Permítanme intervenir en este punto.
En los últimos 20 años han cambiado significativamente las formas que utiliza la sociedad para informarse de los asuntos políticos, han cambiado en este periodo los contenidos de la televisión, el acceso a la información se ha masificado gracias a la informática y a internet y, hemos experimentado un recambio generacional que invariablemente ha modificado la manera de comunicar la política.
Este nuevo ecosistema mediático ha dado como resultado un modelo híbrido de comunicación política en donde conviven medios convencionales, como la prensa, la radio y la televisión, con nuevas plataformas de comunicación como las redes sociales.
De acuerdo con el más reciente informe de Latinobarómetro, si bien las redes sociales son ya una fuente de información política para un tercio de la población de
América Latina, no obstante ello, la televisión sigue siendo la principal herramienta para que 73 por ciento de la población se entere de los asuntos políticos.
En dos décadas el mundo ha cambiado, la competencia democrática en nuestro país es una realidad y las expectativas incumplidas de más de 20 años de democratización han provocado también –hay que decirlo– un creciente desencanto con la democracia, con los partidos, con las instituciones públicas y con los gobiernos surgidos de las urnas.
Sin embargo, pese a esos evidentes y profundos cambios de la sociedad, los debates organizados por las autoridades electorales y que han sido transmitidos por televisión han tenido esencialmente el mismo formato.
Esto podría explicar el por qué después de las grandes expectativas que provocó el primer debate televisivo entre candidatos presidenciales en las elecciones de 1994 y con el paso del tiempo, los debates organizados por esta autoridad electoral han sido paulatinamente cuestionados, han sido paulatinamente señalados en cuanto a su rigidez y a sus formatos.
Es por ello que las y los consejeros electorales asumimos el compromiso de transformar radicalmente el formato con el que estos ejercicios indispensables de toda contienda democrática se realicen.
Lo que queremos, es que los debates se conviertan aprovechando ese lugar preponderante que tiene la televisión y la radio, en un evento informativo clave para que la ciudadanía se informe sobre las propuestas de los candidatos a la Presidencia y que contribuya a que ejerzan su derecho a la información y los auxilie a la reflexión previa a la emisión de su sufragio.
Se trata de que la audiencia pueda conocer mejor y de manera directa las opiniones de cada contendiente, sus reacciones ante preguntas eventualmente incómodas, así como el manejo de los temas que son de interés común de cara a la emisión del voto.
Dicho de otra manera, lo que queremos es organizar verdaderos eventos de contraste político que sirvan a la ciudadanía para conocer de mejor manera las ideas, las propuestas, la personalidad, el pensamiento y las actitudes de quienes aspiran a la Presidencia de nuestro país.
Queremos que los debates presidenciales dejen de ser eventos anecdóticos de las campañas, para que se constituyan en momentos relevantes de la reflexión individual de cada persona inscrita en el Listado Nominal antes de decidir y emitir su voto.
Para avanzar hacia ese propósito se ha sostenido, como ya lo mencionaba el Consejero Nacif, diversas reuniones con especialistas, se organizó un Foro internacional sobre debates electorales, en donde nos nutrimos de las experiencias comparadas en esta materia y fue necesario reformar el Reglamento de Elecciones con la finalidad de que antes de que se nombre siquiera a los precandidatos de cada fuerza política, en este Consejo General se pudieran tomar las decisiones fundamentales sobre las reglas con las que se organizarán dichos eventos de contraste.
Esa reforma al Reglamento es la que nos ha permitido que hoy estemos analizando el Proyecto de Acuerdo que está en la mesa, ya que hasta 2012 las reglas de los debates se discutían y consensuaban con los representantes de los candidatos y esa discusión inevitablemente se veía permeada por las interpretaciones que los representantes de cada uno de los aspirantes hacía sobre las habilidades, limitaciones, incluso el mejor ángulo de cámara por no hablar del posicionamiento en las preferencias electorales de sus respectivos candidatos.
En tal sentido, hoy que no hay candidatas y candidatos definidos todavía, la aprobación de estas reglas no tiene destinatarios.
Debo subrayar que originalmente habíamos pensado, como ya lo señalaba también el Consejero Nacif, designar a los moderadores antes incluso de que iniciaran las precampañas.
No obstante, en los intercambios que sostuvimos con especialistas nacionales e internacionales, hubo coincidencia en que nombrarlos con tanta anticipación termina por desgastarlos en lugar de favorecer su intervención en la moderación del debate.
De ahí que sea necesario, como ya también se anunciaba y ocurrirá en esta misma sesión, efectuar una modificación al Reglamento de Elecciones para que la designación de los moderadores pueda llevarse a cabo hasta 30 días antes de la realización del primer debate, asunto que se abordará, como decía, en el punto 17 de esta sesión.
Concluyo subrayando que los cambios que se están dando en el formato de los debates presidenciales, es una forma en la que el Instituto Nacional Electoral da un acuse de recibo a la transformación de las audiencias en dos décadas y es una forma de reiterar que el principal interés de esta institución, en relación con los debates, es contribuir a que la ciudadanía tenga más y mejor información antes de emitir su voto.
Concluyo lo que hemos venido reiterando en distintos espacios de las Consejeras y los Consejeros Electorales, el INE, como ya también se mencionó y es ya del conocimiento público, organizará tres debates de candidatos a la Presidencia.
El primero, en la Ciudad de México el domingo 22 de abril.
El segundo en Tijuana el domingo 20 de mayo y el tercero en Mérida, el martes 12 de junio.
Con ello, pretendemos que el debate democrático se expanda en todo el territorio nacional, que la frontera norte sea un espacio en el que se discutan y ratifique la importancia de defender los intereses nacionales para el futuro de nuestro país y que la frontera sur se ratifique como una ventana natural hacia la comunidad latinoamericana y el mundo.
Así, nuestros objetivos con estos debates, podríamos sintetizarlos en tres aspectos:
primero que permitan a la ciudadanía conocer a las y los candidatos a la Presidencia de la República en contextos de exigencia.
Segundo, que sean desates que posibiliten contrastar ideas y propuestas.
Y tercero, que con reglas mínimas se garantice el principio de equidad entre los competidores, sin perder el carácter de un evento que resulte atractivo para la audiencia y que permita conocer, en sus múltiples facetas, a quienes contendrán por el voto popular para la Presidencia de la República.
Termino agradeciendo a las y los integrantes de la Comisión de Debates, a su Presidente el Consejero Benito Nacif, a quienes han acompañado desde las áreas técnicas, la Coordinación de Comunicación Social y la Dirección Ejecutiva de Prerrogativas y Partidos Políticos, a sus titulares el profesionalismo invertido en las reglas que se han puesto a nuestra consideración.
Estoy convencido que los debates presidenciales que realizaremos en 2018 demostrarán que la democracia se recrea mejor en libertad y con reglas mínimas que, sin embargo, garanticen un piso básico de equidad para la competencia y no un techo para la discusión.
Versión Estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en el punto 14 de la Sesión Ordinaria del 22 de noviembre de 2017, en el que se emiten las reglas básicas para la realización de los Debates entre las y los candidatos a la Presidencia de la República durante el Proceso Electoral Federal 2017-2018, así como los criterios objetivos para la selección de las y los moderadores
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