Discurso de Lorenzo Córdova en la Ceremonia Inaugural de la Conferencia Integridad Electoral en América Latina

Escrito por: INE
Tema: Consejero Presidente

Muy buenos días tengan todas y todos ustedes.

Es un honor poder participar en esta sesión de inauguración del Seminario sobre Integridad Electoral en América Latina, que varias instituciones hemos realizado bajo la coordinación de la Fundación Kofi Annan, a quienes les agradecemos particularmente el interés, pero sobre todo, la iniciativa que hoy se concreta.

Señor Secretario de Relaciones Exteriores, Doctor Luis Videgaray.

Señor Alan Dosse, Director Ejecutivo de la Fundación Kofi Annan.

Magistrada Mónica Soto, Magistrada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Senadora Blanca Alcalá, Presidenta Alterna del PARLATINO.

Doctor Santiago Nieto, Fiscal Especializado para la Atención de Delitos Electorales.

Y, maestro Mario Velázquez, Presidente del Instituto Electoral de la Ciudad de México.

Titulares de las instituciones, cuya convergencia ha permitido que hoy nos encontremos esta mañana reunidos para arrancar los trabajos de la Conferencia Internacional sobre Integridad Electoral en América Latina.

2018 será un año particularmente importante en términos electorales para América Latina. Entre octubre de este año de 2017 y antes de que concluya el próximo, 12 países de los 19 que integran la plataforma continental de la región celebraremos elecciones.

Estamos hablando de que más del 80 por ciento de la población latinoamericana se verá impactada por los resultados de los comicios que se realizarán en los próximos meses.

Para las autoridades electorales, la organización de dichas contiendas representa un gran reto ya que se llevará a cabo en momentos en las que la satisfacción con la democracia se encuentra en niveles similares a los que se tenían en el ya lejano 1995.

La discrepancia entre las expectativas y los resultados entregados por los gobiernos surgidos en las urnas democráticamente, y que se manifiesta en el distanciamiento de los ciudadanos de la política, en la crisis de representatividad en los partidos políticos y en la falta de confianza en general en las instituciones públicas, está desafiando la estabilidad de los sistemas democráticos en América Latina y vulnerando sus instituciones y su capacidad para enfrentar los problemas que nos aquejan.

No se trata, hay que decirlo, de un problema coyuntural, estamos hablando de una tendencia que se ha agudizado por la debilidad del Estado de Derecho y por la incapacidad para procesar adecuadamente las demandas generadas por la transformación generacional en nuestros países, por parte de gobiernos democráticamente electos.

Creo que tenemos que reconocer, en parte, que la sobre carga de expectativas con que se modeló el anhelo democrático para salir del autoritarismo en nuestro subcontinente se ha enfrentado a un mundo globalizado, que en su apuesta por la liberalización de la economía, en su apuesta por generar modelos de desarrollo, sin embargo ha sido insuficiente para concretar los deseos, los anhelos de justicia social que han acompañado el proceso democratizador y ha incrementado la desigualdad en nuestras naciones.

Con ello no quiero decir que en los últimos 25 años de ninguna manera sean quinquenios perdidos en clave democrática, indudablemente nuestros sistemas democráticos han avanzado y los procedimientos electorales de la región son evidentemente mejores que en el pasado.

Nadie puede negar que el pluralismo político se ha arraigado y que las disposiciones en materia de transparencia y rendición de cuentas, así como la cooperación técnica internacional y los resultados de las misiones de asistencia y observación electoral han contribuido a que las elecciones auténticas se conviertan en el principal método para distribuir el poder político en América Latina.

Pero las pulsiones autoritarias y el ejercicio autocrático del poder no sólo no han sido actitudes completamente erradicadas, sino que se mantienen en diversos sectores como sombras en el horizonte de nuestras incipientes democracias. Estas actitudes como hemos visto en fechas recientes, no sólo se extinguieron con la transición a la democracia, sino que aún están presentes y se expresan en la simulación de cambios institucionales que favorecen la manipulación de la voluntad emitida en las urnas.

Permítanme decirlo con todas sus letras, los partidos y los actores políticos no están siendo suficientemente sensibles del daño que la corrupción y la impunidad, así como los ataques sistemáticos a las autoridades electorales están provocando en la recreación de la democracia como el principal mecanismo civilizatorio de las sociedades modernas. Atacar al árbitro de las elecciones, como parte de las estrategias de los contendientes lo único que está provocando es mayor malestar con la vida democrática y descrédito de quienes ganan y de quienes pierdes, también.

Permítanme en ello ser enfático, debilitar a la institucionalidad democrática no construye futuro, siembra el terreno para el regreso o eventualmente la evocación de un pasado autoritario, ese es el contexto en el que estamos enfrentando este evento, estamos realizando este evento sobre Integridad Electoral en América Latina.

Estamos en un momento en el que debemos procesar con creatividad, con imparcialidad y con visión de Estado el desencanto con la democracia, para impedir que se sigan vulnerando las instituciones democráticas. Es necesario que de cara a los próximos comicios partidos y actores políticos, candidatos, medios de comunicación, universidades, organizaciones de la sociedad civil veamos los procesos electorales como una función de Estado que ayuda a recrear la vida en comunidad y en la que cada uno debe asumir responsablemente el rol que le corresponde.

Estoy convencido que hoy por hoy la defensa de la institucionalidad democrática representa la mejor defensa de la estabilidad política de nuestra región.

De no cambiar la forma en la que se ejerce el poder político, de no crear los contextos de exigencia que inhiban a las autoridades a beneficiarse de los cargos públicos, de no asumir un compromiso generacional, con la construcción de una cultura cívica que reinserte a la ciudadanía en la toma de las decisiones públicas, las democracias latinoamericanas estarán destinadas a seguirse debilitando año con año, elección tras elección.

De ahí la importancia del enfoque de integridad electoral, asumir que el fortalecimiento de los sistemas democráticos es una responsabilidad colectiva que parte de las normas y principios universales para la recreación de elecciones, pero que trasciende los procedimientos, las normas y los calendarios electorales.

La integridad electoral supone un compromiso colectivo que va más allá de las atribuciones de las autoridades electorales, los partidos y actores políticos, y que no sólo incluye sino que subraya la participación de las organizaciones de la sociedad, de los medios de comunicación, de la cooperación y observación internacional en clave democrática y, por supuesto, de las organizaciones de la sociedad y de la ciudadanía misma.

Por ello, permítanme agradecer a cada uno de ustedes el interés por participar, tanto en la organización de este foro, como en las deliberaciones que aquí tendremos para impulsar la integridad electoral en nuestros países.

Estoy seguro de que de este evento surgirán reflexiones que nos ayudarán a fortalecer la convivencia democrática que contribuirán a elevar los contextos de exigencia para quienes busquen cargos públicos de elección popular en las próximas elecciones en nuestros países y que auxiliarán a las autoridades y organismos participantes en este foro, en nuestro incesante compromiso para elevar la calidad de la democracia a través de sus elecciones en América Latina.

 

Muchas gracias.

 

Versión estenográfica de la intervención del Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, en la Ceremonia Inaugural de la Conferencia Integridad Electoral en América Latina, realizada en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

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