Intervención de Lorenzo Córdova en la Ceremonia de Presentación del Programa Conmemorativo por los 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

Muy buenos días a todos.

El México del nuevo siglo no puede entenderse sin el movimiento estudiantil de 1968. Los años sesenta eran los años de la guerra fría y del corporativismo. Era la época en la que el gobierno controlaba a los medios de comunicación. La época de los desaparecidos políticos, de la intolerancia a la crítica y de las primeras guerrillas urbanas y rurales.

En pocas palabras era el gran momento del Estado autoritario prácticamente sin oposición, sin competencia y sin una auténtica división de poderes. El presidencialismo se imponía aprovechando la incipiente organización social y a través de las llamadas facultades meta-constitucionales y también de las constitucionales, hay que decirlo, del Presidente.

Eran los años en los cuales las elecciones no determinaban el ejercicio del poder, sino que en los hechos legitimaban la decisión tomada por el Presidente y en todo caso por el grupo en el poder. En este sentido, las transformaciones políticas que se gestaron al término del movimiento estudiantil fueron tan profundas que no sólo modificaron las instituciones y la interacción de éstas con la sociedad, sino que incluso cambiaron la percepción que la sociedad tenía del Estado. No era para menos.

El del ´68 fue un Estado que masacró estudiantes, que engañó a los dirigentes estudiantiles, haciéndoles pensar que habría una negociación la mañana misma del 2 de octubre, pero que envió tanquetas para desactivar un movimiento pacífico por la tarde.

Estos hechos fueron alimentando en la memoria colectiva de nuestra sociedad, el germen de la desconfianza en las instituciones. La existencia de ese Estado autoritario, es la que destaca aún más pensando que pacíficamente el movimiento estudiantil haya logrado herir al sistema de partido hegemónico y exhibir la falta generalizada de libertades y de canales de participación en los asuntos públicos.

Como diría Gilberto Guevara a los periodistas y policías que lo interrogaron: “las únicas armas del movimiento estudiantil con las que hemos luchado han sido nuestras ideas”. Pero justamente ésas, las ideas, el debate informado y los canales de participación en los asuntos públicos, políticos, son las armas más poderosas de la ciudadanía en contra de un régimen autoritario.

Esto, por cierto, explica el papel simbiótico que tiene la transparencia y la rendición de cuentas en un sistema democrático. De ahí la importancia que jugó, del papel que jugó el Movimiento de 1968.

En la década siguiente los partidos políticos fueron reconocidos a nivel constitucional, con tres finalidades: encauzar la lucha política por cauces institucionales. Brindar seguridades a la integridad personal de la oposición. Y facilitar el acceso de las minorías al poder legislativo.

Reconocer a los partidos, como ocurrió 11 años después, perdón, nueve años después del 68, en 1977, como entidades de poder público e interés público no sólo tenía que ver con la convicción de garantizar que en cada competencia electoral haya oposición, sino también era una manera de asegurar que la oposición al régimen no sería objeto de persecución.

Dicho de otra manera, el reconocimiento del pluralismo político a nivel constitucional en la reforma de 1977 representó en ese momento la principal garantía de que los líderes políticos disidentes no serían perseguidos por sus ideas, y de que en la competencia electoral se podrían debatir todas las propuestas de políticas públicas, prioridades legislativas y proyectos de nación que sean capaces de consensar en sus documentos básicos los partidos políticos y sus candidatos.

Desde entonces, la lucha por las libertades que detonó decididamente el movimiento estudiantil, se encauzó hacia la transformación de régimen de partido hegemónico en un sistema democrático mediante sucesivas reformas electorales que han fortalecido poco a poco, paso a paso al régimen de libertades políticas.

Cada reforma trazó su propia ruta de cambio hacia diferentes preocupaciones esenciales de la sociedad y los partidos.

Desde la universalización del sufragio y la equidad del voto, pasando por la ciudadanización de la autoridad electoral y de las casillas; el establecimientos de fórmulas para calcular el financiamiento de la política y la definición de un modelo para acceder a la radio y la televisión, arreglos todos ellos acumulativos que permitieron configurar nuevas reglas para la fiscalización de las elecciones con la finalidad de evitar que accedan a los poderes públicos, que ni se aparten de las reglas de financiamiento y sean omisos en la revisión de cuentas en torno al dinero utilizado en las contiendas.

Hoy, a cincuenta años del 68 enfrentamos la elección más grande de nuestra historia democrática, este el 2018, es comparado con hace 50 años, un año de contraste y de celebración.

De contraste porque, por un lado, encontrábamos al México monocolor y autoritario, al que hacía referencia y hoy en cambio tenemos un país multicolor, cruzado por la por la pluralidad política.

Las elecciones a diferencia de lo que ocurría en el pasado, ya no son un mero trámite, la competencia electoral es real, y se constituye como la ruta privilegiada y pacífica para acceder al poder.

La mejor prueba de cómo hemos cambiado, está en los últimos tres años, en los años más reciente, se trata del periodo, aunque pocos los subrayan y poco lo valoran, se trata de los años en los que hemos tenido el mayor número de alternancias, por la vía electoral en el ámbito público, en la competencia por el poder público.

Y no es que la democracia depende de la alternancia. La democracia, como lo han enseñado una larga tradición de pensamiento político, significa que existan condiciones reales para que pueda ocurrir alternancia, si la alternancia ocurre o no es una decisión que los ciudadanos toman con su voto.

Y decía también, es un año de celebración porque vamos a la recreación más grande del poder por la vía democrática y eso hoy es posible en gran medida gracias a las libertades que hoy gozamos y que desde 1968 poco a poco se han venido conquistando.

Este es un año en el que, la elección más grande de la historia, probablemente la más competida que hayamos vivido, pero la elección, espero, más libre de nuestra vida democrática, se constituirá en la mejor celebración del 50 aniversario de 1968.

Muchas gracias.

Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en la Ceremonia de Presentación del Programa Conmemorativo por los 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968, en el auditorio “Alfonso García Robles”, del Centro Cultural Universitario Tlatelolco

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