia.
- 1.4 millones de ciudadanos actuando como funcionarios de casilla, nuestros vecinos, serán los mejores garantes de que el voto será contado bien y su sentido será respetado.
- 2,543 observadores electorales han sido ya acreditados para vigilar que las elecciones transcurran adecuadamente y ya 89 visitantes extranjeros están autorizados para realizar observación internacional.
- Casi 7 millones de representantes de partidos políticos y de candidatos independientes podrán vigilar que la votación en las casillas transcurra conforme a la ley.
Estamos, pues, sin duda, ante las elecciones más grandes, pero también las más vigiladas de la historia.
- Por otra parte, 2594 miembros del Servicio Profesional del INE y 731 de los OPL, son los responsables de la ejecución puntual de las reglas establecidas en la ley en los reglamentos y lineamientos del INE, así como los instrumentadores de las decisiones que los 332 Consejos Locales y Distritales, insisto, órganos ciudadanos toman.
Finalmente contamos, por un lado, con una Junta General Ejecutiva cohesionada y profesional, que ha demostrado con hechos su capacidad técnica y su neutralidad política. Gracias a ellos, que encabezan el esfuerzo institucional de miles y miles de compañeras y compañeros del Servicio Profesional Electoral y de la Rama Administrativa, el proceso electoral avanza con paso firme y decidido a la cita electoral. Mi reconocimiento y el de este Consejo a cada uno de ellos y nuestro respaldo decidido, sin condescendencias, pero sí con convicción por el trabajo que se está haciendo. Además, también tenemos un Consejo General cohesionado y alineado con nuestro compromiso público, de cara a la sociedad, de hacer de esta la elección más libre y transparente de la historia del país. En su diversidad y pluralidad de opiniones y trayectorias estriba su riqueza. En la gobernabilidad institucional su fortaleza. Estamos juntos en la defensa irrestricta de nuestra autonomía frente a cualquier intento indebido de incidir en nuestras decisiones, y en la convicción de no permitir que no sea otra voluntad más que la de los ciudadanos, expresada en las urnas, la que decida el futuro del país.
Las condiciones están dadas para que las y los ciudadanos ejerzan libre y autónomamente su voto. Corresponde a los partidos y candidatos, por un lado, y a los gobiernos, por el otro, estar a la altura de la ciudadanía, los unos exponiendo sus diagnósticos y propuestas, y ajustándose a las reglas; los otros, respetando la ley y evitando intromisiones indebidas en el proceso. Nosotros, en el INE, por nuestra parte, estaremos atentos para garantizar que así ocurra y, con ello, estar a la altura de las expectativas de la sociedad mexicana.