Muy buenos días a todos y a todas. Saludo con mucho afecto a quienes me acompañan en la mesa.
Sean bienvenidas y bienvenidos a este seminario que se ha hecho en el marco del día Internacional de las Mujeres.
Coincido con las voces que hablan del Día Internacional de las Mujeres, y no del Día Internacional de la Mujer, porque somos muchas y muy distintas las mujeres, y por eso es importante hablar en plural para que todas estemos incluidas al hablar del Día Internacional de las Mujeres.
Es muy importante que hablemos justo en el marco del 8 de marzo, porque tenemos que reflexionar sobre todavía los obstáculos que tenemos las mujeres para poder ejercer nuestros derechos a plenitud, en igualdad de condiciones que los hombres.
Y uno de los obstáculos mayores que tenemos hoy en día tiene que ver con la violencia que sufren las mujeres por razón de género. Es innegable que hoy ternemos una igualdad formal; sin embargo, todavía no tenemos una igualdad real, una igualdad en la vía de los hechos.
La semana pasada presentamos dos estudios en el Instituto Nacional electoral. Uno realizado por Glifos y otro Piaf. Y la verdad es que quisiera compartirles tres hallazgos que se vinculan con lo que veremos hoy en día.
¿Qué es lo que nosotros vimos en estos estudios? Primero, que los prejuicios de género siguen siendo una fuente para atacar a las mujeres. Considerando el ámbito tradicional en el que tienen que desenvolverse como esposas, como madres, como encargadas del hogar.
Estos prejuicios han servido para que, por ejemplo, todavía hasta las pasadas elecciones todavía en estos años contemporáneos se critique a una mujer y se cuestione su capacidad para gobernar, porque se diga que las mujeres únicamente sirven para dos cosas: para tener hijos y para la cama.
Ese tipo de prejuicios que parecen del siglo pasado, o incluso antepasado, sirven para que todavía hoy en día se cuestione a una candidata y se invite a no votar por ella, porque se diga que es una mala madre, porque hace campaña con su bebé en brazos.
Otro de los hallazgos que mencionaron en estos estudios las académicas de las organizaciones de la sociedad civil que lo realizaron, es un fenómeno que ellas denominan las “candidaturas fachadas”. Aquellas candidaturas que son ocupadas por mujeres, impuestas por hombres militantes de un partido político, y que son sus esposas, sus hermanas, sus tías, sus sobrinas, y que las ponen en esos lugares porque consideran que son mujeres manipulables, y que además tienen la agravante de que les quita el lugar a otras mujeres que tienen toda una carrera política, todos los méritos y conocimientos para estar en eso puestos.
Un tercer hallazgo que vimos en estos estudios, tiene que ver con cómo se ataca a las mujeres utilizando su vida sexual, su vida privada, su intimidad, vulnerando su intimidad. ¿Y qué es lo que se dice? Parece ser que el mensaje es: “si las mujeres osan incursionar en la política, en los asuntos públicos, se va a exponer su vida privada y muchas veces se les va a difamar”.
Y para eso, un medio que se ha utilizado muchos es justamente el Internet y las redes sociales. Eso es altamente preocupante para una democracia, porque un régimen, el cual aspira a considerarse plenamente democrático, debe garantizar y hacer efectiva la protección de los derechos humanos de todas las personas.
Y en esta tarea, las instituciones del Estado tenemos el mandato primordial de fomentarlos y hacerlos posibles. Más aún cuando se trata de grupos sociales a los que por ciertas características, culturalmente construidas y asociadas a ellos, en un sentido la mayoría de las veces negativo, les ponen en condiciones de desventaja y vulnerabilidad.
Y aquí quiero hacer un paréntesis para referirme a personas que están expuestas a una doble vulnerabilidad en sus derechos, personas en las que confluyen diversas circunstancias, como la pobreza, mujeres indígenas, mujeres trans, mujeres con discapacidad. En este tipo de personas tenemos que tomar las autoridades aún medidas adicionales, como acciones afirmativas, medidas de nivelación que haga que efectivamente puedan gozar en igualdad de condiciones de sus derechos.
El primer paso es reconocer que sí existe una estructura social que coloca un plano desigual a las mujeres y a los hombres. Cuando era niña la verdad estoy muy contenta de ser mujer pero pensaba, desearía ser hombre para poder hacer lo que se me antoje.
Y es que recuerdo que por ejemplo yo tenía muchas ganas de nadar en patineta, pero mi mamá me decía que eso no era una actividad para niñas, y entonces ciertamente nuestros círculos más cercanos, lo que ocurre es que nos limitan nuestro desarrollo y nos dicen que no podemos hacer todo lo que deseamos hacer por ser un determinado género.
Sin embargo, estas estructuras desiguales de género como hemos visto en el último siglo, pueden y deben irse desmontando. Pues nuestro tiempo es que la humanidad no está a su enorme potencial constructivo, por ejemplo llevando su unidad al espacio más allá de nuestro sistema solar, no puede ya iluminar y transformar los obscuros y anquilosados mandatos del patriarcado de igual manera no podemos hacer nada que quedarnos sólo mirando con algo tan importante que forma parte de las creaciones que ha permitido justamente este potencial humano como son la Internet y las nuevas tecnologías, sean utilizadas para hacer daño, denigrar, discriminar, violentar.
Desde las movilizaciones sociales que se dieron en oriente hace algunos años en donde las mujeres, el Internet y las redes sociales tuvieron un papel central, hasta las personas que vía web son violentadas y llevadas hasta punto sin retorno como el suicidio, en donde las personas más afectadas son el ser jóvenes y mujeres.
Podemos darnos cuenta que existe una amplia gama de claros oscuros que muestran la centralidad y gran importancia que tienen las tecnologías de la comunicación y el Internet hoy día en nuestras vidas.
En el ámbito de lo político esta relevancia es innegable, pueden ser elementos de gran apoyo y fomenta toda la democracia, contribuir a su construcción o consolidación, sobre todo por el gran potencial que tienen para la difusión de las ideas en un contexto internacional en la que la libertad de expresión es un derecho humano reconocido.
Sin embargo, los tonos oscuros también propios de lo humano están presente en el uso de Internet, sus plataformas tecnológicas y las herramientas con las que contamos para usarlas. El encuentro y choque de ideas que podemos ver en redes sociales por la multiplicidad de opiniones, propuestas, proyectos y visiones del mundo es impresionante, sano y me atrevería decir, deseable.
El problema surge cuando se da en un contexto en la que desigualdad de género es un elemento estructurante, que da forma al entramado en el que se desarrolla las relaciones entre mujeres y hombres. Esta conflictividad puede transformarse en violencia, si bien es cierto que el conflicto político es algo inherente a los asuntos públicos también es importante trazar distinciones mínimas para distinguirlo de la violencia política.
Es aquí donde los ejercicios concretos de poder no pueden dejar en un punto ciego la dimensión ética, sobre todo cuando los estudios de género y feminista han mostrado que es primordial que consideremos en nuestro actuar público la dimensión ético política.
Las formas que toma la violencia contra las mujeres a causa de la desigualdad de género a través de Internet y redes sociales, es sumamente preocupante, sobre todo si consideramos las condiciones de anonimato y falta de efectividad legal.
Permítanme compartir con ustedes algunos testimonios que aparecen en el estudio 2014 elaborado por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones y que fue coordinado este estudio por Gabriela Polanco y Érica Smith que va estar con nosotros más tarde.
Les cito dos testimonios nada más.
Berenice. Un día recibí un mensaje en inbox de Face de unos amigos aficionados al porno que me dijeron: te vimos en un video. Me mandaban a la liga y cuando lo vi me dije pues si era yo. En el video estaba yo en mi cuarto con mi blusa y en una segunda parte cuando aparezco sin ella me di cuenta, pero ese no es mi cuerpo, mis brazos están gorditos y mi pelo en ese entonces yo lo tenía largo. En el video nada más estaba platicando, cuando dejo de platicar supuestamente ya empieza la parte del fotomontaje, cuando aparece el cuerpo veo a otra chica.
Berenice tiene 31 años, estudia pedagogía en la universidad y vive con su familia en un municipio vecino a la capital de un estado del sur de México. Para cuando supo de este video, ya llevaba 10 meses circulando en Internet. Nos cuenta que entonces comenzó a hacer memoria e intentar entender qué pudo pasar.
Recuerda que hacía ya dos años cuando entro a café internet e imprimió un trabajo que tenía guardado en un correo de Hotmail y recuerda también que debido a las prisas olvidó cerrar su sesión. De la misma manera recuerda que a partir de ese momento estuvo recibiendo notificaciones de amistad de gente que no conocía, mensajes de otro usuario que estaban usando su cuenta, incluso hubo quien le aseguraba que le mandaba información a su mail, la cual nunca vio o que le hablaban por el chat y que ella nunca respondía; pero nunca les prestó atención, no le dio importancia, incluso sacó otra cuenta de correo electrónico.
El caso de Berenice pone en relieve la necesidad de que tengamos más herramientas, más información sobre cómo utilizar la tecnología. También pone en relieve que este tipo de violencia trasciende del mundo virtual al mundo real, Berenice cuenta que fue acosada por hombres en la calle que la insultaban porque habían visto este video pornográfico en donde supuestamente ella salía.
Por eso la importancia de este evento y sobre todo de los talleres que tendremos a lo largo del día, pues en el caso de las mujeres que se dedican en la política y de las que participan como candidatas se convierten en mujeres más expuestas al escrutinio público, pero también a la violencia en el marco del proceso político con base en su posición de género, es decir, a que los ataques tienen como referencia el ser mujeres, y en se tipo de casos ser expuestas como objetos sexuales.
Cuántas mujeres ya sean funcionarias en el ejercicio del cargo recién electas, precandidatas o candidatas no han sido expuestas desde su intimidad en estos términos a través de Internet.
El segundo caso que quiero compartir con ustedes, también de la investigación realizada por la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones, es el de Morgana. Ella es maestra en una telesecundaria en una población semirural, casada con un agente del Ministerio Público por 9 años, con dos hijas y un bebé.
El estudio nos cuenta que el día de la inauguración de su negocio propio, un café, la comadre de Morgana le dijo que en las redes sociales, en un espacio de Facebook que se utiliza para fotos y chismes de mujeres del pueblo, habían puesto cosas sobre ella, decían que había tenido un amante, destruido un matrimonio, que su esposo no era el padre de dos de sus hijos, además de llamarla zorra y puta.
La publicación la pusieron junto con fotografías tomadas de su perfil personal, el miedo que sintió por este hecho no era injustificado, tuvo serios problemas con su esposo y otros familiares, llegó a ser incluso objeto de violencia física y psicológica por ellos. Con los conocimientos limitados que tuvo a la mano, averiguo que a muchas otras mujeres les había pasado lo mismo y también a jóvenes de quienes se decía que eran homosexuales.
Las consecuencias en la mayoría de estos casos, además de la exposición pública, también fue la violencia en diversas formas. El caso de Morgana pone de manifiesto por qué necesitamos que en el protocolo para atender la violencia política contra las mujeres se haga énfasis en que es un tipo de violencia que afecta de manera desproporcional a las mujeres que también tiene un impacto diferenciado entre hombres y mujeres.
Cuando se hace un escándalo sexual no tiene el mismo efecto si se trata de un hombre o de una mujer: para las mujeres la condena y las consecuencias son muchísimo peores que para los hombres.
Otra investigación sobre estas problemáticas coordinada por una de nuestras invitadas en el primer panel, Lourdes Barrera del Colectivo Luchadoras, que se presentó como informe a la relatora de Naciones Unidas sobre violencia contra las mujeres, nos da una cifra para pensar en su gravedad: de acuerdo con el INEGI en el módulo del ciberacoso de 2015, y esto también es importante mencionarlo, el único registro nacional que tenemos 9 millones de mujeres han vivido ciberacoso y como sabemos en muchos casos que no son denunciados menos cuando se trata de violencia de Internet.
He querido compartir con ustedes algunos casos que me parece que dan forma a esta problemática que tenemos que es la violencia contra las mujeres por razón de género, es importante que la visibilicemos y sobre todo que no cesen nuestros esfuerzos por erradicarla.
Muchas gracias a todos y a todas por su atención.
Versión estenográfica de la intervención de la Consejera Electoral Dania Ravel en la inauguración del Seminario «Construcción de la Democracia paritaria en Internet: Libertad de Expresión y Estereotipos»
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