La pluralidad política en México ha cobrado mayor presencia en los últimos años y eso implica un reto técnico para contabilizar y asignar votos que se ejercen en múltiples direcciones, reflejar la voluntad precisa de electores sin errores o confusiones cuando se trate igual de candidaturas independientes, coaliciones o partidos en lo individual. Tenemos nueve partidos nacionales que han conservado su registro pese a que en 2014 el Congreso estableció́ que para ello ya no sería suficiente acreditar solo un 2% de votación, ahora es al menos un 3%.
Quienes pensaron que esa disposición acotaría el número de opciones a elegir o perfilaría un modelo bipartidista se equivocaron. Ahora tendremos además la vía de candidatura independiente y es posible un escenario con más candidaturas que las habituales compitiendo por el mismo cargo.
El espectro partidista que actualmente compite por el poder, en el marco legal de nuestro sistema de elecciones, necesita instrumentos normativos y soluciones técnicas para que todas las opciones a elegir se pongan en la boleta, sin confundir al elector ni a la ciudadanía sorteada para recibir y contar el voto.
Se trata de un elemento fundamental para evitar sesgos o errores, eventuales conflictos postelectorales. En Coahuila por ejemplo, tuvimos problemas para llenar un acta que debía registrar combinaciones de voto por quince partidos, en donde las coaliciones no suman un solo apoyo, puede una persona tachar dos o más partidos coaligados y ahí́ cuenta un voto para la candidatura postulada pero se reparte los votos para el tema de conservar registro individual como partido, lo que multiplica combinaciones, y aunque hace complejas las cuentas, es una fórmula que pone las sumas en su lugar sin que un partido solo por estar en una coalición asuma representación no otorgada expresamente a su emblema. Si hay una capacitación adecuada no debe existir confusión relevante o significativa.
De ahí́ la importancia de esa etapa, de llegar a las urnas bien preparados. Aquellos que resulten sorteados, más de un millón, serán nuestros vecinos, ojos y oídos en las elecciones, los mejores auditores de la votación libre. A los votantes, tenemos que dotarlos de las herramientas informativas y didácticas para que ejerzan su derecho sabiendo el destino de las marcas que coloquen en la boleta.
El pasado 5 de octubre, el Consejo General del INE aprobó́ el diseño de los formatos de la documentación electoral. Los datos aproximados son reveladores: 93 millones 192,050 boletas para la elección presidencial y la misma cantidad tanto para senadores como para diputados. Del 2 de abril próximo al 3 de junio deberán quedar impresas, bajo consideraciones tales como la estimación preliminar de la lista nominal, el número de partidos políticos registrados y una candidatura independiente por cada elección federal, o sea tres en total, y cada elección local, así́ como la previsión de casillas a instalar, aproximadamente 155 mil.
A más tardar en marzo del año siguiente sabremos cómo quedará nuestra boleta. Será entonces cuando habrá́ de aprobarse el registro de candidatos a Presidente, senadores y diputados.
La eficacia operativa y técnica de la estructura que organiza elecciones ha pasado muchas aduanas complicadas en su historia. Hay solvencia para garantizar voto libre. La experiencia nos ha enseñado en este tema que un aparato público profesional, transparencia en decisiones y reglas que se informen oportunamente a la ciudadanía es la mejor prevención para acotar posibles errores en el llenado de boletas con muchas opciones de llenado, en la mayoría de los casos no intencionales, pero que pueden conducir a la anulación de votos que no querían anularse.
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RESUMEN
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