Intervención de Lorenzo Córdova en el X Diálogo Nacional por un México Social, Democracia, Estado e igualdad: Las perspectivas

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

Muchas gracias al Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, y por supuesto a su Director, el doctor Rolando Cordera, profesor emérito de esta Universidad, de esta Facultad por la posibilidad de hacer algunos comentarios que me temo que en buena medida serán variaciones sobre un mismo tema, comentarios al margen de una ponencia rica y que además, se agradece.

Comenzaría con esto particularmente en los tiempos que corren, tiempos en lo que el desencanto estimulan muchas veces las reflexiones menos sensatas producto de un comprensible malestar, pero que enturbian la reflexión colectiva en un momento, me atrevo a decirlo, delicado, pero además trascendental de la vida social de nuestro país.

En efecto, estamos en la antesala de la que se será, como ya mencionaba el doctor Woldenberg, la elección más grande de nuestra historia democrática y en la que, como nunca antes, estará en juego un número inédito de cargos de elección popular.

Yo quisiera articular mis comentarios en torno a cinco, seis puntos fundamentales.

En primer lugar, el que tiene que ver con reconocer o el reconocer que el desencanto democrático no es un fenómeno exclusivo de nuestro país.

Parafraseando a Michelangelo Bovero, no corren buenos tiempos para la democracia en el mundo, y este desencanto hoy puede considerarse un fenómeno contemporáneo global. Con énfasis distintos en los diferentes países, pero prácticamente no hay un sistema político, democrático hoy en el que la política, los políticos, los partidos políticos, los parlamentos, los gobiernos, los valores fundamentales que subyacen a la lógica de funcionamiento de la democracia como la tolerancia y la inclusión, no se encuentren en un grado distinto, si se quiere, pero de crisis de credibilidad y de asimilación.

México no es ajeno, segundo punto, a este fenómeno. Pero en el caso mexicano, como ya se ha mencionado, desde la inauguración de este X Diálogo, y reiteradamente en su oportunidad en su texto por el doctor Woldenbger, México no es ajeno a este fenómeno, decía, pero en nuestro país, además, ello se ve alimentado, se ve cruzado, se ve incluso potenciado con la peligrosa, y me atrevo a decir, inédita en términos de su intensidad, coexistencia  recíproca retroalimentación de los que, parafraseando a don Andrés Molina Enríquez, podríamos definir hoy como los grandes problemas nacionales de nuestro tiempo.

La pobreza ofensiva, la desigualdad oceánica, adjetivándola como lo ha hecho Pepe Woldenberg en su intervención, la corrupción, la impunidad y la inseguridad son fenómenos problemáticos, todos ellos, que se retroalimentan recíprocamente, que se potencian recíprocamente y que afectan prácticamente todos los ámbitos de la convivencia social.

No hay un ámbito de esta que no se vea lacerado, erosionado, corroído como lo señala Pepe Woldenberg por estos grandes problemas nacionales, incluido el ámbito electoral. Un ámbito, que como también se ha mencionado, no agota el universo democrático de la convivencia democrática, pero sin lugar a duda constituye el piso mínimo en la condición necesaria, insisto, si bien no suficiente, de toda democracia representativa contemporánea.

Y la conjunción de estos problemas, es, me parece, un pernicioso pero nutritivo caldo de cultivo en donde germina la desconfianza y el malestar con la democracia en general.

Este, vuelvo a insistir, es un problema no necesariamente con el ámbito público, con el ámbito político de manera exclusiva, creo que hay un dato que vale la pena señalar, que habla de la lacerante desconfianza para esto, que citando a la CEPAL, Pepe Woldenberg señala como la cohesión social.

El Informe País, que es un estudio que se realizó hace algunos años por varias instituciones académicas coordinadas por El Colmex y patrocinado por el Instituto Federal Electoral, Nacional Electoral, esto ocurrió en la transición hace unos años de una institución a otra, señala que es un estudio sobre el estado de la cultura política, pero que no se limita como los estudios, digamos, convencionales que analizan el estado de cosas en el ámbito sólo de las instituciones o en el ámbito, digamos, de los público, de lo político; sino que va también al ámbito de lo que los sociólogos llaman las relaciones interpersonales.

Señala que el 72 por ciento de las y los ciudadanos mexicanos dicen que no se puede confiar en prácticamente ninguna persona fuera del núcleo familiar, y creo que esto evidencia cómo la desconfianza con lo público no puede, con las instituciones públicas, no puede desvincularse de la erosión que el tejido social, producto, insisto, y esto evidentemente no ocurrió de la noche a la mañana, producto evidentemente de descomposición y de, insisto, en buena medida, creo yo como lo ha señalado Pepe Woldenberg, con ese malestar con el estado de cosas y con la existencia de estos grandes problemas nacionales pues altera, digámoslo así, no solamente la vida política, sino también la convivencia social.

Tres, el problema fundamental del país hoy, por eso la pertinencia de los esfuerzos que desde hace pues ya una década en este ejercicio de diálogo, pero también de los distintos estudios que se han conducido en gran medida en esta casa académica.

El problema fundamental del país hoy tiene que ver, como se ha señalado en la introducción, como lo ha señalado el doctor Woldenberg en su ponencia, tiene que ver con la justicia social como una, permítanme llamarla así, promesa incumplida, no solamente de la Revolución, sino también, de la Constitución misma que sigue hoy, como hace 100 años, incorporando el concepto de justicia social como uno de los propósitos del Estado Mexicano.

En la década pasada el Informe sobre la democracia en América Latina que realizó el Programa de Naciones Unidas sobre el Desarrollo se preguntaba cuánta pobreza aguanta la democracia como uno de los juegos perniciosos que parecían jugar los sistemas democráticos latinoamericanos.

Y yo creo que esto, hoy diríamos y creo que con el énfasis que se ha puesto en la mesa, que no solamente es cuánta pobreza, sino cuánta desigualdad, cuánta corrupción, cuánta impunidad, cuánta inseguridad.

Yo creo que en buena medida, pero esto lo he escrito también, José Woldenberg en otros textos, la transición, nuestra transición a la democracia estuvo sobrecargada de expectativas.

Me da la impresión que no solamente se trató de un proceso de liberalización como lo señala la metáfora de la obra de teatro y en la democratización del régimen político, sino también me parece que estuvo sobre cargada de la expectativa de una vida mejor.

Y creo, que los gobiernos emanados de las urnas en este periodo, las dos décadas y media o han satisfecho esa expectativa de atender eficazmente esos grandes problemas nacionales, incluso algunos de ellos, se han agravado considerablemente en este periodo.

Cuarto punto. Coincido y enfatizo el punto que Pepe Woldenberg menciona en el sentido que el descontento y la desconfianza son poderosos solventes de la convivencia social.

Ese descontento y esa desconfianza son, me atrevo a decirlo, el nutriente, probablemente más poderoso, de los discursos simplistas, fáciles, atractivos, pegajosos que suelen abundar en la discusión sobre los problemas nacionales hoy en día.

Pongo un ejemplo, que es un ejemplo que no solamente en este texto sino en “Cartas para una joven desencantada con la democracia” de reciente publicación, como señalaba el doctor Rolando Cordera, pues digamos contrapuntea.

Como por ejemplo decir, como producto de un comprensible malestar y de una discusión, de una intensa discusión pos electoral de las elecciones que se llevaron a cabo este año que en realidad estamos viviendo un escenario que implicaba una regresión a 1988 o a 1994, y que probablemente estábamos peor.

No estoy inventando nada, estoy poniendo sobre la mesa algo que ha sido objeto, digámoslo así, de muchas aseveraciones en los meses recientes. Y creo que vale la pena hacer un ejercicio al que Pepe Woldenberg nos invita.

En 1988 no había habido alternancia en el Poder Ejecutivo Federal y Local en prácticamente 60 años, es decir, un mismo partido había dominado los ejecutivos, la Presidencia de la República y las gubernaturas.

En 1988 no había habido en 60 años un sólo senador de oposición. En 1988 existía la certeza de quién iba a ganar las elecciones antes de que las mismas se realizaran.

En la promoción de “Cartas a una joven desencantada con la democracia” Pepe Woldenberg ha insistido reiteradamente en que el momento estelar de la vida política, hace apenas 30 años, no era la Jornada Electoral, sino el momento del destape, el momento en el que se definía quién iba a ser el candidato del partido oficial, por cierto, de un sistema de partidos que unos años atrás, había sido el modelo utilizado por Giovanni Sartori para definir su sistema, la categoría de sistema de partido hegemónico.

Hace apenas 30 años pues nuestro país era un país monocolor, salpicado a penas en el ámbito municipal por algunos destellos de color diferenciado que eran los pocos y contados triunfos que la posición, repito, en el ámbito municipal y en algunas diputaciones lograba conseguir.

El país de hoy, con todos los problemas que tenemos, desde el punto de vista político es radicalmente distinto, y creo que de cara a la elección que enfrentamos a partir de esta premisa es una buena manera de ubicarnos no para menospreciar los problemas y los faltantes que tenemos, sino para contextualizarnos y pensarnos hacia el futuro de manera particular.

Sin duda hoy tenemos muchos pendientes y sin duda hay muchos mecanismos, incluso en los electoral que son perfectibles, pero creo que la invitación que en su texto José Woldenberg, que al final de su texto, hablando del tercer acto, José Woldenberg nos invita a hacer, es decir, a tener cuidado con las regresiones es particularmente importante.

Y creo que vale la pena subrayarlo en un contexto en el que se ha enfatizado mucho, el centenario de la Constitución, pero me parece relativamente poco otro aniversario, el 40 aniversario de la reforma política en donde esta historia  comenzó, como también en otro texto José Woldenberg y algunos colegas, “la mecánica del cambio político” han evidenciado.

Hace 40 años comenzó el proceso democratizador a partir de tres ejes fundamentales: la apertura de un sistema de partidos de un sistema hegemónico, monolítico, excluyente, estático a un sistema cada vez más incluyente y plural.

La apuesta, desde entonces, por el financiamiento público como uno de los ejes para conseguir condiciones mínimas de equilibrio, de equidad en la competencia electoral, y que por supuesto iría evolucionando con el paso de las reformas electorales, pero que estableció por primera vez en la ley electoral justo hace 40 años.

Y finalmente, el mecanismo de representación proporcional como una manera de permitir primero en la Cámara de Diputados y luego en el Senado que esa pluralidad creciente y que se recreaba elección tras elección pudiera verse reflejada en los órganos de decisión del Estado

Aquél, hace 40 años, se trata del origen de una larga y fructífera evolución que hoy ha transformado radicalmente el país.

Hoy fenómenos típicamente democráticos que hace 30 años nos existían como las alternancias, la falta de mayorías pre definidas, los gobiernos divididos; las competencias electorales cerradas, la incertidumbre, tal vez la única incertidumbre que se vale y que alimenta la democracia, es decir, la incertidumbre de los resultados antes de la Jornada Electoral, la noche de la Jornada Electoral los resultados tienen que ser ciertos, puntuales y bien difundidos, forman parte del paisaje que hoy cruza a lo largo y ancho el país.

Un dato que vale la pena la pena subrayar como un complemento de lo que señalaba José Woldenberg, el periodo que va de 2014 a 2017, es decir, el periodo en donde justo en donde ha comenzado a operar el nuevo sistema nacional de elecciones, es el periodo, no estoy diciendo que sea como consecuencia del periodo, de la interpretación de este nuevo modelo, de la trasformación del modelo electoral pero se da la casualidad que estos tres años son los años, es el trienio en el que mayor alternancia ha habido en la disputa por el poder político a lo largo de nuestra historia democrática.

Pepe señalaba las cifras de las alternancias de nivel de gubernatura, si sumamos las tres de este año, aunque por supuesto hay una gubernatura todavía en juego todavía tiene que calificarse la elección de Coahuila por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pero si tomamos lo que ha ocurrido hasta estos momentos, insisto, con esa advertencia en el caso de Coahuila, de 24 gubernaturas disputadas, en 14 ha habido alternancias, y son alternancias de un lado y para otro en donde todos los partidos se han visto beneficiados con el voto ciudadano en el proceso de cambio del poder político.

Pero lo mismo ocurre si nos vamos a nivel municipal y a nivel de distritos de mayoría relativa, tanto de diputaciones locales como de diputaciones federales. En 2015 de 300 elecciones de mayoría relativa en la Cámara de Diputados Federal, en 102 hubo cambios de, distritos hubo cambio de ganador.

Si hacemos una suma, insisto, se trata de un dato duro, no se trata de una percepción, estamos ante el periodo de mayor alternancia en la historia del país, y no se trata de que la alternancia, como algunos han sostenido, incluso algunos muy encumbrados, no, hasta Presidentes en su momento, que la alternancia es lo que hace democrático a un sistema político.

La teoría política enseña que lo que es condición de un sistema democrático es la posibilidad real de que exista la alternancia. Es decir, si la alternancia ocurre o no eso lo deciden los ciudadanos con sus votos en las urnas y en México ahí están las pruebas de que la posibilidad real de la alternancia existe.

Otro dato curios y que habla, digámoslo así, de cómo ese malestar acaba potenciando, digámoslo así, de los perores instintos, es que el año pasado en 2016 cuando de 12 elecciones de gobernador hubo alternancia en ocho casos, prácticamente había un consenso de que la reforma electoral de 2014 y la actuación de las autoridades electorales había sido una actuación incuestionable.

Hoy, cuando hubo alternancia hasta ahora en uno de tres casos se ha abierto, digamos este a discusión respecto de una regresión inédita.

Quinto punto, ante lo anterior, me parecer que resulta fundamental volver a eso que José Woldenberg ha denominado lo básico, el ABC del proceso democrático. En este texto, José Woldenberg lo hace de muchas maneras, subrayando lo que funciona, que no es poco de nuestro sistema electoral, y también y que suele menospreciarse, se dice muy fácil que, hombre, poner casillas eso lo hace cualquiera, en un país como este con las condiciones de inseguridad, en donde tenemos unos índices de instalación de casillas con los funcionarios que fueron sorteados y entrenados para tal efecto no es un asunto menor, pero sobre todo, es ahí en donde reside esencialmente como lo señala José Woldenberg la garantía del ejercicio del voto secreto.

Por supuesto hay temas que son pendientes, y desde este punto de vista no pretendo ni sería pertinente, digamos, condenar ni mucho menos el discurso que pone énfasis sólo en lo que funciona mal, creo que la crítica y la discusión pública respecto de las áreas de mejora es necesaria y benéfica para todos.

Pero, sexto punto, y con esto concluyo, a pesar de todo, y sin desconocer lo que tiene que mejorarse me parece que hay que aquilatar y valorar lo que nos ha funcionado y que no es poco en muchos sentidos.

Déjenme poner un sólo ejemplo a propósito del tema de la corrupción que el maestro, el doctor Woldenberg ha señalado en reiteradas ocasiones como parte de la problemática que vive nuestro sistema democrático hoy en día y del malestar generador del combustible del malestar que hoy nos queja.

Los grandes casos de corrupción que se han evidenciado en el último año son casi todos producidos por investigaciones que han resultado como consecuencia de la alternancia en el ámbito del poder local, Veracruz, Chihuahua, Sonora, Quintana Roo, Tamaulipas, son todos estados donde se han evidenciado casos de corrupción y de abuso del ejercicio del poder público y de los recursos públicos, incluso con fines electorales, pero son todos estados que el año pasado por la vía de las urnas tuvieron una alternancia en el poder.

Creo que ese es el mejor ejemplo, incluso ante las evidencias que hoy conocemos de que buena parte de esos escándalos de corrupción y desvío de recursos públicos fueron utilizados para tratar de incidir en los procesos electorales de cada una de las entidades, creo que ese es el mejor ejemplo que, sin desconocer, repito, los problemas que tenemos, sin desconocer la necesidad de que las autoridades electorales y la sociedad logre contraponerse a la corrupción en las elecciones, creo que es el mejor ejemplo para señalar que el voto sirve y que es la herramienta más potente que tienen los ciudadanos, no sólo para elegir a sus representantes, sino a través del mismo, de premiar o sancionar la actuación de los distintos gobiernos y de los partidos.

Creo que son tiempos, y los textos que José Woldenberg, incluido el que hoy ha presentado en estos días, bueno hoy y que se han publicado, que se han difundido en días recientes, creo que tienen una enorme virtud pedagógica que tenemos que valorar.

El volver al ABC me parece que es la mejor manera de, por la vía de la explicación de procesos que en ocasiones son muy complejos y que muchas veces los órganos electorales no hemos logrado con una vocación pedagógica explicar suficientemente, me parece que en esa explicación está o se centra o debe centrarse los intentos de reconstruir confianza en lo electoral porque al final las elecciones hoy en día no son improvisaciones, en nuestro país son el resultado de una paulatina evolución que a lo largo de un cuarto de siglo, incluso más, ha venido afinándose y fortaleciéndose en lo que podríamos definir como la cadena de confianza que constituye o que alimenta que fundamenta todo proceso electoral y que va desde la construcción de un Padrón Electoral, por cierto por sus dimensiones, el Padrón Electoral con mayor cobertura y con mayor actualización del mundo. Permítanme poner un dato.

La cobertura y actualización del Padrón Electoral en México aunque tiene que todavía validarse, digámoslo así de cara a la elección del próximo año, ronda el 98 por ciento. El promedio de cobertura de los padrones electorales que se utilizaron en las elecciones presidenciales, recuerden que son padrones estatales en los Estados Unidos el año pasado, tenían una media de 70 por ciento de cobertura.

Insisto, desde el Padrón Electoral y hasta las condiciones que operan en el día de la Jornada Electoral para garantizar que el voto de los ciudadanos es un voto secreto que es la condición fundamental para que sea libre, y el cómputo de los propios votos, en México hoy se recuenta un promedio de 65, entre el 65 y el 70 por ciento de los votos contabilizados el día de la Jornada electoral, en el proceso, unos días después, de cómputo distrital.

Es, creo, la mejor manera para tratar de revertir o inocular la desconfianza que se ciñe en el ámbito electoral.

Y en segundo lugar explicar algo que José Woldenberg en este texto, el de hoy y en otro, ha puesto un énfasis particular, vamos a una elección, la más grande de nuestra historia, en donde se renovarán tres mil 406 cargos de elección popular, como nos recordaba Pepe en su intervención, que debe ser interpretada, como ocurre en democracias en toda elección en democracia, como un momento de redistribución del poder político.

Nadie va a ganar todo, y nadie va a perderlo todo, y menos lo harán de una vez y para siempre, de eso se trata la democracia.

Comienza el texto de hoy, Pepe Woldenberg diciendo que es mejor ser historiador que intentar ser pitoniso, y no quiero terminar yo pretendiendo hacer alguna profecía, así que cierro simple y sencillamente remitiéndome a lo que en los últimos 20 años ha venido ocurriendo una y otra y otra vez en las elecciones.

Alguien ganará la Presidencia sin duda, pero quien la gane con mucha probabilidad, si de algo sirve voltear atrás y ver lo que ha ocurrido en los últimos 20 años, probablemente lo hará sin una mayoría a fin predefinida en las Cámaras del Congreso de la Unión y eso implica que nuestro sistema político tendrá que centrarse una vez más en aquello que Hans Kelsen, en un célebre texto de los años 30 del siglo pasado definía como la esencia y el valor de la democracia, que es la tendencia que este sistema tiene hacia el compromiso; es decir, hacia la negociación y el acuerdo tan vapuleadas en el imaginario colectivo, al grado de que nuestro país acuño lo aquello de la concertación como una, hace dos décadas como el ejemplo, digámoslo así, de lo más pernicioso de la vida política, la negociación y el acuerdo como la clave de la gobernabilidad del país.

Ojalá y que esa negociación del acuerdo estén enfocadas finalmente a resolver esos problemas de la cuestión social sin los cuales la democracia está condenada, sin cuya solución nuestra democracia está condenada, me temo, a seguirse erosionando.

Muchísimas gracias.

Versión estenográfica de las palabras del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova, en el X Diálogo Nacional por un México Social. Democracia, estado e igualdad: Las perspectivas, realizado en la Facultad de Economía de la UNAM

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